Porque, en este programa, queremos ver lo que otros no ven
Autor: Radio lavendee.es - Noemí Saénz
Contacto: trabajandoesperanza@lavendee.es
Noemí Saiz Saiz presenta "Trabajando Esperanza. Podcast". Trabajando Esperanza es un programa diseñado para iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de dos enfoques principales: Instituciones y Familias-Juventud.
En el formato de Instituciones, nos centramos en ofrecer apoyo y herramientas a comunidades religiosas y organizaciones. A través del programa AIR (Acompañamiento Institucional para Religiosos), proporcionamos un proceso de acompañamiento que ayuda a los religiosos a gestionar sus recursos y talentos de manera eficaz. Este enfoque busca fomentar la estabilidad económica y emocional, así como desarrollar un sentido de pertenencia y comunidad entre los participantes. En este espacio, compartimos experiencias, estrategias y reflexiones que permiten a las instituciones enfrentar los retos actuales con esperanza y visión de futuro.
Por otro lado, en el formato de Familias-Juventud, abordamos los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones en un mundo marcado por la tecnología y las relaciones digitales. A través de nuestras conversaciones, buscamos conectar con los jóvenes, escuchar sus inquietudes y ofrecerles un espacio donde puedan encontrar esperanza y autenticidad. Proporcionamos consejos prácticos para gestionar el uso de la tecnología y fomentamos un diálogo abierto sobre temas que impactan su vida diaria. Aquí, la esperanza se convierte en una herramienta vital para construir relaciones significativas y afrontar los retos de la vida moderna.
Queremos que cada programa se convierta en un espacio cercano y acogedor, donde podamos compartir experiencias auténticas y reflexiones que nos ayuden a crecer juntos. A través de 'Trabajando Esperanza', aspiramos a crear un sentido de comunidad que impulse a cada uno de nosotros a ser parte activa de este diálogo. Nuestro objetivo es que cada oyente se sienta inspirado y motivado a participar, llevando la esperanza y el compromiso a su vida diaria y a sus comunidades.
Si usas una aplicación para escuchar tus podcasts, puedes ańadir esta URL: https://lavendee.es/tes/feed.xml
Trabajando esperanza #27
Fecha: miércoles, 21 de mayo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 36:35
Mostrar transcripción de Episodio 27. El reemblandecimiento.
Transcripción de Episodio 27. El reemblandecimiento.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy traigo un tema que muchos de vosotros, como padres, madres, educadores o simplemente adultos, seguro que habéis tenido en mente en más de una ocasión. Nos estamos reblandeciendo. Y no un poquito. Nos estamos reblandeciendo bastante. Bienvenidos una vez más a Trabajando Esperanza. Sin más. Comenzamos. Lo veo en las clases, en las familias, en los parques, en las relaciones incluso personales, en el trabajo. Estamos dejando de exigir, de frustrar, de decir que no. Nos da miedo poner límites. Nos da miedo que nuestros hijos sufran. Y sin embargo, pretendemos que crezcan fuertes, que sean pacientes, que sean generosos, que tengan fe. Y claro, con esta premisa cuesta que salga. Porque si todo es blando, cuando la vida se pone dura, se rompe todo. Nuestros abuelos se levantaban de madrugada, trabajaban desde muy jóvenes, vivían con lo justo, aguantaban frío, hambre, guerra y no se quejaban. Sus padres les mandaban a cuidar el ganado desde bien pequeñitos, a sacar el ganado al campo. Pues a lo mejor con siete, ocho años. Y como decía antes, no se quejaban. Era lo que tocaba. Y punto. No digo que esta situación sea buena, pero digo que forja, que hace hombres y mujeres de carácter. Nuestros padres, ya con bastante más comodidad, seguían sabiendo, seguramente por herencia, pero también por educación. Que la vida iba de esfuerzo. Que la vida era, pues, lo que tocaba vivir. Y que había que vivirla de la mejor manera posible. Si se equivocaban, pues se aprendían. Si se caían, pues se levantaban. Y nadie dramatizaba al respecto. Luego llegó nuestra generación. Una generación que ya empezó a vivir mejor. A tener más de todo. Y con eso, empezamos a querer evitar el dolor. La frustración. Y la exigencia. Aún así, hemos vivido la espera. Hemos vivido el caernos y el que nuestra madre nos diga que no ha pasado nada. Y que nos lavemos con agua y jabón. Hemos vivido el... Tu profesor te regaña, pues yo te regaño el doble en casa. Porque sus motivos tendrá. Hemos... Bueno, pues hemos crecido. Con una serie de... Digamos, de educación. Con una forma de educación. Que ellos, a su vez, heredaban de sus padres. Y que ha hecho de nosotros unas personas menos blanditas. Y nuestros hijos. Porque ahora llegamos a nuestros hijos. Sin quererlo. O sin notarlo. O no sé por qué. Hemos querido quitar de en medio de sus vidas... Toda posibilidad de curtirse. De hacerse duros. De hacerse resistentes. No duros en el sentimiento. Que sí que es cierto que a veces la dureza en lo físico. O en lo emocional. Va acompañada de una dureza en el comportamiento con el prójimo. No es eso lo que queremos. Pero les estamos haciendo... Pues eso, más blanditos. Más frágiles. No sé. Los que sois padres de niños. Los míos van desde los 11 hasta los 19 años. Os habéis ido dando cuenta. Pero en lo cotidiano. Evitamos toda clase de confrontación. Recuerdo que cuando mis niñas. La de 19, la de 16. Incluso el de 15. Pues eran pequeños. No había WhatsApp. Entonces cuando celebrabas el cumpleaños. De tu hijo. Pues tenías que dar invitaciones físicas. Ahora mismo pues se hace un mensaje de WhatsApp. Pepito y fulanito se invitan a su cumpleaños. Y tal. Pero entonces había que dar invitaciones físicas. Porque era la manera de comunicar con padres a los que no conocías. Y de los que no tenías el número de teléfono para llamarlos uno a uno. Recuerdo mi sorpresa. Cuando el niño me dijo. Que le había dicho la profesora. Que no se podían repartir las invitaciones dentro de clase. Y la verdad. Me costó entenderlo. La motivación era pues que. Los niños. En clase. Pues. Eh. No tenían. Que. Eh. ¿Cómo se dice? Sufrir. Si otro niño. No les invitaba. Entonces. Si mi hija Clara. Invitaba. A cinco amiguitas. A seis amiguitas. A diez amiguitas. El resto de la clase iba a sufrir la decepción de no ser invitada desde cumpleaños. Y por eso. Se les evitaba la frustración. Eh. No entregando las invitaciones en casa. Algo que a priori. Podría parecer. Eh. Bueno. Ni tan mal. ¿No? Que el niño tampoco tiene por qué pasarlo mal. A mí personalmente. Me chirriaba. Me chirriaba. Y me sigue chirriando. El niño. Hay que hacerle entender. Que esa amiguita. Esa niña. No te ha invitado. Porque no es amiga tuya. Porque. Aunque haya hablado contigo. Dos veces. En todo el curso. Eso no significa. Que sea tu amiga. Y como es lógico. Ella va a invitar. A los amigos que quiera. A quienes le dé la gana. Y si tú creías. Que eras amiga suya. O amigo suyo. Y no te invita. Quiere decir. Que bueno. Igual no es tan amigo tuyo. Con esto. Quiero decir. Que. En esas pequeñas cosas. En esas pequeñas frustraciones. En esos pequeños golpes. Que empiezan. Cuando uno es muy pequeñito. Es cuando podemos. Ir educando. Es cuando podemos. Ir enseñando. Es cuando podemos. Ir mostrando. Cómo son las cosas. Realmente. En la vida. Y las cosas. No siempre. Son perfectas. Y a lo mejor. Tú te crees. Que tienes un amigo. Y ese niño. No cree. Que tú seas su amigo. O eres su amigo. Pero no tanto. Y si sus papás. Le han dicho. Que invite a diez. Tú quedas fuera. De esos diez. Y no pasa nada. Porque ese pequeño golpe. Esa pequeña frustración. Ayudará. A que superes. Frustraciones. Mayores. El día de mañana. Otra cosa. Que me sorprende. Es el tema de las notas. Eso ha sido. Recientemente. Hay una asignatura. En inglés. En la que. Para que los niños. No. Se desanimen. No. Se. Bueno. Pues no lo pasen mal. Pues no. No dan la nota. Exacta. O sea. No sabes. Si ha sacado un siete. Un ocho. Un cinco. Un cuatro. Un tres. Le dicen. Muy bien. Very good. Good. You can do it better. Lo puedes hacer mejor. Y al final. Con todo esto. Lo que intentan. Es que el niño. Pues. No se frustre. Y siga trabajando. Sin la condicionante. De una nota. Sigo lo mismo. Las notas. Llegarán. Y serán notas. De uno. Dos. Tres. Cuatro. O será. Un toque de atención. De tu. Jefe. Cuando hagas una cosa mal. Tienes que estar. Capacitado. Para afrontar. Eso. No. Y llega. Con una nota. A principio. Y luego llegará. Pues con. Con. La nota de selectividad. Que no te deja entrar. A la carrera. Que quiere. Y si tú. No has estado preparado. Con estas pequeñas. Pautas. Con esas pequeñas. Con esos pequeños. Golpes. Con esos pequeños. Toques. De atención. Cuando seas. Adulto. Cuando seas. Mayor. Creerás. Que ese es el fin del mundo. O cuando seas. Adolescente. Y entonces. Te suicidarás. Porque no estás preparado. También recuerdo. Cuando. Cuando mis hijos. Eran pequeñitos. Hace ya. Va a hacer. Siete años. Murió mi padre. Entonces. Por mis hijos. Como digo. Desde los once. Hasta los. Hasta los diecinueve. Pues. Vinieron. Lógicamente. Al funeral. Y cuando íbamos. Ahí al entierro. Una chica. Del pueblo. Una chica. Muy maja. Y muy. Muy comprensiva. Y. Como hay. No. Yo a, a. A, a. A agradecí el gesto. Eh. Pero. Luego. Meditando. Digo. No. No lo entiendo. No. Eh. Me. Dijo. Que si. Si. Quería. Que mis hijos. Eh. Que. Que. Se ofrecía. A quedarse. Con mis hijos. Que no fuese. Que. Al entierro. Si yo no quería que fueran. Evidentemente le dije que no. Y lógicamente yo sí quería que fueran. Porque la muerte es una parte de la vida. Y tienen que saber que existe desde pequeñitos y que ocasiona dolor. Y tienen que entender que mamá está triste porque su padre ha muerto. Y si intentamos ocultar eso cuando les llegue el día de mañana, no sabrán qué es. Entonces, yo siempre he sido partidaria de que los niños acompañen en cada proceso de la vida. El inicio y el fin. Y que lo entiendan y que lo comprendan. Que te vean sufrir porque es lógico sufrir por algo así, ¿no? Entonces, la vida está muy bien hecha, ¿no? Y yo creo que Dios lo ha hecho todo muy bien. Y si poco a poco vamos aceptando las cosas que llegan, estaremos más preparados y seremos más resilientes. El famoso palabra que hemos empleado más veces, ¿no? Y estaremos más capaces, ¿no? De afrontar lo que venga, ¿no? Y... ¿qué ocurre con el amor, no? Eso ya ocurre en nuestra generación. Pero en las siguientes cada vez más. Ese amor que se ha convertido en algo de usar y tirar, ¿no? Y viene también por ahí, ¿no? Lo hemos dicho yo creo que en el programa anterior. Buscamos una felicidad, buscamos la felicidad en el matrimonio. Y cuando el matrimonio deja de proporcionarnos esa alegría instantánea, esa dopamina... que nos pone en marcha, pensamos que se nos ha roto el amor de tanto usarlo. No estamos preparados. Antiguamente nuestros abuelos, la tía Agustina, se casaba con el tío Agustín y tiraban para adelante. Y no había opción B. Y era lo que había. Y tendrían días felices y días nada felices. Pero ellos no se planteaban te quiero, no te quiero, me gustas, no me gustas. Esta es la vida que he pensado para mí. O no es la vida que he pensado para mí. Es la vida que tienes. Porque es la que has elegido. Y toca luchar por ella. También en lo emocional, ¿no? Cada vez aguantamos menos, como os decía, precisamente por todas estas cosas, pero también por la capacidad que tenemos de huir, ¿no? Cada vez toleramos menos la tristeza. Cada vez es... y lo van a tolerar cada vez menos, ¿no? Tenemos huidas de la tristeza. Me siento triste, me siento solo, cojo el móvil, veo una serie, me pongo a jugar al... yo que estoy bastante enganchada al Royal Match en mis ratos de ocio. No tengo muchos ratos de ocio, gracias a Dios. Pero nosotros huimos de nuestros pensamientos, de nuestro vacío, de nuestra tristeza. Porque no tenemos esa capacidad de mirar la cara a cara, ¿no? Y yo me pregunto, nuestros hijos, que son más blanditos que nosotros. Bueno, ¿cómo afrontarán el mañana? Porque protegemos tanto a nuestros hijos, que cuando llega el primer fracaso, no saben qué hacer con él. Les enseñamos que todo se resuelve rápido, que todo se compensa, que todo se evita. Pero realmente la vida no es así. Y por más que ya la evitemos, llega un momento en el que tenemos que mirar el dolor, el fracaso, el sufrimiento, el cansancio, cara a cara. Porque vaya... Si queremos que nuestros hijos sean resistentes, que no sean de cristal, ¿no? Les llaman la generación de cristal. Que resistan, que se levanten cuando se caen. Que no es otra cosa, porque te vas a caer, pero no pasa nada. Como hacían antes nuestras madres. Uy, te miraban la herida y te decían, anda, tira, lávate. Mi madre, que era enfermera, lávate con agua y jabón y ya está. Y así, y así se pasaba, ¿no? Y no había más. Y no había más problema. Creo, sinceramente, ¿no? Que es necesario recuperar algunas verdades. La espera, por ejemplo. No todo tiene que ser inmediato. Nos estamos cargando nuestro proceso interior de aceptación de espera, ¿no? Y eso lo hemos hablado en otro programa. De hecho, las mejores cosas de la vida, como intento reflejar en mis libros a fuego lento, las mejores cosas de la vida se hacen esperar, se trabajan. Un amor verdadero. Pero una vocación, una conversión, una amistad profunda, nada de eso es exprés. No surge de la mañana a la noche. No es algo con lo que me levanto y de pronto, ¿no? Es algo que tiene que esperar, que tiene que madurar, que tiene que trabajarse. La espera. El esfuerzo. Lo que cuesta se valora. Y la verdad, hay que volver a llamar a estas cosas por su nombre. Si algo está mal, no pasa nada en decirlo. Si algo cuesta, no hay que disfrazarlo. Si algo duele, hay que vivirlo y no evitarlo a toda costa. Tenemos que aprender a saber vivir solos, saber que la vida tiene soledades. Tenemos que aprender a aburrirnos. Tenemos que aprender a gustar de un buen libro y una taza de café. Tenemos que aprender muchas cosas. Y por eso... Hoy también os voy a dar una serie de tips para hacer de vuestros hijos unos hijos duros y recios en un mundo blando. Me he querido llamarlo así. El primer tip... Bueno, volvemos a los tips, como veis, que yo creo que son importantes. Hay miles más. He puesto 7, podría haber puesto 28. Pero vamos con el primero. El primer tip sería no escondas la frustración. Acompáñala. Acompáñala. Acompáñala. No escondas la frustración. Vamos a ver. Cuando tu hijo no consigue lo que quiere, no corras a arreglarlo todo. No le quites la tristeza. Siéntate con él, escúchale y dile, sé que duele. Y eso es también una parte de la vida, el dolor. Entonces, sean frustrados. Lo que te digo. No les he invitado. El otro día me pasó con Alejandro. Uno de los amiguitos que tiene, del grupo del núcleo. De amiguitos, pues, invitó a otros amiguitos a su casa, ¿vale? Y ellos siempre van juntos. Siempre les invitan unos a otros a los cumpleaños. Cuando van a... Cuando alguno quiere que vayan a su piscina, pues, se invitan unos a otros. O sea, tienen un grupito, pues, muy majo, que son 5 o 6. No, tampoco estoy súper segura. El caso es que uno de esos niños con los que siempre, siempre están, invitó a otros a su casa. Invitó a 5 o 6. No sé. El caso es que viene Alejandro y dice, pues, este niño ha invitado a todos a su casa y no me ha invitado a mí. Dice, ¿por qué no le dices? Porque no sé quién le ha dicho a su madre si puede decirle que le invite. Y su madre le ha dicho que sí, que sin problema. Y entonces le han invitado. Yo le he dicho, Alejandro, cuando alguien... El que invita es el que invita. Tú no te puedes autoinvitar. Y no pasa nada. Dice, claro, es que no entiendo por qué no me invita a mí. Bueno, pues, a lo mejor sus papás le han dicho, solo 5, y te has quedado fuera del grupo. Pues ha preferido a los otros 5. A lo mejor los otros 5 los considera más amiguitos que tú. O a lo mejor, pues, alguna vez has dicho que no, y ha dicho, si yo voy a decir que no, no vaya a ser, y entonces prefiero invitar a este que me va a decir que sí. O a lo mejor tantas cosas. Entonces, no pasa nada. Bueno, tienes que saberlo. Y ya está. ¿Seguirá siendo tu amigo? Sí, pero sabrás que no se ha invitado a su casa. Bueno, cuando te toque invitar y yo te diga 5, pues a lo mejor él se queda fuera. No es venganza, sino porque a lo mejor te has dado cuenta de que no es tan amiguito como tú crees. No sé. Y no pasa nada. Y es algo que pasa. Pero, por favor, dile a su papá si puedo ir yo. No, te tiene que invitar el niño. Y no pasa nada. No te ha invitado. Otro día te invitará. A lo mejor ha invitado estos 5, y otro día te invita a ti y a otros 3. Entonces, la frustración se acompaña, pero no se elimina. No tengo que ir a decirle a su papá oye, perdona, tal, es que he invitado a todos, entonces Alejandro se ha quedado fuera y se siente muy mal, y tal. No pasa nada. Que lo asuma, que lo asimile. Entonces, primer tip. No escondas la frustración. Acompáñala. Y tampoco escondas tu frustración o tu dolor. ¿Vale? Porque a veces los papás también, es verdad que no tenemos que hacer cargar, sobre ellos, pues todos los problemas que tenemos, porque no están preparados para asimilarlo. Pero, si un día tienes un mal día en el trabajo, o si un día estás hecho polvo por lo que sea, o si ocurre algo serio que te afecta, ¿no? Como os digo, cuando murió mi padre, evidentemente, tienen que verlo. Y no pasa nada. No escondas tu propia tristeza o tu propia frustración. ¡Siempre! Hombre, si estás siempre tal, con muchísimos problemas, bueno, yo les digo cuando llego, ¡eh, perdona! Al que estoy, llevo un día de trabajo, no sé qué, he tenido un problema, porque no sé quién, no sé cuánto. Incluso les cuento un poco la película, aunque no les importe un carajo, ¿no? Pero que sepan que en mi vida también hay otras cosas, ¿no? Y que a veces, pues, el que yo esté más nerviosa, o el que yo... Bueno, pues tiene un fundamento. Y no pasa nada. Entonces, no escondas la frustración y acompáñala. Que vivan, segundo tip, que vivan el esfuerzo y el orgullo que conlleva. No hagas tú la manualidad, nos pasa muchísimo. Y también, en parte, por culpa, mucho tiempo de los profesores, ¿no? Lo siento, si hay algún profesor, ¿no? Pero, me acuerdo cuando... El libro viajero. Mi niño no tenía capacidad de hacer el dichoso libro viajero, ni de qué. Le podía decir, pega aquí una cosa o pega aquí otra, porque era muy pequeñito. Entonces, al final, el libro viajero lo teníamos que hacer los padres. Eso ocurría con los mayores. Ya con el pequeño no está ocurriendo. Igual ya se han ido dando cuenta o los padres se han quejado o lo que sea, ¿no? Entonces, no hagas tú su manualidad. Se te da mal pintar. Pinta como puedas, con esfuerzo, con trabajo. Si haces una chapuza corriendo porque no se te da bien dibujar, esperando que yo te la haga, no sirve. Hazla tú. No termines los deberes. O sea, que tenías este tiempo, no los llevas hechos. No te lo voy a resolver yo. No hables con el profesor por él para pedir una cosa que él tendría que pedir, que él está capacitado para pedir. Que se equivoque, que lo intente. Lo que cuesta se va a hacer. A la hora. ¿De acuerdo? Con la primera empezó a haber WhatsApp cuando éramos más mayorcita, ¿no? Entonces la gente empezó a pedir los deberes por WhatsApp. Oye, mi hijo se ha olvidado el libro de Science, de inglés, de matemáticas, de sociales. Por favor, ¿me podéis hacer una foto de las páginas para que los haga? Sí, la gente, las mamás muy aplicadas mandábamos fotos de las páginas, ¿vale? Entonces, hubo un punto en el que yo me metí en la dinámica y con Clara, con la mayor, hice eso pues dos, tres, cuatro veces. No me acuerdo, ¿eh? No sé si fueron cuatro, si fueron tres, si fueron dos. Pero hubo un punto en el que dije, esto no puede ser. Lo siento. Entonces, le dije a mi hija, es la última vez que lo pido, ¿no? No puedo cortar la dinámica de raíz porque ella piensa que yo lo voy a pedir y entonces se había relajado. Pero le dije, es la última vez que los pido. La próxima vez que no traigas el libro para hacer los deberes, te vas sin los deberes hechos. Aviso, no voy a recular, no los voy a pedir, no lo voy a hacer. Es tu responsabilidad traer el libro. Si no lo traes, es culpa tuya y te pondrán un negativo en clase y pasarás vergüenza porque no has hecho los deberes. Aviso. ¿Vale? Entonces ya, la próxima vez que lo hizo, no lo pedí y nunca más volvió a preguntarme por eso. O sea, ya, o lo traía o se lo llevaba sin hacer. Pero nunca, jamás me lo volvió a pedir. Es tu responsabilidad. Vamos a ser fuertes. Vamos a pelearlo nosotros. Tercer punto. No le des todo al instante. Retrasa las recompensas. Lo has hecho bien, no sé qué. Bueno, no te lo doy inmediatamente. No es ya. No es en este preciso momento. Aprende a esperar. El aprendizaje de la paciencia es un superpoder hoy en día. Porque como la gente no sabemos esperar, el que sepa esperar lo va a tener mucho más fácil. ¿Vale? ¿Vale? Entonces, no... Que todo sea inmediato. Mamá, quiero... Otra cosa... Bueno, como tengo cuatro me ha pasado de todo, ¿no? Que recuerdo que me causaba estupor. Cuando íbamos al parque, hemos ido poco al parque, lo confieso. Soy muy mala madre al respecto, ¿no? Pero cuando íbamos al parque con los niños, de repente, un niño así decía Mamá, tengo sed. Y la madre, como si fuese un pistolero, el pistolero más rápido del lugar, sacaba una botella de agua, la abría y se la daba al niño. Yo nunca, jamás, he llevado agua en el bolso. Nunca. Eso de al enemigo ni agua. Al cien por cien. No, no pasa nada. No vas a morir de sed. Hemos bajado de casa, hemos estado en el parque media hora, una hora. En una hora, nadie muere de sed. Bebe agua antes de salir, haz pis antes de salir, todo antes de salir, y ahora ya no hay más agua hasta que volvamos. ¿Tienes muchísima sed? Nos vamos a casa. ¿No tienes muchísima sed? Nos quedamos en el parque. Elige. ¿Vale? Pero quedarte en el parque implica que no vas a beber agua hasta dentro de diez minutos, un cuarto de hora, cuando yo considere o consideremos los dos que nos vamos para casa. Y no pasa nada. Si no imaginaros, con cuatro niños, cuatro botellas de agua, me da un peterre. Que no, vamos, que no. ¿Quieres agua? Te esperas. ¿Quieres agua? Salíamos a dar un paseo, una vuelta. Pues no pasaba nada. Sin agua. Cuando llegásemos a casa ya beberíamos agua. Cuando nosotros éramos pequeños era así. Y no pasaba nada. Si había una fuente, pues bebías. Y si no había una fuente, no bebía. Entonces, no tengas todo al instante. También niños que tenían que comer a todas horas, o sea, no comer a todas horas, pero comían fatal en casa y entonces la madre le llevaba una galletita para media tarde, no sé qué, porque empezaba que tengo hambre, que tengo hambre, que no, que te esperas a la hora de merendar y a la de cenar, como todo el mundo. Siguiente. No tapes con pantallas lo que solo se cura con amor y tiempo. No hace falta un iPad cada vez que abra la boca, cada vez que tenga una rabieta, cada vez que tenga que comer. A veces basta con estar, ya está. O sea, no es... pues eso, que los ves que para que se callen en el restaurante o para que se callen en misa o para que se callen en la casa, no se trata de darte todo corriendo. No pasa nada. O sea, no te tengo que dar una pantalla que cubra todas tus necesidades biológicas y mentales y emocionales. No pasa nada. Pasa tu rabieta. Ala, ahí tú con tu rabieta. ¿Vale? Enséñales que el no también es amor. Es importante. Es súper importante poner límites. Van a querer a la persona que pone límites. A lo mejor no hoy. A lo mejor no mañana. Pero acabarán queriendo a la persona que pone límites. Decir no es una forma de amar. Porque no necesitas eso ahora. No puedes tener eso ahora. No todo vale. Y no todo toca en este preciso momento. Te diré que no a 500.000 cosas en tu vida. Y es porque te quiero. Es porque te estoy educando. Es porque eso no es bueno para ti. Llévales contigo al mundo real. Este tip que se me pasó por la cabeza creo que es importante. Y tiene que ver con lo que os comentaba antes de no esconder la frustración. Que viene el esfuerzo, el cansancio y los retos de la vida adulta. No tienes que estar siempre feliz, contento. A ver, yo intento tener una actitud positiva en casa, incluso aunque tenga un mal día. Porque entiendo que ellos tienen que ver una madre que es capaz y que está bien y que está contenta. Pero a veces tienes que mostrarles también lo que te pasa. Ese pedacito de ti que sufre o ese pedacito de ti que ha pasado un mal día o ese pedacito de ti que está agotado hasta la muerte, ¿no? Involúcralos en cosas reales, en las tareas de casa que cuestan, en las decisiones pequeñas. Como os decía antes, en el parque, elige beber agua o quedarte en el parque. Estás tan sediento que tienes que irte a casa y no te vas a quedar. O prefieres seguir jugando en el parque. Normalmente van a seguir en el parque porque no tienen una sed que les impida moverse. Pero a lo mejor si tienen mucha sed y deciden irse a casa y prescindir del juego. Que aprendan que la vida está hecha de decisiones y que es A o es B. Yo recuerdo cuando me planteé la vida religiosa hay gente que te dice o cuando alguien se plantea la vida religiosa la gente te dice oye, fíjate renunciar al mal renunciar al matrimonio renunciar a tener hijos y bueno y cuando eliges a Pepe también renuncias a Juan. O sea, la vida está hecha de decisiones y cuando esas decisiones son firmes pues implica toda decisión implica una renuncia. Entonces vamos a enseñarles que el mundo real está hecho de decisiones y que si te pones a estudiar medicina pues vas a renunciar a ser no sé pues astronauta. ¿Vale? O tendrás que dejar eso y volver a estudiar otra vez y y el último punto el séptimo punto da ejemplo de resiliencia de resistencia cuando te equivoques pide perdón. Es algo que a mí antes me costaba porque era como entendía que podía ser bajarte un poco de la autoridad de madre pero conforme se han ido haciendo mayores pero también de pequeños a veces hay que pedir perdón he perdido los perdóname o sea, lo siento he perdido los nervios te he pegado un grito cuando no te he perdido cuando no tocaba no era a ti era a tu hermano bueno no pasa nada o sea, pedir perdón cuando estés cansado pues cuida tu lenguaje pero explica que estás cansado o sea, no por eso o cuando estés enfadado no te pongas a espodricar contenido que vean que tienes una contención pero que sabes mostrar que estás cansado bueno, estoy cansado pero a pesar de todo he llegado a casa he preparado la cena he estado contigo he estado hablando con vosotros he estado hablando con vosotros he preparado pero estoy cansado que sepas que con cansancio también se puede funcionar que vean que te caes o que tienes un problema pero que te levantas que sepan que también pasas esos días duros como decían pero que sigues avante y adelante porque eso enseña más que cualquier charla una mala racha un mal momento una mala decisión lo que sea, ¿no? pero pero estar ahí enseña más que cualquier charla el mantenerte firme en tus convicciones en lo que piensas en lo que sientes esa esa columna ese ejemplo de resiliencia que tenemos que ser los padres así que repasamos los tips no escondas la frustración acompáñala lápiz y papel que vivan el esfuerzo y el orgullo ¿Qué es lo que conlleva ese esfuerzo? No les des todo al momento, ya. No tapes con pantallas lo que solo se cura con amor y tiempo. Enséñales que el no también es amar, es otra forma de amar. Llévales contigo al mundo real, a lo de cada día, y da ejemplo de resiliencia, de resistencia. ¿Qué es lo que conlleva ese esfuerzo? No les des todo al momento, ya. No tapes con pantallas lo que solo se cura con amor y tiempo. Enséñales que el no también es amar, es otra forma de amar. Llévales contigo al mundo real, a lo de cada día, y da ejemplo de resiliencia, de resistencia. Si tu hijo está triste, enfadado o decepcionado, no corras a cambiar su estado de ánimo. Acompáñale, enséñale, abrázale. Y deja que eso también le haga fuerte. Enséñale, intenta entender el porqué de su frustración. Porte en su lugar, que te lo explique. Mamá, Pepito no me ha invitado a su casa. Y dale una explicación a eso. Y hazle entender que no es así. Hazle entender que la vida está hecha de esas cosas. Porque si todo es blando, cuando la vida se ponga complicada, y no tardará en hacerlo, se romperá. Pero si formamos corazones resistentes, cuando llegue el día difícil, estos corazones serán capaces de seguir de pie. Serán capaces de seguir viviendo. Con esperanza. Bueno, hasta aquí el programa de hoy. Mil gracias por acompañarnos un día más a Trabajando Esperanza. Ya sabéis que tenéis el WhatsApp del programa. Es verdad que últimamente no se me olvida darlo y no hemos tenido muchos mensajes. Espero los vuestros en el 6633 64211. Y nos vemos el miércoles que viene en Trabajando Esperanza una vez más. Un abrazo muy grande a todos. Y feliz continuación de semana. Chao.
Trabajando esperanza #26
Fecha: miércoles, 7 de mayo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 37:07
Mostrar transcripción de Episodio 26. La vulnerabilidad.
Transcripción de Episodio 26. La vulnerabilidad.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero compartir con todos vosotros algo muy personal. Algo que todos en algún momento hemos experimentado. Esos días grises, esos momentos difíciles en los que todo parece más pesado y no sabemos cómo seguir adelante. Sin más, comenzamos. Hoy, como os estaba comentando, no vengo aquí para daros trucos, tips, ni soluciones rápidas. O respuestas que todo lo ha arreglado. Hoy he estado a punto de decirle a Arturo que no iba a poder grabar el programa. No me sentía con ganillas. Ehm... Pero... He querido hablaros de algo que no nos suele gustar mostrar. Aunque ya hemos hablado en el programa. Esa vulnerabilidad de la que hablábamos cuando hablábamos de la fuerza, de la debilidad, hace unos programas. Porque, aunque suene extraño, lo que he aprendido es que esta debilidad, esta vulnerabilidad... Palabro complicado de decir. Lo que nos dé miedo es una puerta por la que pasa la esperanza. Hoy me siento flojucha. Vulnerable. Está bien. Y quiero que también podáis sentir que no está mal sentirse así. Porque en estos momentos, precisamente en estos momentos, es cuando la esperanza, cuando a la esperanza le damos ocasión de brillar. En los días difíciles solemos o tenemos la costumbre de refugiarnos en nosotros mismos. Como si ocultar nuestra tristeza o nuestro dolor nos... de algún modo nos protegiera. Pero... He aprendido, como decíamos en aquel programa al que hacía referencia, que ser honesto con nosotros mismos, sin esconder lo que sentimos, nos permite abrir una puerta, quizá una ventana, a una esperanza mucho más profunda. Ser vulnerable no es, por fuerza, ser débil. Digamos que no es que seas débil, sino que estás débil, estás flojo. Ser vulnerable es una forma de conectar, o otra forma de conectar con lo que realmente somos. Esta es precisamente la idea que está detrás del proyecto, de mi proyecto de Trabajando Esperanza. Encontrar la luz en medio de las dificultades. Porque, en realidad, cuando nos sentimos brillantes, cuando podemos con todo, no nos hace falta trabajar. No nos hace falta poner nuestro esfuerzo. Lo que hay que hacer es encontrar esa luz. Cuando todo parece oscuro. No se trata, por tanto, de esconder lo malo, ni de taparlo, ni de disimularlo, que a veces se nos da fenomenal, ¿no? Sino de aprender a caminar con eso. De hacer que esta aparente debilidad, o que esta vulnerabilidad, sea nuestra fuente de fortaleza. Es precisamente cuando nos damos cuenta de que no somos nosotros mismos, de nuestra vulnerabilidad, o de nuestra debilidad, de nuestra flojura, de nuestro poco ánimo, cuando la esperanza se enciende. Y lo que, aparentemente, era un obstáculo, o es un obstáculo, puede ser el comienzo de algo nuevo. Ahora me gustaría... os voy a dejar, ¿no? Con una canción de... ...Hillson... no me acuerdo cómo es... de los Hillsons. Ese, se llama This is Living. Es una canción que habla de lo que significa realmente estar vivos. No de una manera superficial, ¿no? A veces, hoy en día, parece que si no estamos de fiesta, bailando, contentos, tomando cañas... no estamos vivos, ¿no? Y eso, a veces, nos hace entrar en un estado de decaimiento, cuando las cosas no son tan bonitas. Y hemos hablado otras veces, ¿no? De cómo las redes sociales, a veces, más que animarnos, nos desaniman, ¿no? Cuando vemos esos matrimonios perfectos, esas parejas perfectas, esos hijos perfectos de exposición... y nos damos cuenta de que lo nuestro no es una fiesta, de que en nuestra casa hay gritos, de que... de que nos cuesta sacar las cosas adelante, de que nos han fallado tres proyectos, de que... Bueno, pues la vida es eso, ¿no? Es la vida real, ¿no? Como os decía, no se trata de... no habla de lo que significa estar vivos de esta manera superficial, sino profundamente conectados con lo que importa, ¿no? Con nuestra fe, con nuestra esperanza y nuestra capacidad de vivir plenamente, ¿no? Incluso en medio de estos momentos no tan luminosos, no tan soleados. Hoy se junta que no acaba de salir el sol. Está el día un poquillo ahí a medias, aunque hay un poquillo de sol. Pero parece que mañana ya no... Bueno, pues en estos días que no acaban de arrancar, ¿no? También estar vivos, ¿no? Estar vivos de verdad, conectar con lo que somos y con lo que tenemos, que no es poco. La canción, conectando con el tema de hoy, podría recordarnos que la vida auténtica... pues no está exenta de dificultades o... de momentos más tristes, ¿no? De hecho, muchas veces es donde encontramos... en esos momentos donde encontramos lo que realmente importa, lo que realmente sostiene. Ese amor con mayúsculas, esa esperanza, esa fe. Cuando estamos de fiesta con los amigos, con conocidos, a veces ni siquiera amigos, cuando estamos riéndonos, cuando... cuando tenemos momentos de euforia o... o de alegría. En esos momentos, bueno, pues no... no nos centra... no nos ponemos a... digamos... a pensar en estas cosas, ¿no? Pero cuando pasamos por estos momentos un poquito más áridos, más complicados, es cuando de repente... pues aquella persona con la que pensabas que a lo mejor tampoco te unía tanto, ¿no? Aparece, ¿no? Está. Te acompaña. Se hace presente. Te ayuda, ¿no? Bueno, en esos momentos... en esos momentos es cuando aparece, pues eso, la amistad, el amor, la fe, la esperanza. Y sobre todo, es en esos momentos donde nos damos cuenta de la fuerza, de esa capacidad que tenemos de seguir adelante. Que es tan importante. En la letra de This is Living, de Gilson, nos habla de... de este amor más grande. Que es lo que... más grande... de lo que cualquier circunstancia pueda ofrecernos. Y de cómo ese amor puede transformar todo lo que nos rodea. Incluso el dolor y la vulnerabilidad, ¿no? Lo hablamos también cuando hablábamos de la Semana Santa, cuando hemos hablado de la Pascua, de la Resurrección, ¿no? No hay Resurrección sin cruz. La letra dice, esto es vivir. Esto es vivir. Que no hay nada más real que tu amor. Ese amor que nos sostiene, ¿no? Ese amor que nos permite levantarnos, que nos da esas fuerzas para seguir adelante. Aunque todo parezca, pues, más gris. Porque vivir, como se canta en esta canción, no es sólo existir. No es sólo pasarlo bien. Pasarla bien, como dicen los latinos. Vivir es encontrar, pues, ese brillo, esa luz. Es... encontrar... esa esperanza. Es levantarse tras cada caída. Y es ver... que hay sol detrás de las nubes. Es difícil ver que hay sol detrás de las nubes, con los chaparrones que están callando estos días, ¿verdad? Pero ahí está. Y luego sale. Y luego aparece. Lo que estábamos hablando, ¿no? De la vulnerabilidad. De aceptar el dolor. De no huir de lo que nos duele. Tiene todo que ver con lo que esta canción nos transmite, ¿no? A veces, vivir de verdad... Bueno, toda vida, ¿no? En toda vida, este vivir de verdad implica que haya momentos difíciles. Aunque hablábamos ayer... Bueno, ayer, perdón, la semana pasada, cuando hablábamos del matrimonio, de que hoy en día no estamos como preparados para estos momentos difíciles, ¿no? Y nos parece que todo se hunde cuando... Cuando... Y que nuestro matrimonio ya no tiene sentido. A veces, pues cuando estos momentos difíciles llegan, ¿no? Pero al mismo tiempo, significa encontrar un propósito y la alegría en lo que tenemos, en lo que somos, en lo que Dios nos ofrece. Ese es el verdadero sentido de vivir realmente. Porque vivir... Es también sentir. Es también encontrar... Pues ese brillo en medio de lo que nos pasa. Hay un dicho que dice, la vida es poda, ¿verdad? La vida es poda. Y la poda duele a veces. Y la poda cuesta. Pero luego la planta sale con mayor fuerza. Sale estupenda cuando llega la primavera, ¿no? Y hoy en día parece que esta poda nos cuesta más. Luego lo hablaremos un poquito, ¿no? Y hablaremos también sobre cómo se puede aceptar este dolor. Y cómo es necesario aceptar este dolor para poder seguir adelante. Bueno, os dejo con la canción, con This is living. Con esta perspectiva, para que le demos unas vueltecitas a lo que hemos estado hablando. No como sólo una canción de alegría, sino como esta llamada a vivir plenamente. Abrazando nuestras cosas, lo que nos pasa. Y descubriendo que la esperanza nos da esa fuerza que necesitamos para seguir adelante. Para no quedarnos atrapados en esos momentos un poquito más apagados. Un poquito más tristes, un poquito más dolorosos. O a veces muy dolorosos, ¿no? Sino para levantarnos pues con fe, que es lo que nos mueve sobre todo aquí. Con amor y con esperanza renovados. Alvejarse, será una decisión. Te levanto de los ojos con misterios. Siempre joven y en tu amor. Esta libertad no está envejecida. Con ti, este momento es ofensivo. Vea el sol ahora brinda por las nubes. Negrito y blanco. La coloración. Una pequeña pausa... Una pequeña pausa... Una pequeña pausa... Una pequeña pausa... Una pequeña pausa... Y aquí vamos a hablar de esto ahora, ¿no? Es uno de los pasos más complicados, ¿no? Creo que siempre, pero posiblemente más en la sociedad actual. Yo personalmente os confieso que intento hacerlo de las mil maneras posibles. Y creo que nos pasa mucho a todos. Desde esa serie de Netflix que te ayuda a desconectar, en cierto modo, de un dolor más o menos acuciante, ¿no? Hasta esas risas, algunas de esas salidas nocturnas o no. Bueno, pues tenemos esa tendencia a escaquearnos del dolor, ¿no? A veces pensamos que evitar el sufrimiento es una respuesta. Que apartarnos de lo que nos hace mal es la solución, ¿no? Y buscamos esta serie de atajos a ese dolor, lo tapamos y así pues sobrevivimos. Pero lo cierto es que si no lo enfrentamos, lo hemos dicho en algún programa anterior, ¿no? Si no lo enfrentamos y no lo vemos de frente, no conseguiremos sanar aquello que está ahí, ¿no? Y que va a seguir ahí. ¿Qué es el sufrimiento? El sufrimiento... El sufrimiento forma parte de nuestra vida, ¿no? Y el hecho de abrazarlo, pues hace que encontremos una nueva perspectiva de esperanza. Y se me venía a la mente ahora, pensando sobre esto, ¿no? El momento de la cruz, ¿no? Jesús podía haber salido corriendo, ¿no? Se lo ofrecieron, se lo dijeron los ladrones, ¿no? Le dijeron, oye, sálvate a ti mismo, sal de aquí, ¿no? Yo tengo que estar aquí por narices, pero tú, si eres el hijo de Dios, sálvate, ¿no? Y podía haberlo hecho, podía haber escapado de ese momento de dolor, de ese abandono, de esa tristeza de sentirse allí, de ese cierto fracaso, por lo menos humano, ¿no? Y no quiso hacerlo. Abrazó esa cruz y sólo así consiguió la redención de todos nosotros, ¿no? Es un poquito esa imagen la que quiero que tengamos, ¿no? La que yo quiero tener. Hoy en día, como os decía, ¿no? La sociedad parece que evita ese sufrimiento. Recuerdo cuando mis hijos eran pequeños, en el cole, pues cuando había un cumpleaños, teníamos que dar como de estraperlo, o sea, así como si fuésemos camellos, las invitaciones a la fiesta de cumpleaños en la puerta del cole. Y no se podía dar en clase, ¿no? Y era porque los profesores decían, o el colegio decía, que... Bueno, pues que los niños que no recibieran esas invitaciones, pues se iban a sentir tristes, y entonces, ¿para qué no se enterasen? A ver, se enteran, ¿no? Y hacerlo de esa manera de, bueno, hurtadillas, pues hace que se enteren un poquito menos, pero al final, los papás, pues, o el niño, invita a sus amigos, entonces, es cosa de los papás. Y del mismo profesor. Y del mismo profesor, a lo mejor, explicarles a los niños que, bueno, pues que Pepito invita a sus amigos más cercanos, y que no invita a toda la clase, y que los que no son invitados, que no se sientan mal. Y ya está. Y si se sienten un poquito mal, pues es una forma de... es un pequeño sufrimiento de la vida, ¿no? Que te va puliendo. ¿Qué pasa? Que hoy en día nos pulen poquito, ¿no? Y cada vez menos. Y esos pequeños, pues, sufrimientos, pues no los vivimos, ¿no? Recuerdo cuando... cuando mi padre murió, mis hijos, pues, hace... va a hacer siete años, este año, mis hijos eran más pequeños, ¿no? Y recuerdo que con muchísima... muchísimo cariño y con muchísimo tacto, pues, una chica del pueblo, más o menos de mi edad, pues me dijo, oye, si quieres, yo me quedo con mis hijos, si quieres que se queden tus hijos también, y no vayan al cementerio, yo le dije, no, mis hijos van. La muerte es una parte de la vida, ¿no? Eso lo dije en ese momento, ¿no? Pero mis hijos van, no te preocupes, muchísimas gracias. Me sentí, pues, acompañada, ¿no? Y a mí eso sí... sí me... sí me hizo bien, ¿no? Pero... pero... esa cosita, ¿no? De los niños no vayan al cementerio. La muerte es una parte de la vida. Y... y hay que aceptarla y hay que vivirla también, ¿no? Con... con muchísima pena, con muchísimo dolor. Y entiendo que ellos, pues, al verme a mí tan triste, pues... pues, bueno, pues, se sintieron tristes también. Y se iba su abuelo, que también... a mí le tenían cariño, le querían. Entonces, bueno, pues, era un momento triste. Claro, pero hay que vivirlo. Porque la muerte está ahí para todos, ¿no? Aceptar el dolor, ¿no? Y seguir adelante. En lugar de convivir con el sufrimiento y aprender a llevarlo, pues, lo estamos evitando constantemente. Como os digo, desde el Netflix hasta el no darle las invitaciones de cumpleaños en clase, hasta no llevarlos a determinados sitios. Evitamos el dolor. Pero el dolor está ahí. Es una experiencia humana y aparecerá a lo largo de la vida. Y el permitirnos vivirla nos enseña a crecer, a madurar y a apreciar lo que realmente importa. O sea, concédete, ¿no? Concédete ese día, esos dos días de dolor. Concédete ese momento triste. No pasa nada. Estás triste. Es normal. O no es normal. Simplemente tienes un mal día, ¿no? Pero a veces es normal. Lo que te está pasando, lo que estás viviendo, pues es una situación muy complicada, ¿no? Concédete estar mal. No pasa nada. Entrégalo. Ofréceselo a Dios. Y mañana será otro día, ¿no? Lo importante es que no nos quedemos ahí, ¿no? No nos quedemos estancados en ese dolor perpetuamente, porque entonces pasamos a una depresión. Y eso es otra cosa más complicada, ¿no? Lo importante es, en la medida de nuestras posibilidades, hay gente que no puede, pues, porque tiene una enfermedad o, bueno, porque le falta algo o lo que sea, ¿no? Que necesita una terapia o lo que sea. Pero lo normal es que cuando una persona, pues, bueno, que una persona sea capaz, pues, de seguir adelante, ¿vale? Tienes un mal momento, tienes un mal día, no pasa nada. Esa situación de dolor igual se mantiene en el tiempo. Quiero decir, la situación que te ha causado el mal día está ahí. Pero tú sabes que no puedes seguir ahí estancado eternamente. Toca dar un paso enfrente, aunque sea pequeñito, para seguir adelante, ¿no? Y tener esperanza. Esa esperanza humana, ¿no? No hablamos de la virtud teóloga. Eso es otra cosa. Pero para seguir con esperanza. Cuando... Yo personalmente, de hace unos años, ¿no? Antes, cuando tenía un mal día, joder, un mal día, no, no puede ser, no sé qué, no, no. Un día te digo, venga, concédete el espacio, el tiempo, el momento para ese pataleo, para ese allanto, para ese... Concédete el espacio, lo necesitas, ¿no? Y mañana será otro día, ¿no? O dentro de unas horas, normalmente, dentro de unas horas, porque me toca recoger niños, ir a, bueno, pues una reunión de trabajo, lo que sea, ¿no? Y hay que ponerse las pilas. Pero concédete ese espacio para entender lo que te está pasando, para entender que es normal, para entender que, bueno, pues que simplemente estás pasando por una situación difícil. No pasa nada, no pasa nada. Eres humana, no eres un humano, no eres una máquina, ¿no? Lo que... Lo que quiero repetir, ya sé que es un poco repetirme lo mismo, ¿no? Lo que quiero que quede claro, ¿no? Es que la esperanza más profunda siempre nace en medio del dolor. Sí, como lo oís, ¿no? La esperanza más profunda es esa capacidad que tenemos de mirar hacia adelante, precisamente cuando todo nos indica, cuando todo nos dice que no sigamos mirando hacia adelante. De seguir caminando, a pesar de que el camino esté lleno de cactus, de baches y de piedras, ¿no? De seguir para adelante. Cuando somos capaces de mirar ese dolor, ese sufrimiento de frente, y como decía antes, ¿no? Lo abrazamos fuerte. Lo vivimos como toca. Un tiempo. Es cuando... La esperanza encuentra el momento para crecer más a lo bruto, ¿no? Es cuando, de repente... Somos capaces de ver ese destello que, a veces, parece como ahí muy al fondo, ¿no? Eso que dicen de ver la luz al final del túnel, ¿no? Pero es esa luz al final del túnel, fuerte, ¿no? Y es este paso, primero pequeño, más suave... O ese carrerón o ese sprint que pegamos hacia la luz. Es esa esperanza que aunque está allí, que parece lejos o es pequeña, a lo mejor como una velita, es muy poderosa. ¿Por qué? Nos da esa fuerza que necesitamos justo en ese momento. Lo más importante es no quedarnos parados, no quedarnos estancados, como decía antes. No hacer de nuestro sufrimiento, de nuestro dolor, como un bochinche perpetuo. A veces nos pasa. Bueno, por lo menos a mí me pasa. Es que pasa algo que no es que sea una tontería, pero te pasa algo, algo más o menos serio. Y pasas días y días pensando en lo mismo. Fíjate lo que me pasa, y me ha pasado esto, y esta persona, y qué malo, y qué terrible, y qué sufrimiento estoy teniendo, y qué malo estoy pasando. Es como si nos regodeásemos, nos gustase, en cierto modo, ¿vale? No es que nos guste, pero seguir ahí, metidos en ese posito que tenemos en el fondo del estómago, ¿no? En ese espacio. Es una especie de dolorcillo o de escozor. A mí me gusta hablar de escozor que tenemos ahí, ¿no? Es como si hurgar nos diese un cierto... No vamos a regodearnos en lo que más nos duele. Vamos a entender que aunque el dolor, ese dolor en concreto, y el dolor en general, es parte de toda vida, no es lo que define nuestra historia. Y no es lo que define, ni siquiera... No mi historia en completo, ¿vale? No toda mi historia, sino mi historia de hoy. Sí, es cierto, ¿no? En mi caso persona, ¿vale? Es cierto. Ocurre algo. Ocurre algo que no es moco de pavo. Ocurre algo, bueno, bastante serio. Pero mi día no ha sido solo eso. Mi día han sido muchas más cosas. Mi día, pues, ha sido una videollamada para organizar el 75 aniversario de un instituto pontificio al que pertenezco. Mi vida, pues, ha sido intentar hacer el diseño de un patio, que al final, pues, medio ha salido. Mi vida ha sido, pues, intentar resolver varias cosillas que han ido surgiendo. Mi vida ha sido llevar a los niños al cole, darles un beso por la mañana. Mi vida será llegar a casa, bueno, ir a ver a unos vecinos que me tienen mucho aprecio, que son mayores y a los que acompaño todos los martes. Mi vida es mucho más que ese dolor. Pero si yo me quedo en el dolor, el dolor me acompañará por la mañana cuando llevo a los niños al cole, me acompañará mientras tengo la reunión, me acompañará mientras veo a mis vecinos. Y el dolor será lo que marque toda mi historia, ¿no? O mi historia de ese día o mi historia general. El dolor está ahí, pero no podemos quedarnos en él, ¿no? Tenemos que dejarlo ahí donde toca, ahí atrás. La debilidad. O el estado de debilidad puntual, ¿no? La aceptación del dolor. El no huir de eso que nos duele. Son caminos hacia ese this is living now. O sea, hacia ese esto es vivir ahora. Hacia una vida más auténtica. Hacia una vida llena de esperanza, ¿sí? Porque esperanza es esperar, no es tener. Porque aunque no lo busquemos, todo esto nos da una oportunidad de levantarnos una y mil veces, de encontrar lo más profundo de nosotros mismos. Así que hoy, tanto si estáis pasando por una situación complicada, o más oscura, o más gris, o negra como una hormiga, o de color hormiga, os invito a que reflexionéis sobre eso que estáis sintiendo. O que lo aceptéis, le saludéis, lo viváis, y poco a poco os deis permiso para irlo sanando. Llegará, llegará el día en el que ese escozor en la boca del estómago, no sé si lo tenéis localizado, sanará. No estará. Y recordad, ¿no? Sobre todo. No estáis... No estamos muy solos en ese dolor. No estamos solos en ese dolor, ¿no? Porque hay alguien que nos sostiene, ¿no? Y en medio de todo lo que nos pasa, siempre podemos encontrar su luz. Y ese alguien que nos envía, nos da luz, y que nos sostiene, suele ocuparse de enviarnos... Pues, pequeños apoyos más tangibles en los que empujarnos para seguir adelante, ¿no? Esas amistades, esa familia, esas palabras de ayuda, ¿no? Ese alguien suele encargarse de echarnos un cable también con apoyos humanos. Así que, nada. Este es un poquito mi programa de hoy, que ha cambiado un poquito con lo que pretendía ser. Espero haberos dado ánimo, esperanza, a los que no la tengáis y a los que la tengáis, pues nada, que os dure mucho tiempo. Nos vemos la semana que viene con un programa diferente, seguro que en un momento diferente también. Un abrazo muy grande y aquí os espero un miércoles más a las nueve de la noche. Hasta la próxima. Chao. Chao. Chao. Chao.
Trabajando esperanza #25
Fecha: miércoles, 30 de abril de 2025, a las 21:00:00
Duración: 32:10
Mostrar transcripción de Episodio 25. El matrimonio.
Transcripción de Episodio 25. El matrimonio.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa que, como sabéis, busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero hablaros sobre un tema que, aunque a menudo se ve desde perspectivas muy diferentes, tiene un impacto muy profundo en nuestras vidas. Hoy quiero hablar sobre el matrimonio. Mil gracias por acompañarnos una vez más en el programa Trabajando Esperanza. Sin más, comenzamos. La sociedad actual nos presenta un concepto del matrimonio que, seguramente, se aleja mucho del significado profundo. Hoy lo que quiero hablar con vosotros es de cómo el matrimonio, en realidad, dista bastante. De esa especie de contrato de felicidad que muchos creen que están firmando. Porque, en realidad, el matrimonio es un compromiso de por vida, sí, de por vida. Un sacramento que nos lleva a vivir más allá de lo que nos llena personalmente, de lo que nos hace personalmente felices, para convertirnos en personas que, juntos, formemos una familia, una pareja feliz. En los últimos años hemos visto un aumento alarmante de los índices de divorcio, sobre todo en nuestro país, pero bueno, en muchos otros países del mismo modo. En España los divorcios no dejan de subir. En el 21, la tasa de divorcios fue del 58,3% en relación a los matrimonios que se divorciaron. Es decir, de cada dos matrimonios que se casaron, como uno y pico se divorció. Cada vez es más frecuente que conozcamos parejas que no llegan al final de su vida con la misma persona, ¿no? A veces parejas incluso ya de una edad, ¿no? A veces cuando los hijos pues van siendo mayores. Y la tasa de divorcios no tiene pinta de detenerse. Yo lo que quería aprovechar para reflexionar con vosotros. Es ¿por qué pasa esto? ¿Qué está fallando? ¿O qué estamos haciendo mal? ¿O cuál es el origen del problema? ¿O alguno de los orígenes de los muchos problemas que pueden ser, no? Una situación concreta, pues se me ha llevado a plantearme últimamente mucho este tema, ¿no? Y a reflexionar personalmente sobre el porqué de este hecho, ¿no? Creo que una de las razones es que para muchos el matrimonio se ha convertido, como decía antes, en una especie de contrato de felicidad de por vida, ¿no? De felicidad personal. Pero mirando bien la experiencia que cada uno podamos tener del matrimonio, nos damos cuenta de que no es en primer lugar un medio para ser felices. Es un compromiso, en primer lugar, para hacer feliz al otro o a los otros. Es un sacramento que fortalece nuestro amor y nos da la fuerza para luchar cada día por lo que queremos. Es dos cosas. O sea, es varias cosas, pero no este contrato de comodidad. Un contrato cómodo, tranquilo, que me va a asegurar que seré feliz, sino de lucha y entrega. El matrimonio, en realidad, nos llama a la renuncia. Como decía antes, al compromiso. Como dice San Pablo, el matrimonio es, en realidad, un reflejo del amor de Cristo por su iglesia. Y ese amor, ahora que tenemos muy presente la Semana Santa que acabamos de vivir, es un amor que se sacrifica. Es un amor que da la vida por el otro. Jesucristo no vino aquí a la tierra para sacrificarse. No vino aquí para ser feliz y para pasarlo bien y para tener una vida tranquila. Vino para entregar su vida por aquellos a los que amaba. En ese camino fue feliz, porque cuando uno hace lo que tiene que hacer, encuentra la felicidad. Incluso fue feliz entregando su vida a la cruz, que fue de gran sufrimiento, porque la felicidad no es estar contento. Pero no era lo que buscaba, ¿no? No es un amor que busca lo que me gusta o lo que me hace sentir bien. Es un amor que se entrega, que lucha, que perdona, que trabaja por la felicidad del que tiene enfrente, por su bienestar. Incluso cuando eso hace que uno tenga que sufrir algo. Un matrimonio que se construye sobre esta base será un matrimonio fuerte y resistente frente a las adversidades. Un matrimonio que se cimenta en esta realidad del sacrificio y de la entrega por el otro será un matrimonio dichoso y feliz. Porque será feliz de hacer al otro feliz. Pero es que como esto será en dos sentidos... Tendremos a gente feliz. Al final. Sin buscarlo. Sin pretenderlo. Lo que nos ocurre muchas veces es que nos casamos con esas mariposas en el estómago o con esa idea de que lo que queremos es ser felices. Y de que lo que queremos es esa satisfacción personal de formar una familia, a lo mejor idílica, en donde por la mañana nos levantemos sonriéndonos y siendo muy felices. Y encontrándonos muy a gusto. Y cuando no encontramos la satisfacción que pretendíamos, cuando esa chispa inicial no está, o cuando las dificultades empiezan a aparecer, pensamos que hemos fallado, o que el matrimonio no ha funcionado, o que se nos ha muerto el amor. De tanto usarlo, como dicen por ahí. Cuando empiezan a aparecer los hijos y ya no se puede viajar de la misma manera. Cuando tu mujer te mira mal, porque a lo mejor estás saliendo demasiado con los amigos, o yendo demasiado a jugar al pádel, o al fútbol, o a lo que quiera que hagas. O cuando tu marido te dice que hay que sujetarse económicamente porque ahora hay que pagar la guardería del niño. O cuando empiezan a aparecer estas cosas que nos coartan esa especie de libertad y de felicidad que nos dan otras cosas. Entonces empiezan a aparecer esas dificultades. ¿Qué hacen que piense que no estoy siendo feliz? Y esto hace que piense que el matrimonio no funciona, o que no estoy bien, o me amargue. Pero esto no es así, porque el matrimonio no es sólo para hacerme feliz, como decía antes. Es para formar esta familia, para compartir la vida con alguien y para crecer juntos. Y entonces... Si basamos la idea del matrimonio en el matrimonio, ¿qué hacen que piense que no estoy siendo feliz? Si basamos el matrimonio sólo en lo que me hace sentir bien en un momento concreto, cuando no estoy bien en un momento concreto, como decía antes, pues esto colapsa. Y se produce un malestar interior, y se produce un... estoy malgastando mi vida, y se produce un... esto no era lo que yo esperaba. Si lo miramos desde la perspectiva cristiana, sabemos que además... que el matrimonio como sacramento nos ayuda a vivir ese amor verdadero, cuando las cosas no están mal. Podemos pedirle ayuda a Dios cuando las cosas no funcionan. Si nosotros lo miramos desde esa perspectiva y buscamos lo que es mejor para el otro y para nuestra familia, y sabiendo, teniendo la certeza de que además ese sacramento nos está ayudando a salir adelante, pues todo irá mucho mejor. No digo que sea un paseo de rosas, porque no es eso el matrimonio. Como no es eso cualquier tipo de convivencia, pero específicamente esta. Pero el problema viene cuando no entendemos bien el compromiso que estamos haciendo. Si no tenemos claro el para siempre. Si no tenemos claro que no es para ser felices. Es fácil que... la decepción nos llegue antes o después. Y aquí me gustaría introducir un tema complicado, que es el tema de la anuidad matrimonial. Es importante... que si existen estas dudas antes de casarnos, si no estamos completamente convencidos de lo que implica el sacramento, reflexionemos profundamente. Si alguno de vosotros, o alguno de vuestros hijos, o alguno de vuestros sobrinos, o alguno de vuestros ahijados, están en este momento... es el momento de plantearse a realmente si esto es así. Y de plantarle cara. Y de decirles cómo son las cosas. El matrimonio no es para que seas feliz. El que te diga para qué te casas, para ser feliz junto a mi mujer, o junto a mi marido, está partiente de una base errónea. Que hay que trabajar, que hay que pulir. En algunos casos, lo que ocurre es que... nunca existió el sacramento. Y yo creo que esto se da en muchos más casos de los que pensamos hoy en día. Si uno de los dos, o los dos, no comprendía lo que estaba haciendo, si no existía un compromiso real con el otro, con la vida en común, si no sentía un convencimiento de que lo que se estaba haciendo, lo que se está haciendo, que no es buscar... lo que sea, para yo ser feliz, si se está pensando así, es mejor hablarlo y tomar decisiones antes de dar el paso. La nulidad matrimonial, como os decía, no es... un fracaso. La nulidad matrimonial, lo que establece es que lo que se hizo en ese momento no fue real. O sea, no es... un divorcio por lo católico. No es... me divorcio y ahora me quiero volver a casar por la iglesia y soy religiosa y quiero seguir comulgando y entonces digo que lo que yo he hecho pues no me gusta y no soy feliz y se me ha roto el amor y quiero acabar con esto. No es eso. La nulidad matrimonial es decir aquí hubo un defecto, aquí hubo un desconocimiento, aquí hubo un error de fórmula. Alguien en este matrimonio, o los dos en este matrimonio, no entendimos lo que era el sacramento y no entendimos el efecto renuncia y no entendimos lo que era el amor, lo que era entregar, lo que era entregarse por el otro, lo que era sacrificarse por el otro. Y como no entendimos todo esto, hay muchísimos casos de nulidad matrimonial, ¿vale? No voy a exponer aquí porque además no soy una experta en la materia, ¿no? Pero básicamente es lo que hicimos, no lo hicimos realmente. Es verdad que nos hemos comportado como un matrimonio, bueno, como lo hacen todos los que se casan por el juzgado, ¿de acuerdo? O los que viven en pareja y tienen hijos y no se casan. Es verdad que nos hemos comportado como un matrimonio. Es verdad que incluso hemos podido tener hijos. Pero esto no se entendió, no se vivió, y como no se vivió como se debería vivir, ha llegado el fin. Este momento en el que alguien, o los dos, nos hemos dado cuenta de que no se hizo bien, ¿no? No se buscó lo que se tenía que buscar. Y aquí, a mí personalmente me surge una pregunta más. ¿Estamos realmente preparados para el matrimonio, desde la iglesia? ¿Cuando una pareja va a casarse, ¿está realmente preparada para el matrimonio, cuando se va a casar por la iglesia? Porque ahora se hace un cursillo prematrimonial de unos días, y a veces se piensa que es suficiente, a algunos hasta les parece exagerado, cuando les exigen en la iglesia hacer este cursillo prematrimonial. Que se hace además unos meses antes, dos, tres meses, cuatro, no lo sé, depende del sitio, unas semanas antes del matrimonio, bueno, cuando ya está la fecha, ya está contratado el banquete, ya está todo hecho. Entonces es cuando se dice, oye, vas a hacer el cursillo prematrimonial. Bueno, por lo menos en mi época, a lo mejor ahora se hace de otra manera. Sé que es distinto en distintas diócesis, en distintas iglesias y tal, ¿no? Sinceramente, creo que para este sacramento y para que de verdad no sean nulos tantos matrimonios y no fracasen otros tantos de una manera o de otra, la preparación debería ir más allá. Estos días me planteaba que igual, y esto es una locura mía, ¿vale? Pero igual se debería hacer algún tipo de encuesta, ¿no? O algo, ¿no? Que ya me diréis otro día qué os parece. Pero que establezca ABC. Si hay mayoría de As, esta persona no se puede casar por la iglesia. O sea, directamente. Por lo menos en los próximos... 10 años. No sé. No está preparada. No entiende nada de lo que es el sacramento. Un cursillo prematrimonial a este matrimonio no le va a valer de nada. O a esta persona del matrimonio, a lo mejor la otra lo tiene más claro, pero otro no, ¿no? Si hay mayoría de Bs, le mandamos a un cursillo prematrimonial... a que haga un discernimiento prematrimonial. Y este discernimiento tendría que ser un seguimiento con una pareja, con un sacerdote, con una religiosa que les explicase, que les llevase, que les guiase y que les orientase en el sentido del matrimonio. Esto ocurre en las... en la vocación religiosa. Que hay ese discernimiento previo con alguien que te acompaña. ¿Cómo no? Que es mucho menos arriesgado que el matrimonio. Porque la vocación religiosa se pone en un juego. Pero en el matrimonio ponemos en juego a toda la familia. Hay hijos. Entonces, me parece que debería haber un discernimiento mucho mayor, ¿no? Si lo tienen clarísimo y si todas las respuestas son C, por ejemplo, entonces en ese caso van al cursillo matrimonial de dos semanas. Fenomenal. Pero habrá gente que necesite un discernimiento más grande y habrá gente a quien haya que decirle, mira, lo siento. Tú no entiendes nada y no lo vas a entender y además te importa un carajo. Vienes aquí a casarte por el vestido. Lo siento, pero no te puedes casar. Y mira, datos objetivos. Este formulario ha dicho esto. Es que, de verdad, me parece mucho más válido que se diga eso. Cásate por lo civil y bajo tu responsabilidad firmas tu contrato de felicidad con tu persona de al lado. Pero no me pongas a mí como garante de esto. O sea, o como testigo de esto. Porque no te lo puedo firmar. No te lo puedo... Es como si vas a un notario y no trae las cosas que tiene que traer. Pues el notario no te firma. Pues en la iglesia debería ser algo así. Es mucho lo que se pone en juego. Entonces, hagamos bien ese discernimiento. Necesitamos que las parejas se preparen para la vida matrimonial con todas sus exigencias y desafíos. Para que no caigan en la trampa del yo no soy feliz. Pues ya está. Como no soy feliz, esto no funciona. El matrimonio a mí no me vale y me separo. Porque al final es eso, ¿no? La iglesia está afirmando que esas dos personas se casan y que están preparadas para casarse de alguna manera, ¿no? El matrimonio no es sólo este hacerme feliz, como decíamos, ¿no? Y entonces hay que hacerlo, ¿no? Hay que hacer este discernimiento previo para poder llegar a ese... a dar ese paso tan importante, ¿no? Porque lo que ocurre muchas veces es lo que os estaba diciendo. O sea, si yo estoy yendo a casarme por la iglesia porque es muy bonito y en realidad el sacramento me da lo mismo, primero, pues no tiene ningún sentido, ¿no? O sea, eso carece absolutamente de sentido. Y entonces esa persona pues se divorciará y el matrimonio por la iglesia le dará igual. Se casará otra vez si quiere y se casará por lo civil o vivirá en pareja, ¿no? Pero si nosotros hacemos ese discernimiento con las parejas que medio lo entienden o que pensamos que lo pueden entender pero que tienen problemas reales en el... básicos y que entendemos que a lo mejor puede ser que no sepan qué están haciendo, podemos llegar a que ese matrimonio que en realidad nunca llegará, no sería efectivo, podría ser considerado en el futuro como nulo o bien se reafirme y parta de una base correcta, es decir, del entendimiento de que el matrimonio es esa lucha y es ese trabajo por el otro y no es sólo mi felicidad y partiremos... Habrá matrimonios que partan de esa base porque la habrán discernido bien y habrá matrimonios que en ese proceso decidirán que a lo mejor uno de los dos decidirá que eso no lo entiende y que no se quiere casar por la iglesia y a lo mejor ese matrimonio no se lleva a cabo. Y la persona que sí que lo entiende, a lo mejor decide no casarse con la otra, yo qué sé. No sé si me estoy... os estoy liando mucho, pero entiendo que ese discernimiento es muy necesario. No tanto para las personas a las que les da igual, que también, porque a lo mejor hay que descartarlas directamente, sino para las personas, las parejas en las que a lo mejor hay alguien a quien no le da igual o tan igual. O porque a los dos parece que no les da igual, pero no están bien formados y a lo mejor pueden partir de una base mejor. En resumen, os quería decir que el matrimonio es un sacramento de esperanza. Y aquí estamos trabajando la esperanza y por eso este programa de hoy. Es un acto de entrega que nos... desafía a vivir. Más allá de nuestras emociones. Hoy no me siento bien. Hoy me siento mejor con los compañeros de trabajo. Hoy mi mujer está moína porque está embarazada de ocho meses y no hay quien la soporte. Hoy mi marido ronca como un oso polar. Hoy el niño me ha dado una mala noche, entonces... o le ha dado una mala noche a mi mujer y entonces está que bufa y me ha echado una bronca. Mañana, todo esto es la vida normal que va a aparecer. Todas esas emociones puntuales que me hacen sentir mal en un momento determinado, no son la base del matrimonio y hay que saber descartarlas. Hay que saber que eso no es la base del matrimonio. Que mi compromiso es a largo plazo y que si yo lo vivo como una entrega a largo plazo, encontraré la felicidad a largo plazo. Pero que no tengo que buscar esa felicidad, sólo esa felicidad, sólo esa emoción de felicidad. O de estar contento. Porque el matrimonio requiere sacrificio, lucha y sobre todo amor del de verdad. Del que se entrega. En un mundo que constantemente nos impulsa a buscar felicidad personal, bienestar, mindfulness y todas estas gaitas. El matrimonio nos recuerda que el amor es ante todo un acto de renuncia y entrega. Y si te quieras que sea a veces tardo sales de nuevo como oveja sin pastor hasta mi encuentro. Que por mí esperaste mil eternidades. Que si grande fue la espera más lo fue el hambre. De querer que me encontrarás y me abrazas en... Eso es lo que quiero decir... Por tanto me amas Señor que he vuelto a sentir el calor después de unas cuantas nevadas Siento el calor Por tanto me amas Señor que he vuelto a volar sin temor Siento el calor como tu población Tú eres mi sala, tanto me amas Señor, que luego al creer que te vas, de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla, tanto me amas. Que ahora ya no sé ni cuánto yo tengo, pues al ir a amarte tú me amas primero, y es que es tanto que no puedo devolverlo. Tanto me amas, que extendiste para mí una... abrazo eterno, pues si grande fue el despiste, más lo fue el celo, que sentiste por amarme amor entero. Tanto me amas Señor, que he vuelto a sentir el calor, después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas Señor, que he vuelto a sentir el calor, después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas Señor, que he vuelto a volar sin temor, pues tú eres mi sala. Tanto me amas Señor, que ha vuelto a vibrar, tanto me amas Señor, que luego al creer que te vas, de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla. Y ya para terminar, deciros que si nos casamos con la idea de que el matrimonio es para siempre, con la disposición de trabajar por el otro, de esforzarme por el otro, entonces, con la gracia de Dios, podremos superar las dificultades que surjan en el camino. Podremos salir adelante y seremos felices. Y si nos damos cuenta de que no entendemos lo que es el matrimonio, si sentimos que no estamos preparados, entonces tal vez sea mejor reflexionar profundamente antes de dar el paso. Porque, como todo sacramento, el matrimonio es cierto que es una oportunidad para vivir el amor, para abrazar el desafío. La entrega y para construir una vida juntos en Cristo. Y por eso, hay que tenerlo en cuenta y hay que tomárselo en serio. Un abrazo.
Trabajando esperanza #24
Fecha: miércoles, 16 de abril de 2025, a las 21:00:00
Duración: 29:07
Mostrar transcripción de Episodio 24. Las procesiones.
Transcripción de Episodio 24. Las procesiones.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a hablar de Semana Santa, no podía ser de otra manera. De algo muy concreto en Semana Santa, que tiene mucha importancia, ¿no? De las procesiones. Sin más, comenzamos. Para muchos, las procesiones son una parte fundamental de la Semana Santa. De la vivencia de la Semana Santa, ¿no? Añadiría que para muchos son la única parte de la Semana Santa. Pero bueno, no me quiero adelantar mucho. Esos pasos, esas imágenes que recorren las calles, están llenas de historia, emoción y tradiciones. Ver la devoción de los rostros de las personas. Escuchar, o más bien no escuchar. El silencio entre tantísima gente, ¿no? Sentir el fervor, es algo que realmente conmueve el alma. No puedo negar que las procesiones tienen un poder emocional que es difícil igualar. Ayudan a conectar a la persona con lo que se vive en los días de Semana Santa, ¿no? Con el sufrimiento de Cristo, con su pasión. Y es principalmente su función, ¿no? Ayudar a esa vivencia, ¿no? A esa sensación, a esa sensibilidad, ¿no? Frente al misterio. Por ello son maravillosas. Pero hay una cara de la moneda, o una cruz en este caso, o cara de cruz, que no podemos dejar a un lado, ¿no? Yo confieso que nunca he sido muy de procesiones, ¿no? En mi familia no hemos pertenecido nunca a ninguna cofradía. No... No sacamos un paso. No hemos participado mucho de las profesiones, ¿no? Mis padres no lo eran y, bueno, pues nosotros no lo hemos heredado. Desde hace años me causa un cierto, digamos, una cierta envidia el poder... Ese poder de experimentar, perdón, de... De emocionarse ante esos pasos, ¿no? Luego os contaré con más detalle. Pero recuerdo una vez que yo lo experimenté un poquito. O sea, alguna vez que he ido, sí que lo he vivido. Pero no es algo que a mí me llame especialmente la atención. No es algo que yo voy a hacer como con muchas ganas. Se me junta que soy tremendamente friolera, ¿no? Y las procesiones suelen ser por la tarde y me da frío. Bueno, y en Cuenca. En Cuenca, que es donde nosotros hemos pasado toda la vida, la Semana Santa. Pues bueno, pues eso, que no es que... Pero la gente las vive con una ilusión que, como os digo, me da cierta envidia, ¿no? Sin lugar a dudas, tiene un impacto visual y emocional que impresiona a propios y extraños, ¿no? A quien las vive tanto y a quien va simplemente de paso. A través de ellas sentimos, podemos sentir, experimentar un poquito. Lo que ocurrió hace dos mil años, ¿no? Ese sufrimiento, esa muerte y esa pasión de Cristo. Y esa emoción que nos embarga al ver a la multitud con los ojos brillando, al escuchar el silencio reverente, esa emoción es muy valiosa, es muy válida. Nos acerca al misterio de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, que es lo que vivimos en Semana Santa. Pero, y ahora, antes de poner una canción que os voy a poner, me gustaría que pensaseis un poquito, ¿no? Si esa emoción es suficiente, ¿no? En todas esas familias, en todos esos... Yo siempre pienso, bueno, menos es nada, ¿no? Pero no es suficiente, o sí es suficiente. Es todo lo que la Semana Santa tiene para ofrecer, ¿no? Unas vacaciones y esos momentos puntuales de emoción, con nuestro paso, con nuestra cofradía, esas celebraciones previas, y después, esa unión, esa hermandad, es todo lo que la Semana Santa tiene que ofrecer. Os voy a dejar con una canción de Fray Nacho que ya os he puesto en alguna ocasión, pero me parece una pasada para lo que estamos viviendo estos días, o para lo que vamos a empezar más concretamente a vivir estos días. Tanto me amas. Os dejo con este gran cantautor católico. Que si a veces tardo sales de nuevo Como oveja sin pastor hasta mi encuentro Tanto me amas Que por mí esperaste mil eternidades Que si a veces tardo sales de nuevo Mi grande fue la espera, más lo fue el hambre, de querer que me encontrabas y me abrazases. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a sentir el calor, después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a volar sin temor, pues Tú eres mis alas. Tanto me amas, Señor, que ha vuelto a vibrar por Tu amor mi alma. Tanto me amas, Señor, que luego al creer que te vas, de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla. Tanto me amas, tanto me amas, que ahora ya no sé ni cuánto. Yo te quiero, pues al ir a amarte Tú me amas primero. Y es que es tanto que no puedo devolverlo. Tanto me amas, que extendiste para mí un abrazo eterno. Pues si grande fue el despiste, más lo fue el celo, que sentiste por amarme amor entero. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a sentir el calor, después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a volar sin temor, pues Tú eres mis alas. Tanto me amas, Señor, que ha vuelto a vibrar por Tu amor mi alma. Tanto me amas, Señor, que luego al creer que te vas, de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla. Tanto me amas... Os dejaba con la pregunta, ¿no? Esa emoción es suficiente, ¿no? Al igual que esta canción que hemos escuchado, ¿no? Que esponja nuestro corazón, ¿no? Que lo hace blandito. Que lo hace como... lo prepara, ¿no? Para recibir o para predisponerse. Pero la emoción que siento ahora, tras escuchar a Fray Nacho, o la que puedo sentir al ver un paso de Semana Santa, ¿no? Es todo lo que la Semana Santa, es todo lo que Cristo tiene para mí. Es lo que puede ofrecerme. Lo que os quería decir hoy, y os lo voy a decir de mil maneras, o sea, spoiler total. Es que el verdadero reto está en no quedarnos ahí, ¿no? En no quedarnos en la fiesta, en las vacaciones, en la celebración, en la procesión. Que son cosas que ayudan en no reducir la Semana Santa sólo a un acto de emoción momentánea, ¿no? Lo maravilloso de las procesiones... Incluso de la vacación, del pasar unos días con nuestra familia relajados. Es que pueden ayudar a entrar en el misterio. Pero ese misterio no termina cuando la imagen pasa y se rompe el silencio. El verdadero reto es lo que sigue después. Y te emocionas sólo con los pasos de las imágenes. Con lo que ves en la calle, con la emoción de las gentes. Pero luego... No sigues el camino hacia la liturgia, que es lo que vemos muchas veces, ¿no? Esa gente que está en una hermandad, que está en una cofradía, que lo da todo, que paga no sé cuánto por llevar el paso... O sea, que me parece bestial, ¿eh? O sea, quiero decir, que me parece alucinante, como digo, que me da muchísima envidia. Pero que esa gente después no participe de la liturgia. Te quedas ahí. Te quedas con el tráiler de la película. O sea, te quedas con la miel en los labios y no participas del gozo de lo que aquello significa en tu vida, ¿no? Te quedas en el exterior, en la peladura, en la piel, en la superficie y no llegas al corazón. Sí, lo vives, lo emocionas, pero no cambia tu vida. Eso no puede transformarte. Eso puede ser una chispa. Y está genial, ¿eh? No digo que no. O sea, como una canción bonita, como... Pero ese calor interior, ese calor que te ayuda, no va a ser el todo. La verdadera vivencia de la Semana Santa no está sólo en eso. Está en acompañar a Cristo en la Eucaristía, en la liturgia, en el sacrificio real. No basta con sentir lástima cuando vemos la... o emoción, ¿no? Cuando vemos nuestro paso, el paso de nuestra hermandad. O otro. O cuando vamos a la procesión de silencio, esas... Que es que, claro, ¿cómo no sentirte embriagado por ese silencio sepulcral rodeado de miles y miles de personas? Y esos golpes en el suelo y ese paso, ¿no? Ese momento solemne. ¿Cómo no sentirte emocionado? Genial, estupendo. Vamos a cogerlo. ¿Por qué? Porque lo que nos permite es entrar en el misterio. Para llevárnoslo, para vivirlo después en la liturgia. En la oración. En la reflexión personal. Las procesiones son como una catequesis para entender qué pasó. Con sobriedad, con imágenes, con preparación, con emoción, con todo, ¿no? O sea, un pedazo de catequesis. Pero no nos podemos quedar en la catequesis. Tenemos que ir más allá. Por ello, por lo que... Si es una pena, una cierta pena, el que yo, personalmente, no viva esas procesiones como las viven otros, es aún una pena mayor el que esa gente no sea capaz de dar una vuelta de tuerca, de dar un paso más y acercarse al que da valor a todo eso. Aprovechar ese sentimiento, esa sensación, ese momento especial para ir más allá. Y eso es lo que yo creo que falta. Así que hoy quiero compartir con vosotros una serie de tips, como hacemos todos los programas, ¿vale? Una serie de consejitos, en este caso, no sé si podría llamarlos tips, para que la Semana Santa, digamos, la vivamos de una manera más profunda, ¿no? Que aprovechemos la Semana Santa más. Vamos allá. Primer consejo. Conecta con lo que vives... O sea, perdón, conecta lo que ves con lo que vives. ¿Vale? No te quedes solo en la emoción exterior de las procesiones. Conecta aquello que estás viendo con lo que tienes que vivir. Con lo que realmente eso significa en tu vida. Es decir, por ejemplo, el paso de Semana Santa se me ocurre de la Eucaristía, de la Última Cena, de la cena, la Santa Cena, no sé cómo se llama, ¿no? Pero creo que se llama la Santa Cena, ¿no? Es una pasada. Suelen ser obras maestras. Doce apóstoles, Jesús, una mesa, todos los platos. O sea, aquello es una preciosidad, ¿no? Y es un momento, además, pues llama mucho la atención por lo grande y pesado que es. Y la delicadeza con la que hay que llevarlo. Y gigante y todo lo que quieras, ¿no? Entonces, vale. Estás ahí. Estás viendo esa maravilla. Estás viendo Jesús ahí mismo, de tu tamaño, a los apóstoles, en el momento de la Última Cena. Llévatelo el jueves a los oficios del jueves. Eso que has vivido. Esa experiencia. Esa vivencia. Ese fervor religioso. Llévatelo a los oficios del jueves. Y llévatelo a tu vida. ¿Qué significó ese momento para mí? ¿Qué significa en mi vida? Jope, pues que gracias a ese momento yo hoy puedo entrar en comunión con Cristo. Así, tal cual. En un trocito de pan. O sea, una cosa fuera de este mundo. ¿No? Que tiene poco o ningún sentido. Y lo hizo Dios por mí. Lo hizo Jesús por mí. En ese momento. Justo en ese momento. Entonces, vamos a conectar lo que vemos con lo que significa para mí. El segundo tip sería... Participa activamente en los oficios litúrgicos. ¿Vale? Eso lo he dicho ya varias veces. Pero, acompaña a Cristo no sólo en las imágenes, sino que llévate esas imágenes a lo que realmente está pasando. Que es a los oficios. Llévate esa imagen de la Eucaristía a la celebración en la que se conmemora esa Eucaristía, al Jueves Santo. Llévatelo allí. Y recuérdalo cuando estés allí. Y vívelo cuando estés allí. ¿Vale? Aprovecha tu emoción del momento para una vivencia que a lo mejor no es tan emotiva, que es más fría como es el banco de la Iglesia. Entonces, llévate la emoción. Que es para lo que fueron creadas. Tercer tip sería, haz un esfuerzo consciente por ir más allá. Vale. Conscientemente. Si te emociona la procesión, toma ese impulso, ese salto, ese empujón, ese trampolín para ir más allá. Entonces, es ahí cuando tomo ese impulso, bien sea, como os decía antes, para reflexionar qué significa en mi vida, bien sea para ir al acto litúrgico, bien sea para hacer oración. Aprovecha ese momento. Ese trampolín. Ese... ¿Vale? Para ir más allá. Para vivir más. Encuentra espacios de reflexión personal. No te quedes en... me voy a la procesión a las 5. Luego... he quedado... nos vamos a tomar unas cañas que hace bueno. Semana Santa, no sé yo. Pero bueno. O a un bar. A tomar unas cañas que hace bueno. Y luego he quedado con los amigos para... Bueno, pues para salir a bailar, ¿no? O para jugar a las cartas o lo que sea, ¿no? Encuentra un huequecito en medio del ajedreo de la Semana Santa, que es otro ajedreo diferente, para reflexionar sobre aquello que has vivido. Para poderte llevártelo a la oración. Esos 10 minutos antes de acostarte. Ese ratito en la iglesia. No llegues con la hora pegada. Como siempre. Estate un poquito antes. Y ten ese momentito. Vive eso que... Intenta rememorar conscientemente eso que viviste el día anterior. O esa mañana. O hace un ratito, ¿no? Intenta conscientemente hacerlo vivo. Para que te ayude en esos momentos de reflexión personal. Y no pierdas de vista sobre todo lo esencial. Las procesiones son una pasada. Pero la Semana Santa no termina con ellas. Mantén el enfoque en lo que realmente importa. Que haya gente que pierda unos oficios. O pierda una eucaristía por ir a una procesión. No. Lo que realmente importa es lo que realmente importa. Que es la muerte y resurrección de Cristo. Y que nos trae la salvación. Quédate en eso. Y sí, ayúdate. Como decimos. Ayúdate en el trampolín. Que significa... Precisamente... Eh... Pues esta procesión. Pero no te quedes ahí. Porque eso no es en sí mismo. Eso no es nada. No te quedes en la superficie. Como ya vamos diciendo desde el principio. Busca... Vivir la Semana Santa con el corazón abierto. Gracias a esa sensación. A ese regusto de calentito. De disponibilidad. De... Bueno. Que te ha dejado la procesión. Y la película. Y el canto. Y todo lo que puedas. ¿No? Sírvete de todo para vivirlo de la manera mejor posible. Claro que sí. Pero no te quedes ahí. No te quedes en el sentimentalismo. Hoy tenemos un programa un poquito más cortito. Pero no quería dejar pasar el día sin hablaros de esto. Porque me parece importante. Es verdad que entiendo que la mayor parte de vosotros. O todos vosotros. Pues seguramente no os habréis quedado ahí. Pero creo que es algo que tenemos que pensar. Y mucha gente. Pues lo que os digo. Se queda en esta superficialidad. En esta emotividad. Y no va más allá. Y la verdad que es una pena. Que no utilicen esos recursos. Que tienen ya en el corazón. Que Dios ha puesto en su alma. Y en su camino. Para descubrirlo realmente a él. Otros no los tenemos. Los hemos tenido que descubrir. De otra manera. Hoy he querido hablar. Como os decía de las procesiones. Y de cómo nos ayudan a entender. Pues este misterio. El gran misterio de la Semana Santa. El cómo. Todo un Dios. Creador. De cielo. Tierra. Quiso. Abajarse. Hacerse hombre. Y después. Convertirse en un trocito de pan. Para nuestra salvación. Para estar con nosotros. Para que nos identificásemos con él. Para que le llamásemos padre. O sea. Imaginaos todo lo que he dicho. En un momento. Lo tenemos tan aprendido de memoria. Que no nos suena. A disparate. Pero es un bárbaro. Disparate. Brutal. O sea. Uno. No acaba de. Entiende. Si lo pone en perspectiva. Que a los judíos les pareciesa. Que hay una aberración. No. Todo un Dios. O sea. ¿De qué me estáis hablando? Sin embargo. Dios lo hizo. ¿No? Se abajó hasta el extremo. ¿No? Y se sigue abajando hasta el extremo. No nos quedemos solo en el exterior. Vamos a aprovechar. Esta exterior. Emotividad. Para ir más allá. Para acercarnos a una vivencia profunda. De lo que esto significa. Vamos a usar los recursos. Que. Que. Que. Dios. Que. La historia. Que. La tradición. Que. Los artistas. Que. Las cofradías. Han puesto en nuestro camino. Para hacer. Para usarlos como trampolín. Como decía antes. ¿No? Para que nos sea. Más sencillo. Vivir. De una manera. Más empática. Más real. El misterio. De la salvación. Pero. Usamos el exterior. Para llegar al interior. No nos quedamos. Solo en el exterior. Así que. Si te emocionas. Con las procesiones. De Semana Santa. Enhorabuena. Me encanta. Ya os digo. Me da. Envidia. Pero recuerda. Que el verdadero sentido. De la Semana Santa. Una vez más. Está. En acompañar a Cristo. No solo. En imagen. No solo. En llevarlo. En el paso. Sino. En su sacrificio. Real. La emoción. Es solo. Redundante. Ese primer paso. Esa. Esa. Esa. Esa primera ayuda. Ese trampolín. Lo importante. Es. Lo que hacemos. Después. Con ese impulso. Y es saltar. Muy lejos. Y muy alto. En fin. Muchas gracias. Por compartir. Con nosotros. Un ratito más. En este trabajato. Esperanza. Especial. En esta. Semana Santa. Estamos aquí. En unos días. Para felicitarnos. Todos. La Pascua. El momento. Más feliz. De nuestras vidas. Y de nuestra historia. Muchísimas gracias. Ya sabéis. Que estamos por aquí. A las nueve de la tarde. O de la noche. Ahora de la tarde. De la tarde. Una vez más. En Trabajando Esperanza. Hasta la próxima semana. Chao.
Trabajando esperanza #23
Fecha: miércoles, 9 de abril de 2025, a las 21:00:00
Duración: 39:15
Mostrar transcripción de Episodio 23. La oscuridad.
Transcripción de Episodio 23. La oscuridad.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero hablaros de algo que a veces no es fácil de afrontar, pero que es fundamental para comprender el verdadero significado de la Pascua. Ese algo es la oscuridad. Sin más, comenzamos. Hemos hablado otras veces. En este programa, a lo largo de este programa, de cómo hay momentos en la vida, en nuestra vida, en mi vida, en las que todo se tambalea. Aquello que creías tener bajo control, lo que pensabas que era absolutamente seguro y estable, lo que tenías la certeza de que no iba a modificarse, o que era muy difícil que se modificase, de repente, se derrumba. Y cuando eso pasa, sentimos que estamos en lo más profundo de la oscuridad, buscando algo, alguien que nos diga que todo va a ir bien. Y lo cierto es que la vida, nuestra vida, a veces nos coloca en esos momentos de incertidumbre, en esos momentos de oscuridad, y nos obligan a cuestionarlo absolutamente todo. Pero hay algo de lo que todos somos conscientes, que todos sabemos, aunque no siempre nos acordemos. Después de la oscuridad, siempre, llega la luz. De siempre hay luz al final del túnel, no hay túnel eterno. Y es precisamente en esos momentos cuando la esperanza se vuelve más importante. Hoy, Hoy quiero hablaros de esos momentos de oscuridad premium, de oscuridad top, que a pesar del dolor, de esos momentos de oscuridad, nos preparan para recibir la luz más brillante de todas. Hoy os quiero hablar también de esa luz, de la luz de la Pascua. Y para empezar a entender esta luz, y para empezar a entender esta oscuridad, lo primero que quería hacer era adentrarnos juntos en lo que significa realmente, en el momento top, premio, de oscuridad absoluta. ¿No? Puede que no todos entendamos lo que es este momento, ¿no? Pero el otro día hablábamos de la cuaresma, como preparación a esta Pascua, que llega esta luz, pero en medio está el momento de máxima oscuridad absoluta, el momento más top, más premium de oscuridad, que es la Semana Santa. Es el momento más oscuro de todo el año litúrgico, pero es el momento más oscuro de toda la historia de la humanidad. Es el tiempo en el que Jesús se siente abandonado de la mano de Dios. Es el momento en el que el mismo Hijo de Dios muere. Es el momento en el que Jesús se siente abandonado de la mano de Dios. Es el momento en el que Jesús se siente abandonado de la mano de Dios. Es el momento en el que Jesús se siente abandonado de la mano de Dios. La cuaresma con el adviento. La Semana Santa a veces puede llegar a perder mucho de su significado, ¿no? En medio de esos días de fiesta, en los que algunos pues vamos a la playa o al pueblo, comemos torrijas, participamos de alguna celebración, lógicamente, de los oficios, en el mejor de los casos, y también, en el momento top, premio, de oscuridad absoluta. ...de alguna profesión que nos gusta o que nos llama la atención o de alguna cofradía a la que pertenecemos. Entonces, la Semana Santa se disfraza, se viste un poquito de este periodo de vacaciones, en el que salpicamos con cuestiones religiosas. Pero digamos que el momento realmente es de vacación y vamos un poco con la hora pegada al oficio que toca. Y los que tenemos hijos, explicándoles todos los días por qué vamos a misa ese día que también toca. Pero cuando nos detenemos a pensar en el significado profundo de estos días, nos damos cuenta de lo que os comentaba un poquito más arriba, un poquito antes, ¿no? De que la Semana Santa no es una oscuridad cualquiera. Es esa oscuridad enorme. ¡Ay! Es la oscuridad que, y eso quiero que prestéis atención, precede a la resurrección. La oscuridad que nos conecta con el sufrimiento, pero también con la esperanza de lo que vive. Si bien es cierto que la vida no es siempre lo que esperamos, que hay momentos en los que sentimos que todo se cae, ... Esa misma oscuridad, en la Semana Santa, nos descubre que es el paso necesario para la resurrección. La Pascua no sería posible sin la Semana Santa. Dios podía haber manifestado su gloria de 800.000 maneras, de un millón de maneras diferentes. ¿No? Sin embargo, quiso pasar por la oscuridad de la Semana Santa para llegar a esa resurrección. Vio necesario el paso por la oscuridad para llegar a la luz. Y aunque la mayoría de nosotros estamos más enfocados en la parte festiva de esta Semana Santa, quiero recordaros que sin la cruz no habría resurrección, no habría luz, como os estaba diciendo antes. Sin la oscuridad. Si llevamos esto, si aprendemos a llevar esto a nuestras vidas, si aprendemos, si entendemos esto desde nuestra perspectiva, un momento oscuro de nuestra vida, un momento complicado de nuestra vida, puede ser altamente transformador si lo ponemos en manos de Dios. El problema es cuando la oscuridad... la vivimos sólo desde nuestro punto de vista, oscuro, triste, no hay manera, no voy a poder, no va a funcionar, no va a salir. Esto no tiene solución, estoy triste, estoy mal, ¿no? Cuando nosotros lo vemos sólo desde nuestra perspectiva, pues nos encontramos con ese punto, ese momento de Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado? Estoy convencida. Jesús dijo para que nos identificáramos. Para que nos identificásemos plenamente con Él, ¿no? Cuántas veces, ¿no? Cuántos momentos de Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado ahí en nuestra vida, no? Cuántas preguntas cuando nos sentimos precisamente abandonados de la mano de Dios, cuando sentimos que Él no está con nosotros. A veces, en nuestro caso, porque somos nosotros los que nos hemos alejado un poquillo de Él, ¿no? Porque no le hemos dejado el hueco. No es lo que necesitaba. Y ahora no somos capaces de sintonizar con la emisora correcta, ¿no? Hemos perdido la sintonía. Tenemos que encontrarla, ¿no? Pero Él está ahí, está esperando, ¿no? Está esperando al resurgir. Está esperando la Pascua. Está esperando la Luz. Que, si sabemos trascender, llegará, ¿no? Evidentemente, pues terminará llegando. Uno de los puntos más importantes, una de las cosas más importantes, una de las cosas que nos va a ayudar a superar ese momento de oscuridad y a convertirlo en Pascua es precisamente lo que transformó la muerte de Dios, la muerte de Jesús, a manos de los romanos y de los judíos, lo que transformó esa muerte en resurrección, que fue precisamente el amor. Cuando yo soy capaz de ver en mi sufrimiento esa entrega amorosa a los demás, cuando dejo de poner el foco en mi persona y en lo que a mí me está pasando y enfoco o dirijo esa mirada al porqué, que muchas veces es precisamente el porqué, es ese amor. O lo ofrezco por amor, si no es por amor, si es simplemente que ese sufrimiento está ahí porque sí. Pienso en una enfermedad que a veces no ocurre por nada en concreto normalmente, sino que está ahí, pues la ofrezco por mis hijos, por mi familia, por la gente que pueda necesitarlo, no por las almas del purgatorio, qué sé yo. La ofrezco amorosamente por los demás, entonces ya estoy trascendiendo ese momento oscuro y lo estoy convirtiendo en un momento pascual. No sé si me explico, ¿no? Muchas veces nos ocurren cosas o aceptamos cosas o vivimos experiencias que tienen que ver a lo mejor con la familia, ¿no? Y a veces el dolor que tenemos en ese momento es muy grande por algo que está allá. Pero si eres capaz de entender que a lo mejor... Pues lo estás haciendo por tus hijos, por seguir viéndoles esa caridad de felicidad, por seguir acompañándoles en el camino y darles estabilidad. A veces ese sufrimiento se me ocurre, ¿no? Un trabajo que no te gusta, un trabajo en el que estás muy quemado, un trabajo en el que no puedes más. Estás al límite, fatal, un jefe que te trata horrible y no tienes otra cosa. No digo que te quedes quieto sufriendo por gusto, pero digo que mientras que no encuentras otra cosa, no tienes una solución, te des cuenta de por qué estás ahí. Y estás ahí y sigues ahí no por ti, sino por los tuyos, por tus hijos, por su estabilidad económica, porque puedan seguir teniendo lo que tienen hoy, por seguir pagando esa hipoteca, esos colegios, ¿no? Esas necesidades que tienen, ¿no? Esa alimentación. Entonces cuando tú te das cuenta del amor que estás poniendo en ese sacrificio, es cuando ese sacrificio pasa a convertirse en luz poco a poco. Independientemente de que tú sigas como es lógico, buscando un trabajo mejor, donde te traten mejor, el tiempo que pases ahí, vivido con amor y por amor, será un tiempo diferente. Y ya se estará convirtiendo desde la misma oscuridad premium en un tiempo pascual. No sé si me explico, ¿no? Y posiblemente, después de esta purificación interna que has hecho y después de esta entrega amorosa, pues... Cuando llegue la Pascua, cuando llegue el momento en el que además tengas otro trabajo, pues la luz será máxima, ¿no? Pues a eso me refiero. A que la Semana Santa, el sufrimiento, es necesaria para la Pascua. Y a veces eso también se replica en nuestras vidas, pero para ello hay un punto necesario sin el cual no se produce, porque sin la conversión. Porque muchas veces ocurre... Con las personas que viven en un túnel perpetuo. Antes os decía, no hay túnel eterno, ¿no? Y es verdad, no hay túnel eterno. El túnel siempre tiene una salida y una entrada, ¿no? Más o menos larga, pero la tiene. Sin embargo, hay personas que son incapaces de salir del túnel y vuelven atrás. Estas personas que siguen en la oscuridad son personas que no son capaces de vivir lo que les pasa con amor y por amor. No son capaces de entregarlo. Son personas que normalmente... Pues viven en sí mismas, en sí mismos, en su tristeza, en su situación. No son capaces de mirar alrededor, ¿no? Entonces, estas personas a lo mejor salen del túnel dos minutos, pero enseguida se vuelven a meter dentro. ¿Por qué? Porque el amor es el que hace que la Pascua siga siendo Pascua. La entrega por amor, la entrega amorosa. Y hoy en día, el egoísmo, el mirarnos a nosotros mismos. El egocentrismo. Pues hacen que mucha gente termine, pues eso, en depresiones, en problemas más serios. Pues bueno, porque no es capaz de salir de sí mismo y entregarse al prójimo. Es muy difícil ver a alguien que se entrega amorosamente y vive triste. Pensemos en los santos. Pensemos en Santa Teresa de Calcuta, ¿no? Por ejemplo, o sea, ¿cómo iba? Esa mujer no era triste. Le podía faltar lo que fuera. Podía necesitar. Podía necesitar cualquier cosa, ¿no? Pero sin embargo, era una persona alegre. Precisamente porque vivía en esa entrega perpetua, ¿no? Y podía tener un momento de necesidad puntual, de cansancio, de agotamiento, de pequeña oscuridad, ¿no? Y sin embargo, pues todo era resurrección en su vida. Me gustaría, como todas las veces, como en cada programa, compartir con vosotros algunos tips prácticos, también en este sentido, para manejar la oscuridad. Para manejar la oscuridad y la esperanza. Especialmente durante esta Semana Santa, pero también aplicables a cualquier momento de nuestra vida, ¿no? Que podemos extrapolar a cualquier situación. Siempre con la idea soterrada, con la idea inicial, ¿no? Toda Pascua necesita de una Semana Santa. Sin Semana Santa no hubiera habido una Pascua. Como os digo, como os decía al principio, Dios pudo elegir cualquier otro sistema, cualquier otro método para que la gente se sienta bien. Para enseñarnos, para mostrarnos a su Hijo, ¿no? Y sin embargo, decidió hacerle morir por nosotros. Le pareció que era el método más efectivo. Pues por eso, ¿no? Porque a veces de la oscuridad más absoluta, entregada por amor, es cuando puede nacer el Salvo. En primer lugar, el primer tip, me lo aplico a mí misma, ¿eh? Que en este periodo de mi vida no me viene mal. El primer tip sería hazlo. Haz una pausa y respira. Cuando sientas que todo a tu alrededor es oscuridad, respira más profundamente todavía. No busques o intenta. Es muy difícil, ¿eh? Que somos personas y esto nos cuesta a mí por lo menos. No busques respuestas inmediatas. Solo permítete sentir lo que estás pasando. A veces no nos permitimos el sentimiento. A veces nos cuesta podernos... Y eso hablo de mi propia experiencia, ¿no? Con cuatro hijos, un trabajo, o sea, dirigiendo un trabajo, teniendo que ver clientes. Es muy difícil centrarme en qué siento, por qué lo siento, echarme a llorar cuando me pasa algo o, ¿no? Digamos, detenerme a mirarme al interior. Es muy difícil precisamente porque la situación, mi entorno, pues no, digamos que no me ayuda, no me lo permite. No tengo momentos determinados. No tengo tranquilidad a solas para simplemente pasar. Pero a veces también es porque nosotros mismos intentamos tapar esos sentimientos. No nos gustan. No nos gusta sentirnos mal. Y entonces, pues, el ratito que tenemos, pues como os he dicho en alguna ocasión, lo dedicamos, pues, a ver series de internet, a jugar a un juego que nos apetezca, a estas cosas que tapan, tapan, tapan el sentimiento profundo. Esto lo hablábamos también la semana pasada, ¿no? Esta tendencia que tendemos a tapar. A veces, solo necesitamos un momento de calma para procesar lo que nos ocurre. O sea, venga, párate. ¿Qué te pasa? ¿Por qué te pasa esto? ¿Qué estás sintiendo? Venga, ya lo sabes. Estás muy triste. ¿Por qué te pasa esta cosa en cuestión en tu vida? O sea, esto. O estás mal porque tienes este problema. ¿Vale? Ya está. Ya lo tienes asimilado. Ya lo sabes. ¿Qué sentimiento te causa? Impotencia, rabia... Identifícalo. Párate. Respira profundamente otra vez. Identifícalo. ¿Dónde lo sientes? ¿Dónde lo sientes? A veces, en mi caso, es muy tangible. Lo siento ahí como en la boca del estómago. Como un escozor. Como un escozor ahí. Que rasca. Bueno, pues permítete sentirlo. Y el identificarlo. ¿Y cuándo? ¿Cuándo es más fuerte? ¿En qué momentos de tu día es más fuerte? Pues mira, es más fuerte cuando no sé quién me mira así. Cuando no sé quién me dice no sé qué. Cuando veo por la ventana y veo las nubes. Yo qué sé. Párate. Respira. Identifica tu dolor. ¿Por qué me pasa? ¿Por qué esta oscuridad? ¿A qué se debe? Escribe lo que sientes. Está absolutamente terapéutico. Es verdad que a veces, por lo que os digo, por este no dejar rastro a veces. No sé quién pueda coger el papel o el libro o el cuadernito y ver lo que te pasa. Pero a veces expresar esto que sentimos en papel o en móvil. Yo últimamente lo he hecho bastante en el móvil. Que es como mi cosa más privada. Para que nadie pueda, por accidente, leer lo que he escrito, ¿no? Sobre todo cuando uno tiene críos o cuando... Bueno, pues no quiere que vean que mamá os está pasando una mala racha o que está pasando esto en el trabajo o que está pasando esto con papá o que está pasando esto con un compañero porque no quieres preocupar, ¿no? Bueno, pues en el móvil o en papel. En papel es mucho más chulo, ¿no? Pero si no se puede, por lo menos con el móvil. Porque... Escribir nos puede ayudar a sacar el dolor de nosotros mismos en el momento que escribimos, ¿no? Y a ponerlo en perspectiva. Tómate unos minutos para escribir tus pensamientos, tus oraciones, lo que me pasa, Señor, échame una mano, échame un cable. No puedo con esto, no puedo con esto otro. Me ha venido. Estos momentos de oscuridad a los que yo me refiero hoy, con la Semana Santa, no son esos momentos que yo me he buscado, ¿no? A lo mejor puedo tener algo que ver con ellos, es a lo que me refiero, es a esos momentos de oscuridad que te vienen. ¡Pum! Te caen como una losa. No es culpa tuya. O sea, precisamente, sino que te ha venido por alguien más, por algo que te ha sucedido, que no tiene nada que ver contigo, ¿no? Entonces, a priori, ni siquiera puedes hacer nada por cambiarlos, ¿vale? Es lo que le pasaba a Jesús. O sea, de repente, pues... Oye, vamos a crucificarle. Y él no podía hacer nada. Bueno, podía hacer porque era Dios, pero... Era lo que... Lo que tenía que pasar. No pudo hacer nada por cambiar esto que me está pasando ahora, ¿no? Está aquí. Me lo he encontrado. Pues eso. Ese jefe que te saca de quicio, ¿no? O pongo una situación un poco más drástica, ¿no? Pues esa enfermedad que te ha caído y que no tiene solución, o que la solución es muy complicada. O esa mujer que ha decidido que quiere dejarte de modo unilateral. Tú ni lo esperabas, ¿no? Entonces, escribe, sácalo de ti mismo y míralo con perspectiva. Al leerlo, es casi como si una tercera persona le pasase. Y lo ves desde otro punto de vista. No es necesario que esté redactado perfecto. Es necesario que lo escribas como... como te nazca del corazón, ¿vale? Entonces, primero, respiramos profundamente, analizamos lo que nos está pasando, dónde nos está pasando. En segundo lugar, lo escribimos. Lo escribimos como, venga, papá, papá, papá, papá, así, como nos salga, ¿vale? En tercer lugar, recuerda tus pequeñas bendiciones, ¿eh? Aún en los momentos de oscuridad premio, siempre hay cosas buenas por las que agradecer. O sea, esto que hemos dicho todos los días. Acuérdate cada noche, una, dos, tres cosas que agradecer. La vida, mis hijos, mi familia, la sonrisa de tal persona, el apoyo de esta otra persona. Agradece, todos los días, ¿no? Esto nos ayudará, pues, a conectar con esa luz al final del túnel que está en medio de nuestra oscuridad, de lo que ahora nos parece como lo peor y que no tiene solución, ¿no? Entonces, nos ayuda un poquito a reconectar. Habla con alguien de confianza, ¿no? Lo has escrito, lo has puesto en perspectiva, pero a veces hablar con alguien de confianza te ayuda a soltar. Yo confieso que lo tengo. Bueno, sé que los hombres necesitáis soltar menos, o a lo mejor lo necesitáis igual, pero lo hacéis mujeres. Necesitamos todavía más esto de a una amiga, a un sacerdote amigo, a alguien con quien tengas confianza. Soltar. Soltar es como... A mí me pasa, no sé si tenéis en mente, esa olla a presión. Yo creo que os lo he puesto de ejemplo alguna vez, y no sé si la semana pasada, ¿eh? O la olla a presión últimamente, por parte de mi vida, se ve demasiado. Esa olla a presión, ¿no? Entonces abres la pálpura, y vas soltando. Llega un momento en el que no hay dentro ese aire, ¿no? No está ahí dentro, ha salido, y ya la puedes abrir. Eso nos pasa a veces, ¿no? Estamos como ahí tensionados, tristes, amargados, agobiados, ¿no? Sueltas un poquito con esta persona que tienes confianza, escribes, respiras, vuelves a soltar otra vez, la escuchas. No tienes por qué... cargar con todo lo que tienes tú solo, ¿no? Compartirlos, como os decía, puede ser una forma de dejar ir parte de ese... que os decía de la olla a presión, que ahora mismo está haciendo que estés a punto de explotar, ¿no? Entonces, habla con alguien, con alguna persona, amigo. Entonces, encuentra consuelo en pequeñas rutinas. No es una huida. Ellos nos han dicho, no, no, no. No se trata de huir, de dejar a un lado, ¿no? Y simplemente marchar, ¿no? Pues como eso, como os decía, como una serie de Netflix que te impida pensar, ¿no? Pero las pequeñas rutinas que pueden ser a veces un ancla en momentos de incertidumbre. Me levanto, me sigo levantando a la hora que me tengo que levantar. Me sigo maquillando, me sigo poniendo guapa, me sigo vistiendo. Pues bien, no me dejo, sino que cojo esas rutinas. Voy a trabajar, sonrío a mis compañeros, vuelvo, voy al gimnasio. No estoy en plan, pues como estoy hecho un asco, no lo hago, no me apetece. No, no, no. Sigo haciendo mi rutina diaria. Precisamente porque tomarnos un tiempo para esas pequeñas rutinas diarias pueden... Pueden darnos paz. No sé, ese café por la mañana cuando llegas a trabajar o antes de salir o antes de llevar a los míos al cole. No digas, estoy hecho el churro, estoy fatal, me voy a quedar a dormir 10 minutos más y aunque sea no me tomo el café, no. Sigue tomándotelo. Porque las pequeñas cosas pueden ayudar a calmar nuestra mente, ¿no? Yo lo noto mucho. Me pasa, es más fácil cuando estoy en un momento no sé qué, no sé qué, no sé qué, no sé qué, no sé qué, no sé qué. No, bueno, de lunes a viernes que los fines de semana. Y es precisamente por eso. Porque de lunes a viernes hay más rutinas. Uno se levanta, se tiene que arreglar rápido, tiene que venir a trabajar rápido, se toma su café, se pone a trabajar, tiene llamadas. No puedes simplemente dejar que pase el día y dedicarse a lamer las heridas, ¿no? Sino que tienes que funcionar. Y ese funcionamiento es un pequeño anclaje. Tiene su peligro. Y el peligro es no tomarnos ese tiempo para pensar. Que decíamos al principio. Entonces, el que tengamos nuestras pequeñas rutinas no quiere decir que no pensemos en lo que nos está pasando. Eso hay que hacerlo. Pero no todo el día. Porque si yo me recreo solamente durante todo el día, 24 horas al día y con su noche incluida, a pensar en lo que me está pasando, en lo triste que soy, en la desgracia que me ha venido encima, en que yo no me lo he buscado, en que no me lo merezco, en Dios mío, ¿dónde estás? Que no me haces caso, no te noto, no te siento. Entonces, pues es más difícil. Entonces, esas pequeñas anclas, esas pequeñas rutinas diarias nos van a ayudar. Si tienes rutinas, pero no son obligatorias, como me pasa a mí los fines de semana, los fines de semana, o sea, márcate tus rutinas, o sea, las que tenía. Lo que os decía antes. No porque ahora me siento mal, dejo de ir al gimnasio. No porque ahora me siento peor, me levanto más tarde. No porque ahora estoy mal, no me pinto. ¿Por qué? Porque eso va a hacer que vayas empicado para abajo. O sea, que no llegues a salir del túnel y ya te has metido en otro. ¿De acuerdo? Entonces, encuentra consuelo en las pequeñas rutinas. Voy a hacer... bueno, termino y luego hago un repasito. Y por último, confía en el proceso. La oscuridad, como os he dicho todo este tiempo, puede parecer interminable. Pero confía en que esa parte es parte de un proceso más grande. Recuerda, como decíamos antes, que la Pascua llega siempre después de la cruz. Y así como las estaciones cambian y los periodos cambian, los momentos difíciles también pasarán. Pasan siempre. Mantente firme y sigue adelante. El periodo de Semana Santa, tan reducido como parece, ¿no? O es. Puede alargarse. Este momento de oscuridad en tu vida puede ser un poquito más doloroso, un poquito más largo de lo que hubieras pensado. O lo que hubieses querido. Pero piensa siempre que después de este proceso, pues, tiene que venir la luz. Sí o sí, ¿no? Entonces, no te voy a decir disfruta del proceso. Pero sí esto que os comentaba antes. Entonces, haz una pausa, examínate, mira de qué viene. A veces, en ese momento, es donde vas a descubrir el amor que hay detrás, ¿no? O sea, sí. O sea, lo estoy sufriendo, ¿por qué no me voy? Ya está. Me voy a marchar, como decía antes, me voy a marchar del trabajo. Voy a mandar a tomar por saco al jefe, a los compañeros, a todo el mundo, porque es que me he tratado fatal. Es que me ningunean, es que no sé qué. Independientemente de que decidas un día de mañana denunciar o no denunciar porque te están tratando mal o lo que sea que vayas a hacer o que tengas que hacer. Independientemente de eso, ahora mismo, en ese momento, en esta Semana Santa, hay un amor escondido. Que es ese amor a tu familia. Y por el que estás aguantando. O sea, si no fuese por tu familia, hace tiempo que hubieses dejado ese trabajo. Y te hubieses ido un tiempo a casa de tus padres si no tenías dinero para pagar la hipoteca. Quiero decir, hay cosas que no haces por ti mismo, que si fuese por ti ya habrías dejado, ¿no? Se me pone en la cabeza, ¿no? O una relación que no va y que sabes que no va a ir. Y una persona que no... Pero a veces, se tira del carro. Pues precisamente por la familia, ¿no? Por esos hijos, por lo menos por un tiempo. Y es duro y es doloroso, pero hay un amor detrás. Entonces, disfruta, entre comillas, de ese proceso. Date el reconocimiento de darte cuenta de que lo haces por amor y que eso es lo más grande que existe. Y que haciéndolo por amor va a acabar bien. Va a acabar en Pascua. Sí o sí. Aquí serían un poquito los tipsos, los nombro por encima, haz una pausa y respira, escribe lo que sientes, recuerda tus pequeñas bendiciones, da gracias, encuentra consuelo en las pequeñas rutinas de cada día, ese ancla para poder tirar para adelante, habla con alguien de confianza, te expresiona al audio exprés y confía en el proceso, ¿no? Después vendrá la Pascua. Para terminar, deciros que, lo que os he dicho durante todo el programa, que la luz siempre vuelve. En los momentos más oscuros de nuestras vidas, es fácil olvidar que la luz regresa, ¿no? Y en los momentos tristes es difícil pensar en que esta oscuridad... Pasa. La Semana Santa, el tiempo que empezaremos a vivir dentro de unos días, nos recuerda que la luz de la cruz, perdón, no es el final del camino, ¿no? Lo dicen en muchas canciones religiosas, ¿no? No es el final para nada, ¿no? La cruz es el principio de algo mucho mayor. Es la resurrección. Y después de la resurrección, de la Pascua, es cuando empieza todo. La luz resplandece en la Pascua y no se trata sólo de una luz externa. Se trata de una luz interna que nace en el corazón de cada uno de nosotros. Cada año revivimos la Pascua. No la recordamos, la revivimos en nuestras vidas. Cada año revivimos la Semana Santa con el Señor, ¿no? Estamos ahí, a su lado, en la cruz, para luego resucitar con Él. La oscuridad, aunque nos asuste, es también un recordatorio de que lo mejor está por llegar. Y podemos, como os decía antes, abrazar esta oscuridad y podemos permitirnos sentir, llorar si hace falta. Procesar el dolor. También nos damos espacio para recibir la luz que vendrá después, o que está viniendo poco a poco. Porque al final, lo que realmente importa es saber que, en realidad, esa luz nunca se va. Esta luz siempre está. El problema es que a veces no la vemos. Dios no se fue durante... Durante los días de la pasión. Dios estaba presente el Viernes Santo. El Jueves Santo, el Viernes Santo. Y el Sábado, el Día del Silencio, ¿no? Madre mía, ¿no? El día... Estaba ahí. Lo que pasa es que no lo podíamos ver. Y en tu vida, en mi vida, Dios, la luz, sigue presente. Incluso en esos momentos en los que nos parece que no la vemos, ¿no? Así que, os pido, y me pido a mí misma, ¿no? Que en estos días tan significativos, a medida que nos vamos adentrando en los días centrales de esta semana, quería invitaros a reflexionar sobre cómo podemos abrazar esta oscuridad en nuestras propias vidas, ¿no? Esta oscuridad que nunca es absoluta, incluso si es premio. Incluso si es premio. Si es top, top. No con miedo, sino con la certeza de que siempre, absolutamente siempre, si la vivimos como Dios manda, si la vivimos desde el amor, con mayúsculas, la Pascua llega después. Y con ella, esa luz enorme que lo transforma absolutamente... Absolutamente todo. Un millón de gracias por participar un día más de Trabajando Esperanza. Nos vemos el próximo... bueno, el miércoles santo no tendremos programa, pero nos veremos ya en Pascua. Aprovecho la situación, aprovecho el momento, perdón, para desearos a todos una santa semana. Que la disfrutemos con los nuestros, que descansemos como hay que descansar, pero sobre todo que la vivamos. Que la vivamos desde la fe. Nos vemos de nuevo a la luz de la Pascua. Mil gracias a todos. Hasta la semana que viene. Chao.
Trabajando esperanza #22
Fecha: miércoles, 2 de abril de 2025, a las 21:00:00
Duración: 36:34
Mostrar transcripción de Episodio 22. La Cuaresma.
Transcripción de Episodio 22. La Cuaresma.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa, el espacio, que busca iluminar nuestros caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero hablar de un tema en el que estamos inmersos y que para nosotros, los católicos, es un tiempo importante. Un tiempo que, no obstante, muchas veces, quizá de forma habitual, por lo menos en mi caso, si no tenemos cuidado, pues nos pasa de largo. Hoy vamos a hablar de la cuaresma. Mil gracias por acompañarnos una tarde más. Sin más, comenzamos. ¿Qué pasa cuando la cuaresma se nos escapa de las manos? Pues, como os decía, en la intro, a mí me ha pasado muchísimas veces. Empiezo estas fechas, pues, con mis mejores intenciones, con buenos propósitos, pero de repente llega el trabajo, preocupaciones diarias, problemas personales, comederos de cabeza... Y la vida siempre parece complicarse más y más. La cuaresma acaba siendo simplemente una fecha más en el calendario. Una fecha más que, como tú sabes, muchas cosas pasan. Las intenciones que teníamos las dejamos a un lado por la rutina. Confieso que este año es uno de esos años en los que, aunque he intentado poner en marcha algunos propósitos concretos, creo que es muy importante tener propósitos concretos cuando uno empieza algo, ¿no? Y, por supuesto, en estos tiempos fuertes que abarca la Iglesia, Se me han ido escapando. Estamos a nada de que llegue la Semana Santa y a ratos siento que no he hecho todo lo que quería, que no he cumplido todo lo que quería. Es verdad que hay algunos puntos concretos que sí que he conseguido realizar, también porque eran rutinas que ya estaba metiendo en mi día a día, pero que he conseguido afianzar. Bueno, ahí me siento un poquito fuerte, pero lo cierto es que otra que tenía intención de establecer justo por el periodo en el que estamos, pues bueno, pues eso, se me han ido, se me han escapado entre los dedos de las manos. Lo importante, lo que quiero decirte a ti y lo que quiero decirme a mí misma es que aún estamos a tiempo. He querido que este programa de radio, de este miércoles... de este miércoles a escasos... escasas dos semanas de la Semana Santa, bueno, pues sirva para recordarnos a todos, para recordarme a mí misma y para recordaros a vosotros que no importa si has fallado en tu propósito o en tus propósitos de cuaresma, ¿no? Lo importante es que podemos volver a empezar, podemos retomarlos con energía. Quedan dos semanas, no es mucho tiempo, la cuaresma eran cuarenta. En primer lugar, quería hablaros del significado de la cuaresma. No os voy a descubrir como nunca, ¿eh? Ya sabéis que yo no suelo descubriros nunca aquí grandes cosas que no conozca esto, pero le quiero dar una visión, bueno, diferente o simplemente más que diferente, simplemente más que diferente. Simplemente recordárnosla a todos, ¿eh? Se habla de la cuaresma, o se entiende la cuaresma como un periodo de sacrificio y ayunos, ¿no? Los viernes, mis hijos todos los viernes van, mamá... Nosotros los viernes suelen ser viernes pizza. Vemos una peli y tomamos pizza juntos, aunque cada vez va siendo más mayores y el otro fin de semana éramos solo tres de los seis que somos. Pero sí que solemos tener este ratito. Es un periodo de familia, ¿no? Elegimos una peli, algunos se van durmiendo, otros se van marchando, pero bueno, ahí están, con nuestra pizza. Por lo menos el ratito de la pizza estamos juntos. Y luego entiendo que también. Claro, la pizza solo puede ser de queso durante la cuaresma. Están deseosos de que llegue la Semana Santa. Aunque es verdad que a veces lo que hacemos es pedir sushi, pero sí que es un momento para recordarnos este ayuno. Pero en realidad, la cuaresma o los ayunos y los sacrificios... que ha establecido la Iglesia durante todos los tiempos, están ahí precisamente para marcar lo importante de la cuaresma, que es un tiempo de reflexión, de conversión y de acercamiento a lo esencial. Durante cuarenta días, Jesús mismo pasó por el desierto y lo hizo precisamente para prepararse. Para ser tentado como nosotros, para aprender de este tiempo en soledad. La cuaresma en su esencia es ese momento nuestro de desierto, para mirar nuestro interior, para dejarnos transformar, para ser más conscientes de nuestras necesidades. Y sobre todo, que ahí es donde por lo menos yo fallo, para dar más espacio a Dios en nuestras vidas. Es como... el otro día lo colgaba en las redes sociales, que le dejo a Dios el ratito de mientras me pinto el ojo por las mañanas, que me pongo una meditación. Y esa media horita que dedico a ponerme, a apañarme un poco, a pasar por chapa y pintura, pues ese ratito es el que le dedico a Dios. Pues porque por la noche estoy cansada y bueno, pues un gracias y poco más. En fin. Y esos tiempos, ese acercamiento a Dios, que es para lo que sirve la cuaresma, es donde yo flaqueo más. No sé qué os pasa a vosotros. Si me lo queréis comentar, estaré encantada. No por aquello de mal de muchos, con suelo de tontos. Sino porque bueno, compartir siempre ayuda, ¿no? A empujarse también. No, yo lo he conseguido. En fin. Es un momento... Como decía, que la tradición de la Iglesia Católica establece como una preparación para la Pascua. Para el gran misterio de la resurrección de Jesús. Para ese gran momento que es el fundamento de toda nuestra fe. Nos invita a acercarnos a Dios, a hacer sacrificios, no sólo por renunciar. No tiene sentido. Porque si yo no me como el bacon de la pizza, pero me estoy tomando un sushi que me encanta, pues tampoco sirve de mucho, ¿no? Sino por abrir un espacio en nosotros que sólo Dios puede llenar. Es como el prescindir de determinadas cosas en mi vida. Primero, me hacen acordarme de que estoy en un momento especial. O sea, digamos, me hacen acordarme de que estoy en cuaresma. A veces, lo que os digo, la semana pasa, corre, vuela, no tenemos tiempo, no nos hemos dado cuenta. Y llega el viernes y cuando vas a pedir la pizza dices, vaya, no la puedo pedir con carne, ¿no? Vamos a pedir otra cosa. Y en ese momento, es un momento para recordar a tus hijos que estamos en cuaresma y para acordarte a ti misma que estás en cuaresma. Es un poquito el recordatorio, es un poquito... Pero la esencia real es, puedo prescindir de todo porque tengo a Dios. O me duele tanto esto porque no tengo suficientemente a Dios. O voy a dejarle más espacio a Dios en mi vida prescindiendo de cosas. Ese es el sentido real. Es un tiempo. Para reconocer, pues, que soy débil, que soy pequeño. Y pedirle a Dios que me ayude a sanar, que me ayude a crecer, que me ayude a mejorar. Es fácil dejar que las cosas de cada día, pues, nos roben el tiempo valioso, ¿no? Pero lo cierto es que en medio de esta vida agitada nuestra, Dios nos invita en estos tiempos especiales, especialmente en este tiempo de cuarentena. A parar. A ponernos en su presencia. Y a través de la oración, a través del sacrificio y la reflexión, experimentemos una verdadera renovación. No solo a nivel espiritual, sino personal. Y es esto, como digo, lo más profundo donde a veces, pues, fallamos estrepitosamente, ¿no? Porque si ha llegado el viernes, si lo has hecho bien, incluso, a lo mejor, has podido acercarte algún día a un vía crucis, incluso, e incluso, a lo mejor, has podido dedicar más tiempo a la caridad, e incluso... Pero si no se produce esta renovación interior y personal, si no cambio, si no transforma mi vida, no sirve de nada. Entonces, me pongo en manos de Dios. Pongo en manos de Dios lo que soy y lo que tengo. Mi pequeñez de la que hablábamos el otro día, cuando hablábamos de la debilidad, de la fuerza de la debilidad, ¿no? Cuando me pongo en manos de Dios, pongo todo lo que soy en manos de Dios y ahí, desde ahí, es desde donde voy a empezar a cambiar. Y lo que yo quería es, un poco, poner sobre la mesa, bueno, pues, ¿cómo puedo vivir esta cuaresma? En mi día a día, ¿no? En mis complicaciones diarias, en mis comeduras de cabeza, en los problemas, bueno, a veces, algunos serios que podemos llegar a tener, ¿no? No digo que sean tonterías, ¿no? No siempre son tonterías, ¿no? No siempre son cosas, a veces, son cosas serias, ¿no? ¿Cómo puedo vivir esta cuaresma desde Dios y para Dios? Y es que, a veces, esta cuaresma, los que somos un poco despistados como yo, la podemos convertir en una especie de listado de obligaciones más en nuestra lista de tareas. Pues, escuchaba esta mañana, precisamente, en ese ratito, mientras me pince el ojo a Munilla, abre de este tema, ¿no? Y decía, cuando alguien me pregunta, oye, pero es pecado no ir a misa el domingo, digo, pues, no has entendido absolutamente nada. Evidentemente, es pecado, pero no tiene nada que ver. O sea, Dios te está invitando a recibirle el domingo. O sea, no tienes que ir porque sea pecado. Tienes que ir porque Dios te invita, porque Jesús te espera, ¿no? Y nos pasa eso con la cuaresma. Lo metemos como en la obligación, como el domingo. Tengo que ir a misa. Eh, ¿dónde meto la misa? ¿La meto en esta hora? No, es que esta hora tengo no sé qué. Venga, pues, aquí, hecho, pum. Ya está, ya he ido a misa, ¿no? Y nos pasa lo mismo pues con la cuaresma, es un periodo que hay que pasar, ¡pum! Los viernes no se come carne, voy a intentar hacer un poquito más esto, esto un poquito más, y ya está, lista de tareas, hecho, ¿no? Muchos de nosotros queremos o hacer determinados sacrificios, o pensamos en hacer sacrificios, pero a veces las prioridades cambian, o simplemente no encontramos el tiempo para hacer lo que importa, o a veces procrastinamos, ¿eh? Porque yo misma, os digo, o sea, no tengo tiempo para rezar, bueno, pero tienes tiempo para otras cosas, ya, pero es que necesito tiempo también para desconectar, yo que sé, una serie de Netflix, es que también tengo que... bueno, pero si tienes tiempo para esto, ¿por qué no tienes para esto otro? O sea, la vida, maneras de complicarse, y eso es una realidad, ¿no? Pero eso no significa que no podamos tomar este tiempo y hacerlo significativamente. Por una parte, tienes tiempo, no todo el tiempo que quisieras, y a lo mejor hay veces que ese tiempo que tú quieres emplear, no hay manera, ¿no? Por lo que sea. Vale, pero dale un significado a lo que haces en cuaresma. Lo importante es no perder de vista ese significado de la cuaresma. Cada uno de nosotros puede vivirlo de una manera que sea real y auténtica para nuestra vida. A veces... A veces, tenemos la idea de que para que sea significativa, o para que sea auténtica, o para que sea verdadera, tenemos que hacer grandes sacrificios, tenemos que hacer muchas cosas, tenemos que rezar muchas cosas, tenemos que ir a muchos sitios, tenemos que... no sé. Pero la realidad es que incluso con pequeños gestos pueden ser transformadores. Porque se trata de transformarte tú. No se trata de hacer algo grandioso. A lo mejor se trata de renunciar a ese ratito que tenías para ti de Netflix y de tomarte un café en silencio para hablar con Dios. A lo mejor se trata de decir, cuando no me tomo la pizza con el bacon, decir, por ti, Señor. A lo mejor yo, que no puedo tomar pizza con bacon por una enfermedad que tengo, que ya os comentaré, y no puedo tomar un montón de cosas, bueno, pues ya no puedo tomar un montón de cosas, pero lo puedo ofrecer, se lo puedo ofrecer a Él. Oye, por ti. Oye, para que me transformes. Oye, para que me ayudes. Entonces, se trata de dar un sentido a lo que ya estás viviendo. Y entonces, eso que estás viviendo podría transformarte. Por ejemplo, no sé, lo que os digo, ¿no? Si estás todo el día ocupado en el trabajo o por responsabilidades familiares, quizá no puedas dedicar una hora al día a la oración, como te gustaría, ¿no? Aunque es verdad que muchas veces, como os digo, sí se puede, ¿no? Es querer, y me lo digo a mí misma. Pero tal vez... Vas a empezar con cinco minutos por la mañana, pidiéndole a Dios, ofreciéndole a Dios. O tal vez, en lugar de hacer un sacrificio que te resulte imposible o muy difícil, puedes dedicar ese tiempo ayudando a alguien más, o a lo mejor, ayudando de manera distinta, ¿no? A lo mejor, alguien en la oficina, ¿sabes? Que está con complicaciones, y le ayudas y le ofreces, no le ayudas con desgana. Entonces, digo... No es o esto o lo otro. Si se puede, saca el tiempo. Si se puede, hazlo bien. Pero cuando no puedas, lo que haces, hazlo con otro sentido. Y entonces, te transformará. Os pongo el ejemplo de alguien que, por ejemplo, pues tiene que cuidar a su madre, que es mayor, ¿no? Tiene que estar con ella todo el día. Y a lo mejor no puede ir a las misas que le gustaría, o no puede hacer los... No puede acercarse, pues como os digo, al vía cruz y los viernes, o a lo mejor, bueno, no puedes. Pero en vez de estar mal contigo mismo por no poder, contigo misma por no poder, pues ofrece ese levantar a tu madre, ese dar de comer a tu madre, ese prepararle la comida a tu madre. Esa rutina tuya que a veces te pesa, ofrécela por el Señor, ofrécela por su dolor, ofrécela por su cruz, ¿no? La cuaresma no busca una perfección en lo que hacemos, sino esa intención de acercarnos más a Dios, acercarnos más a Él y a los demás. Es un tiempo para pararnos y decir, ¿qué me está alejando de lo que realmente importa? Es difícil, ¿eh? Es una pregunta complicada. Es la pregunta que yo me he propuesto hacerme de aquí. A que llegue la Semana Santa. ¿Qué me está alejando de lo que realmente importa? ¿Y qué es? Sería una pregunta añadida. ¿Lo que realmente importa? Porque a veces, como os digo, la vida, las situaciones, el desánimo... Bueno, pues puede hacer que busquemos... Pues... Lugares donde... Donde vivir, ¿no? En... Lugares, y me refiero con lugares a veces a... Cosas como puede ser ver series de Netflix hasta que el cerebro se me chamusque. O... Os digo, un juego que juego yo, el Royal... No os lo voy a decir que si no os enganchéis. Que hacen, os ayudan a abstraeros de determinadas cosas que igual os cuestan, ¿no? A veces... A veces... En... Estas cosas que nos ayudan a tirar para delante, pero sin verdad. Sin profundidad. Y a veces, nos cuesta acercarnos a Dios, porque cuando nos acercamos a Él, Él nos pide esa verdad. Nos pide ese poner las cosas sobre la mesa. Ese ofrecerle, ofrecerles nuestro dolor. Ese... Y a veces no apetece. En esta sociedad del... No hay que sufrir. A veces es mejor, o nos cuesta menos, simplemente... Poner una venda en los ojos y tirar para delante, ¿no? Pues... Este es un tiempo maravilloso. Para... Para pensar. Y para decir, ¿qué es lo que realmente importa? ¿Y qué es lo que me está alejando de lo que realmente... Realmente importa? Es una oportunidad de volver a empezar. Pues como el hijo pródigo, que regresa a casa. No importa... No importa si hemos fallado en nuestros propósitos, si hemos fallado en nuestra vida. Lo importante es que siempre podemos volver a intentarlo. Porque el Padre está siempre ahí, esperándonos, con los brazos abiertos. Aunque personalmente, cuando escucho esa parábola, me... Me nazca un... ¿Perdona? Como el hijo... Me identifico muchísimo con el hijo mayor, ¿eh? Con este... Pero gracias a Dios... Dios no es como el hijo mayor. Es como el Padre. Como el Padre bueno. Como... A veces... Bueno, este tipo de comentarios de la cuaresma o de lo... Se quedan un poquito como en el aire, ¿no? Como... Como etéreos, como... He querido, también en esto, tener para vosotros y para mí una serie de tips para intentar que nuestra cuaresma sea significativa, ¿vale? Para vivir una cuaresma más consciente, a pesar de lo que tengamos encima o a pesar del vaivén de los días o a pesar de nuestra mala cabeza o lo que sea. Que nos aparta de tener una cuaresma como Dios manda, ¿no? En primer lugar, el primer punto que yo os propondría y me propondría sería hacer una pausa diaria. No importa lo ocupado que estés. Todos tenemos tiempo. Todos tenemos algo de tiempo. Como digo, lo tenemos para jugar al bicho ese o para ver un dorama en Netflix, en mi caso, o para ver la serie de moda o para escuchar música o para tomarnos unas cañas con nuestros amigos. Tómate mínimo esos 5 o 10 minutos al día para conectar con Dios. Puede ser por la mañana, antes de dormir o en cualquier momento del día. No se trata de hacer una hora de oración, sino de ser consciente de su presencia y de lo que necesitas cada día. ¿Vale? ¿Vale? ¿Vale? A mí me gustaría que te hicieses esa pregunta de la que hablábamos al final. ¿Qué me está alejando de lo que realmente importa? Porque eso es lo que tengo que intentar mejorar durante esta cuaresma y durante todo el año, los meses, lo que me planté. ¿De acuerdo? Si me aleja de Dios, pues perderme en otras cosas, el procrastinar. Si me aleja de Dios, este defecto. Si me aleja de lo que realmente importa, pues el ser perezoso. Pues eso es lo que yo tengo que luchar por mejorar, por transformar. Entonces, una pausa diaria en la que me pregunto ¿Qué es lo que me aleja de lo que realmente importa? ¿Y qué es, si me fijo bien, lo que realmente importa? ¿Qué es lo que me aleja de lo que realmente importa? ¿Qué es lo que me aleja de lo que realmente importa en mi vida? No lo que digo de cabeza, Dios, mi familia. No, no, no, lo que realmente importa en mi vida. Mi paz, mi tranquilidad, que es a lo que concedo yo más importancia. Segundo punto. Sé realista con tu sacrificio. La cuaresma tiene que ser sobre renuncias, ¿no? Pero no tiene que ser una renuncia a lo grande. Si te resulta difícil... Si te resulta difícil hacer un sacrificio que no vas a cumplir, por ejemplo, pues no voy a... No me parece tan complicado, pero bueno. No voy a comer pan en toda la cuaresma. Y luego resulta que caes cada dos por tres, pues ponte un... algo que sea realista, que sí que vayas a cumplir. Lo del pan me parece bastante realista, en realidad. No se me ocurre otro ejemplo. Pero hay gente que, bueno, pues no voy a hacer, voy a hacer, no sé cuándo. No voy a comer nada. Ningún viernes. Oye, pues si te vas desmayando por las esquinas porque tienes la tensión baja y tienes que comer, come los viernes. Pero quítate el pan. O quítate unas horas de móvil. O quítate el juego ese que te gusta. O quítate... O sea, cosas realistas que seas capaz de hacer, ¿no? Que te supongan una renuncia. Porque si son súper fáciles, entonces... O sea, es como si yo digo me quito los fritos, que no puedo comer. Pues vaya gaita, ¿no? Entonces, tiene que ser algo que realmente te suponga una renuncia. Lo importante... No es lo que hagas en sí que lo es. O sea, quiero decir, hay gente que dice... No importa comer carne los viernes. Lo importante es hacer otro sacrificio que realmente te cuesta. No, haz lo de la carne. Y si quieres añadir otro sacrificio, lo añades. ¿Vale? Pero lo de la carne lo establece la iglesia. Entonces, haz esa y otro. Es que yo total no como casi nunca carne. Pues justo, oye, pues no comas tampoco este viernes. Que también me anda a narices, ¿no? No, es que a cambio me voy a dejar dos cigarros al día. No, quítate los dos cigarros. Y además... Haz carne los viernes. ¿Vale? Entonces, un sacrificio que... Lo importante es que este sacrificio te ayude a reflexionar. Te ayude a caer en la cuenta. Te ayude a pensar. Venga, por ti. Es que lo estoy haciendo por ti. Porque es cuaresma. Porque me estoy preparando para la Pascua. Porque quiero acompañarte en la cruz. Y esa es mi pequeña aportación a esa compañía que quiero hacerte en la cruz. Tercero. Haz un acto de caridad cada semana. Durante la cuaresma es un buen momento para ayudar a los demás. Puede ser un acto pequeño. O sea, como pasar el cestillo y en vez de dar lo que das habitualmente, no sé, cinco euros, pues dices, mira, pues vente. ¿Vale? Puede ser eso. Puede ser ayudar a un vecino o escuchar a alguien que lo necesite. La caridad nos ayuda a encontrarnos, a entrar en sintonía con el espíritu de la cuaresma, que tenemos que tener en cuaresma. Y eso es lo que nos ayuda a hacer. Tercer punto sería haz un acto de caridad cada semana. El cuarto punto. Haz un examen de conciencia. Hay gente que lo hace todos los días. Yo soy un puñetero desastre y lo hago cuando me voy a confesar. Y casi que ya. Yo aquí he establecido hacerlo cada semana. No mucho. En realidad nos quedan dos semanas. Haz dos exámenes de conciencia estas dos semanas. Dedica unos minutos. A reflexionar sobre tus acciones. Puede ser antes de irte a dormir. Mientras entras en el sueñecito reparador. Después de haber leído un poquito. Después de haber visto una serie con tu marido. Te vas a la cama y dices... Beca. Ahora voy a hacer un examen de conciencia. Pide perdón por los errores que hayas cometido. Oye, esto lo he hecho mal. No tenía que haber hecho esto. O en esto estoy notando que... No. No estoy haciéndolo bien. No sé. Igual, pues... Le has prestado demasiada atención a esta compañera de trabajo tan mona. Y te ha gustado mucho que te sonriera. Ten cuidado. Lo siento. No volverá a pasar. Intentaré que no vuelva a pasar. Le pondré la foto de mi mujer en cuanto se acerque. Es una broma. Pero vamos a reflexionar. Y vamos a intentar... A pedir perdón y a pedir ayuda para que no vuelva a ocurrir. Y a confesarnos después. ¿Vale? A lo mejor son pecados veniales. No es necesario confesarse inmediatamente. Esperamos a la segunda semana y nos confesamos antes de la Pascua. Y por último. Punto quinto. No te frustres si fallas. Bueno, ya estamos con los mensajes. No te frustres si fallas. No pasa absolutamente nada. La Cuaresma no es un concurso aquí de ponerme medallas, lo he conseguido, y ahora he hecho esta oración, y ahora este sacrificio, y ahora esta obra de caridad, pues no pasa nada, resulta que iba a hacer una obra de caridad al día y estás hoy... Pues es que he pasado el día delante del ordenador, no he visto a nadie, porque he teletrabajado, no tengo hijos ni marido, fíjate tú qué obra de caridad iba a hacer, ¿no? Y no tenía tiempo para llamar a nadie por teléfono para escucharle sus cosas. Pues... Bueno, pues ya está, no pasa nada, ¿no? La clave es que mañana no puedes volver a intentar. Mañana vas a hacer tu obra de caridad, y vas a... Vas a... A hacer tu sacrificio, y vas a rezar. Mañana otra vez. Acepta, como decíamos la semana pasada, tu vulnerabilidad. Y recuerda que Dios está siempre dispuesto a perdonarnos y ayudarnos a comenzar de nuevo. Y eso es lo mejor de la Cuaresma. Bueno, y eso es lo mejor de la vida del católico. Que cada año tenemos una Cuaresma, fíjate. Todos los años podemos... y una Pascua, una Resurrección, una Posaña. Bueno, os recuerdo los tips para que los tengáis en mente. Una pausa diaria, y te preguntas qué me está alejando de lo que realmente importa, y qué es lo que realmente me importa. Somos realistas con los sacrificios, pero hacemos sacrificios. Por supuesto, los que manda la Iglesia, y alguno más. Hace un acto de caridad cada semana, y luego he dicho cada día, perdonadme. Cada semana, un acto de caridad. Claro, como es cada semana y no es cada día, vamos a intentar que sea un poquito significativo. Y no valen esos que haces siempre. O sea, yo voy todas las semanas a visitar a unos vecinos que son mayores, me tienen mucho aprecio, y bueno, pues voy todas las semanas. Bueno, me vale a medias, porque eso lo hago siempre. Vamos a intentar hacer un plus, ¿vale? Bueno, y luego... Bueno, haz un examen de conciencia todas las semanas. Pide perdón, y confiésate cuando toque. Y no te frustres si fallas. Si fallas, podemos volver a empezar. Mañana, podemos volver a empezar. En fin, este sería un poquito el programa de cuaresma. Así, a punto de conclusión, quería deciros que la cuaresma, como todo en esta vida, no es un tiempo de perfección en sí mismo, aunque todos tengamos que ser perfectos, nos lo dijo Jesús, sino de crecimiento hacia esa perfección. Nos invita a mirar más allá de lo que somos ahora, de nuestro límite, de nuestra vulnerabilidad, de nuestra debilidad. La cuaresma nos ayuda a... a mirar más allá de nuestras dificultades. A hacer una pausa, y a preguntar qué es lo que Dios quiere de mí. Qué es lo que realmente necesito cambiar en mi vida. Y no se trata de hacer sacrificios porque sí, porque esto de apretar los puños, al menos a mí, pues, no me funciona. Me funciona unos días, y luego al final pues los desapreto. Sino de hacerlo con el corazón abierto, sabiendo que es un camino de transformación hacia esa vida plena que Dios quiere que tengamos. Hacia esa vida más cercana a Dios y a los demás. Así que, aunque la vida siga siendo complicada, y nos... mmm... nazcan problemas que no esperamos, aunque nuestros propósitos no siempre se cumplan, tenemos que recordar que este tiempo de cuaresma es un regalo con mayúsculas. Sí, un regalo con mayúsculas. Aunque no podamos comer carne, aunque tengamos que hacer sacrificios. Porque es una oportunidad para recomenzar, para renovar nuestra fe, y para acercarnos más al que realmente importa. A lo que realmente importa. Emm... Nos quedan... apenas... dos semanas. Emm... Vamos a ponernos a ello, ¿no? Vamos a ponernos a ello con la ayuda de Dios. Apretando un poquito los puños, pero sabiendo que la aprieta más fuerte. ¿Eh? Así que... nada. Mil gracias. Gracias por acompañarnos un día más en este Trabajando Esperanza. Os espero la semana que viene, una vez más, el miércoles a las 9 de la noche, aquí, en nuestro programa. Mientras tanto, os animo a seguir viviendo esta cuaresma con esperanza, con generosidad y con un corazón abierto a la que Dios nos tiene preparado. Muchísimas gracias. Hasta la semana que viene.
Trabajando esperanza #21
Fecha: miércoles, 26 de marzo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 40:35
Mostrar transcripción de Episodio 21. La debilidad.
Transcripción de Episodio 21. La debilidad.
Britain took home 14,000 Magnum the volume was exhausted on its 25,000th birthday and it was a trois tuajvurt Sous-titres par LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid LaVacheSquid Señor, tú eres fuerte en mi debilidad, tú harás lo que sea, yo voy a seguir comiendo y algo harás, ¿no? No, no se trata de que dejemos de que seamos pasivos, ¿no? Sino que aceptamos activamente y nos abrimos a lo divino. Señor, no tengo fuerzas. Es que me encanta el chocolate, pero yo sé que contigo puedo, que tú puedes en mí, que donde yo no llego, llegas tú. Y ese es el mensaje de esta aceptación de la debilidad. Lo sé, lo he tratado con mis propias fuerzas y es que soy incapaz. O sea, tengo este defecto de ira, de lo que sea, vagancia, el defecto predominante que tengamos, ¿no? Tengo este defecto y es que yo soy consciente de que no puedo. Hazlo tú, hazlo en mí. Yo voy a seguir luchando, pero contigo, no solo, no con mis propias fuerzas. Lo que nos enseña Pablo es precisamente... Es que la debilidad misma, lejos de ser una limitación, es una oportunidad para que Dios se manifieste en nuestras vidas. Y al reconocer nuestra propia, hacemos espacio para que su poder obre en nosotros. Es decir, cuando... A ver, no... Decimos, no esa pasividad, ¿vale? Sin mirar desde el punto de vista pasivo. Pero en realidad, cuanto más limitados somos como persona, más se va a mostrar en nosotros el poder de Dios, ¿no? Dios escoge lo débil para mostrar su fortaleza. Y escoge a un tartamudo para hablarles a los fariseos. A los jefes, ¿no? Y elige a pescadores para extender su reino. Y elige a María y a José, que son pequeñitos, que son limitados en cuanto a capacidades para llevar a su hijo. No elige a un faraón. No elige a un rey. No elige... Entonces, en esa pequeñez es donde se manifiesta que si eso se consiguió... Yo muchas veces se lo digo a las instituciones, ¿no? Que, bueno, pues hay pocas... Hay pocas provocaciones. A veces están como poco animadas. A veces... Y yo les digo, jo, fijaos, o sea, si el reino... O sea, si el mensaje del reino se extendió con 12 pescadores, imaginaros vosotras que sois 400. Y tenéis una formación. Y tenéis una capacidad económica. Lo que podéis hacer, ¿no? Lo que podemos hacer hoy en día. Y sin embargo nos limitamos nosotros mismos. O sea, la fortaleza de Dios se manifiesta en lo pequeño, en lo humilde, en lo limitado. Entonces, en nuestro límite es donde más patente se hará su gracia. Si nosotros tenemos un pecado muy gordo del que no podemos deshacernos, lo ponemos en sus manos, lo oramos y lo peleamos también con él de la mano, es donde se manifestará su gracia, donde veremos cuando lo superemos o cuando lo tengamos más danza caete y más limitado y ya no sea tan fuerte, diremos, madre mía, Dios, lo que has hecho en mí. Entonces, reconocer esta incapacidad y dejarla en manos de Dios hará brillar su gracia. Su poder en nosotros. Esto, como os decía, es la visión trascendental, ¿no? De esta debilidad que nos hace fuertes. Digamos, es la parte más, bueno, religiosa y espiritual de saber nuestra debilidad. Pero es que no solo es eso, ¿no? Sino que incluso desde el punto de vista humano y específicamente y solo humano, esto también se da, ¿no? Pues, ¿cómo aplicamos este principio? El principio de San Pablo en nuestra vida diaria, ¿no? Como os comentaba al principio, a mí misma me cuesta mucho esto de aceptar mi debilidad, ¿no? Y intento, bueno, pues a veces porque uno tiene una imagen, tengo unos hijos que tienen que verme fuerte, no puedo ser una madre ahí arrastrada, ¿no? Entonces, tengo que mostrar una cierta fortaleza como directora de las empresas que tengo y, bueno, pues, no puedo ser una madre que no tenga una imagen. Pues, también tengo que mostrar una imagen fuerte, incluso con los libros, bueno, pues, tengo que mantenerme segura, incluso aunque tenga un mal día o dos malos días, ¿no? Entonces, me cuesta porque he tenido que crear esta, bueno, pues, especie de fachada, como os decía, de mí misma, pues, por la situación en la que vivo, ¿no? Pero, en ocasiones, eh, eh, esta, esta, esta, esta capa con la que, de fortaleza con la que cubro, eh, mi propia debilidad, lo que hace, lo que, lo que ocasiona, es, eh, eh, una especie de presión, eh, sobre mí misma, ¿no? Es que tengo que mantenerme fuerte, es que, eh, tengo que, perdonad, que no hace más que llegar, WhatsApp. Bueno, tengo que mantener esta, esta imagen, eh, eh, fuerte, tengo que mantener esta sonrisa, tengo que mantener, eh, y eso, al final, nosotros mismos, nos estamos presionando a nosotros mismos. Eh, la verdadera fortaleza, en cambio, eh, radica en aceptar los propios límites, en reconocer que está bien no ser perfecta, tener límites, eh, está bien necesitar ayuda, está bien tener un mal día, está bien no tener todo bajo control. Esto no significa darse por vencido, o sea, no vayáis a creer ni mucho menos, sino aceptar que ya eres de mi vida, que no puedo manejar sola, que no puedo manejar solo. En estos momentos, cuando me muestro o soy más abierta y más vulnerable y más dispuesta a recibir apoyo, ya sea de Dios o de los demás o de mí misma, es precisamente cuando de repente, en lugar de sentirme frágil, siento que la debilidad se convierte en un espacio de transformación. No sé si me seguís, ¿no? En lugar de cargar con el peso de limitaciones yo sola, yo sola... Solo abro mi corazón a la gracia para que pueda seguir adelante. Entonces, por una parte, lo abro a Dios y le digo, tira de mí porque yo no puedo. Y por otra, al mostrar esta debilidad, pues también consigo que los demás te echen un cable. Entonces, o te entiendan o te... Un día a mí me pasa, ¿no? No sé. Hace nada, una semana, unos días. Pues me levanté, perro la había liado, la cocina estaba de aquella manera. Era un sábado. No, fue ese sábado, hace muy poco. Realmente. Bueno, de estos días que te pillas así con el pie cruzado, la que apareció por allí fue mi hija Sarai. Pues le di dos gritos. Esto no puede ser. Tenéis que encerrar. El gato también la había liado por otra parte. Bueno. Esto no puede ser. Tenéis que tener cuidado porque tal, no sé qué, tal. La pobre se comió todo el rollo que no era suyo. Y me dijo, ojo, pero mamá, no sé por qué me lo dices a mí, que no es solo problema mío. Digo, ya, nos ha parecido tú. Pues después me tocó reconocer mi debilidad. Oye, mira, perdona, es que soy un poco hasta el gorro. Llevo mucha carga, me toca un poco muchas cosas. Me perdonas, le di un abrazo. Ella me dio un abrazo a mí. Claro que sí, perdóname tú también a mí, mamá. Y ahí conseguí, precisamente, al mostrar mi debilidad, conseguí esa empatía y conseguí que se calmasen las cosas y sentirme apoyada. Y no sé si me explico. Entonces, no es solamente desde el punto de vista de Dios que nos ayuda, que nos echa una mano, sino desde el punto de vista de los que nos rodean. Si yo en la empresa, en mi entorno de trabajo, con mis compañeros, tengo un momento de mucho trabajo, de mucha fatiga, y yo intento, pa, pa, pa, yo solo, yo solo, yo solo, pues llega un momento en el que explote. Pero si digo, mira, no puedo más. O sea, lo siento. Entonces, no puedo más. Estoy salvado. Estoy saturada. No puedo. Y entonces, por parte de Dios mismo, se acercarán a mí a echarme una mano. Pero si intento hacerlo yo, me ven crispada, no saben cómo hacer, y entonces no me podrán ayudar. Entonces, el mostrar la debilidad, que intentamos enmascarar de tantas maneras, y hoy en día yo creo que todavía más, pues con todo lo que tenemos encima de mostrar, de demostrar, pues si mostramos no solamente a Dios, para que nos eche una mano, sino a los demás, para que tengan esta compasión, este saber sufrir contigo, ¿no?, que significa la palabra, ¿no?, este sufrir contigo, que tengan esa empatía, empatos, sufrir contigo también, es estar a tu lado. Eso solo se da si eres capaz de mostrar lo que te pasa. Entonces, a veces, es necesario que lo mostremos para tener la fortaleza para que te pongas en la vida. Para continuar. Porque al final, esa es la verdadera fuerza, ¿no?, la que viene de la honestidad, la aceptación, y el amor que surge de nuestra fragilidad, ¿no? No sé si tenéis en mente esas personas que siempre, siempre, tienen la razón, que siempre están en una talalla, que siempre son como de hielo. Pero nadie, al final, nadie es capaz de ponerse en su lugar. Muy poca gente lo soporta, muy poca gente. ¿Por qué? Porque no están mostrando su yo interior, no están mostrando esta debilidad, no están siendo... Entonces, cuando no muestran la debilidad, ni por ellos mismos, o sea, ni aceptan la debilidad de los demás, ¿no?, porque eso también pasa. Cuando uno no muestra su propia debilidad, no acepta la de los demás, y eso, pues, al final, crea soledad, crea estos ambientes en los que vivimos hoy en día, ¿no? Cuando mi debilidad es aceptada y compartida, fortalece las relaciones. Nos hace personas que nos muestran de una manera más evidente su cercanía, su confianza y su apoyo, contrariamente a lo que pudiera parecer. O sea, yo me muestro fuerte, soy una madre tal, no sé qué, puedo con todo, y entonces, eh, la gente no confía en ti, es como esa cosa, no sé, tiene que tener algún, ¿no?, algún resquicio de humanidad, ¿no? Entonces, eso nos hace crear esta empatía. Os quería dar, como en otras ocasiones, una serie de tips para, pues, para abrazar esta debilidad y convertirla en fuerza. Vamos a ver, ¿cómo estos tips? Bien vividos como siempre y llevados a la práctica, aunque cueste, como todos los tips que pongo, que ponerlos a la práctica es más difícil. Os lo he dicho alguna vez, creo, ¿no?, que hacer una, dicen que realizar una acción durante más de 21 días se convierte en un hábito. Eh, bueno, pues, no sé si tanto como en un hábito con 21 días, ¿no? El hábito también se puede perder después, pero, pero bueno, yo creo que, que si intentamos ser formales sí que nos ayudan. ¿Qué es lo que te ha ayudado a convertirte en una persona? Eh, vamos a, si, si, si somos capaces de llevar esos tips y otros, ¿no?, pues, para, para trabajar esta, esta, esta, esta, eh, forma de abrazar la debilidad, pues, eh, veremos cómo poco a poco estas debilidades nuestras van siendo fuentes, eh, de verdadera fortaleza. En primer lugar, eh, el primer tip es, eh, para mí más importante sería aceptar que no está todo bajo control. El mundo actual nos impulsan, me impulsa, te impulsa a tener cada cosa eh, controlada. Queremos eh, ser capaces de eh, llegar a por nuestros hijos, eh, poner lavadoras, eh, doblar ropa, trabajar, eh, hacer bien el informe, eh, eh, ir morísimas de la muerte, eh. Conozco a Heo o a Heo, y a todos ellos. Que si yo knows something, ¿sé? Que si yo conozco a Heo, sí. Que si yo conozco a Heo, sí. monísimas de la muerte y ellos monísimos de la muerte queremos ser buenos amigos salir y la gimnasia o sea vamos a ver no tenemos todo bajo control no es necesario tenerlo todo bajo control aceptar de que no podemos con todo nos abre a nuevas posibilidades de crecimiento no hay vergüenza por no ser perfectos no pasa nada no soy perfecta no ocurre nada no tengo que tener que ser perfecta no ocurre nada lo primero no tengo todo bajo control chicos chicas compañeros amigos no tengo todo bajo control no puedo hacerlo todo ya está si me tengo que borrar del gimnasio este mes me borro no me da tiempo porque porque tengo que hacer dos informes porque tengo que no sé qué porque no pasa nada si les he pegado un grito a los niños pido perdón si en el trabajo he sido más borde de lo normal pido perdón si necesito ayuda en este informe pido ayuda no pasa nada idle ??? si el hijo no estália soll lo pido noche sat ?? lo?? ser? tipo he venido de que reaccionaba con el primero buscar apoyo cuando lo necesité nos tenemos y cargar con todo o sea no tenemos carryang, drugs, alcohols, drugs, drugs, drugs, drugs. Creo una mochila con todo lo del universo. Tengo que buscar ayuda a través de amigos, familiares, ayuda espiritual, ayuda en un grupo. Ayuda en lo que sea. Contratar ayuda. No pasa nada. Es un acto de fortaleza, no debilidad. Necesito a alguien que me ayude en casa. No pasa nada. No tengo que ser la super, super, super mamá. Necesito a alguien que ayude a los niños con las tareas. Me encantaría. Llegar a casa con ganas a las tres y media de la tarde. Ponerme con los deberes. Mientras tanto, poner las lavadoras, doblar la ropa y pensar o ir preparando un bizcocho y la cena. Pero no puedo. A lo mejor podría, llegados al límite físico y moral. Pero no puedo. Si los niños, para salud mental de todos, para que no les pegue dos gritos, para alguien tienen que hacer los deberes con una persona externa, pues con una persona externa. Yo tengo contratada para darle clase a mi hijo Alejandro, a mi hija Clara, que es la mayor. Y la tengo contratada. Le pago menos porque no se tiene que desplazar, porque es de la familia, tiene un precio especial de amigos. Pero la tengo contratada. ¿Por qué? Porque yo con mi estado de correr, de nada, al final lo que puedo hacer es al pobrecito darle un grito. No sentarme cuando debo, que haga los deberes mientras estoy haciendo la cena. No. Sienta con él. Ella tiene un dinerito que le viene muy bien. Y a mí me viene fenomenal. Estupendo. No pasa nada. Necesito ayuda. Vamos a buscar ayuda. Papá, mamá, no puedo ir a recoger hoy a los niños. Papá, mamá, estoy saturada esta semana. Necesito ir a hacerme un cine con mi marido. ¿Os queréis con los niños? Lo que sea. Sin exprimir hasta el máximo, que los hay que ya dicen, bueno, pues necesito ayuda para todo. Y los pobres abuelos viven, y no me dejan ir al límite del agobio ellos. Pero venga, tengo esta debilidad. Y espiritual. Un grupo de apoyo, de apoyo espiritual. Un grupo en el que se habla del evangelio, o de algún tema religioso. En el que se intenta ser mejores. En el que se exponen cosas. En el que unos apoyan a otros. Viene siempre muy bien también. Tercer punto. La fecha de la fecha. La fecha de la fecha. Tercer punto. Ver la debilidad como una oportunidad de crecimiento. ¿Vale? En lugar de ver la debilidad como un obstáculo, veámosla como una oportunidad para aprender, para mejorar y para acercarnos más a Dios. ¿Vale? Para todas estas cosas. Para aprender, mejorar y acercarnos más a Dios. ¿Por qué? Vamos a pedirle, nos acercamos más a Dios pidiéndole ayuda. O sea, que solo no puedo. Como decíamos antes, que no soy capaz. Es que vi una onza de chocolate y me lanzo. Y sé que me sube el azúcar, pero es que no puedo decir que no. O es que... Tengo ese humor de perros y es que por más que lo intento, por más que pido a terapia, por más que me he, no sé, quince veces antes de hablar, es que se me enciende algo por dentro. Señor, ayúdame, ¿no? Y ese ayúdame y ese pedirle y ese me acerca más a Dios. Y también es una posibilidad de crecimiento, de conocimiento interior. Lo reconozco. Reconozco mi debilidad. Y en ese reconocer mi debilidad me pongo en camino para mejorar, para crecer, para superarla, ¿no? Entonces, es una opción, es una oportunidad, perdón, para desarrollarme, ¿no? Para aprender y para ponerme más en manos de Dios. Entonces, llevamos tres tips. El primero, aceptar que no está todo bajo control. Y como no tengo todo bajo control, paso al segundo tip, que es busco apoyo cuando lo necesito. En mi entorno, en un grupo, en lo que sea. Y el tercer tip, veo la debilidad como una oportunidad para crecer. No estoy todo el día chocándome contra el muro de mi debilidad. Es que soy incapaz, es que soy incapaz, es que esto no lo voy a superar nunca. No. Venga, voy a superarlo. Con la ayuda de Dios, voy a crecer. Voy a mejorar. Me voy a conocer mejor. En cuarto lugar, ser vulnerables con los demás. Como os decíamos antes, la vulnerabilidad nos conecta con los demás de una manera auténtica. De hecho, cuando hablan de esto del liderazgo, estos usos de liderazgo y tal, te dicen que muestres una cierta vulnerabilidad. Porque hace que los demás se empaticen contigo. Para que se ponen a tu altura. Entonces, mostrar tu vulnerabilidad hace que conectes más con los demás que también las tienen. Y alguno incluso tendrá tu mismo problema. Entonces, hace que se crean lazos. Al compartir nuestras luchas, pues abrimos un espacio para que otros también las compartan. Si nos cerramos en nosotros mismos y no decimos nada, pues el otro tampoco nos cuenta nada. Pero si yo digo, Mira, tengo un problema super grande. Porque es que no puedo. O sea, llego a casa, estoy agobiada. No puedo con la vida. Luego les pido a los niños cuando no les tengo que gritar. Luego no le hago caso a mi marido. Luego tal. El otro te dirá, jo, a mí me pasa igual. Es que no puedo con todo. Y por lo menos servirá para crear estos lazos y para encontrar también a veces soluciones. Oye, pues a mí me pasaba esto. ¿Sabes lo que hice? Pues a mí me pasaba esto. ¿Sabes lo que hice? Mira, lo que hice fue esto. Llegar a casa y primero me estoy un ratito quieta, haciendo nada. Oye, si la casa no sé qué, pues que la casa se vaya a garete. Y luego, he organizado a los chicos, a los niños para que me ayuden con las tareas. Y he contratado a una persona, mira, es super maja, no cobra mucho, para que me eche una mano por lo menos con la plancha. Y yo qué sé. Entonces, al compartir estas luchas y con los demás, se crean relaciones más profundas. Y más significativas. Que cuando simplemente estamos... Que cuando simplemente estamos... No compartimos nada y nos mostramos siempre fuertes y siempre sonrientes y siempre alegres. Habrá un tipo de persona que quiera esta superficialidad, que sí que conecte contigo a nivel muy superficial. Pues para tomarse un café y echarse unas risas. Pero no tendrás estas relaciones íntimas. ¿Vale? Entonces, ser vulnerables con los demás. Ser vulnerables con los demás. Recordar que la gracia de ti, pero no el menos importante, sino el más importante. Recordar que la gracia de Dios no es sosciente. Así como San Pablo encontró la fuerza en su debilidad a través de la gracia de Dios, a través de su ayuda, también nosotros podemos encontrar en nuestra fragilidad un camino de renovación. Sabiendo que no estamos solos. Porque Dios, porque Jesús nos acomoda. Porque Dios nos acompaña. ¿Vale? Porque nos da la mano. Y nos dice, venga, tú no puedes. Te vas a poder si no puedes ni con un litro de agua. Necesitas que te eche un cable. Necesitas que te lleve en brazos el 90% del camino. Pero tú tienes que caminar el 10% conmigo. Entonces, no estamos solos. Dios está con nosotros para todas esas debilidades con las que no podemos. Con las que nos sentimos. Con las que nos sentimos incapaces. Es impresionante, ¿no? Pero cuando de verdad lo hacemos así, de pronto nos damos cuenta de que cosas que nos parecían imposibles se van tornando posibles. Incluso ocurren cosas en nuestro entorno que nos facilitan las cosas de una manera inesperada. Pues a lo mejor te llevas fatal con un compañero de trabajo y de repente se marcha a vivir a otro sitio. Sé que es un poco radical. Pero a veces pasan esas cosas. De repente dices, no, mira, a Dios me ha echado un cable, pero directo, porque no podía con él. O sea, es que imposible. Ni con ayuda. O sea, no era factible que nos pudiésemos tratar. Y de repente va y se va a solito. Entonces, a veces ocurren estos pequeños milagros cotidianos en nuestra vida, ¿no? Cuando ponemos las cosas en manos de Dios, cuando nos relajamos. O directamente, cuando nos relajamos. O directamente, alguien que nos parecía absolutamente insoportable, pues nos parece menos insoportable. Y nos parece tragable. No es que le queramos en nuestra vida todos los días yendo a comer al bar de la esquina, ¿no? Pero se transforma en alguien tolerable. Bien. Vale. No amigo íntimo, pero bueno, para colega de la oficina ni tan mal. Entonces, os repito los tips. El primero, no tengo todo bajo control. Como no tengo todo bajo control, el segundo tip es busco apoyo cuando lo necesito. Y el tercero, y veo la debilidad como una oportunidad de crecimiento. También, de la mano. Me muestro vulnerable a los demás. Muestro mis límites. Mis no llego. Mis muestro todo esto que tengo ahí a los demás. Sería el cuarto tip. Y el quinto, recordar que la gracia de Dios nos sostiene. Es él. No eres tú. Tú no puedes con nada. No es que no eres capaz. Eres capaz de muy poquito. Como digo, del 10%. Como mucho. El resto lo lleva él. ¿No? Ese es fundamental en esta sociedad. En la que tenemos que ser súper todo. En la que tenemos que mostrarnos rígidos, fríos, fuertes. Es muy importante que seamos capaces de darnos cuenta de esto. Porque a veces, estos caparazones de fortaleza que nos ponemos alrededor para que los demás no lo noten. A veces, estos yo puedo con todo. Estos desembocan en frustraciones muy grandes. Porque la realidad está ahí. La realidad se impone. No puedes con todo. Eso es un hecho. Es inviable poder con todo. Por muy bueno que sea. Entonces, se ven estas personalidades o estas personas con crisis de ansiedad. Que cada vez es más habitual. Que terminan con depresiones. Que terminan en estados complicados. Porque intentaron cubrir algo que estaba ahí con capas de cosas. Y al final, como decía antes. La olla a presión acabó explotando. Por suerte, yo soy una persona bastante sentimental. Y bastante... Aunque es verdad que me cuesta mostrar mis debilidades. Bueno, pues las tengo que sacar. De alguna manera. Por supuesto con Dios. Por supuesto con amigos. Por supuesto en determinados ambientes. Incluso, como digo, muchas veces con los propios niños que ya van siendo mayorcitos y van entendiendo cosas. Por suerte. Pero hay gente más fría. De naturaleza. Menos emocional. O menos emotiva. Que es capaz de hacer de esta capa de fortaleza su forma de vida. Y como os digo. No es ya sólo que... Pues no consigan la empatía de los demás. Sino que toda esta situación les va rodeando de... Pues se van sintiendo solos. Van sintiendo cada vez más presión. Y puede desembocar. Y como os digo en estas otras cosas. Que tiene tanto la sociedad actual. Hoy hemos hablado de algo. Que aunque nos resulte incómodo. Es fundamental. Y está ahí. No podemos ocultarla. Es una realidad. Nuestra debilidad. Nuestra debilidad en singular. Que es nuestras muchísimas debilidades. En plural. Cada una las suyas. Al igual que, como os decía. Dice San Pablo. Al igual que San Pablo. Debemos aprender a ver nuestras limitaciones. No como una debilidad que nos define. Es que soy. Eso que tenemos tanta costumbre de decir. Es que soy. Muy. Colérico. Es que soy. Muy vago. Es que soy. Muy. Vale. No como algo que nos define. Sino como una oportunidad para abrirnos a la fuerza. Que viene de Dios y de los demás. A ver. Es que tengo este defecto. Tengo esta debilidad. Tengo este problema. Voy a ver en ello una posibilidad de crecimiento. Voy a ver en ello una posibilidad. Voy a ver en ello una posibilidad de que Dios me ayude. De darle la mano. Aceptar nuestra vulnerabilidad. Nuestra debilidad. Nos hace. Librarnos. De expectativas que nos pesan. Y nos abrimos a la posibilidad de crecer. Y sanar. Eso también hemos hablado en algún momento. Esa herida. Que cubrimos. Cubrimos. Cubrimos. Y no dejamos respirar. Les pasa a lo mejor a los críos. A veces. Se hacen una herida. Les pones una tirita para que no les roce el zapato. Y yo muchas veces. No. Por la noche. Quítate la tirita. Se duchan. Ay me la quiero poner. No, no, no. Quítatela. Tiene que respirar. Porque si no, no sana bien. Y muchas veces cubrimos. Tapamos. Ponemos ungüentos. Ponemos de todo. Nos ponemos la caperuza esta de la fortaleza. Y entonces la herida queda ahí. Y al final pues se convierte incluso en enfermedad. Así que lo que yo quería hoy. Es que yo quiero que todos los que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Que nos acompañen. Así que lo que yo quería hoy. A reflexionar. Sobre vuestras propias debilidades. Hacer un examen de conciencia. Sobre las que los defectos que tenemos. Cuáles son los defectos predominantes. Esto que se hace cuando uno hace un examen de conciencia. Pero no solo eso. Sino nuestras otras debilidades. Las que no son nuestras. Quiero decir. Que no son de nuestra personalidad. Que no son de nuestra personalidad. O de nuestra forma de actuar. Sino que tenemos alrededor. Debilidades. que tenemos alrededor keyboards pues por nuestro entorno. Sua debería después organización. Quran instación la se Str sau porque tenemos mucho trabajo nose. Salte que punto débiles tenemos en nuestro Air Nubank sauce el??? dentro como fuera. Y como sobró todo reflexión alsorbe como po demos abrazar las lugar de tenerla el lugar de chakra Nosfiqa. Nosfiqa mettre, conocer. El lugar de chocolate nosziemos los buches en el lugar de uno sobre todo a évidemment ?? influencers en??osuez. contra ese muro, ¿no? ¿Cómo podemos darle un abrazo al muro? ¿Cómo podemos transformar lo que vemos como un obstáculo en una oportunidad para crecer más más cerca de lo divino y más cerca de los demás? ¿Cómo podemos ver en este defecto, en este problema, en esta necesidad una manera de acercarnos al prójimo y acercarnos sobre todo a Dios? Eh... Creo que si hiciésemos este ejercicio esta semana, me daría como un canto en los dientes. Yo voy a procurar hacerlo y a ver si os cuento alguna cosilla, ¿no? Pero de cómo me va en otra semana. Pero de verdad que entiendo que es importante que nos demos cuenta de esto, ¿no? Que en la sociedad en la que vivimos nos demos cuenta de esta realidad. Eh... Mmm... Un millón de gracias por acompañarnos una vez más en Trabajando Esperanza. Y nos vemos la próxima vez. Pues con más reflexiones, con más tips y con, sobre todo, con más esperanza. La semana que viene quiero retomar algunos de los WhatsApp que tengo por ahí perdidos. Así que nada, haremos un poquito de refrito, aunque hablemos de algún tema. Pero haremos un refrito de WhatsApp para responderlos y para verlos con vosotros, ¿de acuerdo? Así que nada, por si acaso, alguno queréis comentarme algo sobre este programa o cualquiera de los anteriores o cualquier cosa que se os pase por la cabeza, os paso el WhatsApp del programa que es el 666 Una vez más, gracias. Os espero el miércoles que viene a las 9 de la tarde y la noche. Un abrazo grande. Adiós. Adiós. Adiós. Adiós. Sous-titres par LaVacheSquid
Trabajando esperanza #20
Fecha: miércoles, 19 de marzo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 38:59
Mostrar transcripción de Episodio 20. El silencio.
Transcripción de Episodio 20. El silencio.
?? Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you. There is another very important silence that is the silence necessary for the relationship with God. The one that I also wanted to talk to you about, because it also happens to me. As Catholics, we know that silence is essential for our relationship with God. Many times it is difficult for us to be in the silence in front of God. I confess, it happens to me. I don't know if you have the experience of spiritual exercises, right? That you arrive all in silence. Silence in the chapel. Silence, only the talks of the speaker, right? Of the one who carries the exercises. And there are moments that you say, my God, I need to talk to someone. I don't know, he's going to give me something. You don't have that habit, that inner peace. So you spend a time, maybe a few hours, a day, in which you are more in the silence. You are more uncomfortable because of the silence than the good that is doing you. But once this moment happens in which you get comfortable, that you can't be looking at the mobile, that you can't be talking to the one next to you, that you can't. There comes a time when once you get comfortable, you do. And you can start talking, this conversation with God. Sometimes in our prayer, as it is little and it is short, we are used to talking, asking, thanking. We are. I mean, I have to thank. So I do it with this gratitude that I mark here of challenges. Many nights, some I miss, but I try. Three things to thank God for. So hey, thank you very much because my daughter has arrived well from the trip she made to Santiago, from the pilgrimage to Santiago. Hey, thank you very much, sir. Now, thank you very much because, well, because it has been a fruitful day and because I have been able to give you this or that. Another and such. And hey, now I'm going to ask you something. Well, hey, please help me with this or help this person or I ask you for such a person. Okay? But we talk and then we sleep. I mean, at least I. My conversation is over. I don't let him talk to me. We don't have that habit. We forget to listen to him. In our life of faith, however, silence is the place where God speaks to us. We don't. Let's imagine that we are. We are praying, right? Many times our prayers are long, full of words, right? As if we wanted to convince God of something. Hey, look, gentlemen, look, it turns out that I have committed this wrong, but you understand me because I am having a fatal moment. This person I don't know what this other I don't know how much and such. They are going to give me a hand because look what happens to me, right? We are not there telling him our roll, which is fine. I'm not saying it's wrong, but what happens when we stop? Not when I propose, right? And then we'll talk about it too. But. What happens when you stop? Not when instead of talking, you leave the words alone and we're just listening to him. There is a I don't know if it's a joke or not of one who goes to the chapel. A very, very basic man. I mean, I mean, without a large theological culture. Then he went to the chapel. The hours passed there. And he entered. He was looking at the Lord in silence. And maybe an hour and a half. And an hour and a half later he left. And the next day the same and the next day the same. And there comes a time when the parish priest feels curious about. For hey, Juan, you are every day. You've been in the Holy Spirit for a long time. What do you tell God? What are you talking about? He says, well, I don't tell him much. I just say good afternoon or good morning, sir. Here is poor Juan and that's it. There's nothing else, right? Look at that. It's the simplest and the most valid. Because it's when we're in silence, when we're letting his presence wrap us around. And sometimes in that silence is precisely where the answer is. It's like when you're talking to someone that if you talk all the time, you're not going to be able to shake a hand, right? I mean, you're going to be able to shake a hand, helping you actively in something specific, right? But he's not going to be able to give you a cable. He's not going to be able to give you an answer. If you only talk, right? But the same thing happens with God, right? In the scriptures, Psalm 46 10 says, be still and know that I am God. This is a mandate that makes us in the form of invitation, right? That I want to read here in the form of invitation. God invites us to rest in his presence, to be still, which is the same as silence, to do nothing, to allow him to speak to us in the depths of our being. This type of silence is not an empty silence. I don't know what to do. Look, it's true that many times I tell you, as we don't have a custom. I get all the distractions from the universe. What if dinner? What if the children? What if the husband? What if? Okay, nothing happens, right? Because this silence is profoundly transformative. So silence was commenting on you. First of all, as a tool of emotional sanction necessary when something hard happens to us, that we are going through. And silence in relation to communication, in relation to this relationship with God, worth the redundancy, okay? But there is also another silence about which I wanted to emphasize, which is silence in personal relationships. This silence also plays a vital role in our lives, in our relationship with others. Sometimes even in our relationship, with our partners, friends and family. In a world where everyone has something to say, wherever, on social media, silence can be a way to listen to truth and show that respect and that affection and to be really, really present. It happens to me many times. I don't know if it happens to you. When someone is telling me something, I interrupt. No, the one who. Well, I don't know what. Let me tell you. He tells you something about something that happen and you want to give him an answer right away. That's not to give you an example yours and tell him what's going on at that point to you. And then all of a sudden what was an listening to his problem is turning into a trying to find a solution as soon as possible and joining you in that in that dynamic so that you can also hear what's going on with you. No, then. What happens if a discussion with a friend or with your partner, with your husband, with you? your husband instead of interrupting we shut up and we give that space for it to be expressed what a moment especially for women who have a lot to say but what a moment that moment in which you leave him that silence for it to be expressed and then later if you say something that maybe surprises you and you realize that what he says is more in tune with what you thought than what you imagined but if you cut before the time you don't have time for that to happen so this becomes a way of empathy that the other in ??? Herrard knows what goes on more than when he try to hear when you try let's say scripture what he is saying no hey is that the other day you do not know what and the other or not let him finish beca explain to me what happened what he did wrongretched hey shut up and when it ends, look to see because maybe you are surprised and you realize that you are right and not because it is the silence that we have made allows us to give way to explain ourselves and give us a foot to understand the other person better and see things from their perspective then in these interpersonal relationships also silence is very important to know how to listen that what is said all life is to know how to listen is one thing that I have pending also that is, all the things that I am saying are things that I know that they also come to me phenomenal then there is silence in the noisy world it would be in general with what surrounds us with ourselves how to achieve it then I will give you some tips but I would like before the tips because well we find ourselves the biggest challenge one of the biggest challenges we have today is to find in this world so noisy that it does not stop talking is silence because because because we are used to all and every one of our holes in our life with things with words with actions especially as I said at the beginning it is very evident the micro moments it is not especially as I said at the beginning it is very evident the micro moments it is not these small moments ............... before we had this time to think together, legs when we were younger in the television series, in the middle between part and part there were ads, those ads could not be changed and you ate them with potatoes no then this silence of time, this announcement time, either you saw the announcement and quietly, lame, you also exercised the patience well, or else you raised them, went to the bathroom, then you didn't do anything, people's You got up, went to the bathroom, drank a glass of water, chatted with the person next to you. Hey, this part of the chapter is coming. Today you see everything from the shoot and you go to sleep. You can even see two or three episodes of the shoot without an announcement, without anything. So we don't have that gap to even comment because it interrupts the film or the series we're watching. So today it's all so fast and there's so much speed, so much noise, that the simple act of being silent can be terrifying. It can be, it can seem impossible to us, right? But what happens, I tell you, what happens if we create some small moments in our lives, in our routines, in which we are silent, okay? Let's imagine, for example, a moment in which you turn off the phone for 15 minutes a day. You sit in a quiet place and you simply allow yourself not to do anything. You realize that this is going to be much better for men than for women. Really, I mean, sure. But without a phone, without anything. This type of silence repairs you from the inside. And if you take it as a habit, possibly if it's only five minutes, it won't give you time to enjoy it because you'll spend time thinking, mother, mother, time doesn't pass, time doesn't pass. But when you do it as a habit and you already have a habit, you already have a habit. You get used to living it, to enjoying it and to feeling that experience, those first few minutes a little uncomfortable, and then you simply let whatever has to come to your head, to your heart, right? Instead of living from thoughts, silence is what will help us to understand. It's true that when silence is too short, we're going to fill it with thoughts and it won't give us time to do more. But if we make a slightly longer silence of these, maybe 15 minutes, that I told you before, well, the I have to make the purchase, I have to buy this for I don't know who, is going to take me to I don't know who, what happens to this, and the one who happens to this, for example, to your daughter, happens to I don't know what, and then the thought is going to take you to a kind of path that can help you to solve, to solve things that are happening to you. I understand that it is very difficult for us because we are not used to this time, this moment, this break, and also because life takes us, right? Especially those of us who have family, because you sit on the sofa for 15 minutes and the same thing interrupts you 15 times. It is possible that not, because like each one of the things, maybe you stay there and you don't even realize that you have sat down for 15 minutes, okay? But I think this exercise can be useful for us, right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? Right? control over our mind and over our emotions and actions and then it is not about selfish silence that what you want is to be in peace and quiet and leave me alone that I am in my moment of silence is not necessary for our mental and emotional health because we are overloading it we have a thousand cables working 100% and as I say in the case of women it seems that that is more normal but the men who need those spaces are filling them up and sometimes that also goes to the bill as I was saying we are going to try now a series of tips that you already know that I like to incorporate silence into our daily life as I say whenever I comment on you I try to take them to practice too so I have meditated on them very much before putting them here for you because I have to fulfill them too let's see let's see okay the first would be this last one that we have this last example that we have put would be to take a daily break dedicate at least 10 minutes a day to disconnect from your outside world okay within what fits if my son needs something because you interrupt that you are going to do but try that at that moment they are moments in which you know that your children will not give you the can that your husband will not tell you anything that they will not call you for you will not tell you anything that they will not call you for you will not tell you anything that they will not call you for you will not tell you anything that they will not call you for you or disconnect the phone that is to try to favor do not put yourself on the line of fire saying yes yes I put my 10 minutes but just at the time that I know that my children are going to ask me for the snack because I do not know what the school and for I do not know how much hey no try that in the easiest to fulfill is worth then this can be as easy or as delightful as being in silence while you have a coffee or taking advantage of the time to have a little time of prayer to say come now where my husband is watching a series I already have it fixed to go to bed I am in bed sitting instead of putting myself also a series or look at the mobile phone 5 minutes before I go to sleep or I am going to take these 10 minutes 10 minutes of clock to be in silence while I take a snack okay then let's put ourselves a daily pause of 10 minutes 10 minutes look at my series 10 minutes within everything that is our day but the good that we can the second type silence conversations and I put myself here a note of attention attention warning like the house a pine I will try but to see if I can silence conversations listen more and speak less sometimes what helps the most as we said before what is up to hearing in silence without interrupting and giving advice there are times that the advice I do not know if you have this experience also the advice I want to let not know to not or I almost happens sometimes I happen to me something and I know that there is no I have a problem, okay, I imagine that I do not have a big problem or tell x people What I want to do on??? Lo que quiero es soltarlo porque si me lo quedo dentro, lo mismo exploto como un carburo. Lo que necesito es soltarlo. Pero yo sé que la solución o no hay, o es A, o es B, o es C, o me toca esperar. Yo mil veces, muchísimas veces, la mayor parte de las veces, por no decir el 99,9% de las veces que yo cuento algo que me agobia, sé que la solución es X. O sea, sé cuál es la solución, pero necesito contarlo. Luego, la persona que me ha escuchado me podrá decir, mira hija, paciencia, o mira tal, no sé qué, y me podrá dar un apunte. Que tendrá bastante que ver con lo que yo he pensado, o a veces no. Pero muchas veces sí, ¿no? Entonces, deja que la otra persona suelte. Una vez que haya terminado y que notes que ya no necesita soltar más, entonces, mete baza para que se sienta acompañado, dale un pequeño consejo si se lo tienes que dar, o apoyo si necesita apoyo. Que es la mayor parte de las veces lo único que va a necesitar, ¿no? Silencio en las conversaciones. Una pausa diaria de 10 minutos. Tercer tip. Encuentra un espacio de silencio en casa. Esto puede estar en consonancia con esos 10 minutos o no. Empieza y termina el día con estos minutos de silencio. ¿Vale? Que pueden ser estos 10 y luego solamente 5. Esto te ayudará a calmar tu mente y a empezar y terminar el día con paz. Y con intención. No digo, porque yo lo hago, ¿eh? Mientras me arreglo, pues me pongo los 10 minutos con Jesús, estos que hay por ahí, por las redes, algún audio de algo que me viene bien. Bueno, pues en vez de ponerme la radio, como hace mucha gente, pues yo me pongo eso. No nos referimos a eso. Nos referimos a 5 minutos de silencio, ¿no? Y sería ideal, si eso es factible, que encontremos un lugar donde esto pueda cumplirse. O sea, pues eso es lo que digo, la habitación antes de dormir, o tengo una butaquita en no sé dónde y me pongo a mirar al firmamento mientras me tomo un café y un té y una manzanilla. ¿Vale? O sea, encontrar este, como este es mi lugar de silencio, que también nos va a ayudar mucho. El cuarto tip sería... Este otro que os he comentado antes, perdón, que me he liado. O sea, sería, por una parte, el tercer tip sería... Encuentra un espacio de silencio en casa, ¿vale? Que es un espacio donde tú puedes estar en silencio, donde puedes reflexionar, orar o descansar en ese tiempo tuyo y en ese lugar tuyo de silencio, ¿vale? Que es uno de los... el tip tercero. Y el cuarto sería encontrarte un espacio, un tiempo de silencio al principio y al fin del día. ¿Vale? Como veréis, están todos bastante relacionados, pero son añadidos, ¿vale? Por último, no tengas miedo al silencio, que es una de las cosas que os he dicho desde el principio. A veces, el miedo al silencio está relacionado con el miedo a enfrentarse a lo que sentimos, ¿no? Primero, es un miedo como una inquietud, el estar en una situación, perdón, en la que no sueles estar. En estar en un entorno en el que no sueles estar, que es este entorno de silencio, ¿no? Al que no estás acostumbrado. Entonces, eso crea como una sensación de... Ay, de... A ver si termina esto ya, porque no te acostumbres. Entonces, quieres enseguida coger el móvil, quieres enseguida no sé qué, miras enseguida la hora, ¿no? Esta situación. Pero muchas veces está relacionado con este miedo a enfrentar lo que hay dentro del todo, ¿no? Es como un artilugio del que se vale a veces alguien el mal, o a veces simplemente del que... Bueno, pues nos valemos para no querer afrontar, como decíamos al principio, determinados sentimientos, etc., ¿no? Entonces, hay que intentar quitar este miedo. Practicar el silencio sin juzgarte. Es importantísimo. Que podría estar dentro de este tip o en un tip diferente. Porque a veces aprovechamos estos momentos de silencio para meternos una caña y nos damos cera. Oye, fíjate esto que mal lo he hecho. Y ahora resulta que... Te viene a la mente que contestaste regular a tu hija y no tenía que haberle contestado así. Y es que eres un desastre. Tienes la casa mangada por hombro y aquí sentada 10 minutos haciendo nada. Tienes que poner una lavadora. Es que de verdad no te da la vida. Es que si te centrases más hicieses... No sé, ¿no? Para meterte cerita de la buena. No. No emplees esos minutos de silencio para meterte cero. Para analizar tus ideas. Para mirar en tu interior. Para ver cómo te sientes. Para hablar con Dios. Es fenomenal. Pero no te metas... En la caña. Y sobre todo, el final de todos estos tips y digamos un poquito del programa de hoy sería... Aprende a convivir con lo que te viene a la mente. No pasa nada. Es un rato de silencio. Y el rato de silencio está para eso. Como os decía, muchas veces una idea ilógica... O sea, no descartes cosas que te vienen a la cabeza. Es como en la oración. A veces queremos estar como muy centrados en la oración, ¿no? Y es como... Venga. Señor. Señor. Aquí estoy. Haz de mí lo que quieras. Te escucho. No sé qué. Y de repente te viene la lavadora. Y después te viene la compra. Y después no pasa nada. Está ahí. Pero muchas veces esos pensamientos que han venido te llevan a otros. O sea, no sé si os pasa, ¿no? Que tiras es como las cerezas. Tiras de un pensamiento y te lleva a otro que no tiene nada que ver. Pero que estaba ahí en el fondo porque te preocupaba, ¿no? Y entonces sale cuando le dejas salir. Cuando dejas que las cosas fluyan. Entonces... Eso ocurre muchas veces cuando hacemos este silencio, ¿no? Que de repente... Pues es lo que te digo. Estás pensando en que tienes que comprarle unas barritas de no sé qué que se lleva para el colegio a tu hijo pequeño. Y piensas... Y entonces piensas en él y en que tiene un problema con esa asignatura. Y cómo podría ayudar esta asignatura. Y de repente de ese problema con esa asignatura te das cuenta de que muchas veces le dices eres un desastre. Y dices, Jope, pues es que es un desastre. Pero a lo mejor tendrías que compensar o decirlo de otra manera. Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente... Y de repente...
Trabajando esperanza #19
Fecha: miércoles, 12 de marzo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 44:51
Mostrar transcripción de Episodio 19. El perdón.
Transcripción de Episodio 19. El perdón.
Be sure to check out the home app in the description! Thank you. Thank you. Thank you. El perdón. Sin más, comenzamos. El perdón me parece un tema siempre. Importante. Ya que es una gran fuerza para la sanación incluso emocional. Ya no nos metemos en otros temas más importantes, pero me parece fundamental. Especialmente en este periodo de cuaresma, en el que estamos llamados a la conversión. Estamos llamados al sacramento de la reconciliación. En este momento. Bueno, el momento. El perdón. El perdón no es solamente un acto de liberación hacia otra persona cuando perdonamos a alguien, sino que también es un regalo, cuando lo hacemos nosotros, que nos damos a nosotros mismos. Hoy quiero explorar con vosotros cómo el perdón puede ser ese arma poderosa para sanar nuestras heridas emocionales y espirituales. Cómo puede ayudarnos a seguir adelante y cómo puede renovar nuestra esperanza, incluso cuando parece que las circunstancias no terminan de mejorar. En este trabajo, trabajando la esperanza, en este trabajo que tenemos cada semana, he pensado que este tema era fundamental. La semana pasada hablamos de la gratitud. Y esta no menos importante, el perdón. En mis libros, a fuego lento, especialmente en el primero, pero también en el segundo, el perdón tiene una base fundamental. De hecho, en una reposición que estamos pensando hacer del primer libro, en una especie de reescritura, hemos pensado en cambiarle el nombre, llamarle 70 veces 7. Luego entenderéis por qué. Los personajes viven esos perdones. Y ellos tienen esos procesos de sanación emocional y de reconciliación, no sólo entre ellos, sino también con Dios, de una manera fundamental. Digamos que ese perdón de Dios es el que marca esa transformación y ese perdón a uno mismo, que es importantísimo. Hoy quiero profundizar en cómo el perdón está en el centro de las relaciones humanas, cómo se conecta con la familia, con esta relación de la que hablábamos con Dios, a través del sacramento de la reconciliación. Y cómo el perdón hacia uno mismo puede terminar por liberarnos del peso del rencor. Del peso del rencor, cuando es el perdón hacia otra persona, o del peso de esas heridas cuando no somos capaces de perdonarnos algo a nosotros mismos. Qué suerte tenemos los católicos, que cuando nosotros no somos capaces, viene un sacerdote y te dice, Dios ya te ha perdonado. Irá para la iglesia. Y te dice, Dios ya te ha perdonado. Y te dice, Dios ya te ha perdonado. Y te dice, Dios ya te ha perdonado. Irá para adelante. Qué suerte tenemos los católicos. En primer lugar, me gustaría hablar de la reconciliación, de ese perdón dentro de la familia. Ese es el primer espacio donde muchos de nosotros experimentamos grandes heridas. A veces, las personas que más amamos, pues porque están más cerca, y porque precisamente tienen esa parte tan importante de nuestro corazón, porque tienen la capacidad de hacernos más daño. Y son las que más nos pueden lastimar. Sin querer, o incluso a veces con intención. Y es ahí donde el perdón juega un papel crucial. Perdonar, ni dentro de la familia ni fuera, no significa olvidar. No es ese rencor que dice quien dice, yo perdono pero no olvido. Que es como, no te perdono ni te olvido. Vaya, que lo sepas. Pero dicen, no te perdono ni te olvido. Bueno, perdono pero no olvido. No. Yo creo que olvidar, digamos que tenemos la memoria para prevenirnos de cosas que nos pueden hacer en el futuro daño. Olvidar sería un acto de, creo, irresponsabilidad. Yo creo que Dios nos ha dado la memoria para algo. O sea, si esta persona te ha hecho daño, acuérdate. Perdónala desde el fondo de tu corazón, pero acuérdate porque te puede volver a hacer daño. Entonces tendrás que tener cuidado para que no vuelva a hacerlo. Pongo un ejemplo, muy fácil. Le contamos un secreto a nuestro mejor amigo. Y nuestro mejor amigo se lo cuenta a su otro mejor amigo. ¿Vale? Y al final acaba sabiéndolo medio barril. Vale, te perdono. Es que fíjate, pensé que no lo iba a contar. Yo te lo he contado a ti, no se lo contesta a nadie más. Venga, te perdono. Sí, te perdono. Sinceramente. Sigo siendo tu amigo. Pero no te contaré secretos profundos si no quiero que nadie más lo sepa, ¿no? Porque corro el riesgo de que los vuelvas a contar y me vuelvas a hacer daño. Yo te he perdonado desde el fondo de mi corazón, profundamente, sin problema. Pero me acuerdo de que esto lo hiciste para no volver a caer, ¿no? A esto nos referimos con que el perdón no es lo mismo que el olvido. Muchas veces va de la mano. Porque si yo lo que estoy es cada vez que le veo pensando, fíjate, hizo esto mal. No, no, le perdono. Lo dejo aparte. Sigue siendo mi amigo. Entiendo que fue un momento de debilidad. Pero también entiendo que puede ser que tenga otro. ¿Vale? Y no vuelvo a meter la pata en ese sentido. Perdonar dentro de la familia, como decía, no significa olvidar o justificar lo ocurrido. No tenemos por qué justificarlo. ¿Vale? No. Lo que pasó esté bien. Eso no es perdonar. Pero sí significa que elegimos soltar el peso del rencor y liberar nuestros corazones para vivir en paz. ¿No? Además, Jesús dice que la medida que uséis con el otro la usarán contigo, la usarán contigo, ¿no? Bueno, vamos a ver. Está mal. Lo has hecho mal. ¿No? En el caso de un hijo, ¿no? Que a lo mejor grita una madre. Oye, está mal. Te castigo. O te regaño. O lo que toque. Pero te perdono. Ya está. Ya pasó. Se acabó. Pero está mal. No justifico lo que pasó porque tenía un mal día. Porque, bueno, puedo justificarlo. A lo mejor a veces que, bueno, no sabemos, ¿no? Ha supeñido un examen. Está nervioso. Está de exámenes porque llega la edad y está más tenso de lo normal. Pero está mal. A tu madre no se le grita. ¿De acuerdo? ¿De acuerdo? Es como en A fuego lento. Los personajes luchan. Con las heridas familiares. No es fácil. Pero es necesario para seguir adelante. Los padres de Marta perdonan a Marta por lo que ha hecho mal. Evidentemente la perdonan. Pero ponen todos los medios para que eso no vuelva a ocurrir. Y evidentemente no lo olvidan. También para tener en cuenta con respecto a la crianza de sus dos hijas menores. ¿Hemos podido cometer algún fallo? Vamos a ponernos en marcha con ella para que no vuelva a ocurrir. Y vamos a tenerlo en cuenta para que no vuelva a ocurrir tampoco con las hermanas que vienen detrás. Porque no podemos tener el perdón que nos han dado. Y luego está el perdón de Dios, que es un gran ejemplo de misericordia. Y luego está el perdón de Dios, que es un gran ejemplo de misericordia. Como os decía, ¿no? El sacramento de la reconciliación, la confesión, nos ofrece la oportunidad de recibir el perdón de Dios. Sin importar cuán grandes que sean nuestras faltas. Este perdón no solamente nos alivia espiritualmente, sino que es una renovación interior que nos permite volver a la vida. start again and move forward with hope, okay? So the same thing happens in the... God doesn't tell us, hey look what you've done, it's phenomenal, no, hey look poor thing, it's that you've fallen there because look at what you have on top. No, we understand each other from the bottom of our hearts and you know that there are, how to say, attenuants or not, but what it does is forgive us. Well, this same measure, as I was saying, is the one we have to use with others. I understand that this has happened, I don't know, it's not okay, but I, in the bottom of my heart, forgive you. I'm not going to be there with the rung rung. So here would be the forgiveness of the family. Who says the family says to the friends, to the companions, okay? In second place, it would be, I think it is a more complex forgiveness. As I was saying, we Catholics are lucky to have the Sacrament of Reconciliation that helps us in that sense, because sometimes there is no one harder with oneself than the Church. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. than one himself, okay? With redundancy. In this forgiveness process, sometimes we forget just that the most important thing is to know how to forgive ourselves. Many times, as I was saying, we are our worst critics, right? We cling to repentance, to the decisions we make, to the mistakes we make, and it is difficult for us to forgive ourselves. Well, however, forgiving oneself is essential. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful with ourselves. And so, as I was saying, we have to be more careful of who is blind, told We living in noise, that every moment is supposed to heal us. that every decision is important, until the most important to hold to one's sense Developer to suffer and make each forgiveness ?????? capital or shredding. We have to forgive, we have to stand up for our sins. When the Heavenly Father Himself says, or the law is good for the? Mall do good to the poor agenda it is the world best still. Who forgives has free?walk the world? giants great sum there's a ??? la paz interiores. Jaime, right? Well, that's it, you fell. No, I don't want to go ahead, I don't want to make spoilers, but that's it. You have made a mistake, I forgive you. It doesn't mean that you keep making mistakes because sometimes it happens, right? That person who, well, who maybe has made a mistake, a small one, and to justify himself, he keeps committing and saying, wow, well, it's not for that much, right? Or I don't have a remedy, right? He says to himself, I don't have a remedy anymore. And maybe he says to the others, well, it's not for that much. So, it's what I was telling you, right? In A Fuego Lento, the protagonist also has to learn to forgive, to let go of the guilt, because she sees things that she understands that she has committed, that they were committed before and that have marked a before and after in her life. Even it's from the past life. Consciousness is to be forgiven. And the forgiveness. For us. To don't do this now. To don't fall into forbidden love. The forgiveness, towards ourselves, is the greatest act of our own love. And allows us to heal . But if everyone forgives me, but I continue to feel guilty inside, it will cost me a lot more to move forward. It will be impossible for me to move forward. Now I want to share with you that little piece of history, so as not to make more spoilers, that deeply touches the subject of forgiveness. It's the whole book, let's say that the center of the book is that forgiveness, but this little piece is the one that touches it in a more intense way. Forgiveness, shame and healing. It's an extract where Marta faces her mistakes. She looks for reconciliation with God. Initially, she sits down with Nao Jaime to talk, but it ends up being a confession. She discovers, little by little, that depth of God's mercy and how, by opening her heart to God, she can free herself from the burdens of the past. Now I'm going to read you this extract, it's not very long. Marta's life I knelt down in the confessional. The truth is that that kind of closet made it easy enough to open. That of not seeing his face, that your interlocutor puts on, has its own. Well, Martita, daughter, your parents have not told me exactly what happened. But I know that what happened was a mistake. But I know that whatever it is, it is serious. Because of how I see them and, above all, because of how I feel. You don't have to tell me anything if you don't want to. But I think you're just as good at talking about it. And well, I assure you that I've heard everything. You're not going to surprise me. I think I will surprise you. I breathed deeply. I began to become tremendously colored again. And I was deeply grateful for the existence of that stupid grid that hid the deep shame I felt. I think you won't do it. You'll see. Nothing is so bad or so great that it can scandalize God. And because of the tender and cheerful sound of his voice, I knew that he was smiling. I... I had slept with a boy. I was done. I thought I was right. God already knew. And yet, I had the impression that telling that man who treated me with affection was still useful after all. I would bet my neck, Marta, that it's not that simple after all, right? There are many things behind it. It's like... If I had pressed a button on my phone, and I couldn't stop telling everything. I told him about the phone, Lydia's urn, Robert's, Gabriel's... Everything with hairs and signs. Without crying. Without my voice trembling. Almost as if I were telling a story. An unreal tale. And... Do you regret what happened, daughter? Yes. A lot. What is... What makes you feel the most sorry? Having disappointed you. I have been disappointed. I have been disappointed. I have been disappointed. I have been disappointed. I have been disappointed. I have been disappointed. I have been disappointed. Having disappointed my parents. I said with certainty. And... Having spent my first time with him. My voice broke. And I began to cry, disconsolately, once again. Marta. Daughter. The parents. Your parents will always love you. Don't worry. It will take them a little bit to trust you again. But they will always be there. For you. And... Well. We are all wrong. We all make mistakes. Sometimes we step to the bottom. Others. Just a little. The important thing is not to give everything for lost. God always, always forgives us. And he gives us a new opportunity. It is good to cry and repent. It is also good to feel sorry for the damage you have caused to our children. Sometimes it is better to be very honest with???, rather than to be a fool and to be very sad. But I know that I have to do this. I have to be honest with myself. And I know that I am the only one who can be honest. I have to be sincere. I have to be honest with myself. And I know that it is not me who is responsible. I have to be sincere with myself. It's okay to cry and repent. It's also okay to feel sorry for the damage you have caused your parents. But, Marta, don't throw the towel. Because to keep treating you badly, because one day you treated you badly, is to lose the battle. And that's what God doesn't like. You stumbled. Be careful next time. You fell. Get up and start again. Do you know how many times God forgives you, Marta? No, I said, thinking. Yes, you know, but you don't remember. Seventy times seven. And you know what? Continued from the other side of the line. No, I was completely lost, in every sense. What? You will be delighted to take your hand and get up again and again. He stopped for a moment. So, have you spent your first time with someone who didn't deserve it? Well, don't spend your second, nor your third, nor your fourth time, and start again. Cry what you have to cry, Marta, and start again, knowing that those who love you, also God, are there to hold you and prevent you from falling, and to lift you when you fall again. Because we all fall once or twice. Have been because you have been. The moment you've had and given to the world is the time to get back to you. It's ? proprietary. No judgment may be made of you. I'mproduct can bewehrable and unlimited divine of my God. May God bless you with what you deserve to alongside us. It's good to have you. You've got to ?????ay. I'm a CASPian. Anything I give you, it's a blessing. vertical. Just to the days of your greatest promise, I swear to God. Marta teaches us how, in her vulnerability and repentance, she found forgiveness, not only of God, but also of herself. Forgiving, as I said before, is not exactly forgetting. Let's say that our heart does have to forget. We have to remember our soul, but our head has to remember. In this, forgive oneself and in the other, forgive others. In the forgiveness of oneself too, right? I mean, I fell in this circumstance of my life, this happened, I do an analysis of why I fell and I try to put the means to not do it again. And I do an analysis of why I fell and I try to put the means to not do it again. And the same, as I said a little while ago, happens when another is the one who hurts us, another is the one we have to forgive. Let's say that my heart forgives, I don't keep resentment, I don't have the rum-rum, I don't spend the day cursing you or swearing in Aramaic, no. I mean, but my head has to remember so that you don't hurt me again as much as possible. Something like that happens with a specific issue, right? That's why it would be the next step. Forgiving doesn't mean accepting that they treat me badly. I mean, because I forgive you and that's it, and we start again, right? It's important to talk about this key, right? It doesn't mean to endure the unbearable. I forgive what you have done to me. I don't... I don't keep resentment. But there are situations in which, well, abuse in any way or emotional or physical damage doesn't have to be tolerated anymore, right? So, forgiving is to free us from this load of resentment, but it's not synonymous with continuing to allow this damage, right? Well, forgiveness, as we said before, helps us to move forward. And it helps us not to stay anchored to that negative feeling that we have inside. I forgive you. But, for example, it occurs to me, right? A person who, for example, has a child who is a... I don't know. Eh... It's a drug addict. He doesn't want to reason. He doesn't do anything to improve. You've helped him medically, but he's still there. He steals you. You... Okay. I forgive you and I love you. You're going to continue to be my son always. And I'm going to love you always. But as long as you don't change, I can't allow you to stay by my side. Because you're hurting me. Because you don't let me help you. Okay? Or a partner, a person who emotionally mistreats, or a workmate, or... I don't have to endure that situation forever. Maybe it means that I'm part of you. For a while or forever, right? That means I don't forgive you. No, no, no, no. I forgive you. I mean, it's not the opposite. I forgive you. But that damage is making me a bad person. I can't keep enduring it forever. So, I forgive you, but I don't forget. I forgive you, but I don't forget. Especially in complicated situations. Okay? Where maybe, even still forgiving... we need to remove feed, conversation, distance, or maybe with a friend who treatment us badly or... in Australia, sometimes... with a boyfriend, a boyfriend, a husband or... with a woman, right? So, there are times in life when forgiving. Not implied that I have going to break tiesato like that, you know? I have to break ties with that person, it can be joined to that I break ties with that person. I forgive you but you hurt me and as much as I forgive you, at this point I can't continue with you, okay? So, forgive and lower your head, bend down, well, yes, there is this thing of... I'm thick-skinned, don't take it into account, but if it hits you, put the other cheek, okay? I put the other cheek and I move away from you so you don't hit me again, okay? Now, once we have examined a little bit the issue of forgiveness and we have seen forgiveness in a practical example, let's say, in the book of Acts, we are going to continue with the practice, you know I love tips, and we are going to work on these tips to help us learn to forgive, okay? First to others, then to ourselves and, finally, to receive God's forgiveness as well. The first tip would be to accept pain first. Forgiveness... Forgiveness... Forgiveness... Forgiveness... It's not immediate, okay? Yes, it is. It is difficult, we have said, we have said from the beginning, right? Sometimes it is very complicated, right? The more pain there is inside, the more damage we have been hurt, and it also tends to be, it tends to come from those people who can do it to us, right? They are the people we most love because, well, for me to make a mistake to someone I don't love, well, I can get over it soon, right? But when it is someone you love, well, the pain is deeper, the wound is harder, right? Before we can forgive, we need to feel and accept the pain that the situation has caused us. Okay, it has hurt me, it hurts me, the pain is there, I don't... I don't go over it, I don't say, oh, there it is, there it is, come on, we give each other a hug and it's over. No, there is a pain there, and that pain will continue to be there. We don't hide it, but we don't stay there. I mean, first, first, we have to accept it, we have to accept it, we have to accept it. It's there, I don't go over it, it's not like when we were little, right? Go and apologize and give a hug and play, right? Come on, when you are little, as the forehead has been small, well, nothing happens, maybe a gum has been removed or I don't know. Well, in that case, yes, right? But of course, when things are more difficult and hurt more, well, come on, there is the pain. I'm not going to go over it, I'm not going to pretend like nothing has happened, because if not, I won't assimilate it well. It's there, it hurts, it bleeds, but I'm not going to stay here in the blood, how it hurts, how badly I have been treated, no. That's when we have to take the leap and say, I have it, but I forgive you. That is, it is an act of mine, I assume my pain, I forgive you. I take one more step, I go further. Second tip. Putting limits when necessary. Very important. As we mentioned before, forgiving does not mean allowing them to treat us badly. And sometimes forgiveness implies, as I was saying, putting clear limits to protect our health, mental and emotional. If you have a friend who despises you, or a partner who despises you, who doesn't treat you well, who is making you have a hard time, and well, you don't know what to do. You have forgiven him several times, you have tried to get over it, he still hurts you, well, then there will be some limits to be put. Sometimes those limits will be words and say, hey, look, this won't happen again, right? This is not going to happen again. If you do that to me again, I'm going to put dirt in between. Sometimes it's just that, and sometimes it's just putting that dirt in between. Okay? So, accept the pain. Put limits when necessary. A person has hurt you. Now I'm going to talk to you. I'm going to tell you, look, I forgive you, but this can't happen again. What I was saying before, right? That friend has broken your trust and has told you something you said to him. Look, I forgive you, you are my friend, we have been together for many years. We love each other a lot and I, of course, forgive you. But this can't happen again. And remember to try not to tell him things that you really, really, really don't want anyone to know. Small secrets that, well, if they happen, they happen. Well, but when they are really important secrets, think about it a lot and have tried a lot before telling him. Third tip. Remember that forgiveness is a gift for us. Okay? Not for the other, although for the other too. But especially for us. It is not a favor to the other person or not only the other person, but to ourselves. Since forgiving allows us to put aside that resentment, that negative feeling and live in peace. Fourth tip. Important and for me very, very, very difficult. Okay? Very difficult. I insist. And if I haven't said enough, it's very. I say one more. Pray for the person who has hurt us. Bah, it costs me a lot, eh? Not to be you. Very positive. When it happens, it's like you open a door where it used to be all closed to the gallicanto. I don't know if a door, but at least a window or a window sill does open. Sometimes praying for that person can help us to see things from another perspective, right? To soften the pain we feel. As I said, it's not easy, but it frees. It opens that grudge in our heart so that the resentment goes away. Lord, it costs me horrors. It has done me a lot of damage. It hurts me deeply what you are doing to me. But I ask you for it. Because it is so unbearable. It is so... I don't know what happens to him or what has happened to him in his life to be this kind of individual who makes my life impossible. I don't know. A workmate. A boss. Who is doing the job for us every day. And we can't leave. And we can't set limits because he sends us to the street. Okay, Lord. He is a little goat with dandruff. He makes my life impossible. Monday. Tuesday. Wednesday. Thursday. Thursday. Friday. I am wishing on Monday at 8 in the morning that Friday arrives to go out smoking and not go back until next Monday. I ask you for it. Because I don't understand how you are so mean. I can't anymore. I don't understand it. But I ask you for it. Because if it hurts me how much it must be, it is not little. I ask you for it. Not because his relationship with me improves, which also. But because... Because he is in peace. Because as a goat as he is, surely he lives in hell. Isn't it? It is to put us in position, in this position. It costs me horrors. I don't know why I'm asking you for it right now, but I know I have to do it. And look for arguments to ask for it. And that suddenly, well, like that, it is matifying that pain. At least until the next impetus. And next. And next. And next. And next. Give us a time. That we also said. First the issue of accepting the pain that has been there for a while. And second, give us a time. The forgiveness, as we said, is not instantaneous. It doesn't come immediately. Let us heal without pressing ourselves. I mean, let's see. It is a process. It is not immediate. It is not a unique event. It is not something that happens once and that's it. I'm going to forgive him. Boom. As I said before. And then, as I said, I ask you for it. And then, as I said, I ask you for it. And then, as I said, I ask you for it. And then, as I said, I ask you for it. And then, as I said, I ask you for it. As I said before. As when we were little. I hugged him and everything was forgotten. No. It's going to continue to hurt. The damage is going to stay there. It's going to take my time. I'm going to try to pray for him more and more. If I have to set limits, I'll put them. But well. I'm going to end up forgiving. I know I'm going to end up forgiving. I repeat a little bit. The tips. There would be many more, okay? But they are the ones that seemed to me as my own personal experiences. The things that I understood that I had to do. The things that I had to do. And that is what I have to do. I have to do. Yes. I have to do. I have to do. I have to do. more significant or more important. The first, accept the pain, that pain that I have in there. And from there, from there, with that pain in the hand, or in the chest, where we want to reflect, with that pain inside, I'm going to say, it hurts me, but I'm going to forgive you. It's not going to be today or tomorrow, but I know I'm going to forgive you. And I'm going to keep going, because I need forgiveness. It hurts me to set limits, second tip. It hurts me. I'm going to forgive you and I'm going to tell you, hey, this can't happen again. I'm going to tell you, and if it's necessary, I'm going to put earth in the middle. And I'll end up forgiving you with the earth in the middle, or putting that limit on you, or with the effort you make if you finally do it, right? So, set limits. Remember that the first beneficiary of forgiveness is us. The other person may as well, but above all, it's us. Okay? The first gift is received by us. Because resentment is a very bad feeling. And by remembering always the damage we have received, there are people like that, right? That their life passes. It's like, look, they did me, I don't know who, and such. I don't know, I can think of these who live anchored in the war of I don't know when, of their grandparents, right? That's it, it's over. Right? If you didn't live it, neither you, nor I, nor anyone, right? Well, those things. There are people who live anchored in a... in a... in a... in a... in a... in a... in phosphate. Something from the past that they received, well, my uncle, I don't know what, and there you have it, there, strong, right? No. Praying for the person, we have said, perhaps, or without perhaps, for me the most difficult point, right? When someone has done you harm, now I pray for that person as Jesus did on the cross, right? Bah. Forgive them because they don't know what they do. How hard, right? And give us a time. We don't heal the first, we don't forgive the first. Everything has a process, a transformation, a time. So, let's give ourselves that time. Nothing happens. We will end up forgiving. If we do all this, if we put it in the hands of God, we will end up forgiving, right? And we will be able to heal and move forward. And it has happened, right? If you have a little bit of... of... of... If you look at the retrospective, right? Well, those affronts, I have an enormous luck, right? I have a very bad memory. I don't know. I don't remember a lot of things that happened in the future. I mean, I have forgotten. And others, well, I don't know. I remember there was a child in class when he was little that... Sorry, I don't remember his name. I don't know. It was a common name. I don't know if it was Juan Carlos, José Carlos. I'm sure my brother remembers more of my colleagues in class than I do. José remembers. And it was a child who said that I was fat, that I was ugly, that I don't know, things, right? The things of a child. And... And... And he made me go through it regularly, right? The typical bullying that they say now. Well, I also had a certain consideration within the class. I don't remember exactly why. Well, and he made me go through it badly and possibly it was the trigger of some things that happened to me later and... Well, yes. Of course, what? Poor thing. I don't know. He's a kid, a kid. I don't know. It would be to make himself the churrito. He would give it out there. What are we going to do to him, right? How am I going to keep him in remorse? There are people who live with that wound and with that pain for years and years and now he has to go and get the wound to the psychologist because he didn't... He didn't just forgive well, I don't know, or his father or his mother. Well, the first way is to be arrested for that person and we're going to leave him behind, what's behind. But of course, it takes time. The next day, well, no. Forgiving is one of the most powerful actions that we can do. It has a tremendous power and it's a little underestimated, especially in today's society where you have your rights, the others have obligations for you. I'm going to forgive this that he has done to me. Come on, never. I'll take this to the grave, right? However, forgiveness, well done, at the time, has a huge power. It allows us to let go of the past and leave what happened, what happened to us, what hurt us, behind. Heals those wounds that bled to the brim, that when we forgive is when they start to scar. It allows us to open our heart to hope, right? It allows us to say, come on, because it also happens sometimes, right? Someone who, maybe, well, a boyfriend, a husband, I don't know, has done a lot of damage to him. All men are the same. And I don't open myself to any kind of love, nor of a man, nor of a friend, people to whom I have loved, have hurt me. And of course, you stay there locked up, right? However, when you forgive, you allow yourself to keep breathing, you allow yourself to keep loving, you allow yourself to keep loving, you allow yourself to keep loving, you allow yourself to keep loving, you allow yourself to keep loving, you allow yourself convince yourself to Share, well, it is that great game that I wanted. But always, even about at thereats, come on, I have to say, honestly, I share the same the same knowledge with you. That's all. That is why I say that the opposed knowledge with knowledge consists banned unless it's like, and don't throw it away. God forbid. In my book, In a slow fire, in both, forgiveness and sacramental forgiveness, let's say, have a very important value. We see how this forgiveness allows the characters to free themselves from their emotional burdens, heal their relationships with the people around them, with their family, with their friends, and move forward with hope, right? Walk again with that hope. In the same way, forgiveness is a tool that transforms our lives. Today, to finish, I want to invite you to reflect on what we can forgive, what we need in our day to day or years ago, to let go, to be able to live with hope, with hope, with peace and with more love inside. Let's not harden the heart. The Bible also says, do not harden your heart. Remembering and knowing, being aware that forgiveness is not an easy task, right? But it is that key that opens all the doors for the future. Let's not let resentment stop us from walking. Let's practice forgiveness. First of all, remember, as we said, and more importantly than everyone else, ourselves. You failed, as Don Jaime says. You fell, get up. It's okay. How many times does God forgive? Seventy times seven. Go ahead. Don't fall again because you fell once. And if you fall again, remember that God is always there for you. Remember that God, those who love you, will always be there to accompany you. So, first of all, towards ourselves and then towards everyone else, those who surround us, those who are closer, those who are further away. As I say, normally the ones who hurt us the most, not because they want to, are the ones who can hurt us the most, who are the ones we love the most. So towards them, towards those we have by our side. And well, this is a little bit. The reflection on forgiveness that I wanted to bring you on this Lent date, as I say, in which we usually approach the Sacrament of Reconciliation. You know that we are here every Wednesday at 21 o'clock. And that working on hope, working on the illusion. In this case, starting over together. So nothing. Until next week. And I hope that you will be able to do it. And I hope that you will be able to do it. And I hope that you will be able to do it. Until next week. We'll see each other again. You already know that there is a WhatsApp of the program, which is 663364211. Always available for you. And nothing. Well, that's it. I said it. Until next week. Thank you very much for joining us. And I hope that you will be able to do it. Thank you. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye. Bye cheating. Thank you. Thank you. Thank you. Thank you.
Trabajando esperanza #18
Fecha: miércoles, 5 de marzo de 2025, a las 21:00:00
Duración: 43:19
Mostrar transcripción de Episodio 18. La gratitud.
Transcripción de Episodio 18. La gratitud.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero hablar de algo que puede parecer sencillo, pero que tiene un poder transformador increíble. La gratitud. En el mundo de lo inmediato, donde los problemas parecen a veces no tener fin y las dificultades se van acumulando, la gratitud puede ser esa herramienta silenciosa que nos ayuda a ver la luz al final del túnel. Comenzamos. Como os decía en la intro, vivimos en la época de la inmediatez. Hemos hablado muchas veces de la inmediatez y de la noticia constante. Estamos informadísimos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y, por desgracia, todo eso que sucede a nuestro alrededor, lo inmediato, lo cercano y lo lejano, no siempre es tan bueno como nos gustaría. Nos hemos acostumbrado a estas respuestas rápidas y a esta sobre-alimentación, sobre-notificación, sobre-información. Y a veces esto hace que tengamos una percepción de las cosas un poquito negativa o que nos sintamos que las cosas son incluso más complicadas de lo que son realmente. Pero otras veces sí que estas dificultades existen, están ahí. ¿Cómo encontrar gratitud? Este arma de la que hablábamos en la intro, la gratitud, cuando las circunstancias no son las que nos gustaría, cuando son más complejas de lo que nos gustaría. Hemos hablado en otros programas, en el apartado de los tips, muchas veces de la gratitud y cómo esta gratitud nos ayuda. Hoy quería dedicar este programa específico a esta herramienta que es muy poderosa y que nos ayuda una barbaridad, especialmente cuando las cosas no van bien. ¿Por qué quería hacerlo? Porque últimamente he tenido una situación un poco compleja y llegó un punto en el que me paré y dije, no te pongas tan negativa. Esto es complicado, es bastante complicado. No os voy a contar mi vida, pero es bastante complicado. No obstante, no te hundas. Tienes tanto que agradecer. Tienes tanto en la vida por lo que dar gracia. Y pensé que podía ser un buen tema para el programa. Hoy exploraremos cómo incluso en esos momentos complicados que a veces no nos los ha inventado, no nos los ha dado la sociedad, sino que simplemente están ahí, la gratitud no solo nos conecta con lo mejor de nosotros mismos, sino que también nos acerca a la esperanza. Vamos a ver cómo a través de ella, de la gratitud, podemos reencauzar nuestras vidas y mantener viva la esperanza, incluso cuando nos dé la sensación de que todo a nuestro alrededor se derrumba. No es por ponerme muy melodramática, pero ocurre muchas veces en la vida, las que hemos hablado otras veces también. Teníamos una planificación, teníamos unas metas, a veces son más superficiales y otras son más serias, como puede ser el haber fundado algo, el haber creado una empresa, el haber hecho un negocio, un proyecto de vida, un matrimonio. En esas situaciones complejas, ¿cómo puede esta gratitud ayudarnos a salir de la situación mental en la que nos encontramos? Hoy también os compartiré algunas ideas prácticas para empezar a practicar la gratitud, ideas mismas que estoy implementando en mi propia vida, que he oído por ahí, he leído en libros y quería compartir hoy con vosotros, que son cosas pequeñitas a veces, pero que tienen un gran impacto en nuestra vida. A mí me gustan estas cosas pequeñas, no soy de grandes milagros, de varitas mágicas, hay cosas como que imagina lo que será de ti en el futuro, manifiesta lo que tal y aparecerá en tu vida. Puede ayudarte a cambiar de perspectiva, el verte en una situación mejor, el verte como te quieres ver en el futuro, puede ayudarte a trabajar, pero no es que se vaya a manifestar así como de magia, por lo mismo pasa con la gratitud, pero son pequeñas cositas de nuestro día a día que sí que nos pueden ayudar a cambiar ese estado de ánimo puntual o esa percepción que en ese momento tenemos de la vida, porque es verdad, nos va mal en algunas cosas, nos puede ir muy mal en alguna cosa, pero tenemos tantas otras cada día por las que agradecer que eso nos va a cambiar un poco esta situación de tristeza, porque como bien sabemos, cuando no podemos cambiar lo que pasa a nuestro alrededor, siempre vamos a poder elegir cómo respondemos a esta situación concreta. En los momentos difíciles de los que estábamos hablando, a veces nos encontramos como enjaulados, como en una jaula sin barrotes, atrapados en esa situación determinada que ha ocurrido y que retroalimenta la tristeza que evidentemente sentimos, o la tristeza, o el enfado, el cabreo, o la desesperanza, la desesperación que a veces ocurre y es totalmente legítima sentirse así, no estoy diciendo que no sea legítimo, o sea, nos está pasando esto, nos está afectando, como es lógico, pues nos está afectando, y no estoy pensando, oye, mira, es que tienes razón para sentirte así, o sea, no pasa nada, es normal, pero la gratitud, lógicamente, en ese momento en el que vemos todo mal, pues perdón, qué desgracias, ¿por qué? Si se me ha caído esto, si esto no me funciona, si aquello va mal, si mi marido me ha dejado, ¿cómo voy a dar gracias? O sea, perdona, será lo último, ¿no? Tendré que quejarme profundamente, y lo hago, y me quejo a la gente que tengo alrededor, y a veces viene bien este desahogo, pero a veces lo que hace es retroalimentar esa sensación que tenemos, y la gratitud esa que no nos sale, como es normal, digo, como es normal, no nos sale dar gracias por lo malo que nos pasa, pero puede ser esa llave que nos ayude a abrir muchas otras puertas que tenemos por ahí dentro, cuando todo nuestro alrededor parece cerrado, ¿no? Es la llave que nos abre la ventana de la cárcel en la que estamos metidas. En la cárcel esta sin barrotes de la que hablábamos. Pues cuando las cosas no salen, a la primera, a la segunda, a la tercera, pues puede ser fácil caer en el caos, pero lo que yo os propongo es hacer lo que yo hice hace unos días, ¿no? Hacer una pausa, si pudiésemos mirar un poquito más allá de lo negativo, y ver lo bueno que aún nos rodea. No digo que ya me parece de nota, hay gente que lo hace ante una enfermedad grave, darle gracias a Dios por esa enfermedad, a mí personalmente me parece, o sea, ya digo que lo admiro muchísimo, pero a mí no me sale, me cuesta muchísimo, ¿no? Pero ese pararte y decir, vale, esto va a ganar, de esto depende muchas cosas de mi vida, de esto es un proyecto de vida de la leche y se me está cayendo, y no puedo con él, y no sé cómo salir, ¿no? Pero me paro y digo, hay tanto bueno que nos rodea, desde cosas pequeñas, hasta cosas, tenemos muchas cosas por las que agradecer, o sea, desde, en el caso de que no sea un problema de salud lo que tenemos, desde la salud, hasta la salud de los que nos rodean, hasta la situación económica que tenemos si es que no es el problema, hasta la casa donde nos cobijamos, hay tanto, tanto por lo que agradecer, ¿no? La sonrisa de tal persona, la amistad de tal otra, ¿no? Entonces, tengo este problema, es gordo, es enorme, es bestial, me afecta a muchísimas cosas, pero parate un poquito y digo, tengo tanto que agradecer. Es cierto que la vida, pues no es siempre fácil, ¿no? Que hay momentos de dolor, de frustración, de desilusión, sin embargo, en estos momentos, practicar la gratitud, que no significa ignorar el dolor, o sea, no significa camuflar el dolor, ¿eh? O sea, yo estoy pasando un dolor, está ahí, es normal, es fuerte, o sea, es grande, es algo que me pasa, yo tengo este dolor, pero además, tengo todo esto bueno, no ya solamente que de este dolor mañana pueda sacar algo bueno, que no lo sé, y que Dios sabe más, ¿no? Sino que tengo en la balanza, tengo todo esto bueno, lo que vivimos todos los días, pues no lo ponemos en valor. Esto a mí me pasa, yo soy jaquecosa, yo tengo jaquecas, bueno, a veces, antes cuando era cría, muy fuerte, de un tiempo a esta parte, gracias a Dios, pues mucho menos fuerte, ¿no? Pero cuando uno no tiene dolor de cabeza, pero muchos días me duele la cabeza, una cabeza no invalidante, quiero decir, un dolor de cabeza que me permite actuar con libertad, que me permite seguir trabajando, también porque estoy acostumbrada, porque llevo desde que tenía 8 años con dolores de cabeza, entonces, bueno, para mí un dolor de cabeza, pues convives con él. Entonces, cuando te duele la cabeza un poco más intensamente, o cuando tienes un día de esos de cabeza pesada, a mí esos días nublados, por eso me encanta el sol, ¿eh? Y el calor, esos días nublados, a mí normalmente me duele un poquito la cabeza. Bueno, pues cuando se te quita, dices, madre mía, o sea, qué bien estoy, ¿no? Y sin embargo, cuando nunca te duele la cabeza, no das las gracias porque no te duele la cabeza, ¿no? Pues esas cosas están ahí, y son buenas en sí mismas, o sea, quiero decir, bueno, qué bien, ¿no? No puedo decir todos los días, si nunca me duele la cabeza, qué bien que hoy no me duele la cabeza, ¿no? Porque entonces podríamos ir numerando partes del cuerpo y no terminaríamos nunca, pero qué bien que hoy no me duele nada, o sea, hay tanta gente que tiene dolor todos los días de su vida, y a mí hoy no me duele nada, o sea, ni ayer, gracias, porque esto me permite tener una energía, o gracias porque he dormido bien, o sea, qué bien he dormido hoy, qué bien, ¿eh? O sea, la gratitud nos ayuda a ver el panorama que nos rodea, incluso sacarte sin barrotes de la que estamos, de una manera diferente, y nos abre ventanas donde antes solo veíamos barrotes. Entonces, no sé, se me ocurre, por ejemplo, alguien que ha perdido el trabajo, pues es natural que sienta miedo ante la perspectiva de lo que se le viene encima, sobre todo si tiene familia, si tiene que pagar una hipoteca, o sea, la frustración, el miedo, el desasosiego, tengo paro solamente un año, ¿qué voy a hacer después? Y si mi mujer encima, pues es que mi mujer cobra poco, o no trabaja, o... Pero si esa persona puede un poco decir, bueno, venga, ¿qué cosas tengo por las que dar gracias? Y a lo mejor, incluso dentro de este momento, decir, bueno, voy a buscar trabajo, tengo X años, voy a conseguir, si no es de una manera va a ser de otra, pero oye, voy a aprovechar, porque normalmente llegaba a casa a las 10 y no veía a mis hijos, oye, pues voy a llevarles al colegio todos los días, cuando no tengo una entrevista de trabajo, y luego el resto del día me voy a empeñar en encontrar trabajo, pero mira, voy a aprovechar para pasar esos ratitos que normalmente no tengo para estar con mis hijos, así que gracias por poder pasar ese ratito con mis hijos, desearía tener un trabajo, lógicamente, porque tengo que mantener a mi familia, pero voy a aprovechar y voy a comer con mi mujer todos los días, en vez de meterme en mi dolor y en mi frustración, y que eso amargue a los que tengo a mi alrededor, y esa cosa que es buena dentro de que es malo, o sea, no se estoy quitando lo de que es malo perder el trabajo, pero dentro de que esa situación es negativa, y lo es en sí misma, tiene unas cosas positivas que han venido añadidas, si yo solo vivo el dolor, no voy a aprovechar esas cosas buenas que tengo, que es a lo mejor poder pasar un ratito más al día, poder ayudarles con los deberes, poder comer con mi mujer a diario, poder, no lo sé, eso no quiere decir que yo no me centré en encontrar trabajo, también esa actitud positiva me ayudará a la hora de encontrar soluciones para encontrar trabajo, me ayudará a la hora de hacer entrevistas de trabajo, porque estaré más animado, entonces, no sé si me hago entender, no quiere decir que el dolor no esté, y que la situación no sea calamitosa, sino que a veces en esa misma situación puede encontrar cosas positivas, pero pongámonos en el caso en el que no hay nada bueno, o sea, en esa situación en sí, a la muerte de un familiar cercano, no hay nada bueno ahí, no puedo dar gracias por ahí, lo siento mucho, yo personalmente no puedo dar gracias, o una enfermedad un poco seria, yo no me sale, sé que Dios lo ha permitido y ya está, vale, punto, pero no me sale dar gracias, pero sí por todo lo demás de bueno que tengo, por poder tener a mi familia alrededor, ayudándome, acompañándome, es triste en sí, tendré momentos de tristeza, pero esto me ayudará a mantenerme, a abrir una puerta en esa oscuridad, y además, en algunos casos, como en el caso del trabajo, incluso me podrá abrir la puerta a nuevas posibilidades, porque a lo mejor encuentro tiempo para terminar, sacarme el certificado de inglés que no saqué, o para hacer no sé qué, que sé que me va a abrir otras puertas, o para... En lugar de centrarnos sólo en la parte negativa, es decir, en lo que no tenemos, en la frustración, en lo negativo, vamos a empezar a ver las cosas buenas, las bendiciones, que aún están ahí, y si logramos hacer nuestra respuesta frente a las dificultades, pues cambia, nuestra situación, nuestra actitud, ya no estamos sobreviviendo a una experiencia negativa que lo abarca todo, sino que estamos viviendo con esperanza, como os digo, y sigo pasando mis momentos con respecto a esa situación, y sigue siendo dura, y sigue siendo difícil para mí, pero sí que es verdad que de vez en cuando me paro y digo, venga, que tienes tantísimo por lo que dar gracias, o sea, no te centres en esa cosa negativa que te pasa, que por otro lado, pues mucha gente está peor, entonces no te centres ahí, sal y das gracias por tus hijos, por tu familia, por tus amigos, por tu trabajo, tienes tanto por lo que dar gracias, por la salud, pues bueno, y luego, aparte de todo esto más psicológico, porque esto es más psicológico, la gratitud es una valiosísima herramienta espiritual, no solo nos conecta con nosotros mismos, y nos hace buscar otro lado positivo en las cosas que hoy por hoy no lo son, porque no lo son, insisto, sino también con nuestra fe. Como católicos, sabemos que esta gratitud, que hay una institución religiosa que tiene la gratitud como centro, no me acuerdo cómo lo llaman, pero que habla mucho del Evangelio de la Gratitud, o las Bienaventuras de la Gratitud, todo lo centra mucho en la gratitud, y yo creo que es muy acertado, porque sabemos los católicos que la gratitud es un camino hacia Dios. En momentos de desesperanza, cuando sentimos que ya no podemos más, la gratitud se convierte en una forma de rendirnos, en cierto modo, no a la desesperanza, y de reconocer que aunque las cosas no estén siendo como queremos, hay alguien más arriba que nos sostiene. Por eso hay gente que es capaz de dar gracias incluso en esos momentos de una grave enfermedad, y dar las gracias a Dios incluso por esa grave enfermedad, incluso por esa pérdida. Yo confieso que estoy a muchos pasos, podría hacerlo con la boca, no sé, el corazón todavía se dolería mucho, pero es precisamente por eso, porque es un abandonarse y un darle gracias a Dios por todo, tú me lo has dado, un poco jo, el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor, gracias por las cosas buenas que me has dado, si me has dado tantas cosas buenas y te las he aceptado, pues tendré que aceptar también las malas que me llegan, que no sé si es exactamente que Dios las mande, o que Dios las permita, simplemente que están ahí, pero bueno, tendré simplemente que saber aceptarlas, y dejarme tus manos, y tú verás cómo me echas una mano con todo esto. Al respecto, en la carta de San Pablo a los tesalonicenses, 5.18, le hemos dado gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo. La gratitud es una acción poderosa, nos conecta con la voluntad de Dios, o sea, directamente, con la paz que sólo Él puede darnos, incluso en tiempos de tormenta. Entonces, por una parte tenemos esa sensación, ese cambio de punto de vista en lo humano, en lo específicamente humano, sin meternos a nada espiritual, o sea, cuando yo estoy fijándome sólo en lo negativo, mi situación es mucho peor, es si cambio el foco y me doy cuenta de que hay mucho de positivo a lo que mirar. Eso es una situación puramente psicológica. Pero luego, con la gratitud, nos invita a ver más allá de nuestras circunstancias inmediatas, y nos invita a centrarnos en lo eterno, y ahí pasamos al aspecto más espiritual del tema de la gratitud. O sea, bueno, pues eso, hay algo más allá, paso de lo inmediato, esto me ha pasado ahora, pero en lo eterno está Dios, y Dios tiene otro plan, y ese plan se cumplirá si yo lo acepto. Y entonces, bueno, pues hay también esa parte espiritual súper importante en la gratitud. Hoy quería compartir con vosotros una canción que no habla sobre la gratitud, es de Eric Clapton también, con Pavarotti, la canta... ahora no me acuerdo de quién la canta, lo vais a perdonar. Pero se llama The Magic of Love, la magia del amor, y nos recuerda que incluso en las situaciones en las que parecen estar llenas de tormentas, de turbulencias, hay algo dentro de nosotros que siempre mira al sol, dice la canción. Esa luz nos guía a través del amor, que el amor está muy unido a la gratitud también, al darse, al dejarse. La canción dice que aunque los cielos estén oscuros y las nubes pesadas, siempre podemos encontrar la paz y el amor que nos sostiene. Y yo pienso sinceramente que una parte de esta luz y de esta paz que nos sostiene, pues está en la misma gratitud. El amor como la gratitud nos da la fuerza para seguir adelante, incluso cuando las cosas no son fáciles. Y esa luz nos permite encontrar esperanza en todo momento. Ya sabéis que el nombre del programa es Trabajando Esperanza y que es lo que queremos conseguir. Así que os dejo con la canción, una canción muy bonita, un ratito de descanso para que empecemos en todas estas cosas. Y luego pues vamos hacia unos tips que nos ayudarán a trabajar la gratitud para cambiar el foco. A la luz del sol creemos que esta luz nos guiará con amor por todos. Las nubes son pesadas, los cielos lloran y nos sentimos tan felices. A la luz del sol creemos que esta luz nos guiará con amor por todos. La luz es el día para nosotros, la luz nos guiará con amor por todos. La luz es el día para nosotros, la luz nos guiará con amor por todos. La luz es el día para nosotros, la luz nos guiará con amor por todos. Vamos a decir cuatro tips concretos para ayudarnos a practicar esta gratitud cada día. Los que no son religiosos tienen que dar gracias al infinito, a la vida, a no sé qué. Nosotros podemos directamente darle las gracias a Dios por las cosas. Todo lo que hable de agradecimiento lo dirigimos a Dios, como es lógico. Estos tips nos ayudarán a transformar nuestra perspectiva y mantener viva la esperanza. Vamos a por ellos. El primero, aprecia lo pequeño. Nos fijamos muchas veces en las grandes cosas. Cuando una cosa negativa nos viene encima, todo se nos dispara. Todo lo vemos como el día de hoy, que está más gris que en la leche. Y no somos capaces de ver el sol. Hay una frase que yo tenía de adolescente en la habitación que decía si lloras por no haber visto el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas. Es un poquito de Richard Tagore. Va un poquito por ahí. Hay una cosa muy gorda o mediana que ahora mismo te está haciendo ver todo nubarrones. Cuando todo te parece a gris, normalmente es porque algo en concreto es gordo y te nubla, busca lo que tienes. No hace falta que busques grandes cosas. A veces está bien pensar en tener una familia, la salud, pero todos los días repetir lo mismo, al final ya lo hacemos automáticamente, como una automata. Oye, lo pequeño. Qué rico. Qué bueno. Un buen café por la mañana. Yo soy muy cafetera. Me encanta. No hay mañana sin café. No es la mañana. Es otra cosa, pero no es por la mañana. Un buen café por la mañana. Una charla con una amiga. La sonrisa de un hijo. Ahora mismo me acaba de decir un hijo que esta mañana me la lío un poco parda. Me acaba de escribir y me ha dicho mamá te quiero mucho, aunque a veces no te lo demuestre. Está en la adolescencia, entonces no son como muy besucones. Y el menos, porque no es muy así, no es muy afectivo. Gracias. Me he emocionado. Muchas gracias. Parece una cosa pequeña. Es un mensaje de WhatsApp. Es una pasada. Pero a veces estamos tan metidos en nuestra marabunta que perdemos esas pequeñas cosas. Un amigo que te escucha. Una sonrisa, como decía, de un hijo, de un vecino. Son pequeños momentos que todos tenemos en nuestro día. En nuestro día más gris, todo el día más horroroso, tenemos eso. Incluso cuando estamos fatal, cuando hemos sufrido una pérdida. El abrazo de alguien que ha venido a consolarnos. O un abrazo. Un abrazo tan terapéutico. ¿Otro día hablamos de los abrazos? Yo soy muy besucona, pero los abrazos me parecen... Yo creo que si nos diésemos un abrazo con nuestra familia, de un minuto, con cada miembro de nuestra familia, todos los días, nos iría mucho mejor. Bueno, que me enrollo. Aprecia lo pequeño. Ese pequeño café de la mañana. Ese gracias que te ha dicho no sé quién. Ese te quiero que te ha escrito un hijo. Esas cositas pequeñas, en el día más gris, en el día más nublado, con el problema más gordo, están ahí. Están ahí. Solo hay que saber verlas. Entonces, aprecia lo pequeño. Hazlo todos los días. La gratitud es como un músculo. Que no vale con que lo ejercites una vez al mes. Que tienes que ejercitarlo más a menudo. Tienes que caminar, tienes que hacer ejercicio, tienes que moverte. Tienes que moverlo. Tienes que entrenarlo. Tómate unos minutos cada día para reflexionar lo que agradeces. Hazlo cuando te despiertes, cuando te vayas a dormir, o en cualquier momento que tengas esa necesidad. De repente, tienes un sentimiento. De esos que se te cogen como aquí a la boca del estómago. Un poco de angustia. Gracias. Piensa en ese momento. En ese momento piensa, ¿qué tengo que agradecer? Oye, pues tengo que agradecer esto. Venga, va. Parece que un poco de angustia se va. Gracias, Señor, por esto otro. Puede ser un momento concreto y luego momentos a lo largo del día. Yo soy partidaria siempre de los momentos concretos. Porque si no tomamos estos momentos concretos, luego durante el día también se nos puede pasar o no encontrar la opción. Entonces, momentos concretos. Por la mañana al acostarte, te acuestas. Oye, gracias por esto, por esto otro, por esto otro. Gracias, Señor. Me duermo. Y luego a lo largo del día, si nos hace falta, momentos puntuales. Aprecia lo pequeño y da gracias por esas cositas pequeñas que te pasan. Hazlo todos los días. Escribe un diario de gratitud. Eso es en lo que yo todavía no he empezado. Pero lo veo súper chulo. Tengo que encontrar el momento. Escribe tres cosas por las que estás agradecido cada día. Me ha llamado no sé quién, que hacía tiempo que no me llamaba. No sé quién me ha preguntado cómo estoy. He podido charlar un rato con tal. Este ratito con los compañeros de trabajo. Esta sonrisa. Este te quiero de mi hijo. Tres cositas. Yo he dicho muchas, pero tres cositas. Porque puede parecer simple, pero la repetición diaria te ayudará a enfocarte en lo bueno en vez de en lo malo. Ya no será que te vas a la cama pensando yo qué sé, que tengas un compañero de trabajo insoportable. Que te hace la vida imposible. Ese compañero, fíjate lo que me ha hecho hoy. Y se lo cuentas a no sé quién. Y entonces fíjate qué mal me siento. Y me hace sentir como una basura. Y me hace bullying y no sé qué. Y te acuestas con el mismo pum pum pum pum. En el estómago. En las vísceras mismas. No. Venga, sí este compañero. Pero fíjate esta compañera qué maja. Que me ha echado una mano con ese trabajo que no pensaría en la de tres. O fíjate qué majo mi marido. Que cuando llegaba a casa tenía la cena hecha. O fíjate. Entonces ya cambiamos la perspectiva. Y ya no es ese compañero que me hace la vida imposible. Ojalá llegue el viernes porque no lo aguanto. Porque de lunes a viernes me amarga. Porque el compañero seguirá estando ahí. Y será insoportable. Y te hará la vida imposible. Y tendrás que ver qué cartas tomas en el asunto. Que esto no quiere decir que no tomes cartas en el asunto. Si las tienes que tomar. De buscar otro trabajo. De hablar con el jefe. De lo que sea. Pero te ayudará a cambiar el foco y la perspectiva. Y comparte la gratitud. Una de las formas más poderosas de practicar la gratitud es compartirla. ¿No? Si alguien ha hecho algo por ti. Esa compañera que decía hace un minuto. Que te ayudó a hacer un trabajo que no te salía. Oye, gracias. De verdad. Es que no había manera. Ojo, si no llega a ser por ti. Gracias. De esta forma. Tu gratitud no se para en ti. Que dices. Ya me siento mucho mejor. Porque estoy agradecida a que esta compañera me ha ayudado. No. Sino que la ilumina ella. Que a lo mejor tiene un día peor que el tuyo. Entonces se contagia. La gratitud se contagia a los demás. Fíjate que bonito. O sea, a lo mejor ella. No lo sabes. Pero está en un proceso de divorcio con su marido. Y no sabe que va a ser de su vida. Entonces. Oye. Gracias. Si no es por ti. Me hubiera llevado 100 horas. Y se siente bien. Os lo recuerdo. Primero. Aprecia lo pequeño. Desde el café por la mañana. Porque es donde no sale agua de grifo. No sé. Se me ocurre. Hazlo todos los días. Cada día. Entrena el músculo del agradecimiento. Y pon el foco en lo positivo. Escribir un diario de gratitud. Como digo. A mí es lo que me parece más difícil. Pero a lo mejor no tiene que ser un diario escrito. Puede ser que te mandes a ti mismo un mensaje todos los días. Con tres cosas que agradecer. Ponerlo por escrito. Como que las hace más reales. Que puede ser en el mismo momento. En el que por la mañana o por la noche das gracias. No solo lo doy gracias. Sino que lo pongo por escrito. Gracias por esto. Gracias por esto. Gracias por esto. Cuando esté triste. Esas palabras de manera inconsciente vendrán a mi mente. Y por último. Compartir la gratitud. Eso me refiero a darla. Y yo añadiría otra cosa. En este compartir. No solamente darle las gracias a alguien cuando hace algo por mí. Que es fenomenal. Y explicarle el por qué. Sino compartir que estoy agradecido. Igual que comparto con mis amigos. Que yo soy muy de eso. Lo mal que estoy. Porque no puedo. Si no me empieza muy... Tengo que compartirlo. Comparte lo bueno. O sea, fíjate. Mi hijo que esta mañana me la ha liado parda. Y ahora me ha mandado un mensaje superchulo. Y me ha dicho que me quiere. Porque con eso. Le estoy dando más bombo. A lo bueno que a lo malo. Y el día sigue siendo gris. Hoy soy gris pero ya no me importa tanto. En fin. Hoy hemos hablado. De cómo la gratitud. Puede ser un faro en momentos oscuros. De nuestra vida. Ayudándonos a ver la luz a través de las dificultades. Esas estrellas. Cuando no hemos visto el sol. Y como hemos visto. Pues no es solamente una herramienta. Muy poderosa en nuestro día a día. Que nos puede ayudar a. A transformar. Sino que también nos conecta. Con algo. Mucho más grande. De nosotros mismos. Que es la fe. Y la esperanza. Porque cuando todo está gris. Perdemos la esperanza. Y cuando perdemos la esperanza. Ya lo hemos hablado más veces. Perdemos la fe. No solamente la fe en que eso se vaya a arreglar. A nivel general. O sea, fe en algo concreto. Sino incluso. Esta pérdida de fe. En algo concreto. Nos puede hacer. Llegar a perder la fe en alguien. En ese otro alguien. Que está ahí arriba. Es como. Si es que no. No sé. No sé si habéis experimentado alguna vez esta sensación. Pero yo creo que es muy real y muy humana. Recuerda. Que no estamos solos. Que siempre. Hay algo. Por lo que estar agradecido. Y nada. Para no ser menos. En el agradecimiento. Una vez más. Quería daros las gracias a todos vosotros. Por estar ahí esta semana. Compartiendo. Trabajando esperanza. Todos juntos. Y bueno. Que ya sabéis. Estamos aquí. Una vez más. Aunque últimamente. No me estáis haciendo mucho caso. Y no me estáis mandando un Whatsapp. Que tenemos el Whatsapp del programa. 6633 64211 Lo repito. Despacito. 6633 64211 Bueno. Eso es todo. Que la esperanza. Y la gratitud. Iluminen tu camino. Hasta la semana que viene. Chao.
Trabajando esperanza #17
Fecha: miércoles, 26 de febrero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 37:46
Mostrar transcripción de Episodio 17. Pendiente.
Transcripción de Episodio 17. Pendiente.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento espiritual, personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a abordar un tema que tiene mucha relevancia en la sociedad actual, especialmente cuando hablamos de lo que significa ser mujer, de nuestra feminidad y cómo ésta se relaciona con lo que la sociedad nos ha ido contando durante los años. Vamos a hablar de feminismo, pero también de feminidad entendida de manera completa, con toda su riqueza. Sin más, comenzamos. En la actualidad nos enfrentamos a un dilema sobre qué significa ser mujer. Una mujer fuerte, y hoy emplean este palabra que confieso que no me gusta nada, empoderada, quizá porque lo relaciono con un tipo de discurso determinado que no me encaja. Por un lado, tenemos al movimiento feminista que busca la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres, lo cual tenemos claro que es fundamental. Y que, en mi opinión, en los países occidentales ya se ha logrado. La igualdad de derechos ante la ley es idéntica. De hecho, vamos a dejarlo ahí. Pero por otro lado, la sociedad moderna nos está transmitiendo una visión de la mujer que se aleja de esa feminidad auténtica. De esa feminidad que habla de algo que nos es como muy propio y que hoy está como muy denostado. Hoy es como algo que no nos encaja. El ser cuidadas, el ser valoradas, el ser acompañadas. Esa atención específica a la mujer, no porque sea más débil, sino porque necesita esas otras cosas que a lo mejor el hombre no necesita tanto por naturaleza. Todo este programa, voy a decir que está basado más en opiniones propias que en realidades, pero que yo creo que son también biológicas. Y las mujeres que me escuchéis, es un programa tanto para hombres como para mujeres. Yo creo que las mujeres, como para decir, tienes razón, estamos rechazando cosas que en el fondo nos encantan, o sea, nos gustan y necesitamos. Y los hombres que no piensen que no las necesitamos porque aparentemente se rechacen. Bueno, sigo al lío. Por una parte nos dicen que ser fuertes es ser independientes en todo. O sea, lo puedes hacer todo tú sola, no necesitas a un hombre para nada, casi que ni para ser madre. Que debemos ser capaces de, o sea, somos superwomans, que podemos con todo lo que nos echen, sin pedir ayuda, sin pedir apoyo, ni emocional, ni real. Entonces, luego, cuando no nos apoyan o no nos sentimos apoyadas emocionalmente, pues sentimos esa carencia. Entonces, realmente eso es lo que significa ser mujer, esta especie de empoderamiento. Ser fuertes solo desde nuestra independencia, sin admitir que necesitamos de esa complementaridad masculina, que es eso, una complementaridad que está genial. Lo primero, quería centrarme en algo que entiendo que nos pasa a muchas mujeres, en mi opinión a la mayoría de las mujeres. Y por eso, eso lo reflejan muy bien las novelas o las películas románticas. Esta necesidad de la mujer de ser cuidada, de ser mimada en algún sentido. Entonces, de repente, vemos estos grandes héroes de la película o de la novela, que cuando la mujer está sufriendo, pues están ahí a los pies de la cama 15.000 horas sin dormir. O que luchan o que la protegen contra los malos, en esa labor de héroe. Últimamente, de hecho, en las películas de Disney, que eran antes de princesas y siempre había un príncipe maravilloso que estaba ahí para eso, para proteger, para cuidar. Entonces, han quitado a los príncipes y se han quedado solo con las princesas y nadie que las ayude. Y yo creo que desde entonces las películas de Disney han dejado de verse tanto. Han dejado de tener tantos seguidores como antes. Precisamente porque han quitado ese papel tan mono que a las mujeres nos encanta. Y yo insisto, que a mí me encanta. Ahora me han aficionado a los dramas coreanos, que son como una especie de series románticas coreanas muy monas. Sin nada más que un beso de vez en cuando, pero de esas súper tiernas, donde se ve mucho esto. Por más que la mujer es fuerte y aparece como una mujer fuerte, capaz, siempre el hombre está allí como para dar la cara. No sé cómo decir, ¿no? En esa labor como muy suya de protección o de cuidado. Y yo digo que a la mujer necesitamos, en cierto modo, esta especie de placer de ser cuidada. Ser cuidado a la necesidad de... Este especie de candor que nos produce de calor interior o como se diga, que nos produce el sentirnos cuidadas no está reñido con que seamos unas mujeres fuertes y no seamos débiles. Al contrario, ¿no? ¿Cuántas veces hemos sentido esa necesidad de que nos cuiden, de que nos den un abrazo, de que nos mimen y de que nos hagan sentir especiales? No se trata de ser incapaces. Ese acto, por ejemplo, tan caballeroso de abrir la puerta o de retirar la silla, que ya no se lleva nada. O de ceder el sitio, que tampoco. Todos estos actos de caballerosidad, ¿no? Que ahora nadie hace porque parece que están llamándote inválida. Creo que, no sé, que tienen más que ver con ese sentirse especial con que no seamos capaces. Evidentemente somos capaces de abrir una puerta, pero ahora, hace 500 años y hace 2000. O sea, que te abran la puerta no es por citar a Misela que no es capaz de abrir la puerta. Eres especial, te abran la puerta. Es más bien como una reina. Y tengo que abrirte la puerta, ¿no? No pasa nada por dejar, por percibir, por dar el amor o el cariño o el aprecio, ¿no? De esta manera, ¿no? Pero vivimos en una sociedad en la que, como se nos empuja a ser fuertes y a ser capaces y a no necesitar y a no pedir auxilio, ¿no? Se han perdido todas estas cosas, como os digo, ¿no? Ya, vamos a ver, si a mí me cede alguien el sitio en el metro, voy a pensar más. Que es porque piensa que es mayor, que soy mayor. Me voy a ofender muchísimo, sobre todo si es un crío de 17, 18 años. Porque sea una mujer, ¿no? Voy a pensar, ¿cuánto he envejecido en los últimos años? No me voy a sentir cuidada, me voy a sentir... Se ha perdido esto, ¿no? Cuando alguien de repente te abre la puerta para que pases, es como... O sea, existe un protocolo, deja salir antes de entrar, y eso se hace, y eso se entiende. Pero no por ser mujer te abro la puerta o te cedo. Oye, te hago el gesto de pasa tú. No se le ocurre a nadie abrirme la puerta del coche antes de entrar, ¿no? Es verdad que muchas veces, la mayor parte de los días, soy yo misma quien conduce el coche. Entonces no me abro a mí misma la puerta, como es lógico, ¿no? Pero no se da esto, ya no es lo normal. Resultaría extraño, ¿no? No sé si para bien, no sé si me han abierto alguna vez la puerta del coche, pero me resultaría, pues, chocante, ¿no? O alguna vez sí, cuando llueve o algo, si alguien lleva paraguas y yo no, incluso mi marido, pues puede ser, ¿no? Pero no es algo que normalmente se haga, ¿no? ¿Qué ocurre cuando la presión se convierte en algo que nos aleja de lo que somos y de nuestra esencia femenina, ¿no? Ser mujer, pues, no significa ser dura, ni hacer todos solas. A veces, la verdadera fuerza está en ser vulnerables y saber que lo somos y permitir que nos cuiden, ¿no? La mujer, ahora y siempre, pues hemos cargado mucho a las espaldas, pues familia, trabajo, no solo ahora porque trabajemos fuera de casa, antes también, las tareas del hogar de los años de nuestras abuelas, pues no tenían nada que ver con las de ahora. A lo mejor era casi mejor irse al campo y segar, ¿no? Que las mujeres que no solo segaban, sino que tenían que coser, tenían que lavar, pero no lavar en la lavadora, sino lavar a mano, irse al río, cocinar, hacer para un montón de gente que eran en casa con lo poco que tenían, cuidar los animales. La mujer siempre ha tenido mucho peso a sus espaldas, ¿no? Bueno, dejar de descansar y sentirse, pues a veces, bueno, decir, necesito ayuda, necesito este descanso, que a veces esos traumas que tenemos, ¿no? Y esos, todo lo hago yo, que nos salen al final, ¿no? Es porque llevamos mucho encima y creemos que tenemos que llevarlo, ¿no? No es ser débil reconocer, pues nuestra flaqueza en un momento determinado, sino todo lo contrario. Y por supuesto que podemos, como decía antes, hacer todo nosotras, claro que sí, bastaría más, ¿no? Pero, ¿por qué no dejar que nos cuiden de vez en cuando? Cuando lo necesitamos tanto, ¿por qué no dejarnos atender? ¿Por qué no disfrutar de ese cuidado, de esa ternura que nos hace falta? Y es que a las mujeres nos hace falta eso, ¿no? Y que parece que no está permitido recibir, ¿no? Me da lástima porque nosotros todavía somos de una generación un poco intermedia, pero pienso en nuestras hijas, ¿no? Y en estos chicos jóvenes o críos, adolescentes, que llevan toda una vida oyendo hablar de mujeres empoderadas, de nosotras lo podemos, de vosotros no valéis, de tal... No se les va a ocurrir ofrecer este apoyo emocional necesario, incluso, no solo emocional, sino estas atenciones que necesitamos, pues a sus parejas, ¿no? Y claro, ellos no lo ofrecerán y ellas lo necesitarán. Entonces, se dará este problema, yo creo que ya se está dando, ¿no? Pero que va a ser más fuerte a lo largo de los años. En mi novelita, en A Fuego Lento, Marta es una protagonista, que es una chica joven, que, bueno, pues tiene esta ideología de fortaleza e independencia, o sea, no depende de nadie, ¿no? Y sin embargo, en la novela, pues al final, a ser una novela romántica, no quise desperdiciar el momento, la oportunidad, de este cuidado, de esta atención de Pedro, constante, cuando ella, sobre todo, cuando ella, pues... Ella está lejos y él también, y entonces este cuidado que se hace por medio de las cartas, ¿no? Y luego en la segunda parte, la protagonista enferma, entonces vemos a un Fernando, que es el protagonista, allí en la cama, preocupadísimo, ¿no? Nos gusta ese Fernando, ¿no? Y ese Pedro preocupados por lo que pasa, ¿no? Por lo que tienes. Y entonces nuestras protagonistas se van a sentir seguras, apreciadas y queridas, ¿no? Es una forma que la mujer necesita para sentirse querida. El hombre tiene otras formas, pero si queréis ya los tratamos otro día, pero la mujer necesita esas muestras de atención, esas muestras de cariño, esas muestras de aprecio puntuales, ¿no? Por eso siempre, pues, a la mujer, el día tal, se le han regalado flores o... Esos detalles que a lo mejor no se tienen tanto con los hombres, los que no los necesiten, pero no de esa manera. Entonces, yo lo que quiero es que... O sea, lo que quería en el programa de hoy resaltar es que como parte de este trabajar la esperanza y trabajarnos a nosotros mismos, entendamos lo que somos y que las mujeres y los hombres no somos iguales y que renunciando a lo que somos y a lo que necesitamos en esencia, al final nos estamos haciendo más infelices, ¿no? Y estamos perdiendo, pues, esta esperanza. Se nos vende una idea de mujer fuerte como no necesitada de ayuda y se distorsiona a la feminidad, ¿no? Y... En realidad, no es necesario que se nos vea fuertes todo el tiempo. Además, yo creo que cuando la mujer es tan fuerte todo el tiempo y puede con todo todo el tiempo, el hombre pierde también un poquito de lo que... Escuché una vez, y creo que es muy acertado, que la mujer necesita sentirse querida y el hombre necesita sentirse necesitado. O sea, como que se le necesita, como que se le tiene en consideración, como que es algo que tiene que estar, ¿no? Cuando la mujer somos todopoderosas y podemos con todo y decimos que podemos con todo, digamos que el hombre pierde esa esencia suya y al final tampoco sabe cuál es su papel en la relación, ¿no? Entonces, no pasa nada por reconocer, oye, es que estoy hecha polvo, necesito un abrazo, necesito que me hagas un poco de caso, necesito... En italiano hay una palabra muy mona que es cocolare, que es cuidar como mimar, ¿no? Necesito que me cocoles, que me cuides, que me mimes... No sé, esa necesidad, esa vulnerabilidad, porque el hombre así también tendrá la sensación de esa necesidad por parte de la mujer que también él necesita. No sé si me explico. Digamos que lo que yo he notado en la sociedad actual, en la sociedad que nos rodea y más en la que va a rodear a nuestros hijos en el futuro, es que la mujer ha perdido su esencia, ya no es tan femenina o ya no tiene estas características femeninas que tenía antes, ¿no? Ha perdido un poco la elegancia, ha perdido su esencia, su coquetería, y entonces, de repente, pues es más soez hablando, es menos delicada y como que se está androgenando, se está convirtiendo un poco en varón, ¿no? Al asumir ese papel de varón, es como que tenemos que ser iguales a los hombres ya no en derechos, sino en cómo somos, en esencia, en formas, en comportamiento, porque para ser iguales que los hombres, tenemos que ser iguales que los hombres. Y no. O sea, lo que conseguimos es mujeres que son más como los hombres y hombres que son más como las mujeres y tenemos ahí un varabunto y un follón que no sabemos por dónde atajar. Entonces, seamos mujeres como tenemos que ser, con nuestra feminidad, con nuestra elegancia, con nuestra, no sé, en nuestra edad, pero más en la de nuestras madres y en la de nuestras abuelas, una mujer nunca decía un taco ahí y ahora sueltan más tacos que ellos y si ellos fuman, ellas el doble y si ellos... Entonces, no cojamos las cosas malas que no cogemos las buenas, cogemos las malas, las más rudas, las más... No perdamos nuestra emotividad, no nos hagamos insensibles, ellos son menos emotivos, pero la emotividad es una parte tan bonita de la mujer y no tenemos que perderla, ¿no? Y seamos más nosotras mismas. Me parece que la sociedad ganará y nosotras ganaremos asumiendo que esto es así, porque el problema es que, por más que intentemos ser como ellos, realmente no lo seremos, será una apariencia y entonces esas carencias las iremos arrastrando y producirá en nosotras una cierta infelicidad. Cada uno tiene unas características maravillosas que se complementan perfectamente con las del otro. Vamos a aprovechar, ¿no? Porque si no, al final, es lo que os digo, que tenemos hombres que tienen sentimientos o se comportan como si no lo fueran, mujeres que se comportan como si no lo fueran y ellos que no saben cómo interactuar con ellas, interactuar con ellos y así nos va. En todo esto que os he ido contando, que no sé si al final os ha quedado mucho en claro o no, hemos hablado de la feminidad frente al feminismo, ¿no? Frente a estos que dicen somos iguales del todo. Y como esta feminidad no es vulnerabilidad, sino que dentro de nuestra fortaleza, que es innata y que ha sido así desde el principio de los tiempos, desde los orígenes, pues no pasa nada por saber que existe esta necesidad de un cierto cuidado especial, de una cierta atención especial. No pasa nada. Necesito que me digas cosas monas, necesito que me tengas atenciones especiales, necesito que me mimes un poquito más porque soy mujer y no pasa nada. Vamos a asimilarlo y vamos a vivirlo como es, con la preciosidad que tiene. Voy a dar una especie de tips como para aprender y enseñar esta feminidad a los que nos rodean. Sobre todo estoy pensando en estas niñas que ahora son más machotas que ellos y que no aceptan esta feminidad. Claro que por otra parte son muy fuertes, muy todopoderosas, pero llega un momento en el que les cantan un rap, un reggaetón de estos en los que las denigran como si fuesen cualquier cosa. Entonces tenemos ahí una especie de dualidad que yo no sé por dónde va a salir. Pero bueno, vamos con esos tips para enseñar y para aprendernos lo primero. El primer paso, el primer tip sería abraza tu vulnerabilidad y permite ser cuidada. Mira lo he dicho bien, vulnerabilidad a la tercera, a la cuarta, a la quinta, mala vencida. El primer paso es aceptar que tenemos una cierta vulnerabilidad, que ellos también, pero que nosotros también las tenemos. Eso no nos hace débiles en absoluto, sino humanas, pues como ellos, que no tenemos que ser superpoderosas, que no tenemos que ser todopoderosas, que todopoderoso solo hay uno. Permitir que nos cuiden, que nos apoyen. No es un signo de incapacidad, sino de fortaleza interior, o sea reconocer, oye, necesito ayuda. Es que eres fuerte al final. Tienes la fortaleza suficiente para que no te puedan opiniones de otro tipo. Enseñemos a nuestras hijas que nos permiten y a no tener miedo a mostrar esa ternura, esa elegancia, esas características femeninas históricas. Entonces eso, en primer lugar, abraza tu vulnerabilidad y permítete ser cuidada. En segundo lugar, valora la belleza interior. La feminidad también está en cómo nos sentimos y cómo nos proyectamos por dentro. Porque la belleza es más importante cuando viene del interior. Nuestra bondad, nuestra capacidad de amar, ese tipo de belleza que perdura y que estar innata la mujer. Estoy convencida de que María, la Virgen María, es símbolo de esa belleza interior, de esa capacidad superior para entregarse, para darse, para amar, que creo que es tan innata la mujer. No digo que el hombre no la tenga, pero de una manera especial es parte de esa feminidad. Acepta esa capacidad tuya de amar. No te cierres a la vida, no te cierres a entregarte. Y a veces la mujer también hacemos eso. Las nuevas generaciones cerrarse a hacerse egoístas cuando el egoísmo nos pasa a veces. Si él no, yo tampoco. Vamos a ver si vas a ser más infeliz si no te entregas pedazo de alcornoca. Valora la belleza interior. Reconoce y celebra el rol de la mujer en todos sus aspectos. Esto va en relación con lo que os comentaba antes. Ser madre, hija, amiga o compañera no es algo que te va a ser subestimado. Son roles que desempeñamos en nuestra vida y que nos permiten crecer y conectar con los demás. Nuestra forma de ser madre, nuestra forma de ser hija, nuestra forma de ser compañera, amiga, es todo especial. No tiene nada que ver con la de ellos y nos complementa. Vamos a celebrar, a disfrutar de nuestra manera de ser mujer. Porque os digo, a veces nos estamos haciendo muy hombres y estamos perdiendo parte de esa generosidad que nos caracteriza, de esa ternura, sin dejarnos nada, que tenemos las mujeres con las amigas. Disfruta de tu feminidad. Disfruta de la ternura y la delicadeza que también forman parte de este rol de mujer o de estas características de mujer. Ser femenina no es ser dura como todo el tiempo. Más bien no es ser dura en absoluto. La ternura y la delicadeza son virtudes que reflejan una gran fortaleza y que forman parte de nuestro ser. Algunas menos tiernas, otras más tiernas, pero la mujer por naturaleza, por definición, suele ser más tierna, más suave, más delicada, más elegante. Si pienso en esas chicas que se sientan de cualquier manera, que hablan de cualquier manera, eso no es femenino, por definición. Y luego recuerda que el autocuidado es esencial. Hemos hablado del autocuidado un cierto autocuidado como decía, interior, pero también exterior. La mujer por definición de siempre, no porque se lo pida nadie. Yo no me arreglo, no me maquillo para que me vean los demás. Es porque me veo yo. Si tengo un mal día, antes de ayer estaba hecho unos zorros. Me sentía como animada, el típico día un poco plof, que te han pasado dos o tres o cinco cosas, que no tienes ganas de nada. Vamos a cenar abajo al VIP's. Se lo dije a los chicos. Vamos a bajar al VIP's. Me puse mona, me maquillé, me vestí, y eso me elevó el ánimo por lo menos un 25%. Luego ya la cena, el compartir, el estar con mi familia, pues me animó el siguiente 25% que necesitaba. Me quedó ahí un 75%, porque el 25 % ya lo había recuperado arreglándome, el otro 25% saliendo de un sencillo, pero superado. El autocuidado, el bien, el cuidarse, es como muy nuestro. No sé por qué tenemos que ir con pelos en los sobacos. ¿Por qué? Porque nos lo dicen cuatro feministas. Si no nos hemos llevado nunca, pues por algo será, porque nos gusta cuidarnos. Si no te gusta, pues nada. Por naturaleza, el autocuidado es muy de mujer. Ellos más depilados y nosotras no. Pues lo que os decía, que se están haciendo un cachimucho y ahí las cosas, que ya no sé qué es de hombre y qué es de mujer. Entonces, déjate tiempo para tu autocuidado, pues para eso, para quitarte los cuatro pelos de las cejas, que hemos hecho toda la vida, y que ahora de repente parece que no hay qué hacer. Entonces, te inviten. Bueno, puedes decir un poquito no, pero un poquito, para que no parezca que eres una gusona. Pero si te quieren invitar, que te inviten. Valora la belleza interior. Cuida tu belleza interior. Reconoce y celebra tu rol, tu esencia de ser mujer. Vamos a esas cosas que como madres, que como hijas, que por ser femeninas, tenemos maravillosas. Disfruta de la ternura y la delicadeza que forman parte de este rol de ser mujer, de esta esencia nuestra. Y recuerda que para la mujer, normalmente, el autocuidado es esencial. Y que verte bien, cuidarte, ponerte mona, comprarte una tontería, nos levante el ánimo. Pero lo normal es que no. Sin embargo, nosotras disfrutamos yendo de compra. Por algo será. Entonces no vamos a matar esa forma que tenemos de ser. En conclusión, ser mujer no significa cumplir con unas expectativas ajenas. Ser mujer significa ser fiel a nuestra esencia, a lo que somos de verdad. Así nos ha creado Dios con unos cromosomas determinados. Y nos dan una forma de ser determinada que Él quería que tuviésemos para nuestro rol especial en la creación. Por eso nos hizo hombres y mujeres. Si no nos hubiese hecho a todos como hubiese querido, ya vería lo de la reproducción. Él lo hizo así porque vio que así era como mejor era para que las cosas fuesen bien. Y a lo mejor uno de los motivos por los que la sociedad no va bien es porque se están perdiendo los ideales. No debemos tampoco sucumbir a los ideales de perfección que nos marca la sociedad. La sociedad quiere que seamos superwoman, que lo podamos todo. Entonces llega un punto en el que no puedes a lo mejor llegar a esos estándares porque no son. Cada uno en su proceso, en su momento tenemos que aprender a ser auténticas. O sea, de verdad, estas super... A mí me pasa a veces que veo estas supermamás a veces de familia numerosa, superwomanísimas, superarreladísimas con 500 hijos todos conjuntadísimos que los fines de semana hacen bizcocho encima lo hacen con productos naturales para que los hijos coman perfectamente bien. Y digo, o sea, no. Yo el fin de semana necesito un rato para ver una serie de estas que os he dicho antes y desconectar. Y entonces en vez de eso, pues un día sí, ayer estuve haciendo crepés, pero lo normal es que diga me da lo que pilléis y yo descanso un rato que me viene bien o doblo ropa mientras tanto. O sea, no nos pongamos como esos estándares tan elevados que a veces comentados por redes sociales nos marca la sociedad ni de esas mujeres superestupendas ni de esas que son ejecutivas, agresivas, que han renunciado a ser madres porque no. Sé lo que tienes que ser. Para lo que estás llamado a ser, para lo que estás llamada a ser, y aquí puedo hablar también de los hombres, que sean lo que tienen que ser, que estén ahí con su mujer, que la atiendan, que estás llamado a ser padre de familia, pues padre de familia, soltero, pues soltero, pero con tus vulnerabilidades, con tus deficiencias, pero con tus fortalezas también. Y luego con todo esto sobre la mesa con esperanza, trabajando esta esperanza que trabajamos aquí con ilusión. Lógico, tengo mis defectos, tengo mis deficiencias, necesito estas cosas, no pasa nada. Dios me ha quedado así, Él sabrá. La esperanza de ser quienes somos en plenitud y de reconocerte de saber ver la belleza de lo que somos hombres o mujeres y que dicen que las mujeres tenemos al día no me acuerdo, me invento el número, no sé si son 10.000 palabras al día que usar y los hombres pues tienen 5 .000 palabras que usar. A veces en nuestra forma de comportarnos y en los problemas que surgen en pareja surgen precisamente porque no nos entendemos mutuamente. La mujer necesita hablar mucho en una oficina donde no habla nada o habla muy poco. De las 10.000 palabras que tenía que usar me lo invento, pues usa mil y sin embargo el hombre es comercial y cuando llega a casa no ha gastado sus 5 .000 sino que ha gastado 10.000 y no quiere hablar nada porque las ha gastado todas pero tenemos que entender que es que el hombre habla menos que es que la mujer necesitamos hablar más. De la misma manera que cuando un hombre pero la mujer en ese nada quiere que el hombre entienda que es que necesita que la mime necesita que la atienda entonces vamos a saber expresar las cosas vamos a entendernos a nosotras mismas no si nos pasa pero no sé ni qué a veces no sé ni qué tengo deficiencia de algo no es que me ayudes con la cena ni que me ayudes a poner la mesa ni que participes en las tareas del hogar que también que participes en las atenciones conmigo si sabemos eso de una parte y de la otra tenemos medio camino recorrido en fin que mil gracias una vez más por acompañarme en estos pensamientos míos en este trabajar esperanza que lo que quiero es precisamente eso que nos ayude a ver la vida con ilusión que nos ayude a entendernos y que nos ayude nosotros mismos para seguir trabajando en este caso pues hablando de nosotras de las mujeres más que de los hombres pero ya haré otro hablando de los hombres mil gracias ya sabes si tienes alguna reflexión algún comentario sobre todo lo que hemos hablado no dudes en escribirnos un whatsapp que últimamente no me estáis escribiendo whatsapp al 663364211 y ya sabéis nos vemos el siguiente miércoles a las 9 de la noche en trabajando esperanza un fuerte abrazo a todos
Trabajando esperanza #16
Fecha: miércoles, 19 de febrero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 42:00
Mostrar transcripción de Episodio 16. La vocación religiosa ¿una locura?
Transcripción de Episodio 16. La vocación religiosa ¿una locura?
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a hablar de algo que, aunque hoy en día no se plantea mucho, sigue siendo clave en la vida de muchos, y puede llegar a serlo para muchos más. La vocación religiosa. Gracias por pasar este ratito una vez más con nosotros. Sin más, comenzamos. En el programa anterior os hablaba un poquito sobre mi vocación religiosa. Algunos me habéis preguntado por privado, por mensaje, por WhatsApp, me habéis comentado sobre este tema. Es algo que sí que me apetecía comentar con vosotros, también porque es un tema que trato en mis libros, sobre todo en el primero, en A Fuego Lento 1. La vocación religiosa es un camino de entrega, efectivamente, dedicación total a Dios y a los demás. Pero hoy, en una sociedad que promueve tanto la autonomía, el placer, el éxito, ¿cómo podemos entender una vocación que implica renunciar, o aparentemente implica renunciar a todo eso que ofrece el mundo? ¿Y qué significa realmente hoy decidir ser sacerdote, monja, o vivir una vida consagrada, como laico consagrado? Como os comentaba, en A Fuego Lento, mi libro trata esta especial consagración, esta especial vocación a la vida consagrada de la mano de Susana. Que, en mi opinión, no es porque lo haya escrito yo, ilustra perfectamente este camino de discernimiento, o sea, qué es lo que le pasa a alguien por la cabeza que se siente llamado a esta especial consagración. La lucha interna que conlleva reconocer y aceptar la llamada de Dios, y bueno, las inquietudes, las preguntas que uno se hace cuando llega este momento. Sin embargo, también la paz final que uno tiene cuando finalmente abraza el llamado que dicen los latinos, la llamada que decimos aquí en España, la llamada que Dios tiene para cada uno de nosotros. Os voy a leer, es un poquito largo, pero me apetecía leerlo, el texto donde en A Fuego Lento hablo de este tema. Bueno, ¿y qué te ha parecido lo de que el curso que viene me vaya de monja? Dijo sonriendo Susana y guiñándome un ojo. La verdad, asintió enérgicamente. Una aberración, dije. Susana soltó una sonora carcajada. Varios ojos se volvieron hacia nosotras, entre otros, los de Pedro, que nos observaba con curiosidad desde la cancha de baloncesto. Me has dicho que te diga la verdad, ¿no? Claro, y me alegra que seas sincera. ¿Te puedo preguntar por qué? Me dijo ella. No entiendo qué se te ha pasado por la cabeza para dejarlo todo. Eres guapa, muy lista, trabajadora, muy maja, simpática. Me han dicho y tu novio era uno de los chicos más guapos de San Joaquín. ¿Y quieres ser monja? ¿Quién te ha dicho a ti que yo quiero ser monja? Dijo Susana, confundida e indignación. Ahora sí que me he perdido algo. Susana volvió a reírse con ganas. Yo no quiero ser religiosa. De hecho, me he rebelado contra ello durante mucho tiempo. Yo quería ser juez y quería casarme con Pedro. Bajo ningún concepto quería hacerle daño. Había soñado con un futuro tan bonito. No sé cómo explicártelo sin parecerte una loca de remate. Si te sirve de consuelo, le dije. Ya me pareces una loca de remate, encogiéndome de hombros y con cara de resignación. Volvió a romper a reír. Me encanta tu sinceridad. Pedro nos miraba con creciente curiosidad. Creo que le gustaba verla reír. La seguía queriendo. Me pregunté por qué Sofía no habría ido a la convivencia. Me lo anoté mentalmente para preguntarle a Ruth. Siendo así, te contaré las cosas tal cual. Total, no tengo nada que perder. Me guiñó un ojo. Me contó que hacía como cuatro años, o algo más, empezó a sentirse genial con todo aquello que tenía que ver directamente o indirectamente con Dios. Venía de una familia religiosa, así que no le resultó raro. Se hizo catequista, se apuntó al coro, al grupo de oración y al voluntariado. En ese tiempo conoció a Pedro, un chico maravilloso y guapo, con sus mismas inquietudes, y al poco tiempo empezaron a salir. Era feliz y mucho, pero tenía algo así como la sensación interior de que le faltaba algo. Esa sensación solo desaparecía en la capilla, dando catequesis en el grupo de oración de jóvenes. Poco a poco la sensación fue creciendo, hasta hacerse prácticamente insoportable. Tenía que dar respuesta a todo aquello que sentía en el interior, y se decidió a hablar con Don Jaime del tema. Además, le pasaba algo aún más raro. Prefería pasar la tarde tomando un café y charlando con las mojas del cole, a ir al cine o de paseo con Pedro. Lo quería con locura, pero cada día le costaba más estar con él. Sentía que le engañaba cuando le besaba, o que engañaba algo en su interior. Casi como si engañara a... ¿Dios? Definitivamente tenía que saber qué le pasaba o se volvería completamente loca. Tras meses de conversaciones con Don Jaime, éste un día se aventuró a ponerle nombre a lo que ella sentía. Vocación religiosa, le dijo. Un estallido en su interior. Se negó a aceptarlo durante semanas, saliendo más con Pedro, yendo de fiesta con sus amigas, e incluso programando algún viaje. Dejó de ver a las hermanas y de ir a misa a diario. Incluso se perdió alguna misa dominical. Y de ver a Don Jaime ni hablamos. Pero, lejos de mejorar, cada día se sentía más triste, menos tratable. En vez de acostumbrarse a estar sin Dios, cada día lo necesitaba más, aunque se negara a aceptarlo. Una tarde, volviendo de fiesta con sus amigas, vio una iglesia abierta. Serían las 3 de la mañana. Se trataba de una iglesia pequeñita, una capilla. En la puerta ponía Jesús de espera. Y había adoración perpetua. Tenían la hostia consagrada expuesta 24 horas al día. Se puso de rodillas y se rindió. Se entregaba a Dios. En ese momento, y por primera vez en mucho tiempo, sintió una alegría inmensa y una gran paz interior. Yola lloraba de alegría. Jesús la estaba esperando allí y había llegado el momento de decirle sí. Eso que llevaba tanto tiempo sintiendo era el amor de Dios. Y el amor de Dios nunca se rinde. Antes de seguir con el tema de la vocación religiosa, deciros que es curioso cuando leo mi propio libro y algunos temas, algunas partes como esta, no es por lanzarme flores, pero me parece asombroso como al estar enmarcado todo en una historia de amor romántico como muy adolescente, las niñas que ni siquiera son religiosas, que no van a misa ningún domingo, se enganchan a la novela. Y se comen todo este tema de la vocación que suena tan poco convencional hoy en día. Creo que prueba superada con respecto al libro. Y ahora que ya me he lanzado esta flor, seguimos con el programita. Como os comentaba, como se ve en el texto de Susana, la vocación religiosa no es fácil de entender. A menudo es rechazada porque se supone que tiene más como un plus de sacrificio y de renuncia a muchas cosas que el mundo valora. Tener éxito, el dinero, las relaciones personales, el confort, las relaciones sexuales, pero en el fondo es una entrega por amor. Y no solo eso, sino que, lo diré más veces, pero en realidad cualquier tipo de decisión en la vida, cualquier tipo de elección implica una renuncia. No sé, pero cuando tomamos la decisión, por ejemplo, de elegir a Pepe, estamos renunciando a Juan, a Adolfo, a Alfredo. Estamos renunciando a muchos Pepes, en realidad. Escogemos uno, pero renunciamos a muchos otros durante el resto de nuestra vida por esa elección. En la vida religiosa no es más complejo. De hecho, estamos eligiendo al mejor por muchos otros que no son tan mejores. Cuando ese mejor es para nosotros, cuando nuestra vocación es la vida religiosa. Pero quiero decir que a veces se hace mucho énfasis en esta renuncia, en este sacrificio, como le pasa a la propia Susana. Es como, perdóname que me llamas a esto, o sea, vocación religiosa. Este cura está loco de que estamos hablando. Yo vocación religiosa no tengo. O sea, yo quiero casarme con mi novio, que es maravilloso. Yo quiero formar una familia, que es lo que yo he querido toda la vida, y ser jueza. Y ahora este señor que me está contando, ya no. Y entonces tiran por el camino del medio. Hay gente que finalmente, digamos que desecha, o que pierde, o que descarta la vocación, aunque la tenga. Hay gente que no sigue esa vocación. Posiblemente esa gente nunca sea plenamente feliz, aunque sea medio feliz, pero nunca llegue a tener esa felicidad plena que estaba dada. Cuando Dios llama, pues a veces parece una locura dejarlo todo por algo que no se ve. Me acuerdo una vez que yo estaba en Roma. Tuve un momento de crisis puntual, momentánea y de segundos. Estaba en adoración en la capilla y dije, hola, voy a dejarlo todo por este pedazo de pan. Y en ese momento me vino como una negación. No es un pedazo de pan, es Dios que se entrega por mí. Todo eso que yo sabía y que yo había experimentado. Pero claro, para el que no es religioso, por supuesto, incluso a veces para el que es creyente, en algún momento, dejarlo todo por algo que no se ve, que sientes dentro, pero que no ves, pues parece una locura. Susana, como vemos, vive esta lucha interna y finalmente se rinde. Llega un momento en el que después de semanas, después de años, después de darle vueltas, después de qué me está pasando, después de tristeza, de vacío interior, pues se rinde y lo que parece un vacío o una incomodidad termina siendo fuente de paz y rompe a llorar de alegría. Es vocación, ya está, se acabó. Hoy en día parece un concepto lejano, salvo libros locos como el mío o alguno como el más muy piadoso para determinadas generaciones. Pues es un concepto prácticamente inexistente. Podríamos quitarlo prácticamente en el 80%, 90% de los casos. Yo creo que a lo mejor me quedo corta. Esta sociedad que nos dice que debemos buscar la felicidad. Mi padre decía, yo no busco la felicidad, yo soy feliz. El éxito, las relaciones, la vocación religiosa, como cualquier otra vocación auténtica también al matrimonio, pues es tachada como locura. Es como los que tenemos más de dos hijos, que somos tachados como piraos. O sea, perdona, cuatro. Hola. Y la clave está en que la vocación religiosa, como cualquier otro tipo de vocación, insisto, no se trata de hacer algo extraordinario por ser especial. O sea, Dios no te ha elegido por ser especial. Yo lo digo muchas veces cuando tengo algún taller para religiosas. O sea, se da gracia porque las hay más guapas, más simpáticas, más agradables, más listas que tú, y Dios te ha elegido a ti para ser su esposa o a ti para ser su esposo. Y es Dios quien te elige, ¿no? Y es Dios quien te pide, incluso cuando esto, a los ojos del mundo y a los tuyos propios parece una locura. No es un camino fácil, pero ¿qué camino es fácil? O sea, quienes de vosotros que estéis casados me podéis decir que es un camino sencillo. Al menos una religiosa, pues si a una le cae mal, que está en su propia casa, pues puede decir, oye, a la madre, mira, es que con esta hermana yo no puedo irse a otra casa, pero tú te quedas con el que te casaste, te caiga como te caiga. Para siempre. Entonces, no es siempre fácil, ¿no? Pero al final, cuando uno cumple con la voluntad de Dios, tiene una paz y una satisfacción profunda, ¿no? Y esto es lo que vemos, ¿no? Cuando de repente vamos a, a lo mejor a un convento de clausura, a un monasterio de clausura, y las vemos en el locutorio felices. Y dices, vaya, ahí me tiras. Todas juntas, ahí tampoco pueden cambiar de pareja. Y resulta que tiene una cara radiante, que se ríen con cualquier cosa que dices, que se las ve dichosas, ¿no? No solo contentas, sino dichosas. Aunque se vea como una elección radical, como si se desprendiesen de todo lo conocido, en realidad, como os decía antes, cualquier cosa que elijo implica una renuncia, ¿no? Y sí, estoy renunciando a tener una familia, pero es que mi familia va a ser mucho mayor. Va a ser una institución, va a ser la iglesia, va a ser mi parroquia, va a ser... Entonces, en cualquier tipo... A mí me pasa muchas veces cuando he hablado con jóvenes, ¿no? O sea, es como, perdona, no te creas, que un religioso lo tiene más difícil. Una persona que entra a una institución religiosa, para empezar, tiene un acompañamiento continuo. Cuando entra, tiene un periodo de postul... Una cosa que se llama el postulantado. Mira, os voy a dar unas nociones básicas de vida religiosa por si no las sabéis. A los que sepáis, pues pasáis para adelante y ya está, ¿no? Pero dentro de la vida religiosa hay varios pasos hasta que tomas la decisión completa, que son los votos perpetuos, ¿vale? Entonces, durante ese tiempo, primero tienes un periodo de aspirantado, donde vas conociendo a la institución religiosa normalmente desde fuera. O sea, te acercas, haces convivencias con ellos, pasas fines de semana, algunas semanas, vacaciones... Entonces, los vas conociendo desde fuera, sigues con tu vida. Pero estás, digamos, aspiras a ser religioso, estás conociendo, como digo yo, es la fase en el noviazgo de me tomo un café con, ¿vale? No hay nada comprometido, nada hecho. De ahí pides acceder a la vida religiosa, pides hacer, digamos, una experiencia más seria, pides estar. Y entonces empieza el postulantado. El postulantado, el aspirantado, normalmente dura un año, pero puede durar más. El postulantado normalmente dura otro año, pero a veces se alarga dos años si se ve que la persona lo necesita. Entonces, en este periodo, digamos, tú sigues sin formar parte de la institución religiosa como tal, pero digamos que ya estás dentro. Ya estás dentro de la institución, ya convives con ellas, ya las conoces. Es como un noviazgo, ni siquiera es el noviazgo todavía en la vida religiosa, ¿vale? Oficial, digamos. Pero es como un noviazgo serio, o sea, ya estás ahí, estás conviviendo. En este periodo ya tienes un formador, tienes un maestro que te acompaña y tienes una dirección espiritual. En la vida, perdón, en la vida, en el matrimonio, uno no tiene nada de esto. Durante estos dos años vas conociendo. Al cabo de estos dos años, o a este año, perdona, a veces dos, tienes dos años de noviciado, que a veces excepcionalmente se puede alargar a tres. Estos dos años de noviciado es que ya estás en la institución religiosa. En aquellas que llevan hábito, normalmente se ponen el velo, se ponen el hábito y el velo es blanco. En las que no, pues ya llevan algo significativo, algún tipo de medallita o algo que las identifique como que ya están en la institución religiosa. Pero no has hecho ningún tipo de compromiso. En cualquier momento de estos dos años, tú te puedes marchar a tu casa, pero tienes una maestra de novicias que te acompaña, te van enseñando las constituciones, o sea, las reglas de la institución, en qué se basa, te apuntan a cursos que tienen que ver con la vida religiosa, de formación, normalmente específicos para novicias. Digamos que te están preparando muy bien. ¿Me vais a decir que ocurre esto en la vida laica, en la preparación para el matrimonio? En realidad, después de estos, ya llevamos mínimo cuatro años, no has dado ningún paso oficial. Después de estos cuatro años, pasas a lo que se llama el juniorado o votos simples, que duran cuatro años. Cada año se renuevan y en cada año puedes marcharte a tu casa si quieres. Digamos que ya formas parte de la institución plenamente durante ese año, te forman, ya tienes una misión dentro de la institución, además pues unos estudios que tengas que crean ellos que son ellas o ellos que son necesarios. Estás preparándote y estás dentro. Pero al primer año, al segundo año, al tercer año y al cuarto año puedes marcharte si lo deseas. No hay un compromiso todavía, no hay definitivo. Entonces, llevas el año de aspirantado, el año de posulantado, los dos años de noviciado y cuatro años de preparación, de acompañamiento hasta que decides dar el paso definitivo, de hacer los votos perpetuos, es decir, de hacer la profesión solemne. Hasta que te casas con esa institución. Bueno, no te casas con la institución, te casas con Dios. Pero bueno, digamos hasta que ya firmas, hasta que ya formas parte de esa institución. Ahora bien, en el matrimonio, has pasado esos ocho años, has hecho un noviazgo a tu aire como has podido. Algunos tienen acompañamiento espiritual y entonces fenomenal, pero la mayor parte de la gente no lo tiene. O sea, preparación cero. Cuando tú llegas a ese punto y ya tienes un nivel de seguridad que no tiene nada que ver con el nivel de seguridad, de certeza, de trabajo, de estudio, de formación que puede tener cualquier laico que se casa. Por eso os digo, el nivel de renuncia, la renuncia que se hace es casi mayor en la vida no religiosa. Porque la preparación para hacerla es más inmediata y es autónoma, digamos. Es uno solo consigo mismo y con Dios el que tenga a Dios. Ahora bien, una vez que ya ocurre esto, tú haces unos votos perpetuos. Entonces, en el caso de decidir que quieres dejar la institución, tienes que pedir permiso, dispensa a Roma. Es algo así como una especie de nulidad matrimonial. ¿Qué ocurre? En el caso de la vida religiosa, tú te puedes marchar poniendo en juego solo tu corazón, tu vida. Cuando tú te casas, tú pones en juego tu vida y la de tus hijos. Porque tú has tenido unos hijos. Ya no es solamente tu vida y la de tú. Es la de tu pareja, la de tu marido y la de tus hijos. O sea que la responsabilidad es infinitamente mayor. Sin embargo, por alguna razón curiosa que se me escapa, tendemos a pensar que cómo me voy a ir de moja pensando que ya es para siempre, que no hay vuelta atrás, que va a ser una renuncia absoluta, que voy a estar atado. Pero no. Los pasos son tan largos, la preparación es tan grande, tiene tan poco que ver con la vida laica. Entonces, en fin, después de todo este rollo que os he contado de la vida religiosa, para que sepamos, para que podamos dar razón, para que si alguien se lo está planteando, le animemos. No pasa nada. Inténtalo. Mira. Camina. Sabremos si es tu meta o no es tu meta, si es lo que Dios quiere de ti o no es lo que Dios quiere de ti. Solamente lo sabrás si lo intentas, si empiezas a caminar en ese sentido, si no lo abandonas. En fin, como os decía antes, cuando yo me casé con Blas, mi marido no se llama Blas, se llama Carlos, renuncié a Pepe y a muchos otros Pepes. Renuncié a muchas cosas. Cuando me decidí a tener hijos, renuncié a más libertad y a más dinero, que son un chorreo de dinero. Y cuando me compré un Fiat, renuncié a un Renault. Cada decisión que tomamos en nuestra vida está acompañada por una renuncia. Y eso lo entendemos en nuestro día a día, lo entendemos en la vida cotidiana, pero cuando hablamos de vida religiosa, es como si aquella renuncia fuese muchísimo peor, muchísimo más dura, muchísimo más insoportable. Os juro que no lo entiendo. En fin, os voy a decir unos tips como siempre, fíjate tú. Unos tips para vosotros, para vuestros hijos, para un amigo, para que le déis vueltas si estáis en esta situación o para que se los paséis a alguien que sepáis que está en esta situación o para que los tengáis en mente por si acaso os encontráis con alguien que se encuentra en esta situación. Si alguna vez esa persona o tú mismo has sentido que Dios te llama pero no sabes qué hacer, te paso estos tips que puedan ayudarte a discernir tu vocación y a vivirla con claridad. A ver, como todos los tips que ponemos aquí no se trata de definitivos, o sea, son tips sencillitos, simpáticos, pues para que tengáis en cuenta y para que los hagáis claro lógicamente, pero bueno, lógicamente que formarían parte de ese discernimiento que tenéis que hacer. En primer lugar, haz pausas para escucharte a ti mismo. Primer tip, haz pausas para escucharte a ti mismo. Vale, esto vale para esto y vale para casi cualquier cosa en la vida. Dicen eso de en momentos de crisis no tomar decisión. Para. O sea, ¿piensas que puedes tener vocación religiosa? Venga, para. El primer paso para discernir la vocación es escucharte a ti mismo. ¿Qué estoy sintiendo? Como le pasa a Susana, usted dice, ¿qué me está pasando? Párate, es que ahora, o sea, tengo un novio maravilloso, le quiero infinito, no quiero perderlo por nada del mundo, es guapísimo, maravilloso, mis estudios me encantan, soy la mejor de mi clase. ¿Por qué me siento mal? ¿Por qué me siento vacía? Escúchate, ¿qué te está pasando? Sin embargo, cuando voy a la capilla, cuando estoy en convivencia, cuando me tomo un café y me río con las monjas, estoy en la gloria. Es que estoy fenomenal. Cuando voy a hacer un retiro, es que estoy tan bien. Cuando canto en el coro de la parroquia. Escúchate, ¿no? Y no siempre necesitamos como grandes momentos de oración profunda, que claro, en estas cosas sí, ¿no? Pero escucharte ya es un paso. Y lo segundo, o sea, dentro de esta escucha, busca estos momentos de reflexión, o sea, contigo misma, de poner las cartas sobre la mesa, ¿vale? O contigo mismo. En medio del ajetreo, momentos tranquilos, donde puedas conectar contigo mismo y con Dios. O sea, ¿qué me está pasando, Señor? O sea, ¿qué es esto? ¿Por qué estoy así? ¿Por qué me siento así? Lo mismo ahí que en otras decisiones de la vida. Segundo tip, habla con alguien de confianza. A veces no lo vemos claro. A veces es muy claro, ¿eh? Como el caso de Susana, yo creo que era bastante evidente. Las cartas sobre la mesa hubieran dado la receta, ¿no? Pero a veces contárselo a alguien externo que sepa darle nombre a lo que sentimos es maravilloso, como el caso de Don Jaime. Porque te ayuda a poner esas palabras a lo que sientes. ¿Por qué estoy así? ¿No? Y como digo, esto vale para la vocación, pero vale para todo. Para cada cosa que hacemos en nuestra vida o que necesitamos o que sentimos. Venga, ¿qué me pasa esto? ¿No? Si es un director espiritual, mi desobrojuelas, ¿no? Pero a veces no tenemos director espiritual. No es tan fácil hoy en día conseguir un buen director espiritual, ¿no? A veces un amigo cercano, pero un buen amigo cercano que sea de la cuerda de nosotros, ¿vale? Si no, no nos vale. O alguien que haya pasado por algo similar. A lo mejor es una religiosa o madre, ¿de acuerdo? Si es una persona sensata. Pues vamos a contar lo que nos pasa porque verbalizarlo, incluso a nosotros mismos, nos ayuda a darle nombre a las cosas. Entonces, primero, escúchate a ti mismo. Habla con alguien de confianza. Segundo tip, no tengas miedo a cambiar el rumbo. Es que yo quería ser jueza. Quería casarme con Pedro. Quería tener 10 hijos. ¿Qué está pasando? No pasa nada. Cambiamos el rutbo. Caminamos en otra dirección. Te va a costar, pero inténtalo. Como os decía antes, no pasa nada. No te sientas mal por cambiar tus planes. Y a veces, como en mi caso, la vocación religiosa o lo que yo pensaba que era vocación religiosa no es definitiva, pero tenía que probarlo. Tenía que intentarlo. ¿Por qué? Porque si no me hubiese quedado con esa espinita clavada toda la vida. Lo probé, lo viví y además me enriqueció infinito. Muchísimo. Me sirvió una barbaridad en mi vida personal, en mi vida espiritual, incluso en mi vida profesional en mi caso. Pero el probar otro rumbo enriquece. Por lo pronto sigue para allá. Cambia. No pasa nada. Luego ya volverás. En cuarto lugar, ve hacia lo que te da paz. ¿Vale? Hacia lo que te da paz. No aquello que te hace sentir pánico. No aquello que te hace sentir miedo. Porque muchas veces el miedo nos hace huir de lo que Dios realmente quiere para nosotros. La verdadera paz viene cuando haces lo que realmente resuena en tu interior. La paz de verdad. A veces tenemos que saltar el miedo y dar un salto al vacío. Es una especie de pánico escénico. Una cosa es el pánico escénico y otra cosa es el pavor. Un ejemplo muy absurdo, muy tonto. Las agujas me dan horror y cuando veo una aguja y me van a pinchar me desmayo. Mi vocación está claro que no es ser enfermera. No tengo duda. Lo que no te atrae para nada no es tu vocación. Lo que te da paz, lo que te hace sentir bien, de allí está tu vocación. Si sientes un poco de miedo como le pasaba a Susana, pregúntate si es por falta de información, por falta de decisión, por falta de voluntad. Porque a veces lo que ocurre es que no queremos y nos revelamos. En ese caso, pregúntate qué te está provocando ese miedo. A lo mejor es que no lo conozco bien, voy a conocerlo. Es como parejas que a veces no quieren tener hijos porque dicen que no están preparadas para tener hijos. Pues es que yo no estaba preparada para tener hijos y tengo cuatro, quiero decir. No era el título de la madre del año, os lo digo ya. Ni del año ni del mes, desde ya. Pero bueno, Dios quiere que yo forme una familia y yo creo que esa es mi vocación. Y venga para adelante y no lo hago tan mal. No me dan el título a la madre del mes. Pero bueno, pues vamos tirando. Entonces pregúntate si es falta de información. ¿Qué pasa? ¿Los padres no son perfectos? ¿Si es egoísmo? ¿Qué está pasando ahí? Pues lo mismo en la vida religiosa. Pregúntate. A lo mejor te piensas que es entrar y ya te van a cortar el pelo, te van a poner un hábito, te van a decir que siempre vas a tener que decidir. No, que tienes ocho años como poco para decidir. Así que tranquila. Y finalmente, pues hazlo con pasión. Lo que Dios te llama a hacer, lo vas a hacer bien. A la larga lo vas a hacer bien. A la corta, regular. No pasa nada. Todos hemos aprendido en el camino, como os decía. ¿No? No tienes todas las respuestas de inmediato, claro que no. Pero si piensas que ese puede ser tu camino, avanza, tira para adelante. Cierra los ojos, ponte en manos de Jesús y dile, si quieres me vas a sacar de este atolladero y lo voy a hacer bien. Y si no, pues ya me lo harás ver, como ocurrió en mi caso. Aunque sea con un dolor terrible de espalda. Aunque sea en mi caso que fue psicosomático, pues empecé a sentir un dolor de espalda desorbitado. Por la noche no podía tenerme en pie. Me llevaron, me mandaron medicación, me mandaron a hacer al fisio, me mandaron 300 cosas, no había forma. Y ya el médico le dijo a la maestra de novicias, oye, ¿esta chica toma vacaciones? Y dijeron sí. Pues que se vaya de vacaciones. Y ahí fue donde decidimos, o ellas pensaron, y yo pensé, que a lo mejor las vacaciones en vez de 15 días podían ser de un mes, y luego decidir si volvía o no volvía. Y no volví. A veces Dios se sirve de las cosas más tontas, pues ya se servirá de las cosas más tontas para decirte que no es tu camino. Así que, ánimo y para adelante, con pasión, con ganas, con fuerza. En fin, pues hoy hemos tenido un tema curioso, ¿verdad? No pensabas que fuéramos a hablar de algo así. Pero me apetecía tenerlo después de la conversación, bueno, del apunte que hice el otro día. Esa llamada, que a veces puede parecer una locura, ¿por qué no? Pero que trae consigo, si es el camino, una paz indescriptible. Como Susana, como le ocurre a Susana, es posible que tu corazón o el corazón de alguien que tienes cerca sienta esa llamada, pero quizás no sepas qué hacer con ella, no sepas por dónde tirar. Lo importante es estar abiertos y escucharlo. Como os digo, seguir estos tips, que son tips poco así simpáticos, que parecen de cualquier manera, pero de verdad que yo creo que si se sigue el paso mino, pueden ayudarlo. Y confiar en que aunque sea un camino que a priori parece difícil, Dios siempre está contigo y puedes sacarlo adelante. Y no es por fuerza más difícil que cualquier otro. Quería invitaros a todos a que visitéis BuscoAlgoMás .com. Es una página que creé en el 2011. Ayer fue la víspera, o sea, hace trece añitos ya, en diciembre del 2011. No hace trece, ¿sí? No, hace doce. No sé contar. Bueno, en diciembre del 2011. Lo que trata es de explicar un poquito qué puede sentir una persona que siente llamada a la vida religiosa, a la vida consagrada. Está creada para los que sienten ese gusanillo, pero no se deciden o no saben por dónde tirar porque no conocen ninguna institución. De repente le han puesto nombre, pero ahora, ¿dónde voy? Yo no conozco nada. Actúa como una especie de escaparate para conocer las distintas opciones dentro de la vida consagrada y al mismo tiempo como una especie de videos guía que le van indicando un poquito cómo se siente. Pues, os invito a conocerla a todos, a darla a conocer porque, bueno, es del 2011 y ahí está, ¿no? Pero, bueno, ha hecho mucho bien y yo creo que puede seguir haciendo muchísimo bien. En fin, pues esto sería todo por hoy. Os quería decir, pues eso, que siempre hay muchísimas posibilidades dentro de la iglesia y que hay un camino para cada uno. Lo que tenemos que hacer es escoger el nuestro. Mil gracias por estar con nosotros una semana más, por compartir este Trabajando Esperanza con nosotros. Te recuerdo que estamos aquí cada miércoles a las 9 de la tarde y, bueno, tarde -noche. Y que, bueno, que tenemos un WhatsApp del programa que últimamente lo usáis así como para animarme, pero no para hacerme comentarios. O sea que ya sabéis que está ahí, es 663364211. Y, nada, pues hasta la semana que viene a todos.
Trabajando esperanza #15
Fecha: miércoles, 12 de febrero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 42:36
Mostrar transcripción de Episodio 15. El valor de la espera.
Transcripción de Episodio 15. El valor de la espera.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a hablar de un tema que nos afecta a todos, pero que muchas veces no nos fijamos. La falta de paciencia en una sociedad que cada vez exige más inmediatez. Mil gracias por compartir una vez más este ratito con nosotros. Sin más, comenzamos. Vivimos en un mundo donde todo se ha vuelto más rápido. No sé si os pasa, a mí sí. Cuando queremos ver una serie, esperamos a que esté totalmente colgada para empezar a ver capítulos. De manera que si no queremos, no tenemos por qué esperar. Las plataformas digitales nos ofrecen todo tipo de contenido inmediatamente, sin tener que esperar una semana, sin tener que esperar unas horas, sin tener que esperar a que terminen los anuncios para seguir viendo el programa. Todo esto ha cambiado un poquito la percepción de espera que tenemos. Ya no estamos acostumbrados a esperar. Y las colas, que de por sí son largas, pues ahora se nos hacen eternas. Las esperas en las salas de cine son insoportables. Aunque aprovechamos para mirar el móvil, para ver una serie, no sabemos estar simplemente esperando sin hacer aparentemente nada. Esta impaciencia, tengo la sensación de que se observa cada vez más, o la observamos cada vez más en nuestro día a día, en nuestra vida cotidiana. Y surgen estas ansiedades, estos estreses de tener que estar siempre haciendo algo, de no tener que esperar. ¿Qué pasa cuando tenemos que esperar por cosas más grandes en nuestra vida? Porque nuestra percepción de espera, como os decía, ha cambiado. Y entonces, en nuestra vida personal, surgen esperas necesarias que no estamos dispuestos a afrontar. Una espera a una llamada de teléfono para darnos un trabajo o una oportunidad. La espera de esa persona que nos empieza a gustar. La espera a que ocurran determinadas cosas, a que pasen determinadas etapas. Pero incluso la espera en nuestra relación con Dios. De eso vamos a hablar hoy. Hoy reflexionaremos sobre cómo en nuestra sociedad, en nuestro ambiente y en nosotros mismos, la inmediatez está moldeando nuestra forma de vivir. Y qué impacto tiene en nuestras relaciones y en las de los que nos rodean, sea nuestra comunidad, sea nuestra familia, en todo lo que nos rodea e incluso en nuestra relación con Dios. Cómo esto nos afecta de una manera mucho más profunda de lo que pensamos. Estamos en esta cultura de la inmediatez. No sabría llamarlo así, pero me parece que es en el que podríamos llamar un mundo sin espera. El mundo de la no espera. Volvamos a lo que os comentaba antes, en lo que ha pasado en la televisión. Hace algunos años, los que tenéis más o menos mi edad, teníamos que esperar una semana completa para ver nuestro programa favorito de la tele. Lo echaban a lo mejor los sábados por la tarde, después del teleriario, o lo echaban la tarde de los miércoles. Luego más adelante empezaron a poner capítulos todos los días, de lunes a viernes. Pero tenías que esperar a una hora determinada para ver, a lo mejor, 20 minutos de programa, que es lo que duraba con los anuncios, incluso a veces más. Las series duraban años y tú las estabas viendo durante años. Aparte, si sois todavía más mayores, de mi quinta, habréis vivido la vida sin mando a distancia. Cuando no había mando a distancia, llegaban los anuncios y todos nos quedábamos sentados, esperando a que pasasen. Aparte de que no había mucho sitio donde cambiar, porque estoy hablando de cuando sólo había dos canales, la primera y la segunda. Podrías haber cambiado a la segunda a ver si había más suerte, pero te tenías que levantar. Así que al final te quedabas esperando a que terminase tu racha de anuncios, que a lo mejor duraban tres minutos. Allí nos quedábamos todos quietos, esperando a que terminasen los anuncios. El más aprovechaba y iba a la cocina por un vaso de agua, o iba al baño, o lo que fuera. Pero lo normal es que nos quedásemos ahí sentados, esperando a que ese tiempo pasase, y a lo mejor comentando algo con la persona que teníamos al lado, con nuestros padres, con nuestro hermano, o lo que fuera. Ahora todo eso ha cambiado, ¿no? Nuestra vida era como más lenta, más tranquila. Me parece que menos estresante. Las plataformas digitales, Netflix, HBO, Amazon y todas estas, te permiten tener una serie de un tirón sin anuncios. A mí me ha pasado, ¿no? Llega el domingo y dices, bueno, en vez de ponerme la película de rigor, pues mientras doblo ropa, y luego además descanso un rato, y no sé qué, me veo tres capítulos seguidos de la serie que me gusta, y te los plantas. Y no tienes que esperar más. Los puedes ver, si quisieses, podrías verlos seguidos. A veces me ha pasado que cuando llega que estoy en el penúltimo capítulo y queda el último, aunque sea tarde, te quedas a verlo, ¿no? Gente que ahora duerme menos, no es mi caso, porque yo lo de dormir por la noche no suelo perdonarlo. Lo de dormirme pronto, porque madrugo mucho. Pero hay gente que no duerme, que a lo mejor se pasa hasta las tres de la mañana para terminar de ver su serie favorita, ¿no? Les pasa a nuestros adolescentes. Es todo instantáneo, inmediato, cuando quieras, a la carta, ¿no? Y eso, que antes formaba parte de nuestra rutina, la espera, esta sensación de tranquilidad, de bueno, ya llegará el capítulo, que ganas de verlo, pero sin ansias, ahora mismo nos supone casi un estrés, ¿no? Lo que digo cuando de repente ves una serie que no emiten todos los capítulos, o esperas a que los emitan todos a la vez, o a veces ni la ves. Y dices, bueno, cuando ya los tengan todos, lo pongo, y así los puedo ver cuando quiera. No quieres esperar a que la semana que viene, o dentro de dos, tres días, te pongan otro capítulo. Entonces, la rutina ha cambiado, porque queremos esas cosas ya, las queremos cuanto antes. Este cambio, en mi opinión, afecta también a nuestras expectativas sobre la vida en general, ¿no? Al no saber esperar en eso, al no saber esperar en cosas muy concretas, como puede ser ver nuestra serie favorita de televisión, hace que nos ocurra en las relaciones normales, con la gente que nos rodea, y que seamos también más impacientes con ellos. Cuando algo es inmediato, se me ocurre un mensaje de WhatsApp, mandamos una pregunta, oye, ¿te parece si hacemos esto mañana? Y no te responden. Y la gente se quita el doble check azul, porque espera que cuando uno lo ve, tenga que responder inmediatamente, ¿no? Y si no responde inmediatamente, nos ponemos nerviosos, ansiosos, no me responde, ¿por qué no me responde? Pues vaya que antipático, ¿no? Y nos ponemos a calibrar en nuestra cabeza. Esperamos que en las relaciones humanas también haya esa inmediatez que vemos en las series. Ese comportamiento, por tanto, no se limita solo en lo que vemos en las pantallas, ¿no? Esperamos, como decía esta respuesta rápida, en cualquier, pero no solamente en los mensajes de WhatsApp, ¿no? Sino en nuestro día a día. Y queremos resultados inmediatos en nuestro trabajo, y queremos resultados inmediatos en nuestras relaciones, y en nuestras decisiones. No somos capaces de esperar, de calibrar, de meditar, y de decidir, sino que lo hacemos inmediatamente, ¿no? Es la cultura de la inmediatez, de lo de ya, ahora. Esto ocasiona en nosotros una especie de falta de paciencia innata, ¿no? Nos ocurre a los adultos que hemos sabido esperar en su momento, pero me pregunto a mí misma cómo no afectará o podrá afectar esto a nuestros hijos, ¿no? A los adolescentes, a nuestros hijos pequeños, cuando sean mayores, sin haber esperado en su vida, a nada. En lo cotidiano tiene, como digo, pues un efecto, ¿no? Pero, ¿y en lo espiritual? ¿Cómo afecta esta especie de sentido de la inmediatez en nuestra relación con Dios? ¿Cuántas veces no hemos orado pidiendo algo y nos ha costado aceptar que la respuesta no llega en el momento que esperamos? O queremos sentir determinada cosa en determinado momento, y no tenemos costumbre, la misma adoración, ¿no? Sentarnos delante del Santísimo y estar allí. No tenemos costumbre de simplemente estar, porque no estamos simplemente. Lo normal es que estemos haciendo algo, estemos mirando el móvil, estemos escuchando un podcast, estemos viendo una serie, estemos, estemos. No tenemos esos momentos de silencio, ¿no? Pero cuando intentamos entrar en esta conexión con Dios por medio de la oración, pretendemos que sea también algo instantáneo. Nos sentamos y estamos incómodos con ese silencio al que no estamos acostumbrados. Como digo, si eso nos pasa a los adultos, que ya hemos tenido un tiempo de espera, que hemos sabido lo que es aburrirse, que hemos sabido lo que es simplemente estar, porque no había nada que hacer. Tú antes ibas a una sala de espera y a veces cogías una revista y a veces simplemente mirabas al techo o a la pared o al de al lado. No teníamos una conversación, ¿no? Sin embargo, ahora te pones con el móvil enseguida, te pones, como digo, un podcast, incluso puedes ver una serie en la sala de espera del dentista. Entonces, si nosotros que hemos sabido estar en esa posición de escucha, de atención, de espera, nos cuesta por todo el porullo que tenemos alrededor, cuanto no costará este entrar en este estado de atención, meditación necesario cuando se quiere hablar con Dios, cuando se quiere establecer esta experiencia de amistad con Él. En lugar de esperar allí, pues, ¿qué sería? Que la espera es también una virtud cristiana, ¿no? La paciencia es algo que Dios nos pide, porque en la Biblia esta paciencia no es solo vista como una cualidad positiva, sino como una actitud de confianza para el tiempo de Dios. O sea, fijaros, no solamente la paciencia, como decía Santa Teresa, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. Pues cuando estamos en esta situación, la paciencia tan necesaria, como digo, la espera, en la sociedad donde todo está al alcance de un clic, nos cuesta esperar el tiempo perfecto de Dios. Y a mí por lo menos me pasa, ¿no? Que esos ratos a solas, en silencio, me cuesta empezarlos. Bueno, como uno tiene una cierta costumbre de antiguo, pues bueno, sé que es un momento, ¿no? Es como parar. Trescientos pensamientos, miro el móvil, no lo mires, estate en lo que estás. Pero como una cierta ansiedad hasta que entras en silencio, te calmas y simplemente estás con Dios, ¿no? Pero hay un tiempo en el que quieres ese clic, ¿no? Pues oye ya, no sé, dime algo, hazte sentir, ¿no? Y en lugar de esperar con fe y con paciencia, pues tiendo o tendemos a querer que todo suceda ya. Nos impacientamos de esa falta de resultados inmediatos, porque Dios no es inmediato, no es como que conecto eso, como el wifi del móvil, es como cuando no tenemos wifi, como cuando no nos funciona el wifi del móvil. Es como cuando estamos intentando conectar y reconectando y aquello no va y nos empezamos a impacientar, ¿no? Nos pasa un poquito lo mismo con Dios. Queremos que las cosas en nuestra propia vida, nuestros propios sentimientos, nuestros propios pensamientos, como estamos, pues cambien en un momento, ¿no? Y ya inmediato, ¿no? Y nuestros tiempos, pues no son los tiempos de Dios. Él tiene su momento, ¿no? Y cada cosa tiene su momento. La esperanza de la que hablamos aquí, que viene también, tiene la misma raíz, no es solo esperar. Esperar con la confianza en el plan de Dios, ¿no? En la vida espiritual, la paciencia y la espera son claves para entender que el tiempo de Dios es perfecto, que no hay que tener más prisa de la normal. Lo que pasa es que como venimos de esta sociedad acostumbrada a ya, pues todo se nos hace larguísimo. Pienso en nuestros abuelos, ¿no? Esperando cuando sembraban, esperando a que hubiera una cosecha, luego recoger. Imaginaros, ¿no? Meses de espera. Y ahí estaban ellos, ¿no? Imaginaros ahora. Yo vamos siempre y ya quiero que salga mañana. Madre mía, tengo que esperar unos meses a que salga ahora la cebada que sembré no sé cuándo. Entonces, fijaros en cómo han cambiado las cosas, ¿no? Esto de la rapidez. Yo creo que esta gente era mucho mejor para entender, para esperar a Dios, para entender que las cosas no eran ya, que tenía que pasar un tiempo. Pero no es solamente con Dios, ¿no? O sea, con las relaciones. Lo hemos hablado en alguna ocasión creo también por aquí, en algún otro programa, con relación a nuestros adolescentes. Con las relaciones con las personas que tenemos alrededor, que también queremos que sean inmediatas, ¿no? En el libro, mis libros se llaman A Fuego Lento precisamente porque reivindican este hacer las cosas despacito, ¿no? Este sabor de la tarta de tu abuela que hacía despacito, ¿no? Y que te la comes como a pequeños bocaditos, despacio, saboreando cada trocito, porque sabes que lleva un tiempo, ¿no? Y porque has visto cómo la hacía y porque no es la palmera de chocolate que te compras en la tienda de al lado que está rica, pero te la puedes comer rápido, no pasa nada, ¿no? Pero hay cosas que hay que saborear despacito, degustar despacio, ¿no? Y estas también son la relación con Dios y las relaciones humanas, ¿no? Y yo creo que os planteaba aquí en alguna ocasión cómo nuestros adolescentes ahora no saben esperar. Y entonces se saltan periodos preciosos en las relaciones íntimas, pues gracias, digamos, entre comillas, al móvil, al WhatsApp, a las redes sociales, pues pasan rápido, volando, casi en segundos, de un me gustas a un quiero besarte y de un quiero besarte a Dios sabe qué. Y esta rapidez hace que se pierdan cosas maravillosas de la vida, ¿no? Como es el roce de una mano, el tiempo que pasa hasta el roce de una mano, qué bien te sabe ese roce de mano, ¿no? No sé si, qué bien, qué bonito es cuando llevas trabajándolo o esperándolo meses, ¿no? Qué bonito ese beso en la frente o en la mejilla inicial cuando llevas también muchísimo tiempo hasta que alguien, uno de los dos, se ha decidido a acercarse y a decir algo, ¿no? Qué bonita esa espera, ese cortejo, ese que ahora ya no existe, que ahora es un clic y entonces no se degusta igual, no se saborea igual. Esa otra espera para esas relaciones íntimas, ¿no? Que la Iglesia establece en el momento en el que uno se entrega absolutamente a la otra persona en el sacramento del matrimonio y que ahora suena cachondeo, ¿no? ¿Cómo voy a esperar? O sea, ¿cómo vas a esperar años a tener relaciones con tu pareja si la quieres? Y yo pregunto, ¿y cómo sabes? Es la definitiva, si no te has casado con ella, ¿no? ¿Cómo le vas entregando trocitos de ti a cada uno que aparece en tu camino? Por no saber esperar. Entonces, la espera tiene un sabor dulce y la recompensa de la espera, pues, más dulce aún, si se sabe disfrutar de la espera, ¿no? Me da lástima esos procesos, esos tiempos saltados, esos momentos que no van a volver porque ya no se van a producir, que ya no van a estar, ¿no? Por no saber esperar. Y por eso mis libros. Hay cosas en la vida que son mucho más intensas y muchas más bonitas y mucho más todo si vienen precedidas de una espera. Y es eso, ¿no? Hoy en día, pues, todas estas pantallitas que tenemos, televisiones, ordenadores, móvil, por supuesto, pues, hacen que esta espera no se haga y que lo queramos ya, lo queramos ahora. Nos quitamos la vergüenza ante determinadas cosas. Pensaba ahora en la espera que a veces no hacemos para decir lo que nos pasa por la cabeza, ¿no? Que también pasa muchas veces en los grupos de WhatsApp. Antes a uno no le llamabas cualquier cosa a la cara al primer momento, ¿no? Bueno, pues, primero porque a lo mejor no lo tenías delante en ese momento y segundo porque, bueno, te daba un cierto reparo. Pero ahora nos decimos cualquier cosa por el grupo de WhatsApp, rompemos amistades de una vida. ¿Por qué no hemos sabido esperar el momento adecuado? ¿Por qué no hemos sabido pensar? ¿Por qué no hemos sabido meditar? Entonces, es para mí fundamental la espera y es una pena, es una lástima que no seamos capaces de cultivar la espera. Por eso el programa de hoy, ¿no? Este programa, pues, abogando, ¿no? Por esos tiempos de espera que tanto bien hacen y tan necesarios son. Esos tiempos de meditar, esos tiempos de pensar, esos tiempos de silencio, de silencio también delante de Dios. Y ahora os voy a dejar con la música que ponemos siempre de Yiruma, sin más, sin palabras, simplemente para ejercitar esta espera. Y luego venimos con unos tips, ¿vale? Para trabajarlos también, ¿no? Pero quiero que en este tiempo, si es posible, no hagas nada. Estás haciendo la cena, pues, no te queda más remedio, pero nada, escucha la música. No lo pases, no vayas rápido. Escucha la música mientras haces la cena. Ya está. Y piensa en lo que sea, en si le falta sal, no le falta sal, pero escucha la música. Estás sentado en tu mesa, en tu escritorio, no se cierra los ojos. Deja pasar este tiempo, ¿no? Se te va a hacer largo, porque no sabemos estar en silencio, simplemente con la música de fondo. Pero quiero que lo empleemos, pues, para ejercitar esta espera, ¿no? Y ahí os dejo. Hasta dentro de unos minutitos. Son dos minutitos de nada. Solo dos minutitos, no sé si se te ha hecho muy largo. Espero que no, porque la verdad es que es una música súper chula. Siempre digo algo encima, nunca la dejo sola sonar, pero hoy me apetecía que fuese ese momento de espera. Y ya está. Antes de empezar con los tips, me gustaría añadir, ¿no?, que en la espera, esa espera nos puede ayudar a encontrar la paz, a encontrar paz, ¿no? Esa paz que necesitamos, la serenidad. Sabiendo que, aun cuando no todo sucede al instante, cuando nosotros quisiéramos ya, inmediatamente, antes de ya, pues Dios tiene un propósito para cada momento de nuestra vida, incluso para los momentos de espera. Que todo llegara, lo que tenga que llegar, y lo que no tenga que llegar, pues no llegara. Y sin más, vamos con tres tips, hoy son solo tres, y una pequeña reflexión de cada uno de ellos, pues, para trabajar esa esperanza o para aceptar esta esperanza, más bien. El primer tip tiene que ver con lo que acabo de decir ahora mismo, ¿no? Tiene que ver con lo que estábamos hablando de estos tiempos, de estos propósitos de Dios en cada momento de nuestra vida. Y sería aceptar el ritmo de Dios. A mí me cuesta una barbaridad. O sea, os lo digo así tal cual lo siento. Me cuesta muchísimo aceptar el ritmo de Dios. Es como, esto tendría que salir ya, a ver si, a ver si, a ver si. Me pasa la vida con un a ver si, que no llega y que me agobia. No. O que no llega cuando yo quiero, o que... Pues el primer paso es aceptar que Dios, pues tiene su propio tiempo. A nosotros no nos emociona, pero tiene su propio tiempo. Vivir con paciencia en la vida espiritual, en la vida normal, en la vida, en la vida, es aprender a confiar en ese tiempo. En el tiempo de Dios. Confío. No sé cuándo llegará. Si quieres que llegue. No sé cuándo querrás hacer que te sienta mal. No sé cuándo querrás hacer que este defecto que tengo se vaya. No sé cuándo, pero sé que tengo que confiar en ti. El tiempo de Dios es el que él quiere. Y lo que tenemos que hacer es confiar. La Biblia nos enseña que la espera no es una inactividad. Es una oportunidad de crecimiento. A veces lo que más necesitamos es aprender a confiar en que, aunque no veamos resultados rápidos, Dios está trabajando en nuestra vida. O sea, en este momento en el que estás agobiado, pues porque yo qué sé. A nivel laboral, pues porque un ingreso no llega. Porque este negocio no sale. Porque tu jefe no se entera. Dios está trabajando en esa espera. Está trabajando en tu alma para que aprendas. Está trabajando en el alma del compañero para que te sea más receptivo. Está trabajando en otra cosa que a lo mejor te viene mejor. Está trabajando sobre todo en ti. Entonces, Dios trabaja en nuestra vida. Incluso cuando parece que en nuestra vida no pasa nada. Se me ocurre una chica esperando a que aparezca su media naranja. Y rezando para tener un novio, para que aparezca un buen hombre, un hombre con quien compartir vida. Y ese hombre que no llega. O ese chico rezando por esa chica. Bueno, pues Dios a lo mejor está trabajando en alguien para que sea esa persona. O Dios está trabajando en tu corazón para que cuando esa persona llega sepas acogerla como se merece. Vamos a entender que Dios tiene sus tiempos y que mientras esos tiempos llegan, no es que esté inactivo de brazos cruzados. Es que está trabajando de alguna manera en que eso, si se produce, pues sea lo mejor. Segundo tip. Es encontrar un espacio para la gratitud mientras esperamos. Ya os digo yo que a mí esto me cuesta la vida. O sea, gracias por hacerme esperar. Vamos a ser serios. A menudo nuestra impaciencia, solo vemos lo que nos falta. Entonces empezamos a decir, es que fíjate, es que no llega esto. Es que, pues eso, el ejemplo del novio. Es que no me llega un novio, no llega una persona. Y fíjate, mis amigas tienen y llega San Valentín y yo aquí más sola que la una. Y yo, bueno, le damos gracias por lo que tenemos. Tenemos una familia estupenda, tenemos unas amigas que son maravillosas, tenemos unos amigos estupendos, tenemos un grupo de oración que nos encanta. Yo qué sé, todo lo bueno que hay en tu vida. El novio llegará o no llegará, a lo mejor no tiene que aparecer. Bueno, pero da gracias en ese momento de espera por todo lo que tienes, no por esa cosa que no llega. Sin embargo, nos cuesta, esto nos cuesta, como os digo, a mí me cuesta una barbaridad. Pero si cultivamos esta gratitud, podemos aprender a vivir con paz mientras esperamos. O sea, en vez de vivir en ese desasosiego de no llega, esto no sale, esto no sale, a ver si se produce, porque ya está bien, porque no puedo hacer esto. Porque en vez de vivir en este estrés continuo, pues el aprender a agradecer mientras tanto todo lo demás de bueno que tengo, pues hará de mí una persona que es capaz de vivir relajada y sin estreses y sin agobios, o por lo menos con menos agobios y menos estreses. Y yo me lo acoplo esto muchísimo, no solo lo cuento a vosotros, sino que para mí es fundamental, porque de verdad que eso de las gracias mientras espero, no, yo todo el tiempo es que no puede ser, es que no sale, no sale, no sale, no sale, pero fijaos, ya saldrá, si tiene que salir, esas otras. Y por último, el último tip, sería veamos la espera como una oportunidad para crecer. Toma ya, sabes, o sea, no solamente aceptamos el reino de Dios, no solo damos gracias por todo lo demás que tenemos, aparte de eso que estamos esperando, sino que vemos la espera como una oportunidad, un tiempo maravilloso para crecer. No se trata de que no dejemos de esperar lo que esperamos, o sea, no se trata de que dejamos de pedir por una pareja que comparta la vida conmigo, por esa familia que quiero formar, no se trata de dejar de querer eso, se trata de que nos damos una oportunidad de madurar por dentro, de madurar espiritualmente y de confiar en que si tiene que ser, será. Lo sigo pidiendo con intensidad, lo sigo queriendo con todas mis fuerzas, pero con la confianza de que si Dios quiere, sucederá, mañana, pasado, al otro, un día, sucederá. Cada momento de espera es una oportunidad para aumentar nuestra fe. Fijaos lo que os digo, ¿no? Esto forma parte del mismo tip, pero igual lo pondríamos un poco como broche de oro de la espera, ¿no? Aumenta la fe, ¿no? O sea, estoy esperando, confío en ti, y en esta confianza mi fe se dispara, ¿no? Porque tengo mucho tiempo para decirte lo que confío, espero, te agradezco, y mi fe se va haciendo más sólida, más fuerte. A lo mejor es lo que está esperando de ti, que tengas fe, aparecerá, esa persona aparecerá, si tiene que aparecer, o a lo mejor no, a lo mejor no tienes que casarte, yo qué sé. A lo mejor tienes que ser un soltero dedicado a, pues no sé, a la evangelización, o a lo mejor Dios se está pidiendo otra cosa y tú no te quieres enterar porque estás ahí encerrado en lo tuyo. Sin embargo, cuando empieces a agradecer, a tener confianza, se te irá abriendo esa otra puerta que Dios tiene preparada para ti. Entonces, vamos a tener fe en que lo que tenga que ser, será. Y esta confianza que tenemos, pues hará que nuestra fe, pues sea como una bola de fuego ahí que arrase todo. Hoy estamos, o hemos reflexionado, sobre cómo la inmediatez está afectando a nuestra vida, ¿no? Y os decía, está afectando a nuestro nivel, a nivel nuestro personal, ansiedad, estrés, agobios. No sé a vosotros, pero yo ya los noto que se me van metiendo ahí en el estómago, y van haciendo como una bola, y venga, o sea, no sé, tranquila, ya está. Y a veces suena un poco trágico, ¿no? Pero a veces me lo digo, si desaparecieras mañana, el mundo seguiría. Tranquila, ya llegará, ya pasará, lo que sea tendrá que ser, ¿no? Relájate, espera, ten confianza. Y es que, a veces, lo que más necesitamos es aprender a esperar con confianza y paciencia, sabiendo precisamente que es Dios el que tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros. Los católicos lo tenemos relativamente fácil, ¿no? Tenemos a Dios, le tenemos ahí, le podemos pedir, podemos esperar en Él, podemos confiar en Él. No me extraña que este mundo, tal como está, con estas prisas, con esto todo ya, con este inmediato, ya está tardando, pues a veces haya tantas depresiones, y tantos estreses, y tantas, ¿cómo se llama?, crisis de ansiedad. Así nos pasa a nosotros los católicos, que tenemos a Dios para confiar en Él, para descansar en Él, para esperar en Él. Imaginaos a toda esta gente que no tiene nada, que solo tiene la nada como abismo, ¿no? Y agobiante, ¿no? En tiempos de espera, como en los momentos de crisis, pues Dios nos invita a confiar en Él. Aunque no veamos respuestas rápidas, inmediatas, Él está trabajando en nuestra vida y tiene un propósito divino para cada momento, ¿no? Yo creo que nos quedemos con eso, también para ahora. Para este momento de crisis, o este momento de espera, o este momento en el que no pasa nada de lo que quieres que pase, bueno, pues tiene un propósito. No lo sabemos, no apuntamos a la lista de cuando vayamos al cielo. Y todos estos años que estuve esperando a que ocurriera esto, ¿para qué fueron? A lo mejor nunca lo descubrimos, ¿no? Cuando vayamos al cielo le preguntamos. Pero tiene un sentido. A veces sí que lo vemos cuando pasa el tiempo, ¿no? Y de repente decimos, anda, menos mal, ¿no? Que me sirve a mí para madurar, para hacerme una persona más acogedora. Y esto llegó en el momento en el que tenía que llegar. A veces sí somos conscientes. No sé si tenéis algún momento en vuestra vida así, ¿no? Pero otras veces no somos conscientes. Simplemente hemos esperado, nos hemos desesperado un poco y no sabemos para qué. Bueno, pues ya llegaremos a decirle y preguntaremos al Señor. Me gustaría mucho que esta semana, como reto o como propósito, nos hagamos el propósito de esperar sin agobiarnos o intentar no agobiarnos. No sé, la sala de espera del médico. No sé, mirar a nuestro alrededor, fijarnos en las personas, sonreírle a la persona mayor que tenemos al lado, que siempre hay alguna, que además como no mira el móvil normalmente pues no sabe qué decir. A lo mejor sonreírle y darle pie a que nos cuente algo. Esperar a ver qué nos cuenta. Contestar. Estar los cinco segundos que tardan en bajar en el ascensor simplemente esperando a que baje. Sin abrir el polso y coger el móvil para mirar dos segundos algo porque parece que ya se nos está escapando el tiempo. En fin, estar, ¿no? Estar en el momento presente, estar en lo que estamos y esperar con confianza las cosas que tenemos ganas de que ocurran. Las cosas por las que retamos, a lo mejor. Así que, bueno, os propongo este reto. Esta semana saber esperar sin carreras, sin aprovechar el minuto para hacer otra cosa. Saber estar ahí. Una vez más, mil gracias por estar este ratito con nosotros aquí en Trabajando Esperanza. Espero que este programa os haya resultado interesante. Si tienes reflexiones o preguntas que hacerme o que compartir con nosotros, ya sabéis que podéis ponernos en contacto conmigo en el 663364211. Y bueno, sin más, pues que por aquí estamos. Que la semana que viene el miércoles a la misma hora, a las nueve, nos volvemos a ver. Un abrazo muy grande a todos y hasta la semana que viene. Chao.
Trabajando esperanza #14
Fecha: miércoles, 5 de febrero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 41:31
Mostrar transcripción de Episodio 14. ¿Qué pasa cuando todo se derrumba a nuestro alrededor?
Transcripción de Episodio 14. ¿Qué pasa cuando todo se derrumba a nuestro alrededor?
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a hablar de un tema que todos hemos experimentado en algún momento. ¿Qué pasa cuando lo que pensabas que era tu camino se detiene? Ya sea un proyecto, una vocación o incluso una relación. ¿Qué hacemos cuando todo lo que esperábamos se derrumba? Gracias por estar una semana más en el programa Trabajando Esperanza. Sin más, comenzamos. Hoy quería empezaros hablando de una conversación personal que tuve con una amiga que está trabajando en un momento complicado. Para poneros en situación sin daros muchas pistas, os comentaros que esta amiga tiene aproximadamente mi edad, hay tantos, una familia y es una persona católica. Ella me comentaba que después de muchos años de luchar por su familia, todo su entorno, todo lo que había construido estaba a puntito de venirse abajo. Su marido le había dicho que no quería continuar con la relación. Me lo comentaba lógicamente muy emocionada. Me decía, está bien eso de trabajar esperanza para proyectos, para metas, está bien incluso cuando algo sale a reguleras, como os comentaba en el programa anterior. ¿Cómo trabajo yo mi esperanza ahora que la tengo totalmente perdida? Ahora que lo que yo pensaba que era mi vocación, mi destino, mi todo se viene abajo. Mi amiga, como muchos otros, se enfrenta a una difícil realidad. Su camino se detiene. Digamos que lo que era deja de ser. Pensé, le consulté, diciéndole lógicamente que no iba a decir su nombre, tampoco es un programa de audiencia nacional, pero le consulté si podía tratarlo para hablar en mi próximo programa y me dijo que no había problema. Porque nos ocurre a muchos, ocurre en muchos entornos. Me gustaría que pensemos en cuántas veces nos sentimos así. ¿Qué hacer cuando lo que pensábamos se esfuma? Yo creo que lo primero es saber que no estamos solos. Incluso aunque nos sintamos muy solos, darnos cuenta de que no es así. De que Dios va a ser un programa un poquito más espiritual. Porque me parece que en esos momentos tan difíciles es fundamental volver a nuestra roca. Que esa siempre está ahí, que es Dios. Os aviso. Pero yo creo que es el primer paso. No estás sola, no estás solo. Dios está contigo, está conmigo. Incluso en los momentos más oscuros. Y a través de su ejemplo, el ejemplo de su vida, podemos aprender cómo afrontar estos momentos de dificultad. Hoy vamos a reflexionar sobre cómo, cuando lo que esperábamos se desvanece, podemos empezar de nuevo con ilusión, con esperanza. No es una varita mágica y no es de un día para otro. Pero lo podemos hacer sobre todo los que tenemos la suerte de ser cristianos, ¿verdad? Yo siempre digo que es una suerte cuando alguien nos falta, cuando tenemos primero a alguien a quien echarle la culpa y decirle Oye, ¿por qué lo has permitido? Que tampoco está mal. Y luego, alguien en quien apoyarnos, por supuesto. Y a quien tomar de ejemplo. Porque no es que pasase por este mundo entre rosas y amapolas, precisamente. Y vamos a ver también otro gran ejemplo. Vamos a ver cómo María, nuestra madre, es el ejemplo perfecto de cómo vivir con esperanza incluso cuando los planes cambian. Porque, a fin de cuentas, Jesús era Dios, a lo mejor desde casi siempre. Tenía una intuición, o sabía, o no sabemos, ¿no? Pero María era una criatura, y había tenido un hijo, y iba a ser el Mesías. Por mucho que ella entendiese cosas y fuese captando cosas, ese final seguro que no lo esperaba, ¿no? Lo que sentimos cuando un proyecto o una relación se detiene, cuando las ilusiones que teníamos se desmoronan, es realmente doloroso, ¿no? Sobre todo en aspectos tan serios como el que he contado. La tristeza, la frustración y el miedo, ¿no? ¿Qué será de mis hijos? ¿Qué será de nosotros? ¿Cómo vamos a vivir? ¿Cómo lo van a llevar? Y luego nos preguntamos ese, ¿por qué a mí? ¿Qué hice mal? Ese, ¿por qué a mí, a Dios? Y ese, ¿qué hice mal a uno mismo? Y son preguntas normales, pero hoy quiero recordaros algo importante. El dolor no es el fin. Dios está con nosotros, como estábamos diciendo, y como hizo con María, Él nos muestra el camino para transformar nuestro sufrimiento. Y suena bonito, ¿verdad? Cuando uno lo dice así y no está pasando por un mal momento. Pero cuando uno está pasando por un mal momento, dice, sí, claro, muy bonito todo eso, pero ¿cómo se hace? A lo que vinimos, ¿no? ¿Cómo se hace esto? ¿Cómo se lleva la práctica? Pero es que ellos lo llevaron a la práctica. Cuando los planes, como os decía, de María, pues se vienen truncados, porque el concepto de Mesías, aunque ella intuyese algo, aunque ella fuera viéndolo poco a poco, pero iba viendo que aquello no era lo que había planeado, o lo que se esperaba de un Mesías, ¿no? A saber que su hijo, pero imaginaros, ¿no? Cuando ella se entera de la manera que se entere que su hijo va a morir en la cruz, pues no lo entiende, seguramente no lo entiende, ¿no? Pero nunca pierde la fe. Yo creo que eso es lo que tiene que estar ahí, lo que nos tiene que mantener, nunca pierdas la fe. En medio de su dolor, ella confiaba en que Dios tenía un propósito, incluso cuando no lo comprendía. No, no creo directamente que Dios tenga un propósito directo, en que el marido de esta mujer la deje, ¿no? Pero sí que Dios hace nuevas todas las cosas. Os voy a contar un ejemplo personal. Yo, no sé si ya os lo he contado en otro capítulo, que tengo muy mala memoria, y es así, lo siento. Pero creo que en el anterior, en el que hablaba de Trabajando Esperanza, os conté algo, pero os lo voy a retomar porque creo que es importante, ¿no? Cuando yo terminé la carrera, yo me fui a hacer una experiencia en una institución religiosa. Hice un año de postulante y un año de noviciado, para que os hagáis idea de lo convencida que estaba, de que aquel era mi camino, de que aquel era el camino que Dios tenía pensado para mí. Deciros que, con aquella edad que tiene uno, yo regalé toda mi ropa. Cuando yo volví, no tenía nada de ropa. Mi madre me tuvo que comprar la mujer ropa otra vez, porque apenas, bueno, no tenía nada. Lo había dado todo. Porque estaba convencida de que aquel iba a ser mi camino. Entonces, recuerdo perfectamente esa sensación de, joder, ¿no? Yo había puesto todo en aquello que quería que me estabas pidiendo, ¿no? En aquello que yo veía que tú querías de mí. Y resulta que mi vocación, entender que no era algo que yo llevaba pensando desde esos últimos dos años, sino que era algo que yo llevaba caminando tiempo, que yo llevaba rumiando, que yo llevaba meditando, que yo llevaba rezando. O sea que, en realidad, habían pasado cinco años de mi vida en este proceso, en una edad en la que los años valen más, quiero decir, porcentualmente hablando, equiparan a más tiempo de tu vida, ¿no? Que ahora que tengo cuarenta y tantos. Pero, ¿qué sensación tuve yo de fracaso, de no saber qué iba a ser de mí, no? Recuerdo que me vine tristísima, ¿no? Que estuve mucho tiempo sin poder comunicarme con las religiosas con las que había vivido. Muchos tiempos, es como más de un año, sin poder decirles nada. Porque la sensación mía de tristeza, de fracaso, se me apoderaba, ¿no? Si yo pensaba en aquellos días, ¿no? Y porque las quería un montón, ¿no? Y me dolía esa separación. Y me acuerdo que pensé, me vino una imagen, que bueno, creo que fue un poquito de inspiración. Me vino una imagen porque yo entonces no tenía bebés, ni cerca ni nada. Me vino la imagen del típico bebé que tú le haces una torre, ¿no? Estás de castillos, le llamábamos a mis hijos, luego con los niños cuando lo hacían, ¿no? Cuando tiene pues eso, un año y pico, que ya sabe amontonar, le dices, venga otra aquí. Tú con él te pones a hacer y de repente le entra un ataque de no sé qué y tira la torre abajo, ¿no? Y no pasa nada, porque aquella torre que estaba bien hecha, un segundo después se pone a montarla en otro sitio. Contento, porque su juego es ese, tirarla y volverla a edificar, ¿no? Yo me imaginaba a Dios con su plan o su no plan sobre mi vida. Yo edificando parte de la torre y uno de los dos, el que fuera, pues no lo tengo claro, destrozándola. Y él animándome o ayudándome a volverla a edificar, ¿no? Y creo que al final es un poquito el concepto, es un poquito la idea. No pasa nada, igual tu vocación sí que era formar esa familia. Y por lo que sea, tu marido ha truncado ese plan en tu vida. O a lo mejor tu vocación parecía ser la vida religiosa. Pero por lo que sea, algo ha truncado, pues eso, ¿no? A lo mejor tu juventud, tu poca madurez, o a lo mejor Dios ya contaba con eso y ya sabía. Y tú no tenías que estar ahí o tenías que pasar por ahí, es que no lo sabes. Digo, apúntatela en tu listado de preguntas pendientes para cuando vayas al cielo. Porque eso, yo voy a llevar un listadillo. Entonces, ¿qué pasa? Es triste, es doloroso, lógicamente, más cuando se tienen hijos. No pasa nada. Pasa, pero no pasa. Dios sigue ahí y te va a ayudar a volver a edificar esa torre. Voy a poneros una canción que se llama Holy Mother, de Eric Clapton. Os la voy a poner para que pensemos un poquito en todo esto. Le demos una vuelta a lo que he estado comentando y a lo que pueda pasar en vuestra vida. En los proyectos que no han salido como esperabais. A lo mejor queréis un príncipe azul y lo que tenéis no se parece tanto. O a lo mejor pensabais tener un trabajo mejor y vuestro trabajo mediocre. O a lo mejor no pasa nada. O sea, es tu nueva torre. Vamos a empezar desde ahí. Como María, como el propio Jesús. Y os pongo esta canción para que pensemos en esta María. Que al igual que nosotros, vivió esas situaciones donde lo que pensaba que era su camino se desmoronó. Pero su esperanza en Dios fue lo que la sostuvo. La fe que tenía. No había duda. Ese camino de dolor tenía un sentido. Y ese camino de dolor no es que solo tuviera un sentido, sino que tenía que ser así. Por algún motivo que ella desconocía. Pero su fe era más fuerte. Vio morir a su hijo ante sus ojos. Y no se derrumbó. Y no perdió la fe. Qué fuerte que lo pensamos. Ella es un ejemplo perfecto de cómo, a pesar de las pruebas, podemos seguir adelante con confianza plena. A veces ante tantas cosas que pasan. A mí me admira mucho cuando la gente se mantiene firme en su fe con una sonrisa ante la dificultad. Sufriendo, lógicamente, y padeciendo. No me imagino a María sonriendo mientras su hijo moría en la cruz. Pero viviéndolo. Viviéndolo, ¿no? Con esperanza. Sabiendo que no era el final. Bueno, pues os dejo la canción y luego seguimos hablando de más cositas. No puedo evitar llorar. Oh, necesito tu ayuda en este momento. Llevándome a través de esta noche solitaria. Dime, por favor, ¿en qué camino voy a volver? A encontrarme de nuevo. ¡Madre sagrada! ¡Dime, mi amante! De alguna manera sé que sigues ahí. Ayúdame, por favor, a encontrar paz y paz. Quítame esta dolor. ¡Madre sagrada! Cuando mis manos no sigan. Madre santa, ¿no? Escucha mi oración. Es como un grito desgarrador. Eric Clapton acaba de perder a su hijo de 4 años. Que se cayó accidentalmente por una ventana. Y murió. De un piso 54. Eric Clapton está devastado, ¿no? Y... Bueno, recurre a la madre, ¿no? a la oración, para que ella le ayude a superar este momento tan terrible en su vida, ese momento tan trágico en su vida. Clapton habla desde ese dolor profundo, buscando una salida y enfrentando una realidad que no quiere vivir. En momentos de sufrimiento, como el que él describe en esta canción tan bonita, no entendemos lo que sucede, imaginaros, bueno no puedo ni ponerme en su lugar, pero sabemos que Dios está ahí. Las cosas ocurren y no entendemos por qué las cosas pasan, pero esta canción nos recuerda que aunque no comprendamos el sufrimiento, pues siempre tenemos a esa madre y a ese padre en el cielo que nos pueden poco a poco dar la fuerza para seguir adelante, tal como hizo la propia María. En el sufrimiento, y como es lógico, poco a poco también puede surgir la esperanza. Cuando confiamos en que Dios puede tener algo más grande y que no entendemos en ese momento para nosotros. Ahora me gustaría romper este momento un poquito emocional con los famosos tips que tenemos cada semana para poder, incluso en momentos puntuales, como el libro no ha salido en la fecha que yo quería, este proyecto no ha ido como me gustaría, cómo podemos salir de momentos de oscuridad. Vamos con el primero de ellos, el primero yo creo que es el más, es el fundamental, es el pilar, es la base, y sería acepta el dolor y confía en Dios. Lo primero es aceptar que el dolor, aceptar lo que te está pasando, te pasa, te sientes mal, es normal, no intentes simplemente huir de él, aunque no pasa nada, porque un ratito veas una serie que te gusta para airear pensamientos, o salir a dar una vuelta para airearte y pasar un poquito esa pena. Pero bueno, el dolor es normal que esté ahí, es normal que escueza, es normal, acepta el dolor. Pero aunque el dolor sea real, una vez que lo has aceptado, aunque esté ahí, Dios está contigo, y es una realidad. Y parece un consuelo de bobos, ¿no? Un consuelo de tontos, como el mal de muchos. Pero puede llegar a dar la paz y la ilusión que necesitas si le dejas estar. Porque a veces no le dejamos estar, a veces tiramos por el camino de en medio. Y a veces nos puede la rabia, nos puede la pena, incluso nos alejamos más de él. Sin embargo, alejarte no ayuda, te va a dejar un vacío todavía mayor que el que esa situación ha podido provocar. Entonces, el sufrimiento no es el fin de la historia. Lo tienes, es normal, lo que te pasa duele. Tu marido te ha dejado, tu vocación ha sido frustrada, un proyecto muy importante no ha tirado para adelante, has perdido el trabajo, lo que sea. Son cosas muy importantes, te duelen, es normal que te duelan. Pero no es el final de la historia. Incluso tras el dolor, si lo aceptamos, si aceptamos que incluso esto que no entendemos entra dentro de alguna manera del plan que Dios tiene para nuestra vida. Si lo entendemos, si lo aceptamos, esto nos irá dando esa esperanza que necesitamos y esa ilusión. Aceptar que hay cosas que no podemos cambiar. Y si hubiera hecho, muchas veces nos quedamos como anclados en el pasado. Cuando es un trabajo, igual podía haber, igual si hubiera, igual si... Bueno, ya está, ha pasado, haz tu examen de conciencia, lógicamente. Examínate. Bueno, y sí, esto posiblemente no dio el 100% de mí, ni en la relación, ni en la vocación, ni en lo que fuera. Finalmente se acabó, lo que sea, bueno ya está. También hay cosas que no podemos cambiar. A lo mejor alguien no es feliz a nuestro lado porque no puede ser feliz a nuestro lado. Y no es culpa tuya. Ya está, es así, súfrelo y confía en que Dios tiene un plan para tu vida. Y ese plan no se rompe. Cuando hablábamos del trabajar esperanza, acordaros que yo os dije hay como un plan como a lo lejos, ¿no? O sea, este, grande. Ese plan grande que Dios tiene en nuestra vida, seguirá estando ahí. No se va a truncar porque una persona te deje, ni se va a truncar porque un trabajo no salga, ni se va a truncar porque esta vocación como tú la tenías pensada no sea. El plan sigue estando ahí. El plan es la santidad. El plan es llegar ahí de la mejor manera posible, estando cerca de Dios. Y ya está, y ese plan seguirá estando ahí. Entonces, súfre porque tienes que sufrir. Pásalo como puedas y confía en que Dios sigue a tu lado. Y que el plan que él tiene para ti, para tu vida, sigue estando fuerte. No importa que tú hayas girado la torre, la torre seguirá yendo para arriba. Tú, el vecino, quien sea. Seguirá creciendo en otro camino, no importa. Lo importante es que sigas yendo hacia arriba. Entonces, primero aceptar el dolor. No intentar evadirlo porque saldrá mañana. Aceptar el dolor. Ni decir no, no pasa nada. Intentar engañarte diciendo no pasa nada. Esto pasa, no, no he sufrido tanto, ya lo sabía. No, no, no. Te molesta. Sufres. Has perdido el trabajo. ¿Qué será de mí ahora? Lógico. Y ya está, ¿no? Y confía en Dios. El segundo tip sería, redefine tus metas con una nueva visión. Teniendo en cuenta que la meta última sigue estando ahí. Y que el plan de Dios sigue, si tú sigues a su lado, va a seguir estando ahí. Y sigue siendo fuerte. Redefine tus metas. Cuando lo que pensábamos que iba a ser nuestro camino se detiene, es el momento perfecto. Precisamente para esto, ¿no? Para replantear nuestras metas. No se trata de rendirse, sino de ver más allá de lo inmediato. Y de confiar en que Dios puede guiar nuestros nuevos pasos. Volverá a poner esas piececitas y nos dirá, piececita, pon tu otra. Y volveremos a poner otra piececita. Replantear lo que realmente importa. Es el primer paso para empezar a caminar hacia un futuro más claro. Y claro, es fácil decir esto cuando no te ha pasado lo que le ha pasado a Eric Clapton. O cuando no te ha dejado el marido. O cuando no has perdido el trabajo. O cuando un súper proyecto no se ha ido al garete, ¿no? Parece fácil, pero es muy difícil cuando estás en ese momento de sufrimiento. Por eso lo primero es lo primero. Aceptar y confiar. Una vez que ya has dado ese paso, redefine tus pequeñas metas. Sabiendo que la última meta sigue estando ahí. Y redefine tus pequeñas metas. Pues ahora, mi meta en el caso de la persona a la que ha dejado marido, por ejemplo. Mi meta será diferente. Mi meta a lo mejor es centrarme en que mis hijos estén lo mejor posible. En que sufran este momento, o vivan este momento de la mejor manera posible. Centrarme en intentar llevarme lo mejor posible con el que hasta ahora ha sido mi marido. Para que también este trato fluido, este trato amable, digamos, sea observado por los niños. Para que no sufran tanto. No vamos a tirarnos de los pelos. Vamos a intentar hacer las cosas bien. Por lo menos por tu parte. Luego lo que dependa del otro, pues ya... Pero esas metas pequeñas. Esas metas de... Vamos, voy a llegar a casa. Voy a estar contenta cuando llegue a casa. Y para lograr lo que tengo que hacer, pues a lo mejor necesito ayuda de... Más ayuda de lo normal de ese sacerdote. O a lo mejor necesito incluso ayuda personalizada. O a lo mejor lo que necesito es ir a que me den un masaje de vez en cuando. O apuntarme a jazz. No lo sé. Vamos a buscar esas cosas que hagan que yo esté bien. Para que los míos estén bien. Por ejemplo, ¿no? Se me ocurren estas pequeñas metas. A eso nos referimos con pequeñas metas. Entonces, primer tip. Acepta el dolor y confía en Dios. Segundo tip. Redefine tus metas con una nueva visión. ¿Vale? Bueno, esto está. Esto ha pasado. Esto es lo que hay. ¿Y ahora qué? Tercero. Confía en que Dios está abriendo nuevas puertas. Seríamos la confianza de Dios en el primer tip. No es el mismo tip. No solo está ahí para apoyarte. Sino que abrirá una nueva puerta. Está de hecho abriendo nuevas puertas. Está poniendo nuevos bloques en ese castillito que tú o tu marido o quien sea ha tirado al suelo. Ya está poniendo los cimientos de ese castillito. ¿No? Aunque no lo veas. Él tiene otros planes para nosotros. Infinidad de planes. No pasa nada. ¿No? Y aunque pueda que no entendamos el por qué, Él nunca nos abandona. ¿No? Mi experiencia, aunque a veces en la vida que llevo desde entonces no parezca, es así. Bueno, pues yo, como os he contado, estuve en Roma haciendo esta experiencia. Bueno, viviendo lo que yo creía que era mi vocación durante dos años. Y el tiempo previo de aspirantado y discernimiento. Y bueno, me sirvió para conocer las instituciones religiosas. Y eso me ha servido para entenderlas mejor e intentar darles un servicio desde el trabajo que ahora ejerzo. Más ahora que mi padre no está. Cuando él faltó, cuando él murió, tuve la sensación de agradecimiento a Dios por haberme hecho vivir aquella experiencia de algún modo. Porque gracias a eso, y a lo que yo había trabajado con mi padre codo a codo mientras él estuvo a mi lado, pues gracias a eso yo tenía un conocimiento mucho más íntimo y mucho más personal de la realidad a la que intentaba acompañar, ayudar, darles servicio. Entonces me sentía agradecida aquellos años de discernimiento y aquellos años que pasé en Roma. Así que bueno, nunca se sabe. Dios abre nuevos caminos. Como María, retomamos a la madre que vivió estos momentos de dificultad tan terribles, podemos confiar en que lo que está por venir será más grande que lo que dejamos atrás. De algún modo, no sabemos cómo, ¿no? Bueno, ya está. O sea, a lo mejor te estás ahorrando sufrimientos o estás ahorrándoles sufrimientos a tus hijos. O a lo mejor Dios tiene una familia esperándote, unos hijos, en el caso de la vocación. O a lo mejor te espera un trabajo que cumpla más con lo que tú necesitas para ser feliz. O a lo mejor ese proyecto te iba a dar demasiados disgustos. No sabemos. El cuarto tip sería no pierdas la esperanza en el amor y en tu vocación. Ya sea una relación rota, como hemos dicho, o una vocación que parece haber fracasado o un proyecto de vida en el sentido laboral. Quiero recordarte algo muy importante con este tip. Dios nunca abandona a sus hijos. Y en esos momentos difíciles, cuando parece que todo se derrumba, la esperanza nos dice que siempre hay algo nuevo por descubrir. Como María, que a pesar del sufrimiento, confió que Dios tenía un propósito más grande para ella y para el mundo. O sea, tu vocación sigue estando ahí. Dios te sigue llamando a ese proyecto que Él tiene pensado para ti, desde la eternidad. Y a veces lo enfocamos a una entrega concreta, a una forma de vida. Y yo creo que es algo más grande. Algo superior. Esa santidad, ese estar con Él, ese llevar a otros a Él. Y eso lo podemos hacer aún ahora. Puede ser a tus hijos, que siguen a tu lado. Tendrás que estar ahí. A la gente que está contigo en el trabajo. Puede ser este acompañamiento mío a religiosos. Puede ser. No sabemos. Dios sabe más. Y para terminar, comentaros eso. Que habíamos reflexionado sobre cómo empezar de nuevo. Cómo encontrar esa esperanza que trabajamos a diario, incluso cuando todo parece que se ha perdido. Cómo a través del dolor, la fe y la esperanza nos permiten renovar nuestras fuerzas. Recuerda siempre. Vamos a recordarnoslo siempre. Por estos momentos de dificultad. Por estos momentos de no saber qué narices está pasando. Por este dolor profundo. Y a veces nos toca en lo más íntimo. Recuerda, recordemos. Dios tiene un propósito para ti. Un propósito mayor. Infinitamente mayor a lo que tú ves ahora. Él te guiará hacia lo que realmente necesitas para cumplir este propósito. Y a lo mejor lo que estás dejando en tu vida es un lastre. Este trabajo te ocupaba demasiadas horas y no podías hacer lo que realmente tenías que hacer. O a lo mejor lo que es un pequeño lastre es esa persona. O a lo mejor, digo para conseguir este plan de Dios. O a lo mejor no estabas desarrollando lo que tenías que desarrollar en esa vocación. Entonces, Dios tiene un propósito para ti. Pues nada, hasta aquí sería el programa de hoy. Quería recordaros una vez más que estamos aquí en el programa. Que tenemos un número de WhatsApp a disposición. Os lo voy a decir más despacio. Porque el otro día me comentaron que era difícil de tomar nota cuando lo digo. Así que el número de WhatsApp de nuestro programa es el 663364211. Si quieres comentar algo en algún momento de dificultad que hayas podido vivir en tu vida. O de los programas anteriores. De esas cosas que les exiges o no a los chicos. De cómo les tratas o no con cariño que decíamos el otro día. De cómo trabajas en tu día a día la esperanza o dejas de trabajarla. Pues aquí estamos para que nos las comentes. Para que nos preguntes. Para compartir. Para acompañarnos mutuamente en el camino. Mil gracias una vez más por estar con nosotros. Y nada, nos esperamos en el siguiente miércoles en nuestro Trabajando Esperanza. Hasta la próxima semana. Chao.
Trabajando esperanza #13
Fecha: miércoles, 29 de enero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 32:51
Mostrar transcripción de Episodio 13. Ser un buen padre no es ser un amigo.
Transcripción de Episodio 13. Ser un buen padre no es ser un amigo.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy vamos a hablar de un tema muy relevante para muchos padres, el equilibrio entre ser cercanos, cariñosos y hasta hacer el tonto con nuestros hijos, mientras mantenemos la autoridad y nos ganamos su respeto. Es una alegría compartir con vosotros un ratito más en este espacio de reflexión, mil gracias. Ser un buen padre no significa ser un amigo. Sin más, comenzamos. Lo primero que quería dejar claro es algo que para mí es importante y que a mí me han dicho muchas veces mis mismos padres. Ser un buen padre no significa ser un amigo. Aunque es vital, es importantísimo tener esa relación cercana, esa confianza, ese cariño, con nuestros hijos no podemos olvidar que el rol de padre es muy diferente al rol de amigo. Un amigo no te puede engañar, un amigo no te puede castigar, un amigo no puede decirte lo que está bien o lo que está mal, puede aconsejarte, puede darte su opinión, pero su rol es totalmente diferente. No podemos consentirle a un amigo lo que le consentimos a nuestros padres en el buen sentido de la palabra. No podemos olvidar que el rol de padre implica ser una figura de autoridad, una figura de referencia. Los amigos, como decía, no imponen reglas ni límites, son los padres los que tienen que marcar esas reglas y esos límites. Vamos, no reglas y límites universales, pueden marcar sus límites y sus reglas, quiero decir, no hagas esto conmigo, pero no pueden decirte qué límites tienes que tener tú o no deberían. Como padres debemos ser esos guías y mostrar el camino, aunque no siempre sea el más fácil de seguir y aunque esa tarea a veces nos cueste y nos dé una pereza infinita. Marcar reglas a veces no es fácil, es más fácil dejar hacer, es más fácil dejar estar, es más fácil ser el coleguita que permite. ¿Por qué? Pues porque la imposición de reglas es una tarea tediosa, complicada y que obliga también al padre. Pero entonces, ¿cómo podemos mantener ese equilibrio del que hablábamos al principio? ¿Cómo hacemos entender a nuestros hijos que no somos los amigos en el sentido convencional, pero que podemos compartir momentos de cercanía sin perdernos esta autoridad? No sé si os pasa, ¿no? En mi caso, yo soy bastante cariñosa y me gusta hacer el lelo con los niños y decirles tonterías y poner carillas y no sé, soy un poquillo así. Entonces hay veces en que ellos se toman esta cercanía, ese cariño o esas tontadas que hago, pues como les cuesta en algunas ocasiones, pues verme como la figura que también se impone, que establece esas normas. Digamos que me cuesta un poquito más que si fuese más seria, como a lo mejor puede ser mi marido, que es una persona más seria. ¿Cómo no cruzar, o sea, mantener esa forma de ser más amable, digamos, sin perder un ápice del respeto que tienen que tener? Y eso es lo que vamos a intentar explicar hoy. No es fácil y como os decía, a mí a veces me pasa, que no es sencillo, pero se puede lograr. Vamos a ver cómo cultivar esa relación cercana y amorosa, pero sin renunciar a nuestra labor de padres. La verdad es que todos los padres queremos estar cerca de nuestros hijos. Quizá esa figura paterna antigua, yo no la he tenido, tampoco mi figura paterna ha sido así, esa figura paterna antigua, pues ya no existe. Y entonces tendemos a ser muchos cruzar el límite y se convierten en esos amigos de sus hijos. Pues queremos ser sus confidentes, queremos que nos cuenten todo, pero claro, si somos sólo sus amigos y seguimos queriendo que nos cuenten todo, entonces no podemos castigar y no podemos regañar. Y ahí es donde está la dificultad. Queremos estar ahí para cuando ellos necesiten nuestro apoyo y escucharlos y acompañarnos, pero claro, como os decía, si te cuento que, por ejemplo, me he bebido no sé cuántos cubatas y tú no puedes regañarme, entonces ¿de qué me sirve como madre que me lo cuentes? No sé si me explico. Entonces, por eso os digo que no somos los amigos a los que cuentan todo y no podemos decir nada. ¿De qué me sirve que esté haciendo cosas mal si yo no puedo nada más que, ah, bueno, cariño, eso no debería, no sé qué, pero no puedo hacer nada al respecto? Pero al mismo tiempo, por eso, porque al mismo tiempo tenemos que poner esos límites, ¿no? La autoridad no es sólo para nosotros un derecho, no es solamente, oye, tienes que tratarme con respeto porque soy tu padre y es mi derecho, sino que es una responsabilidad, es nuestra obligación como padres poner esos límites. Necesitan saber nuestros hijos que hay estas reglas que deben seguir y que los comportamientos inapropiados, pues no pasan desapercibidos, que tenemos que saber que no son apropiados y no solamente decírselo con una palmadita en el hombro, a veces hay que ir más allá, sobre todo dependiendo de qué comportamientos inapropiados. La autoridad no sólo se basa en los castigos, efectivamente, no es sólo la ley ahora te castigo, sino en esa capacidad de guiar a nuestros hijos, pero a veces esa guía a nuestros hijos, pues pasa obligatoriamente por un castigo. Bueno, lo has hecho fatal, o sea, si me llegas borracho como una cú a casa, o sé que te has emborrachado como una cúba, pues tendré que castigarte sin salir, será una de las consecuencias, no puedo simplemente decirte hoy no debes hacer esto porque no es bueno para tu salud y además puedes cometer actos que no tenías pensado porque pierdes la noción, todo eso hay que decírselo, pero luego pues hay que castigar, no queda más, ¿no? El problema es cuando los papás, los padres de los niños, que es una cuestión que últimamente me encuentro con bastante frecuencia, por miedo a no ser queridos o a ser percibidos como estrictos o a que no les cuenten las cosas, empiezan a ceder en su rol de autoridad y entonces ser más amigos que padres, en vez de marcar los límites claros, vamos siendo permisivos y explicando absolutamente todo. Y aunque esto puede hacer que los adolescentes piensen que tienen unos padres guays, de momento, a largo plazo, les crea una confusión y termina faltando al respeto, que es lo que lo que pasa en muchos segmentos de la sociedad actual. Padres demasiado cercanos que a lo mejor tuvieron unos padres demasiado autoritarios, o quizá no, y que piensan que la manera de seguir cerca de sus hijos es pues dejándoles hacer, dejándolos hacer, vistiendo pues esos colegas que cuando llegas borracho te dicen, anda tal, ya pasa un poquito con el alcohol, bueno, venga, a ver cómo se te pasa la melopea, ¿no? Y lo de la melopea ha sonado súper antiguo, ¿verdad? A mí me gustaría daros ahora unos tips, varios tips, estos que me gustan a mí tanto, pues para intentar, para que ver cómo podemos seguir siendo esa figura cariñosa y esa figura amable a la que recurres cuando hace falta y al mismo tiempo no perder el rol de padres. Vamos allá. Primer tip. Un aspecto fundamental. El primer tip más importante sería establecer límites claros y con cariño. Es algo que ya hemos hablado aquí también, ¿verdad? Un aspecto fundamental es saber establecer los límites claros. Hasta aquí, ¿vale? Es importante que aunque queramos ser esa figura amorosa, nuestros hijos sepan que no todo es negociable, ¿vale? Una vez que estableces unos límites claros, que saben que no hay manera de cruzar, pues es todo más sencillo, porque puedes ser amoroso en todo lo demás, darse el amor en todo lo demás, y ellos sabiendo que esos límites no son negociables, digamos que no van a estar todo el día intentando pasar. Os lo cuento muchas veces, ¿no? Si tus hijos saben que sí o sí tienen que llegar a una hora a casa y que no va a haber forma de que esto cambie, porque es lo que hay, no te van a estar cada vez que salen intentando convencer de llegar a una hora o a otra. No vas a tener que regañarles cada vez. Os voy a poner un ejemplo. Mi hija mayor ya puede salir tarde, no todos los fines de semana, ni mucho menos, pero de vez en cuando, cuando hay un acto, algo especial, digamos un cumpleaños o acaban de terminar los exámenes, puede llegar a casa hasta las 3 de la mañana. Tiene 18 años, ¿de acuerdo? Su hora límite son las 3 de la mañana y lo sabe. Sabe que cuando llega a casa sí o sí tiene que despertarme, ¿vale? Primero para que yo esté tranquila, ha llegado a casa, segundo para que yo mire la hora, efectivamente ha llegado a las 3 de la mañana, y tercero para que yo vea el estado en que se encuentra. Para mí es muy importante, no le digo mucho, pero me dice, mamá, ya ha llegado, despierta, vale cariño, hasta luego. Uno ve cómo camina, uno ve cómo habla, uno ve cómo sonríe, uno ve su cara, está medio dormido, y lo ve con las justas, pero ella sabe que tú la vas a ver, tú sabes que la vas a ver, y entonces eso digamos que hace que ella tenga que venir de una cierta manera y no agatas, ¿vale? No es negociable. Si no me despierta, no va a salir en los próximos 600-500 días, así que por su bien me despierta. ¿Por qué? Porque no va a salir los próximos 600 -500 días, porque querrá decir que o ha llegado en mal estado o ha llegado demasiado tarde, y por eso damos por hecho esta situación. Alguna vez me ha llegado a las 3 y 10, mamá, lo siento, es que había problemas para coger el taxi, no sé qué, no pasa nada, cariño, ¿vale? Sigue siendo una madre amorosa, son 10 minutos, Madrid es grande, te lo acepto, una vez. A la segunda vez igual ya no te dejo salir una semana, y a la siguiente vez igual ya veremos, ¿no? No se puede salir hasta las 3 de la mañana todos los días, también lo sabe, no lo propone, no hay opción B. De acuerdo a eso me refiero, límites claros. Segundo, segundo tip, ser coherentes y consistentes. ¿Qué quiere decir? La coherencia es clave. Si un día permitimos algo y al día siguiente no, nos vemos impredecibles y perdemos autoridad. Es decir, como decía aquella ministra, no es, no, qué sé yo. Si es no hoy, es no mañana. No puede ser que cuando me insiste un poco, cuando me convence un poco, cuando me da mucho por saco, cuando estoy cansada, cuando, cuando, cuando, me diga voy a llegar, es que es el cumpleaños de mi mejor amiga y resulta que empecé a las 3, es que empieza a las 12 y claro si es hasta las 3 de que llego y me voy, no me va a dar tiempo, es que no. Como sabes que como tardísimo a casa se llega a las 3, como tardísimo, el día que es muy tarde, ya es el día que es el cumpleaños. No me intentes convencer otra cosa porque ya sabes que no y punto. Si yo le digo que porque su amiga Margarita, a la que quiere muchísimo y con la que se lleva fenomenal, puede llegar a las 4, pues mañana me intentará convencer de que es el cumpleaños o de que es la fiesta o de que es no sé qué, de no sé quién, y intentará llegar a las 5 y así seguiremos sin herida y será una lucha constante. Pero si ella sabe que es a las 3 y es a las 3 y es a las 3, no vamos a estar peleando todos los días. Si por ejemplo, pensando en un hijo más pequeño, le dices que hasta que no termine los deberes, hasta que no termine las tareas, no va a poder jugar a la play, no vale que hoy cedas porque resulta que a no sé qué hora se conectó su amiguito y claro luego no se va a conectar porque entonces creas confusión y acabas haciendo que una excepción se convierta en la norma, no al revés. Así que no hay excepciones. Soy coherente y soy consistente en mi decisión. Entonces, primer tip era establecer límites claros con cariño. Segundo, ser coherentes y consistentes. Tercero, no temas ser el malo cuando es necesario. Es que, esta es una que me encanta, a veces es necesario, o sea, ya está. Y a nosotros nos ha pasado durante muchos años con el tema del móvil. Es que soy el único de mi clase que no tiene móvil todavía. Pues bueno, nosotros pensamos que no debes tener un móvil porque todavía eres pequeño y que hasta los X años no tienes que tener un móvil porque eres pequeño. Me da igual. Es que me da lo mismo ser el malo porque para mí lo que estoy haciendo es bueno para ti. Se les explica, se les dan los argumentos y ya está. Con la primera nos costó un poco más, la segunda lo tenía asimilado y el tercero lo tiene requete asimilado. No nos lo pide, no nos dice jamás yo quiero un móvil, sabe cuándo tendrá un móvil. Somos consistentes, no hemos cedido antes de tiempo con ninguno y el tercero ya no lo pide. El cuarto no lo va a pedir en la vida hasta que no llegue la hora. Vamos, igual que el tercero. ¿De acuerdo? Entonces, si es consistente, si tienes los límites claros, lo demás viene de corrido. ¿De acuerdo? Y no te importe que te digan soy el único, es que todas, todas se quedan hasta las 6 de la mañana. ¿Cómo no me voy a quedar yo? Me da igual, soy la mala, ¿qué le voy a hacer? No es bueno para ti quedarte hasta las 6 de la mañana, ¿no? Pues entonces teníamos el tercer tip, no te vas a ser el malo de la película. Y cuarto, cuarto y último, ser un modelo a seguir, ¿vale? Y aquí viene lo complicado, a veces les decimos una cosa y hacemos la contraria, ¿no? Entonces, si decimos que no beber alcohol es malo o que emborracharse es malo, no podemos emborracharnos nosotros con una uva cuando salimos con nuestros amigos porque dirán, pero bueno, si les decimos que hayan salido hasta la hora que hayan salido a las 10, se levanta todo el mundo en casa, tú no puedes salir un día con unas amigas o con unos amigos y luego levantarte al día siguiente a las 2 de mediodía porque no está siendo coherente, porque no está siendo un modelo a seguir. Así que el cuarto tip y más importante, ser un modelo a seguir. Bueno, vamos a repasar nuestros tips, yo creo que son sencillos, pero que, bueno, pues que nos pueden ayudar un poquito y ya os digo que a nosotros nos funcionan, en el sentido, ¿en qué sentido exactamente nos funcionan? En el sentido de que nos ayudan a que todo sea más sencillo, ¿de acuerdo? Esto quita, digamos, tensiones en casa, quita problemas con los niños, ¿no? El primer tip, os comentaba, es establecer límites claros y con cariño, no pasa nada, se establecen, se explican, yo no digo que no se expliquen las cosas, tienes que llegar antes de las 3 porque a partir de esa hora ya llevas mucho tiempo fuera y lo único que se te pueden ocurrir es cosas no aceptables y no quiero que pues acabes aburrido y acabes viendo más de la cuenta o, bueno, conociendo a gente que no te interesa o probando otras cosas porque llega un punto de la noche en la que si sales una vez al mes o dos veces al mes o una vez cada lo que sea pues vas a acabar aburriéndote si te pasas tantas horas fuera, ¿no? Un día cada año pues igual no, pero como sales más veces pues no interesa, entonces establecer límites claros con cariño y explicándolo, ¿de acuerdo? El segundo tip, sería ser coherentes y consistentes, he dicho que no vas a llegar más tarde de las 3, no vas a llegar más tarde de las 3, se acabó, porque me lo digas en 500 veces no va a cambiar, así que esto es lo que hay. El tercer tip, no temas ser el malo y el cuarto tip, ser un modelo a seguir. En mi libro, en a fuego lento, como sabéis, como ya os estoy contando en alguna otra ocasión, en el primero ocurre algo, es Marta que es la protagonista, mete la pata bastante seriamente, muy seriamente, los padres lo descubren, descubren que ha metido la pata, cuando ven su móvil que ella ha cogido, que es un móvil que tiene ella escondido, descubren lo que está haciendo, entonces en ese momento ellos se dan cuenta de que en realidad están viviendo una mentira, de que su hija no es como parece o como les parecía, se sienten muy decepcionados y esto les lleva a tomar una serie de determinaciones. Los padres de Marta son unos padres muy cariñosos, tienen otros tres hijos más, aparte de Marta, y son unos hijos cariñosos, cercanos y esto no evita que cuando llegan a esta situación complicada, ellos tomen una decisión que a priori puede parecer una decisión seria. Me apetecía leeros un trocito del libro donde se ve qué es lo que ocurre cuando ellos descubren lo que ha estado pasando y la determinación que toman y la explicación que le dan a Marta. Así que un poquito de música y escuchamos este texto. En los mensajes de entre líneas hemos querido ver que Marta quiere salir y al ver tu pena esta tarde entendemos que es así, por tus palabras a alguna amiga como Lucía nos parece ver que en cierto modo algo en ti gritaba que querías cambiar. Volvía a llorar en silencio, nos cocían los ojos de tanta lágrima. Papá y yo hemos pensado que para que puedas hacerlo tienes que cambiar de ambiente, este no te favorece. No vamos a ser tan ingenuos de pensar que nuestra pequeña es una víctima de las alpías de sus amigas ni que ese chico te medio obligó, pero sí que vemos que ciertas libertades y otras formas de ver la vida no te han beneficiado en absoluto. Resumiendo bastante lo que me explicaron es que habían llamado a don Jaime. Don Jaime era un cura que era muy amigo de mi padre desde niño. Venía por casa muy a menudo, era como un tío para nosotros, sólo que en vez de llamarlo tío le llamábamos don. Aparte de su parroquia a la que íbamos los domingos era capellán de un colegio. El caso es que le habían llamado y habían explicado por encima la situación y le habían pedido que hiciera lo posible para encontrar un hueco en su colegio. La voz de mi padre y los sollozos que podía oír de mi madre debieron alentar mucho a don Jaime porque media hora después de su grito de auxilio este llamaba con una plaza para mí, para el curso que empezaría en septiembre. Si por un lado la perspectiva de ir a un colegio privado de chicas, cambiar de amigos y empezar tercero de la ESO en otro lugar me parecía el peor de los castigos. También confieso que empezar de nuevo sin palmaditas, sin niños de ojo, sin juicios me causaba un alivio que nunca hubiera imaginado. Pero es un cole privado y cuesta mucho, por eso no nos llevasteis allí y además está lejos, ir en autobús. Tú sola no vas a ir ni a comprar el pan bonita respondió enseguida mi padre, eres la demostración de que a veces no vale la pena poner barreras, pero nosotros seguiremos intentándolo. Lo entiendo y es posible que sea lo mejor. Esto no es un castigo Marta, es un intento por cambiar las cosas. Si no será de tu vida dentro de dos o tres años, añade mi madre preocupada. Me contaron que al día siguiente iríamos a misa y hablaríamos con Don Jaime. Es que... es que no sé, me da vergüenza y no sé si quiero hablar con él. De hecho no quería, no podía contarle todo aquello a un amigo de mis padres por más pura que fuese y no sabía si me quería confesar. Ya no sabía nada. No tienes que confesarte si no quieres, pero queremos que hables con él. Además te explicará un poco cómo es el cole. Mi madre sonaba más serena, pero muy firme. Vale mamá, me merezco todo eso y mucho más. Miré para abajo, estaba a punto de echarme a llorar otra vez. No se trata de eso Marta, insisto en que nada de esto es un castigo. El castigo viene detrás. Cuando uno está enfermo del cuerpo, tiene que ir al médico y tomar unas medicinas y no hacer ciertas cosas, pero sí otras. Tú digamos que tienes otro tipo de enfermedad y estas son las medidas que hemos tomado para que vuelvas a estar feliz de nuevo. Mi padre hablaba en un tono muy... como si estuviese seguro de todo lo que decía. Lo... creo que lo entiendo. De hecho, si os soy sincera, ciertas medidas me alivian bastante. Sé que me vendrán bien. Otras, no sé si tanto. El castigo consistía en no poder ir a ningún sitio sola con los que hasta entonces habían sido mis amigos. Podía parecer desproporcionado, pero la verdad es que en ese espacio me vino muy bien a modo de desintoxicación. Estaba muy influenciada por mis amigos. Me afectaba demasiado que pensaran en algo determinado de mí o lo dejaran de hacer. Su aprobación a mi conducta es lo que había hecho que tomara parte de las decisiones que me habían llevado hasta allí. Aunque como bien habían dicho mis padres, tampoco podía ser una ingenua. La culpa final no era de nadie más que mía y a mí misma era a quién más tendría que cuidar de ahora en adelante. Pero, les dije, ¿no puedo explicarles lo que ha pasado? Como podéis ver, en el caso de A Fuego Lento, llega un punto en el que cuando Matt ha metido la pata, sus padres son firmes. Va a pasar eso. Aparte no es un castigo, pero también te das un castigo y se lo explican en detalle para que lo entienda, pero con la certeza, para que ella tenga la certeza de que no es negociable. Has hecho lo que has hecho. Esto ha estado muy mal y las consecuencias son estas otras. En realidad, cuando como padres actuamos de esta manera, cuando marcamos esos límites, cuando estamos actuando como tales, no quiere decir que no seamos cariñosos, que no seamos amables, que no les queramos, que no hagamos el tonto con ellos cuando toca, pero tenemos que tener la dureza o la rigidez cuando esta es necesaria. Recuerda que no se trata de ser solamente o de ser autoritarios y controladores per se. No quiero ser controladora porque me apetece. Se trata de ser firmes en nuestras decisiones, sabiendo que el respeto mutuo es la base de la relación y que tú eres el padre. Entiendo que a veces, como os decía, esto puede parecer complejo, pero que sea difícil, que sea complicado, que implique a veces ponerse en una situación que no nos apetece, no quiere decir que no haya que hacerlo. No quiere decir que no tengamos que cumplirlo. Personalmente, a veces siento que si soy demasiado estricta, pues se alejan un poquito de mí, pero sé que esta firmeza en esos puntos es necesaria. A veces me enfado y a veces grito y luego a lo mejor diez minutos después les estoy dando un beso y un abrazo. Parece que soy un poco bipolar, pero he aprendido que la disciplina no está rendida con el amor y que es necesaria. Al revés, la disciplina forma parte de ese amor que tengo que darles como padre. En fin, hoy hemos hablado sobre el reto de ser cercanos y cariñosos a la vez, ser firmes y mantener nuestra autoridad como padres. No sé qué os parecerá esto. Me encantaría oír vuestras sugerencias, vuestras aportaciones, vuestra experiencia en el próximo programa. Os recuerdo que el WhatsApp del programa es el 6633 64211 para que me contéis lo que queráis, para que me expliquéis lo que os pasa a vosotros, o cómo lo vivís vosotros, o me preguntéis cómo lo hago en determinados casos si vuestros hijos son más pequeñitos. Lo importante es recordar que el amor no es incompatible, como os decía hace un minutito, con la autoridad. Los adolescentes y los no adolescentes necesitan de ambas cosas un padre o una madre que sea su guía, o un padre y una madre que sea su guía, o un padre y una madre que sea su guía, o un padre y una madre que sea su guía. Así que no os olvidéis de compartir, de reír, compartir y sentirse apoyados. En fin, muchísimas gracias por acompañarnos una vez más en Trabajando Esperanza. Esperamos que podáis estar aquí la semana que viene también a la misma hora. Un abrazo muy muy grande y mil gracias a todos. Hasta la semana que viene.
Trabajando esperanza #12
Fecha: miércoles, 22 de enero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 33:14
Mostrar transcripción de Episodio 12. El porqué de la "fealdad".
Transcripción de Episodio 12. El porqué de la "fealdad".
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. En el programa de hoy vamos a reflexionar sobre un tema que aunque a menudo pasamos por alto, nos afecta profundamente. La belleza y la fealdad. La sociedad en la que vivimos hoy parece tener un concepto de belleza que está completamente alejado de lo que realmente es hermoso, verdadero y digno. Pero no solo es eso. También nos afecta a una fealdad que de manera insidiosa empieza a formar parte de la vida de nuestros hijos, tanto en lo visual como en lo emocional. Gracias por compartir con nosotros este ratito de reflexión y de acompañamiento. Es una alegría compartir este ratito con vosotros. Sin más, comenzamos. Hoy me gustaría reflexionar sobre un tema. Espero no irme mucho por las ramas y a ver si lo consigo aterrizar bien. Sobre un tema que a mí, desde que mis críos eran pequeñitos, me ha impactado. Y es sobre cómo desde que son pequeños a nuestros hijos se empeñan por mostrarles una cierta fealdad. Y diréis, bueno, ¿y esto cómo es? No sé si ya os acordáis, yo ya tengo unos años, cuando nosotros éramos pequeños, nuestra generación, los dibujos eran especialmente bonitos. O sea, recuerdo que la serie de dibujos animados que veíamos por aquel entonces, pues de aquí nunca, a mí ya me pillaron un poquito, a mí me pillaron muy pequeñita, pero después vi una reposición, eran unos dibujos muy tiernos, o la casa de David de Nomo, o no sé, ¿no? Cuando ya fui siendo un poquito más mayor, empezaron a aparecer unos dibujos menos bonitos, estéticamente más feos, llegando a estéticas, no sé si las llamaríamos exactamente feas, pero yo creo que sí, ¿no? Que desde luego no bonitas, ¿no? Y como os digo, cuando mis hijos eran pequeños, empecé a darme cuenta de que los dibujos eran cada vez menos bonitos, menos tiernos, ¿no? Es verdad que se hacen a veces dibujitos como más hechos por niños, a lo mejor como ocurre con Peppa Pig, se me ocurre, pero donde la belleza no es precisamente lo que más llama la atención, porque son trazos muy elementales, luego están estos de Gumball y no sé qué, que son una pizza con patas y no sé, realmente llevo unos años dándome cuenta de esto, no sé si compartís conmigo esta percepción. También en esos años, en torno a los años 70, 80, igual hasta un poquito antes, empezó a aparecer, eso quizá ha mejorado con el tiempo, pero incluso en las iglesias, estos cristos que parecen casi de pesadilla, que son hierros ensamblados, me vais a perdonar si no entiendo el concepto arte en este caso, pero que no se prestan a la devoción. Una iglesia donde suelo ir a Alicante con mi familia, el Cristo es de todo menos piadoso, de verdad, si yo me encuentro ese Cristo en una pesadilla salgo corriendo, esas imágenes frías, poco amorosas, quizá poco tiernas o poco amables, no sé qué se estaba intentando buscar, que seguramente era algo que a mí se me escapa, pero desde luego no es la belleza. Sin embargo, al mismo tiempo, nos están bombardeando por todas partes con esa idea de culto a la belleza externa, a la perfección física, y en última instancia, este culto a la belleza desvía nuestra atención de lo que realmente importa. A mí se me hacía como una dicotomía curiosa y las reflexiones que voy a sacar aquí son mías de todo, no es que yo crea que tengo razón, pero me apetecía compartirlo con vosotros para ver si os dais cuenta. Y también que lo pensemos, tanto en nuestras comunidades religiosas, que es una de las comunidades a las que yo me dirijo con mi programa, como en las familias, si os habéis dado cuenta de esto. Se me ocurren infinitos programas de televisión donde de repente ves a la gente que antes iba súper elegante, y ahora de repente como que no, me refiero al público, se busca menos eso, y sin embargo, yo pienso en mis hijas adolescentes, que están en esta edad y están con el skin care, con el cuidado de la piel, y saben cómo hay que maquillarse, buscan el outfit, el ato que decíamos antes, perfecto para ir a la universidad, al colegio, o quedar a tomar un café con las amigas. Entonces, me parecen como dos caras, y lo que yo quiero buscar con vosotros hoy es esa misma moneda de esas dos caras. Me gustaría que hiciésemos un ejercicio de reflexión sobre las imágenes que estamos dejando entrar en nuestros hijos. Yo, aparte de por contenido, a veces he prohibido determinado tipo de dibujos a mis hijos, y a lo mejor estaba, no sé, me confundo, pero esos que os digo de Gumball o como se llamen, es un gato y un pez. El pez es mascota, pero más bien es hermano del gato e hijo de la familia, aunque en realidad es una mascota, y luego está la hija, que es un conejo, una coneja, y la madre es también, creo recordar, una gata, y el padre un conejo. Y aparte de que eran como feos, desagradables, aparte el contenido era una madre histérica, un padre vago, pero vago y lerdo, hasta límites insospechados, el hijo otro vago, la hija muy trabajadora, un poco tipo los Simpsons, lo que pasa es que son dibujos como para más mayores, los Simpsons están pensados para gente más adulta, aunque luego lo vean niños, pero sin embargo, estos dibujos son para niños, y la verdad, aparte de por el contenido, yo, incluso desde el punto de vista estético, me parece que hay como una intencionalidad. Mostrar estas feas grotescas, este tipo de dibujos, os digo, hay muchos, lo que pasa es que ahora mismo ni me acuerdo de los nombres y no he tenido tiempo tampoco de ponerme a mirar y hace mucho que mis hijos ya no ven dibujos, pero me da esa sensación de que alimentando una visión distorsionada de la belleza, me parece que ya no les estamos mostrando lo que es realmente bello, esa incapacidad para detenerse ante la belleza, como os digo, cuando ves esos dibujitos tiernos, esos paisajes preciosos, que te mostraban dibujos de otras épocas, y ahora ves esas cosas, esa especie de pizza con pies, o incluso Bob Esponja, que es un dibujo feo, no es un dibujo bonito, no es un dibujo agradable de ver, que el niño diga, ¡ay, qué mono! No sé si no estamos de verdad distorsionando de aquello que es verdaderamente bello. Si piensas en todo lo que hemos visto en estos últimos años, yo me pregunto, ¿realmente estamos viendo la belleza o estamos adaptando la fealdad como parte de nuestra vida? Nos hemos acostumbrado a esta fealdad que nos parece normal. Y os digo, Bob Esponja, que es una cosa que se ve mucho, por lo menos en mi casa, de vez en cuando está ahí puesto. Y es un dibujo feo. No sé si con nosotros, cuando éramos chiquititos, nuestros padres hubieran dicho, ¡qué cosa más fea! Sin embargo, nosotros la asumimos como normal, como parte de nuestra vida. Y es que vivimos en una sociedad que ha empezado a alejarnos de la verdadera belleza o esa impresión que yo tengo. Si miramos, como os decía, esas figuras religiosas y esos cristos, que lejos de, no sé, el Cristo de Dalí o el Cristo de Velázquez, que inspiran quedarte mirando, esos otros cristos, que os digo, de metal, feo, o incluso esos que son informes, hasta qué punto acompañan a una verdadera contemplación del misterio. Nos muestran, más que invitarnos a la reflexión, parece que nos invitan a un cierto miedo, frialdad, en el mejor de los casos, o incomodidad. Nos muestra esa fealdad que en realidad, en el caso, como digo, de religioso, no refleja el amor, no refleja la belleza, la luz, y no invitan, como os decía antes, a esa contemplación. Nos aleja de lo que es realmente bello, del bello entre los bellos. No nos inspiran a mirar hacia arriba, no nos invitan a mirar a Dios. Y es que, por otro lado, en la otra cara de la moneda, la verdadera belleza no está en la perfección externa, sino en la ternura, en la compasión, en el amor incondicional que vemos en determinadas imágenes y en determinados dibujos animados, en cuentos, en historias, en la naturaleza. Dios mismo es el máximo exponente de esta belleza, una belleza que no es superficial, una belleza que es profunda, que nos habla del amor eterno, de la misericordia y de la bondad. Fijaos cuántas cosas modas, ¿no? Frente a, pues eso, ese arrabillo pintado en el ojo, esa falda perfecta. Ahora bien, me pregunto, ¿cómo es posible que siendo la belleza de Dios lo que realmente importa, estemos tan alejados de ello? Una especie de complot mundial, que busca, por medio de esa fealdad que vemos en nuestro entorno o de esa extrema belleza superficial que buscamos en nosotros mismos y en los que nos rodean, posiblemente porque hay ausencia de ellas en otros sectores, no lo sé. Pero, ¿cómo es posible que estemos tan alejados de la belleza de Dios? ¿Por qué nos dejamos seducir por una imagen superficial de la belleza cuando lo que tenemos ante nosotros es tan profundo y tan genuino? Y eso posiblemente ocurre porque no sabemos o no hemos aprendido o no estamos aprendiendo a observar una belleza lo bello desde pequeñitos, desde esa ternura, ¿no? Me gustaría, a mí por lo menos, reflexionar. He querido reflexionar sobre ello. No me preguntéis por qué, porque me ha surgido... Llevaba tiempo pensando en este tema y he dicho, venga, vamos a hacer un programa sobre él. Y ver cómo la belleza que realmente transforma no es la que podemos ver a simple vista, sino la que trasciende lo material. Y esa belleza es la que podemos enseñar a nuestros hijos, esta que no se apaga y que crece con el tiempo, pero que también tienen que aprender a ver cuando vamos a la montaña o cuando vemos un paisaje. Y ahora, entre que lo que les enseñamos es bastante feo con esta serie de dibujos animados horrorosos y que lo que miran es la pantalla del móvil, pues se están perdiendo el aprender sobre la belleza real, sobre la belleza profunda, incluso eso, sobre la ternura de un gatito chiquitito, de un... no sé. Por otro lado, como os decía, ahí seguimos, rodeados de imágenes que nos dicen que tenemos que cuidarnos, que debemos tener los cuerpos perfectos, una piel impecable, una apariencia que siempre esté a punto, que no está mal en sí mismo, que nos cuidemos y que tengamos un buen aspecto, por supuesto. Ya sabéis, en otro programa hablamos de ello y yo creo que es importante. Pues claro que no, pero el problema llega cuando en esa búsqueda de belleza exterior, esa búsqueda de belleza exterior se convierte en un culto que nos aleja de esa belleza profunda o de esa otra belleza interior que teníamos que haber aprendido o que tenemos que estar aprendiendo, que tenemos que estar viendo con los ojos del alma, no ya tanto con los ojos de fuera. Nos han enseñado tanto en centrarnos en eso otro, en esa perfección que no belleza, sino esa apación buscada con los ojos y que no hace sentir al alma, posiblemente por una falta de educación desde pequeñitos, que hemos olvidado nutrir lo que realmente importa, la belleza de un corazón generoso, la belleza de un acto de bondad, de comprensión, de amor sincero. Todas esas son bellezas invisibles que no caben a veces, o parecen no caber tanto como deberían. No voy a ponerme demasiado pesimista, pero que parecen no caber en la sociedad actual. Y como digo, es que a veces, cuando os hablo de la fealdad, a veces estética de estos dibujos tan poco tiernos, tan fríos, tan grotescos, es que incluso las personalidades, como os digo, de ese padre tío vago que no hace nada, sí es buena persona, pero es que tiene a la madre desquiciada, la madre es una desquiciada histérica, que no hace más que gritar, pero normal, con ese pedazo de marido que tiene ahí todo el día haciendo el vago, y medio lelo, molerto de todo, y ese hijo que pasa de todo, pues lo normal es que la mujer esté desquiciada. Luego tenemos al pez, que parece ser el más sensato de la familia, no lo sé, es todo como tan poco valorable. Piensa por un momento, ¿cuántos de nosotros no hemos sentido una paz interna al estar con alguien cuya belleza interior brilla? A través de sus ojos, de sus gestos, que además, a lo mejor físicamente, es una persona que no es que sea desagradable, pero que tampoco tiene nada, y de repente te sientes una atracción enorme por esa persona, por cómo es, y por lo que refleja, y por su interior. Eso es lo que importa. Eso es lo importante. ¿Estamos invirtiendo en la belleza que de verdad atrae, que de verdad transforma, o estamos invirtiendo en una belleza exterior que no hace nada de esto, y que nace de esa exhibición de yo qué sé qué que tenemos a nuestro alrededor, de esa frialdad, en fin, que me pongo profunda. Y bueno, ahora os voy a poner un poco de musiquita de fondo así mona, para llegar a una especie de conclusión que a mí me parece importante. Y eso, creo, sinceramente, y seguramente me confunda, o por lo menos no esté del todo acertada, pero pienso que lo que nos están mostrando, por una parte con esa fealdad, con esa especie de fealdad que nos rodea, y por otra parte con esa belleza externa, esa cervada, esa búsqueda de belleza extrema, esa cervada, me parece que no es algo casual. Me da la sensación de que son las dos caras, como os decía, de esa misma moneda. Por un lado nos muestran imágenes y representaciones que nos alejan de lo divino, que nos alejan de la belleza con mayúsculas, de lo verdaderamente bello. Nos acostumbran a una visión deformada de lo que debería ser, por ejemplo, un Cristo, lleno de ternura y luz. Y por otro lado nos empujan a buscar una perfección física que nos haga olvidarnos de nuestra belleza interna, de lo que realmente importa. Quizás, digo quizás, la ausencia de la belleza verdadera, aquella que proviene de Dios, nos hace buscarla de manera errónea, de una manera tan obsesiva que nos lleva de nuevo a perder lo importante, lo eterno, lo profundo. Y esta búsqueda errónea de la belleza nos deja un vacío interior, un vacío que nunca se llena, por más perfección externa que le metamos, pero que sí puede ser sanado, realmente sanado, con la belleza que se encuentra en el amor de Dios y en la bondad interior de las personas. Por eso mi propuesta es que en lugar de enseñar a nuestros hijos a adorar una imagen distorsionada de la belleza, simplemente viéndola, deberíamos guiarlos hacia una belleza que trascienda, una belleza que nos conecte con lo divino, con lo bueno, lo verdadero y lo justo. Para romper este momento voy a traeros un mensaje de WhatsApp. Tenemos otro nuevo mensaje de WhatsApp con respecto al tema que tratábamos la semana anterior, que era el trabajar la esperanza. El mensaje es de Belén, que es una profesora de infantil de un colegio en Valencia y nos contaba lo siguiente. Soy Belén, profesora de infantil de un colegio en Valencia si ya lo he dicho yo. Últimamente me cuesta mucho empezar el curso con la misma ilusión que tenía hace años. Los niños, por lo general, llegaban al aula con muchas ganas, con energía, pero hoy en día veo actitudes muy distintas. Algunos niños parecen más desmotivados, incluso los padres también son distintos. La rutina, la presión de los resultados, todo parece estar apoderándose de ellos. Y, sinceramente, me está costando encontrar esa chispa de esperanza en el aula. Sin embargo, me he propuesto como meta, tanto para mis alumnos como para mí, trabajar la esperanza este año. Especialmente en los momentos en los que parece que todo está fuera de lugar. Nada más, gracias Belén por compartir tu experiencia. Este mensaje, aparte de alegrarme enormemente, nos recuerda que es difícil lo que hablábamos la semana pasada, trabajar esa esperanza cuando las circunstancias no son lo favorables, lo buenas, que nos gustaría. Cuando empiezas el curso, o empiezas el año con ilusión, porque todo te va bien, pues es fácil trabajar en esa esperanza. Pero, claro, cuando hay más apegadillas, cuando a lo mejor llevan muchos años, cuando un papá chismoso dice no sé qué, cuando te enteras de que en el grupo de WhatsApp te han puesto pingando de colegio... Pero como Belén menciona, lo importante no es rendirse, es seguir buscando formas de alimentar esa esperanza, de trabajar esa esperanza día tras día, incluso cuando las cosas no salen a la primera. Al respecto, yo os quería decir que justo después del programa, al día siguiente, pues a mí me dio unos vértigos terribles con vómitos fatal. De hecho, tuve que ir a urgencias porque yo creo que nunca me había sentido tan mal en la vida y he tenido cuatro hijos. De repente, toda la organización que yo os conté aquí al detalle, quizá con demasiado detalle me vais a perdonar, pero claro, se ha ido al traste porque he perdido dos días de trabajo, de organización. Todo lo que yo tenía pensado terminar en no sé qué fecha no se ha terminado, la planificación que tenía para no sé qué día no se ha hecho... Digamos que todo lo que para mí había sido ese trabajar esperanza que os comenté y que me había ilusionado, se ha quedado un poquito ahí a la deriva. No quiero decir que lo haya dejado, ni mucho menos, sigo tomándolo como referencia y trabajando en ello, pero es verdad que momentáneamente dice uno, cachis en la mar, ahora que estaba yo, todavía que me había lanzado, ahora qué tal... Y cuando uno se siente mal físicamente, digamos que además es como peor. Yo he sido algo temporal, pero la gente que a lo mejor tiene una enfermedad más larga, más complicada que tiene... Fíjate, para ellos también hay que volverse a levantar y hay que volver a tener ánimo. Después de todo, llega el lunes y me he puesto otra vez a funcionar en ese trabajar esperanza. No ha salido a la primera tan bien como me gustaría. Los tres primeros días, fenomenal, con muchísimo ánimo, todo estupendo, el organigrama a la perfección, prácticamente todo bien, los horarios, a esta hora tal cosa, a esta hora cual, a esta hora voy a planificar, y de repente ahora ya... Como voy arrastrando días en los que no he podido hacer lo que tenía que hacer, voy con otro tipo. Para eso está la flexibilidad de la que hablábamos. Hay que organizarse, hay que trabajar, pero con una cierta flexibilidad, porque si no, cuando llega un momento de empiezas a trabajar la esperanza, tú con tus alumnos te organizas un plan y de repente no funciona. Y ves que los niños no se motivan, que cuando eres inflexible y quieres seguir ahí, ahí, ahí, eso, quiebras. Entonces hay que ser flexible y decir venga, volvemos a recomenzar. No pasa nada. Si a estas horas tengo que adelantar trabajo que yo pensaba hacer otros días y que no me ha dado tiempo, pues estos días no se puede uno planificar, no puede uno organizar las redes sociales o no puede uno escribir. Esta semana no ha tocado escribir el libro. Bueno, pues porque no ha tocado, porque es una actividad secundaria y las otras actividades eran más urgentes. Y además tengo visitas en los horarios de visitas porque esas sí las había organizado y esas no se pueden mover y entonces hay que adelantar trabajo en otros momentos. No pasa nada. Flexibilidad, no olvidando los horarios, no olvidando la planificación, no olvidando la ilusión, no olvidando las metas. Claro que sí, pero con flexibilidad. Así que Belén, muchísimo ánimo y muchísimas gracias por compartir pues esta ilusión que tienes en trabajar la esperanza tú y con tus alumnos. Estoy convencida de que eres una profesora magnífica y que lo vas a hacer estupendamente bien. Al resto de vosotros, pues nada, preguntaros que cómo, si estáis trabajando también esta esperanza, ¿qué haces para seguir adelante con la motivación que a veces se desvanece? A lo mejor me podéis echar una mano a mí también para cuando me pase y bueno, me gustaría que compartieseis vuestras reflexiones en esto con respecto a la belleza, lo que veis con vuestros hijos, con vuestros adolescentes pues en el WhatsApp del programa que como ya sabéis es el 663364211 ¿Vale? 663364211 Con respecto a todo este tema que hemos tratado de la belleza, nos habéis fijado que cuando en estas modelos de determinadas marcas como por ejemplo Zara que parecen inapetentes, o sea, las ves como tiradas es como en corbadillas o sea, no sé, la actitud de yo puedo, de levantar la cabeza aparte de famélicas que parece que llevan un siglo sin comer con cara de llevar un siglo sin comer y con aspecto de llevar un... como si se hubiesen caído en la silla desde un quinto piso no están erguidas, no están sonrientes están arrastradas no os habéis planteado nunca que pretenden con esa estética de... porque a mí entonces me da la sensación de que de verdad se pretende algo que se me oculta o que no lo logro alcanzar a ver porque qué diferente de las modelos de los años 50 erguidas, con su pelo recogido guapísimas, pintadas bien y ellos, repeinaos, no sé, tan monos y ahora con esas, no sé en fin vamos a dejar aquí el tema y las reflexiones de 9000, ya me contaréis qué os parece y si estáis de acuerdo conmigo en que hay un algo o un alguien o un él que lo que quiere es alejarnos de... alejarnos precisamente de esa búsqueda de la belleza real y acercarnos a una búsqueda de belleza desordenada, diríamos bueno, pues esto sería todo y nada, mil gracias por compartir con nosotros este día también pues un rato de reflexiones en esta ocasión un poquito menos práctico quizás que en ocasiones anteriores el próximo prometo que será otra vez más práctico, hablaremos sobre familias y sobre jóvenes, así que nada lo dicho gracias por estar ahí y os esperamos la semana que viene, el miércoles de la semana que viene otra vez a las 9 de la noche en Trabajando Esperanza chao
Trabajando esperanza #11
Fecha: miércoles, 15 de enero de 2025, a las 21:00:00
Duración: 49:43
Mostrar transcripción de Episodio 11. Nos ponemos a Trabajar
Transcripción de Episodio 11. Nos ponemos a Trabajar
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy quiero comenzar con una reflexión sobre algo que seguro que muchos de vosotros habéis experimentado en algún momento. Ese inicio de año en el que todo parece empezar como un poco plof, como con un poquito de abajón. Es curioso porque normalmente esperas que comenzar un año, empezar un nuevo ciclo implique empezar con energía. Como si el hecho de pasar de una fecha del calendario a otra fuera a cambiarlo todo. Pero a veces no es así. ¡Feliz año a todos! Sin más, comenzamos. Este 2025 comenzó con una sensación un poco extraña para mí. El 2024 terminó con muchas ilusiones, muchos proyectos en los que yo había puesto todo ese trabajo que hace que al final se dedique uno a la esperanza. En el que no todo había salido como yo esperaba. Eso unido a una gran acumulación de trabajo, mucho que hacer, viajes, proyectos que terminar, celebración de navidad de empresa que preparar. En fin, digamos que el agotamiento que arrastraba durante el curso y sobre todo los últimos meses del curso, unido a esa sensación de que no todo había ido como yo pensaba, me dejó un poquito desanimadilla. Digamos que he empezado el año con el pie cambiado. Un cierre de ciclo siempre te coloca en un punto de inflexión. Como si tuvieras ese momento para pararte, para mirar atrás y ver lo que has logrado, lo que has aprendido, lo que has disfrutado y aquello que por el contrario no terminó de salir bien. Es como ponerlo todo en la balanza. Y si eres honesto, pues a veces esa balanza no está tan favorablemente inclinada como querrías. Como os decía, si además vas acumulando agotamiento, preparación de viajes, como en mi caso que siempre salimos a visitar a nuestras familias fuera, de regalos de familias, digamos que el comienzo del año no te deja una situación en la que estés para darlo todo. Te sientes de alguna forma como si necesitases un tiempo para recomponerte, como si necesitases un tiempo para reforzarte. Y así me sentí yo al empezar este año. Si os acordáis, en los últimos programas del año pasado además arrastraba un constipado que me duró no sé una vida, no acababa de marcharse. Yo creo que todavía tengo algún coletazo que me daba tos y estaba... Digamos que eso también se unió a esa sensación de no poder. Sientes como si de alguna manera... Al terminar ese año, al darle la vuelta al calendario, todo eso que no ha salido como querrías o como esperabas o aquello que querías cambiar, pues fuese a volatilizarse. Y no es así. Vuelves con el calendario pasado, pasan los días, pero todas aquellas sensaciones siguen estando ahí. Los proyectos que no salieron siguen sin haber salido. Y tu sensación de una pequeña frustración al respecto, digamos que es más fuerte. No sé si lo que os cuento suena chino o lo habéis experimentado más veces. ¿Qué podemos hacerlo cuando esa energía no está al 100% y seguimos teniendo el mismo largo camino por delante? Hoy quiero compartiros lo que he hecho yo. No es lo que me ha dicho nadie, ni lo que habla un gran gurú, aunque posiblemente haya cosas que yo haya escuchado en algún sitio, como seguramente lo hayas hecho tú. Y lo que ha hecho que vuelva a sentir que sí, que sí que puedo. Y que vuelva a tener esas pilas cargadas y que vuelva a tener esa fuerza necesaria. Porque de verdad es así, no os estoy contando una milonga. Empecé el año muy de bajón, llegué a trabajar el día 8 bastante de bajón, y hoy a día 14 de enero mis fuerzas no tienen nada que ver, mi ánimo no tiene nada que ver. Y no es que la situación haya cambiado, no es que los proyectos se hayan realizado solos, no es que lo que yo esperaba que fuera maravilloso realmente sea maravilloso ahora. Es que ha cambiado mi actitud. Os voy a contar un poquito mi ejemplo personal, porque me sentí así un poquito plug, a lo mejor no os afecta, pero también os voy a contar exactamente qué he hecho, toda la planificación, cómo me lo he ocurrado. No porque yo sea una maravilla, ni mucho menos, sino porque a lo mejor lo que yo he hecho os puede ayudar a vosotros, a modo de ejemplo. No es que esté perfecto, no es que yo sea una gurú en ese aspecto, pero sí que cuando a una persona le funciona una cosa, a veces copiarla o imitarla puede ayudarnos a los demás. Este año, el 2024, no este año, sino el año pasado, comenzó en mi caso con grandes expectativas. A modo de ejemplo, acabo de lanzar el proyecto EAR, un proyecto que me apasiona y en el que estoy muy involucrada, y un proyecto de acompañamiento institucional, de instituciones religiosas, que para mí era apasionante y en el que llevaba pensando y planificando mucho tiempo. Lo lanzamos en diciembre y digamos que en ese momento es cuando yo estaba en pleno lanzamiento, feliz de la vida. Aparte, estaba trabajando en la publicación de mi tercer libro, que ha quedado totalmente paralizado, y había pensado que era el momento de relanzarlo, sobre todo cuando recibe una llamada de San Pablo, en México, de la editorial San Pablo, diciendo que no sé qué feria habían visto mi libro y que querían adquirir los derechos para México y Estados Unidos. Un público que yo creo que puede ser muy receptivo a estos libritos que yo escribo, por la forma de ser de ellos. Entonces, bueno, aquello me llenó de ilusión. Voy a publicar el libro, van a publicar ellos, por su cuenta, no yo, sino ellos, 1.500 ejemplares, y lo van a lanzar en México y Estados Unidos. Pues es una pasada, cuando uno ha escrito un libro. Todo parecía ir fenomenal. Y la realidad se impuso. El libro salió, pero en vez de salir cuando yo pensaba que saldría, en marzo, abril, mayo, junio, terminó saliendo en diciembre, con las fechas pegaditas a la Navidad. Lo cual para mí fue un pequeño fracaso, porque para mí esas fechas eran muy importantes en cuanto a posible difusión del libro. No hubo tiempo en la publicidad, no había tiempo a moverlo, simplemente se colocó en las librerías pocos días. No recuerdo ahora mismo, pero posiblemente el 20, 22 de diciembre. De manera que lo que sí fue algo positivo, y luego os contaré que lo está siendo, no fue tan bueno como yo pensé que sería. De hecho, todavía no está colgado en la página web, para que veáis que es hace poquito que pasó todo esto. El proyecto AIR empezó funcionando fenomenal, y que está funcionando fenomenal con el asesoramiento, con el acompañamiento a tres instituciones religiosas que están ya metidas dentro y con las que hemos trabajado muchísimo. Fue bien, pero no fue tan rodado como yo esperaba. Por temas personales, no todo el equipo funcionó como debía. Y esto me ocasionó una dificultad a la hora de llevarlo a cabo, a la hora de plantearlo, a la hora de todo. Un exceso de trabajo por mi cuenta, que fue lo que consiguió que a últimos de año yo estuviera tan cansada. Entonces, digamos que las cosas funcionaron, pero la visión que yo tenía de esas cosas que tenían que haber funcionado era mucho más ambiciosa. De hecho, quería haber lanzado otro proyecto de formación para instituciones religiosas, que yo veía muy positivo. Pero las circunstancias que hicieron que me tuviese que volcar más en este otro proyecto hicieron que el proyecto de formación haya tenido que quedarse en estamba. Como resultado de todo esto, o en medio de todo esto, me vi atrapada en temas personales y laborales con los que no os quiero aburrir. O sea, digamos que todo esto, además, hubo una serie de problemas personales complicados que tuve también que afrontar. Hicieron que el año me dejase ese pozo de tristeza o de cansancio, o de tristeza -cansancio-imposibilidad. Un poquito todo, que me hicieron comenzar, como os digo, el día 8 de enero con el paso totalmente cambiado. Dudando de mis posibilidades, un poco dudando de todo. Pero os cuento todo esto para que veáis que es algo real, que no es una milonga que os cuento aquí, sino que es algo real. Y que seguramente, posiblemente, os pase a muchos de vosotros. Este programa va dirigido a todo el mundo, familias, instituciones religiosas, a nivel laboral, a nivel familiar. Aquello que intentasteis hacer con vuestros hijos, aquello que intentasteis que funcionase y no funcionó. Aquella unidad que a lo mejor no tenéis o que no habéis conseguido a pesar de trabajar. Digo, no por estar mano sobre mano, sino haciendo un esfuerzo real. En el caso de las instituciones, esos programas planteados, esos proyectos, esas ilusiones iniciales del curso. Que llega este punto y uno se va dando cuenta de que hay cosas que no van. Bueno, pues, ¿cómo volvemos a cargar esas pilas cuando todo parece un poquito vacío de energía? Yo lo primero que os recomendaría sería descansar. No descansar físicamente. Yo confieso que he descansado poco físicamente. Tenía trabajo atrasado y he dedicado tiempo a trabajar en estas vacaciones. Y luego están las fiestas, las reuniones familiares, que también tiene uno que echar un cable. Digamos que el descanso físico no ha sido muy grande. Y el mental, pues tampoco demasiado. Pero intentar descansar física y emocionalmente. Digamos que mi descanso ha sido posterior. Y no ha sido físico ni mental, ha sido otra cosa. Y luego os lo cuento. Intentar reposar, descansar, quedarse un tiempo para asimilar estas emociones. Bueno, ya está. El año fue regular, no salió como esperaba. He acabado cansada físicamente, cansada emocionalmente. Bueno, ya está. Es lo que hay. No te martirices. Acabó. Asimílalo. Y ahora ponte a funcionar, ponte a trabajar, que es lo que decimos aquí. Eso es lo que yo me he dicho cuando he vuelto a escena. Hay veces en que tomar un día libre, o un rato libre, simplemente para encefalograma plano, que eso sí lo he hecho. Para ver una serie que te gusta, para estar tranquilo, sin pensar. Aquello que te ayude a no darle demasiadas vueltas a las cosas. Para dar un paseo al aire libre, para estar con los tuyos. Necesitamos soltar lo que nos mantiene en un estado constante de tensión. Lo segundo sería darnos permiso, como decía. Darnos permiso también para revalorar lo que realmente nos importa. A veces nos enfocamos tanto en lo que no hemos conseguido, que nos olvidamos de celebrar lo que sí hemos alcanzado. Y os ponía mi ejemplo. Air funcionó, el proyecto sirve, está en marcha, costó mucho, hizo que tuviese que dejar a un lado otros proyectos, pero funcionó, gustó. El feedback es muy positivo. ¿Por qué me centro en que costó muchísimo, en que tuve que dejar el tema de la formación, en que la gente no respondió como yo esperaba que respondiese y me refiero a temas de colaboración? ¿Por qué me centro en eso y no en que fue fenomenal? ¿En que la presentación, en que el acompañamiento está yendo fenomenal? Sin embargo, tendemos a fijarnos en lo que no fue. Entonces, fíjate en lo que hemos alcanzado. El libro no salió en marzo, no salió en abril, no salió en junio, no salió en julio, que eran las fechas que se barajaban al principio. Salió en diciembre, no se pudo hacer una promoción adecuada, no se pudo. Pero salió en diciembre, estaba en las librerías en diciembre. Y no es solo eso, sino que después se ha sabido que se ha vendido fenomenal. Entonces, a veces nos centramos tanto en lo que pudo haber sido, en por qué no sale, intentamos que salga no sé qué, que lo importante, lo bueno que tiene, está publicado, está ahí, ¿no? Lo guay. Qué maravilloso, ¿no? Recuperar nuestra esperanza también pasa por reconocer todos estos logros, en darle un espacio a la gratitud por estos logros. Señor, gracias. Esto lo hemos hablado 20.000 veces. Gracias. Hay cosas que no han salido bien, cachis en la mano, que podían haber salido de otra manera. Hay gente o cosas o situaciones, por lo que sea, que no me responden como me gustaría. Hay esfuerzos que no se ven reflejados a lo mejor en las cuentas de las empresas. Bueno, gracias por lo que sí ha ido bien. Seguimos cuatro años trabajando, funcionando. Y finalmente, es clave empezar con pequeños pasos. Y esos son los que vamos a trabajar ahora después, ¿eh? No tenemos que estar al 100% de inmediato. Bueno, yo llegué el día 8 y estaba al 10%, ¿vale? Bueno, no vamos a pasar del 10% al 100%. Posiblemente no esté al 100% ahora, ¿eh? Estoy al 90%. Al 90% sí, ¿eh? Y ha sido poco a poco. Ha sido sentándome y haciendo estas cosas que os voy a explicar. Para mí fue fundamental, y es que soy una súper fan de la rutina, volver a mi rutina. Tener un espacio para hacer esas cosas que te dan paz, ¿no? Para pensar, para sentarte, para escribir, para tomar realidad de lo que viene. Para salir de ese bochinche en el que me había metido de pensar no va, no va, no funciona. Y rodearme de esa gente que me pueda ayudar a levantarme, ¿no? Y en ese proceso, la esperanza va a empezar a crecer nuevamente. Os voy a explicar a modo de tip, como hemos hecho desde el principio. Distintos tips con los pasos que en mi caso he tomado, como os decía, para volver a tener esperanza. Para tomar el año con energía y de verdad, con ilusión. Estos tips nos pueden ayudar a superar ese momento en el que nos sentimos un poco estancadillos, ¿no? En el que de repente hemos vuelto y hemos dicho, con Christos sigue igual, ¿no? Mi trabajo sigue igual, mi familia sigue igual. Por más que me he esforzado, no he conseguido nada o he conseguido muy poco. Hemos dicho muy poco, que nada, ¿no? Tenemos varios logros, ¿no? Que si nos apuntamos, pues nos van a ayudar a darnos cuenta de la realidad. Vamos a ver qué hacer cuando todo parece un poco vacío de energía o muy vacío de energía. En primer lugar, lo que yo hice es reconectar con mi fuente de energía. El primer tip sería, reconecta con tu fuente de energía, ¿no? En mi caso, me di cuenta de que había una gran falta de Dios. Sí, así de directo. Lo tenía un poco apartado. Había tenido tanto lío, había tenido tanto bonchinche interior. Había tenido tanto que hacer que lo había relegado a pequeños apartados de mi vida. Cuando realmente él es el centro de mi todo, de mi energía, de mi alegría. Había pasado a ser un lateral muy esquinadillo, ¿no? A veces, sin darnos cuenta, nos vamos dejando a ese jefe fastidioso. En vez de a Dios, vamos dejando, vamos creando un jefe fastidioso que lo único que nos dice es lo que debemos hacer. Lo único que hace nuestra mente, nuestro corazón es, y no es él, somos nosotros mismos, criticarnos por las cosas que no hacemos con él. Es decir, si solo voy a misa los domingos y ya no tengo un ratito de oración, lo que voy a hacer es, fíjate, que Dios quiere que tenga oración. Me acerco a misa y me siento hasta mal. Ya no le rezo porque estoy pensando que me estoy portando mal, no sé. Eso no es Dios, es el otro. Entonces, no le permitimos que nos aporte, no permitimos a ese centro de energía que nos la dé. Yo ahora estoy en un proceso de reconectar con él, de volver a marcarme momentos en el día concretos, aunque sean pequeñitos, porque las circunstancias los me impidan tener ratos más amplios, pero pequeños momentos en todos mis días, en mi día a día, para reconectar con él, para saber que está ahí, para sentirle presente. Entonces, el primer tip sería reconectar con tu fuente de energía. Creo que todos los de aquí somos católicos, así que os llamaría a valorar cómo está vuestra fuente de energía en vuestra vida. Si está en el centro o más esquinada que le pique una mesa como estaba la mía. El segundo tip sería reajustar el rumbo. Crear metas con propósito. Y aquí os voy a poner ejemplos particulares, para que veáis un poquito cómo yo lo he hecho y cómo lo podéis hacer. Muchas veces nos quedamos atrapados en metas gigantes. Es como, quiero que las empresas vayan bien este año. Entonces, son abrumadoras. ¿Y yo qué hago al respecto? Te quedas con un poco bloqueado. Yo misma lo hice el año pasado. Quiero que ERR sea un pedazo de proyecto que funcione. Quiero hacer un centro de formación. Quiero metas enormes. Es vital hacer un balance entre las metas grandes y pequeñas. Esto lo hemos hablado el año pasado también bastante. Esas últimas son las que paso a paso nos mantienen enfocados. Y nos dan esa sensación de avance. Si nosotros ponemos una meta gigante, ya lo hemos dicho muchas veces. Yo os lo digo, pero luego no lo hago. Si ponemos esa meta gigante, que a veces... Dice Susana, una colaboradora mía, que el elefante no se puede comer de un bocado. Que para comerse un elefante hay que comérselo a cachitos, a trocitos. ¿Es factible comerse un elefante? Sí, pero a trocitos, a bocados. Si intentamos comérnoslo entero, pues va a ser imposible. Entonces tenemos que aprender unas metas pequeñitas, pasos. Las metas grandes también están bien. Sabemos que es nuestro final. Pero es importante que no se nos olviden de esos pequeños logros que nos ayudan a sentir que estamos avanzando. Y a darnos cuenta de si lo estamos haciendo o no. Porque si no tenemos esos pequeños pasos intermedios, desviaremos nuestro camino. Nos olvidaremos de la meta y no nos daremos cuenta. Por ejemplo, yo ahora os pongo ejemplos y hablamos. Esas metas son las que además nos motivan. Especialmente cuando en un punto determinado del camino nuestra energía no está al máximo. Porque cuando estamos para darlo todo, no nos hacen falta metas intermedias. Bueno, nos vienen bien, pero no es algo que precisemos. Pero a lo mejor en un punto del camino en el que estamos más bajillos, darnos cuenta de que hemos alcanzado la meta que teníamos prevista para esta fecha, hace que nos animemos otra vez y que sigamos con energía. Voy a compartir con vosotros mis metas para este 2025. Como ejemplo, para que veáis cómo me las cuento a mí misma y cómo las estructuro para que sean claras y motivadoras. Y este es el trabajo que yo he hecho la semana pasada. La semana pasada sí que he cumplido con tareas que tenía que hacer en el trabajo, lógicamente. Pero he dedicado mucho tiempo, incluso desde fin de semana, para ultimarlo todo y tenerlo esta semana y poder empezar. De verdad, aunque tenía cosas que hacer que he ido haciendo, he dedicado mucho tiempo a realizar este trabajo. Porque veía que era necesario para mí, tal como me encontraba en este momento. En primer lugar, os voy a decir las metas. Las he dividido en tres partes. Primero he puesto una meta y luego un objetivo, una motivación y unas prioridades específicas para cada meta. Digamos que las metas son lo grande. Entonces, hay un objetivo que yo quiero lograr con esta meta. Es por un algo en concreto, pero además hay una motivación interior. Digamos que tiene que haber algo que encienda esa chispa cuando lo necesite. Y por último, unas prioridades específicas. Eso para cada una de las metas. Yo me he marcado tres metas. Creo que hay que marcarse como tres metas grandes. Independientemente de que luego tengamos metas por el camino y cosas que hacer y trabajos, que llevar a los niños al cole y que atender, y que hacer la comida, la cena todos los días. Esos son trabajos que tenemos que hacer. Pero hay que tener como tres de fin. En mi caso, la meta número uno era relanzar aquí, contándoos intimidades mías. Qué fuerte. La primera meta sería relanzar y consolidar mis empresas. Estar en marcha, están bien, pero noto que necesito darles un empujón. Entonces vamos a relanzar y consolidar las empresas. ¿Para qué? Tiene un objetivo. Y yo quiero estabilizar operaciones, captar nuevos clientes y, sobre todo, aumentar la rentabilidad. Digamos, trabajamos mucho, pero no siempre los beneficios son los esperados. Y es lo que me ha dado un poco de bajones que hay. Tenemos muchísimo trabajo, somos muy buenos en lo que hacemos, pero la rentabilidad no siempre es la esperada. Entonces ese es mi objetivo. Hay una motivación. Quiero demostrarme a mí misma que soy capaz de liderar y sacar adelante proyectos desafiantes. Especialmente porque estos proyectos los fundó mi padre. Incluso cuando siento o cuando ocurra que no cuente con el apoyo externo, que me podría venir bien. ¿De acuerdo? Esa es mi motivación. Soy capaz, con apoyo y sin apoyo. ¿De acuerdo? Con apoyo de personas externas, lógicamente es más fácil, pero si en algún momento alguien falla, soy capaz. El segundo es... Las prioridades que tengo es, por una parte, diseñar estrategias de marketing y comunicación efectivas. Tengo una empresa que se encarga de eso, pero estar más pendiente, que dependan más también de mí, ¿no? Pues estar pendiente de las campañas de marketing, optimizar los procesos internos con mi personal, para que todo fluya mejor. Y, bueno, poder intentar buscar alianzas estratégicas o clientes estratégicos. Digamos que esas serían mis tres prioridades específicas. Esto con respecto a relanzar... Luego está la segunda meta. La segunda meta sería publicar y promocionar A Fuego Lento 3. A Fuego Lento 3 es un libro que llevo teniendo aparcado, ni se sabe. No sé cómo escribirlo, pero fácil. Dos años, ¿no? Y ahí está. Empecé de una manera, no me gustó, lo corté. Al año pasado le di una vuelta completa. De hecho, lo rehice. Me iba gustando más, pero llegamos a un punto con todos los agobios, con todas las cosas, pues lo he ido dejando ahí, ¿no? El objetivo es terminar el libro en abril. Bueno, sigo así en petit comité que si es mayo tampoco pasa nada. Y planificar su publicación para septiembre. Dependiendo tanto de las condiciones económicas propias, como de cómo se esté desarrollando el tema del libro anterior en México, ¿no? Me parece importante para lanzar el tercero. La motivación, bueno, pues el proyecto de los libros no es solo una fuente de ingresos, que es una fuente de ingresos muy pequeña, os lo garantizo, sino que es una forma que yo tengo de colaborar, de compartir pues mis valores, los valores en los que yo creo y conectar con otras personas. Las prioridades, pues terminar el libro, creación y crear una asociación, seguir con la asociación de este tercer libro con el proyecto Trabajando Esperanza en el que me encuentro, ¿no? El tercer tip es trabajar en mi bienestar personal. ¿Vale? Y bueno, no os voy a aburrir de los objetivos, porque están claros, ¿no? Trabajar en mi bienestar personal, la motivación, pues tener energía, confianza, equilibrio emocional para poder liderar mi vida personal, pues que es grande y amplia y mi vida profesional que también es grande y amplia. En cuanto a prioridades, pues dedicar tiempo a la oración, como decía antes, y a la reflexión, a mi centro, a mi energía, a la experiencia, cultivar relaciones significativas, importantes, esas relaciones que hablábamos, que decía la doctora Estepe, que son relaciones vitamina, que aportan, que ayudan, y estando muy presente en mi familia, presente de verdad, que a veces estamos presentes pero pensando en mil cosas, mirando el móvil, pero encontrar esos momentos en la oración. Digamos que estos serían un poco mis tres metas grandes. Como veréis, no es solo algo que quiero lograr, sino que están respaldadas por una motivación clara. Existe un porqué. El porqué es el que me ayudará a seguir adelante con mis metas cuando me canse, cuando no pueda. Y eso lo tengo escrito, detallado, en un documento que tengo guardado en mi agenda para que os sea un poquito más realista. No son unas metas inviables este curso. No es inviable que yo termine el libro este curso. Bueno, si luego se tuerce, se puede flexibilizar, pero no es inviable en lo que yo planteo. Entonces, son metas alcanzables y es precisamente esto lo que hace que sean factibles, que tengan un porqué, un cómo y un camino para seguir adelante. El primer tip era perdonadme el de la energía, pero ahora no me acuerdo del nombre, reconecta con tu fuente de energía. El segundo tip era reajustar el rumbo, crear unas metas con un propósito. El tercer tip va a ser organiza tu semana con partes fijas y partes flexibles para alcanzar tus metas. Una vez que tenemos todas las metas claras, con esta especie de puntos importantes de cómo lo voy a hacer, pero claro, si nos quedamos ahí, las metas se diluyen en el tiempo. En un año, o sea, madre mía, si tengo tiempo todavía. Bueno, si yo no lo tengo claro cuándo voy a hacer cada cosa, me doy cuenta de que con los quehaceres de mi vida que no son pocos, pues como os pasa a vosotros, con los quehaceres de nuestra vida, pues nos aturllamos a final de año y decimos pero bueno, ¿qué has hecho? Sí, te has centrado en aquellas cosas que eran urgentes, pero has dejado pasar las metas que tenías planteadas porque no te ha dado la vida. Ese no me da la vida. Entonces, yo lo que os diría es que la clave está en organizar vuestra semana de manera equilibrada para asegurarnos ya que estamos trabajando hacia las metas todos los días. Yo me he quitado de las metas porque es una cosa que quiero lograr y le voy a dar el punto, el momento en el que puedo dárselo sin quitársela otras cosas de importancia como son estar con mi familia el fin de semana. ¿Por qué? Porque al final estaré con mi familia el fin de semana y no escribiré. Entonces, lo he metido en un horario establecido. ¿De acuerdo? Lo primero es definir qué áreas son no negociables, cuáles son las no flexibles. ¿Qué son aquellas que no puedo modificar? ¿Qué van a ser así? ¿De acuerdo? Salvo que me surja una reunión, por ejemplo, el otro día tuvimos una reunión aquí en oficina, tenía que ser a las 9, pues entonces lo que hice fue cambiar. Esa era mi tarea flexible, la reunión, y la cambié por la tarea no flexible, digamos que modifique el horario, pero no quito la tarea. ¿De acuerdo? Entonces, mis específicos para mis tareas importantes y los pongo con hora. Entonces, los lunes y los miércoles de 9 a 11 es el tiempo que reservo para escribir. Es un tiempo fijo y lo trato como una tarea no negociable. Como os decía antes, si en vez de a las 9, por lo que sea, tengo una reunión a las 9, de 9 a 11, es de miércoles y no puedo escribir, lo que haré será escribir de 11 a 1, el momento de la organización de este programa o el momento de la grabación de este programa. Eso es no negociable, tiene que hacerse. Si no se hace en un momento, se hace en otro, pero intentar hacerlo en el horario que te has planificado. Durante esas dos horas solo me centro en escribir, sin distracción. Por ejemplo, la redacción de los post, de 9 a 1, me dedico a crear contenido para redes sociales. Durante ese horario, planeo y redacto los post, los vídeos, todo para ir publicando cuando toca. Esos días toca publicación porque también lo explico en ese día y redacción de post y de vídeos, guiones de vídeo. Todas las visitas y reuniones están metidas en tareas flexibles de 11 y media a 4 y media todos los días. Todos los días tengo un bloque de tiempo que es flexible para reuniones, visitas, correos electrónicos, llamadas, consultas. De manera que cuando yo intento a partir de ahora tener una visita con alguien para cualquier tema de trabajo, pues siempre digo a partir de las 11 y media. A las 11 nos tomamos el café, a las 11 y media tengo las reuniones. Si por lo que sea alguien no puede, cambio de horario. Cambio el flexible por el no flexible, como os decía. Pero ese tiempo es el que intento que esté marcado para esta tarea. Y en mi caso, pues para organización de agenda y revisión de temas pendientes, de 8 de la mañana, que es cuando yo entro a trabajar, hasta las 8.45. En ese tiempo yo tengo que organizar mi agenda, ver qué tengo ese día, qué tengo que hacer. Es la agenda de los temas flexibles de prioridad, cuáles pueden esperar, cuáles no, hasta qué día tengo. Ese tiempo le dedico esos 45 minutos de la mañana. Si es menos, pues me meto ya con alguna tarea flexible, adelanto alguna tarea flexible. Además de todas estas tareas flexibles y no flexibles, he añadido mis momentos para ejercicio, mis momentos para oración, mis momentos para tomarme un café, mis momentos de comida. Digamos, mi momento personal. Lo importante es tener una estructura que me permita estar organizado, aunque luego tenga que desorganizarla alguna vez, pero que se pueda adaptar, lo que digo, que se pueda adaptar a un cambio. Bueno, pues no pasa nada, yo sé que esto lo paso aquí y esto lo paso aquí, pero no sé si me explico. La estructura semanal a mí me ha ayudado a sentirme más organizada y a sentir que puedo con todo, que me apodera y sientes que no eres capaz. Así que, estos serían los tips, espero no estaros aburriendo mucho, pero me ha parecido que para empezar el año era importante esto, por lo menos para mí ha sido fundamental. Ahora os digo el cuarto tip y aquí es donde entra el trabajando esperanza, ¿de acuerdo? Ponte a currar, la esperanza vendrá sola. Si te pones a trabajar, te animarás tú solo, cumpliendo tus pautas, cumpliendo tus propósitos, habiendo escrito todo, dejándolo todo bien, la esperanza va llegando. Una vez lo hemos organizado, es el momento de llegar a la acción, de pasar a la acción. Ya no hay excusas, es hora de ponerse a trabajar, de ejecutar, bloquear, planificar. Aunque al principio parece que todo está en piloto automático, en cuando empiezas a trabajar y ponerse a hacer las cosas, genera esa energía que pensábamos que no teníamos. El simple hecho de empezar a trabajar es algo que sabemos que es importante, aunque no veamos grandes avances de inmediato, genera un efecto positivo en nuestra motivación, inmediatamente, sobre la marcha. Yo lo he experimentado un montón de veces, pero estos días, especialmente, lo que realmente me impulsa es ponerme, es empezar. Pero cuando lo haces con esta visión de posibilidad, de factibilidad, de que se puede, de que puedo, cambia todo. Es un cambio radical, por lo menos a mí me pasa. La acción es un antídoto contra la incertidumbre. Al principio no lo parece, pero por lo menos en mi caso ha sido muy rápido. Otras veces he empezado el año ya motivada, entonces no puedo deciros, pero este año que había empezado así, desmotivadilla, os puedo asegurar que ha sido ponerme, y ha sido esta semana, el lunes, y ya me ha cambiado el chip. Y, por último, tendríamos un último tip, que es no abandones a la primera. Algo así como resistencia. Uno de los mayores retos cuando comenzamos un proyecto nuevo y nos ponemos nuevas metas, es la tentación de abandonar a la primera dificultad. Las cosas no siempre salen como esperábamos, a veces tardan en salir, los planes no se cumplen al pie de la letra, como os decía al principio, ha salido el libro, pero no cuando yo quería que saliera el libro. Y esto, pues, es normal. Lo más importante aquí es no rendirnos. Es esa disciplina y esa resiliencia que son esenciales para triunfar. No quiero decir triunfar para ser famosos, sino para conseguir llegar a esa meta que nos habíamos propuesto. A veces las cosas no saldrán de la primera y será estupendo y nos sentiremos genial. Y otras, pues, habrá días en que no cumplas oye, es que fíjate, llegué a la oficina a las ocho, había no sé quién, luego a las ocho y no sé qué, es que no tenía ni tiempo de mirar lo que iba a hacer hoy porque no he hecho nada. Pero eso también está bien, no pasa nada, no somos robots, no siempre todo sale perfecto. Y está bien tener días en que la productividad no está al cien por cien, nos hemos quedado en el diez. No me ha salido, mañana no lo cumplo y al otro tampoco. Esto es como lo de las dietas, la gente que se lo salta un día y ya para siempre, no pasa nada, mañana recomienzo otra vez, me cuido otra vez, no pasa nada. No quiero decir el por un día tampoco, va por un día que no haga el horario, no, no, no, o sea, lo he intentado, pero han salido cosas, cuando tienes un horario, cuando tienes una meta, cuando tienes unos objetivos, cuando tienes una motivación, vuelves a empezar, no pasa nada, vamos a retomarlo y seguimos adelante. A pesar de todo, recuerdo que este último año, pues a pesar de mis metas, pues eso, hubo días en que las cosas no salían y de hecho hubo un año en el que las cosas, hay que volver a progresar a trabajar, ¿cómo lo haces? Y me he sentado, le he dado vueltas y me he planteado cómo volver a empezar y cómo recuperar esa energía que parecía agotada, y bueno, pues eso, que si hoy no salió como esperabas, pues mañana es otro día y que si este año no sale exactamente como esperabas, pues el año que viene vuelves a empezar. Esa energía que te lleva a seguir trabajando, aun cuando las cosas no vayan como esperabas. Y la resiliencia es lo que te permite adaptarte y seguir avanzando, dando pasos sin perder la esperanza. Bueno, lo que os decía, resulta que a tal hora me han puesto una reunión y es que esa persona no podía a la hora que yo tengo marcada para las reuniones, pero me lo hace cuando pueda y no pasa nada. Y tengo mi lista de cheques y digo, bueno, me falta esto, pues mañana en un huequecito que tenga lo hago, no pasa nada, me adapto. Esa es la resiliencia. Y eso es lo que con disciplina y con resiliencia lograremos. Y nunca estaremos totalmente derrotados y siempre habrá una oportunidad para seguir creciendo. Al igual que el jubileo que nos invita a renovar nuestra esperanza y a redescubrir el sentido profundo de nuestra fe y propósito, hoy hemos hablado de cómo podemos recargar nuestras energías, replantear nuestras metas y seguir adelante con disciplina y resiliencia. Porque al final la esperanza en realidad no depende de que todo salga bien, sino de esa fuerza interior que nos viene de lo alto y trabajamos también nosotros para seguir adelante independientemente de que las circunstancias y aquello que nos rodea no sea perfecto. Este es un tiempo para darnos cuenta de que aunque las cosas no siempre van como esperamos siempre hay una nueva oportunidad para comenzar de nuevo, para renovar nuestras energías y para seguir luchando con esperanza renovada. Este 2025 os deseo a todos que este jubileo de la esperanza sea una oportunidad para mirar hacia adelante con fe y determinación porque si lo queremos porque si lo trabajamos porque si lo vivimos pase lo que pase lo mejor está por venir. Creo que el programa merecía la pena y que aunque sea un poquito denso y a lo mejor os haya parecido que os he contado demasiadas cosas propias, pues creo que hacían falta esos ejemplos para saber cómo funcionar y cómo seguir trabajando esa esperanza. Si tienes alguna reflexión si tienes alguna duda si tienes alguna sugerencia si quieres compartir tu experiencia con nosotros ya sabes que tenemos 642 -11 te espero en Trabajando Esperanza para que me cuentes para que me preguntes para lo que quieras. En fin, mil gracias feliz año a todos como os digo un año lleno de esperanza lleno de trabajo, lleno de ilusión aquí estaremos como siempre la semana que viene en Trabajando Esperanza muchas gracias.
Trabajando esperanza #10
Fecha: miércoles, 18 de diciembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 44:03
Mostrar transcripción de Episodio 10. Obligar con amor.
Transcripción de Episodio 10. Obligar con amor.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Hoy hablaremos de un tema muy importante para todos los padres y educadores. Cómo obligar a los jóvenes y a los niños a participar en actividades familiares y religiosas sin negociar, sin dudas. A veces nos cuesta, porque entendemos que la adolescencia es una etapa de independencia y cuestionamiento, pero la realidad es que muchas otras veces las cosas que más necesitan son precisamente aquellas que no negocian. Gracias por acompañarnos un miércoles más a Trabajando Esperanza. Sin más, comenzamos. Bueno, pues seguimos con ese constipado eterno que no acaba de marcharse, así que vais a perdonar la voz que tengo. Y espero que, como la semana pasada, no me dé ningún ataque de tos y tenga que dejar el programa a medias. Como os comentaba, el programa de hoy trata sobre el valor de obligar con amor y autoridad. A veces pensamos, a veces nos cuesta, a veces no entendemos o no sabemos cómo hacer con nuestros hijos, o con los chavales a los que estamos educando, para obligarlos, para que hagan determinadas cosas. O nos parece que obligarles es contraproducente, sobre todo cuando estas cosas se supone que son voluntarias. Y me refiero a todas aquellas actividades religiosas. Me surgió la idea de hacer este programa el otro día hablando con una amiga, sobre el por qué no obligaba a sus hijos ya adolescentes a ir a misa en estos días navideños. Bueno, en realidad nunca. Porque para ella el tema religioso debe ser algo que nazca. Cuando son pequeñitos sí, pero cuando ya son mayores les deja más libertad. Y la verdad es que no estoy muy de acuerdo con su apreciación. Y entonces pensé que sería bueno poner las cosas un poquito en claro en el programa. Como decía, para algunos, entienden o entendemos que la adolescencia es una etapa de independencia, de cuestionamiento. Pero en realidad es que estas cosas que a veces no debemos cuestionar son las más importantes en la vida. Ir a misa, compartir las comidas en familia, tener horarios de llegada a casa, colaborar en las tareas. Muchas veces estas actividades no podemos negociarlas. Bueno, yo creo que no debemos negociarlas nunca. Y lo sabemos porque cuando no hay discusión, pues no hay lugar a la resistencia. Yo digo muchas veces, a mí mis hijos nunca, nunca, nunca me discuten si van o no a misa un domingo. Puede ser que me digan qué tal hora, o qué cual otra hora, o qué tal sitio, o qué cual otro sitio. Pero nunca ponen en duda el que el domingo haya que ir a misa. No porque sean más buenos que los demás niños, sino porque saben que es una cuestión que no tiene discusión. O sea, hay que ir, punto. Vas a ir, punto. Apoco hay gente que sepas si llevas desde que naciste, sabiendo que eso es una cosa que hay que hacer. Pues no la discutes. Es como ir al colegio. Los niños no les discuten a sus padres si tienen que ir al colegio el lunes. No papá, es que hoy no me apetece ir al colegio. ¿Por qué voy a ir al colegio si no me apetece? Nunca, nos parecería rarísimo. Simplemente hay que ir al colegio el lunes, toca, se acabó. Estás malito, si tienes tos, si estás no sé qué. Bueno, pues hablaremos. Pero si estás bien, pues en una circunstancia normal vas a ir al colegio y no vas a cuestionarle nada a tus padres. Pues lo mismo ocurre con otra serie de actividades. Como estas, como ahora en las festividades religiosas. Como digo, en las misas, en las comidas familiares. Yo, cuando era pequeña, nosotros siempre pasábamos la noche vieja en el pueblo con mis abuelos. Y no había discusión. Entonces, nunca se me ocurrió decir, oye no papá, quiero estar con mis amigos en Madrid porque ellos salen en la noche vieja. No, ¿para qué? Es una batalla absolutamente perdida. Entonces, bueno, pues las batallas perdidas no las cuestionas. O sea, cuando empieza la discusión en una familia por algo, pues cuando se ve que hay un punto débil. Es ahí donde el adolescente, donde el niño empieza a intentar convencerte de algo. Pero si ve que es inflexible. Y hoy vamos a reflexionar sobre cómo podemos lograr que nuestros hijos adolescentes participen activamente en esas actividades sin que sea un tema de negociación. Bueno, activamente o menos activamente. El caso es que participen, que estén. Porque las cosas van calando y llegará un día en el que esta rutina, pues que Dios se sirve de todo. Y se sirve de cualquier recoveco que le deje a nuestros hijos en una eucaristía para hacerse presente en sus vidas. Y de esto se trata. Al final se trata de ponérselo fácil a Dios y ponérselo fácil a ellos. Al final cuando comprendemos lo importante de esas actividades, no hay cabida para la discusión, como os decía. Vamos a descubrir cómo la disciplina, la estructura y el amor son la base de todo esto. Pues nada, vamos con ello. En primer lugar, quería hablaros de los límites y las normas. Y de la importancia de la disciplina familiar. En esta época en la que parece que la disciplina, las normas, bueno pues... A mí me da muchas veces la sensación, a lo mejor algunos de vosotros opináis así, no quiero decir que yo esté super correcto. Pero sí que me da la sensación de que los papás muchas veces, con tanta explicación, que es bueno explicar, con tanto intentar que todo sea positivo, que no haya negación, que no haya normas sino decisiones, pues como que nos dejamos un poco demasiado la vida de los niños en sus propias manos, cuando no tienen la capacidad para decidir. Para eso estamos los papás, para decidir por ellos hasta que son adultos, hasta que se van de casa, hasta que... La adolescencia es una etapa de rebeldía y eso es así, y todos lo hemos pasado. Como padres, pues sabemos, hemos experimentado en nuestro día a día que no siempre es fácil establecer normas y límites que no sean cuestionados. Y además a veces es cansado, yo entiendo que a veces, a mí también me pasa, a veces es como... ¿Y si lo dejo estar? Total, enfrascarme ahora no a pelear, o por esto. Muchas veces, mirad, las chicas, hay distribución de tareas, y las dos chicas eligieron hacer la cocina y el chico, Juan Pablo, eligió pasear al perro. El pequeño, como es pequeño para hacer ninguna de las dos cosas, pues lo que hace es poner y quitar la mesa. ¿Por qué os cuento esto? Porque a mí me pasa muchas veces, ya la cocina está fatal, y entonces no la recoge. Y a veces digo, chelis, voy a hacerlo yo, ¿sabes? Recojo y termino antes. ¿Pero qué pasa? Que si la recojo con esta, que las chicas se turnan, mañana me toca recogerla también con la otra. ¿Y al final qué va a pasar? Que la responsabilidad que era de ellas va a terminar siendo mía. Mi responsabilidad es hacer la cena, es poner lavadoras, es poner secadoras, y es doblar ropa. Y la suya es recoger la cocina. Entonces, no puedo hacer su tarea. Pero os juro, os prometo que muchas veces me cuesta casi más decírselo y enfrentarme a ellas, o ver la cocina mal recogida o tal, que hacerlo yo. Y dices, es que mientras que lo mando, lo hago. Eso de toda la vida, ¿no? Pero es que eso es muy poco educativo. Entonces, no es fácil, ¿no? Pero lo que quiero destacar es que cuando las normas no son negociables, pues lo que os decía antes, no hay discusión. Las responsabilidades y las tradiciones, como asistir a misa o hacer sus tareas en casa, pues no tienen que estar a debate. Entonces, te podrán discutir de si le tocaba a mi hermana, de si esto es de la cena, pero resulta que lo dejó para la comida, de si tenía que sacar las babajillas. Pero no discuten el hecho de que es lo que ellas tienen que hacer. No te dicen, hazlo tú. No te dicen, no, es que no lo quiero hacer. No te dicen, ¿no? Pues te explicarán, jo, es que tengo deberes, no sé qué. Y al final, será obligación tuya pues darles una explicación del por qué, lo que sea, ¿no? Pero la tarea es suya, ¿no? En lugar de verlo como una imposición, lo que tendríamos que entender es que es un acto de responsabilidad familiar. El caso, por ejemplo, de colaborar con la familia, ¿no? Y eso sería lo idóneo, pero a veces es complicado, ¿no? Entonces, nosotros lo hacemos, ¿no? Tanto mi marido como yo, ¿no? Bueno, pues papá hace unas cosas, mamá hace otras cosas, vosotros tenéis que hacer otras porque hay que colaborar porque somos muchos y porque estamos todos aquí, ¿no? Y esa es la forma educativa. Pero los adolescentes, aunque a veces no lo entienden, pues para eso, como a veces no lo entienden o como a veces no lo quieren entender o como a veces no les apetece entenderlo, para eso está la estructura y están los límites. Lo haces y punto. O sea, yo te lo explico. Pero al final, cuando lo has explicado, no hay más, se hace. Obligarlos a hacer cosas no significa que no les queramos o que no les entendamos, sino que estamos mostrándoles la importancia de convivir, compartir y crecer juntos como familia y comunidad. Y esto les va a servir en el futuro. O sea, al final les va a abrir puertas porque van a saber cómo trabajar con un compañero de trabajo, van a saber cómo convivir cuando se casen o cómo convivir si comparten piso. Entonces, esto es un trabajo, esto es una educación, esto es mucho más importante que las matemáticas. Lo que estamos haciendo es formar su carácter, su vida emocional y sus hábitos, su esfuerzo. A veces podría parecer que estamos siendo muy estrictos. Cuando ves que otros padres, por ejemplo, en determinadas fiestas, van a misa los domingos, pero luego llegan estas fiestas y fíjate, este día que pilla muy mal, pues no vamos, o no los obligan a ir. Estamos siendo demasiado severos o demasiado radicales. Pero lo que estamos haciendo es prepararlos para la vida real, como decía antes, para que sepan que no siempre podrán hacer lo que quieran y que lo que hacen tiene unas consecuencias. Es decir, a ver, y a veces incluso el tema del castigo, que parece que está tan mal visto. Oye, mira, si no recogéis, como vea esto así, no sales esta semana. Por lo de ver esto mal recogido, ¿no? Es una consecuencia de no haber hecho bien las cosas, porque es necesario que esto esté bien hecho para la convivencia familiar y para que mamá no le dé un penterre. No significa que no les estemos dando espacio para tomar sus propias decisiones, pero el equilibrio entre la libertad y la responsabilidad es fundamental para su bienestar y para el bienestar de los que les rodean. O sea, lo que queremos explicarles es que va todo unido y va todo junto. Que el que yo esté fenomenal y el que yo cumpla con mis requisitos básicos no tiene que pasar por encima de que el otro no los tenga. Entonces, para que tú estés cómodo, yo tengo que recoger la cocina que tú no has recogido. Y entonces, ¿dónde está mi bienestar? Entonces, lo que en resumen os quiero explicar es que cuando nosotros les estamos obligando o les estamos indicando que hagan determinadas cosas, finalmente es por su educación. A veces, en otro orden de cosas, a veces pensamos que si no se sienten motivados para hacer algo, no debemos obligarlos. Por ejemplo, eso pasa muchísimo con el tema religioso y es básicamente el que yo quería tratar hoy en el programa. Con el tema de las misas, mucha gente, muchos críos cuando llegan a la adolescencia, a los 16, 17 años, pues dejan de acudir a misa. Y sus padres no son capaces de obligarles a ir. Pero la realidad es que las actividades que ellos hacen, las actividades religiosas que hacemos, en las que participamos, aparte de ser una orden, un mandato por parte de la iglesia, pues no están vacías. Son momentos esenciales para ellos, para que puedan conectar con la fe. Si nosotros dejamos que ellos dejen de acudir a misa, por ejemplo, los domingos, o estas fiestas de Navidad, o cuando sea, porque no les viene bien, o porque están cansados porque se han acostado tardísimo el día de Nochevieja, entonces, ¿cómo les voy a obligar a levantarse temprano para ir a misa? ¿O cómo les voy a decir que vayan a misa si están hechos unos toros? Pues tienes que ir a misa el día de Año Nuevo. ¿Por qué? Pues porque hay que ir a misa y punto. Y no hay más. Pero que no son tradiciones vacías. Son momentos para vivir la fe y también incluso las raíces que tenemos, pero sobre todo para participar de la fe. Y nos lo manda la Madre Iglesia porque es madre y porque nos conoce, pues eso como tú le mandas a hacer otra cosa. Las actividades son una oportunidad para conectar con la comunidad, para enseñarles lo importante y para que vivan esa fe que para ti es fundamental. Es que es algo que yo no entiendo. Muchas veces, de parejas profundamente religiosas, dejan que sus hijos tomen la decisión cuando tienen 16, 17 años de dejar perder algo fundamental para ellos como es la fe. O sea, os juro que no lo entiendo. O sea, tú crees profundamente. Eres una persona profundamente religiosa. Crees que Dios es su fundamental en tu vida. Que es el motor, que es la meta, que es todo. Y de repente permites que tu adolescente deje de ir porque no le apetece. Pues no. O sea, vas de las orejas. Porque igual que vas de las orejas al instituto. O sea, no sé si me explico. O igual que si me dices que quieres dejar de comer. O sea, te obligaré a comer, te llevaré a un psicólogo, te haré 30.000 cosas, pero tienes que comer. Pues es que la fe es lo mismo para nosotros. Si le estamos obligando a hacer otras cosas, o como si dice que no se quiere duchar, pues te tendrás que duchar. No sé si me explico. O sea, ¿cómo dejamos que tomen una decisión súper fundamental en su vida y que va a marcar su futuro? Y que puede marcar su futuro con una edad en la que están tan volúbles y en la que no tienen la capacidad para tomar esa decisión, a fin de cuentas. Si no les obligamos a participar, lo que corremos es el riesgo de que desconecten. Y el participar, aunque no sea lo que más les gusta, es parte de su formación y es parte fundamental de su vida. Mirad, a mí un ejemplo concreto que os voy a dar es con mi hija mayor. Mi hija mayor no estaba en grupo. No había grupo o no le gustaba el grupo de posconfirmación que había en el colegio. Yo creo que no había en aquel entonces. Y entonces yo vi un grupito muy majo en la parroquia a la que vamos. Además el catequista me caía muy bien y lo conocía. Y me parecía una persona muy ortodoxa, muy correcta en el sentido de la fe, de la doctrina. Y además muy majo. Se le veía con los chavales muy majo. Y dije, mira Clara, te voy a apuntar al grupo de posconfirmación de la parroquia. ¿Quieras o no quieras? Tienes dos opciones. Una, convencer a alguna amiga tuya para que vaya contigo. Y otra, ir tú sola. Te doy dos semanas. Bueno, pues no mamá, ¿cómo voy a ir? Es que no me apetece. No te doy otra opción. Elige la opción, convencer a una amiga tuya o ir sola. Pero no le doy más opción. A la segunda semana, pasada la segunda semana, la tercera, pues le dije que se había convencido a su amiga, la había convencido, y las apuntamos a las dos a posconfirmación. Está súper contenta. Es un grupito muy majo. Va súper contenta. Sigue yendo. Han pasado dos años. Y a veces se lo digo. Digo, mira cómo te obligué. Y al final, porque no tienen edades para tomar esas decisiones. Entonces, bueno, intenta. Mi padre decía una cosa que a mí me parece muy sabia, que es no hacer aborrecible la virtud. Y eso quiere decir, pues si es algo bueno, pues no crear una situación que de esa cosa buena, de tan recalcitrante o de tan sea mala. Entonces, bueno, hay veces que hay que mirar un té con té. Dar un poquito de tiempo. Valorar el momento adecuado. Ver el grupo adecuado. Si yo la meto al primer grupo que pillo, y luego es un grupo que es un rollo, el catequista es un pesado, y tal, pues lo que voy a conseguir es que salga huyendo en cuanto pueda. Pues tendré que buscar la situación idónea. Pero cuando la encuentras, no hay opción B. Y si no hay opción B, no la hay. Entonces, no vale recular, echar para atrás. Es obligatorio y punto. No hay más. Entonces, ahora os voy a indicar una serie de tips, como siempre, los famosos tips, para intentar establecer estas obligaciones de la mejor manera posible. ¿Vale? Bueno, pues allá vamos. Y el primer tip sería, hazlo parte de la rutina. Igual que todos los días, de lunes a viernes, te levantas por la mañana, te duchas, te arreglas, te vistes, te vas al colegio, estudias, vas a recreo, comes, sigues en el cole, te vienen a buscar. Igual, de la misma manera que haces todas esas cosas en tu día a día, pues los domingos, por ejemplo nosotros, todos los domingos se va a misa. Normalmente a las doce y media, en la misma parroquia, con el mismo cura y la misma situación. Pues cuando estamos en el pueblo, pues toca en el pueblo, en la misma iglesia, a la hora que allí toca, y cuando estamos en Alicante, toca en la parroquia que allí toca, tal. Pero siempre esa rutina existe. De esa manera, no hay, ¡ay no, misa! A veces incluso, ¿eh? Mis niños cuando hay una misa extra, vamos a decir misa extra, ponemos un día de precepto con el que ellos no contaban, no se sabe por qué, porque todos los años es igual, pero a ellos se les olvidan los días de precepto, ¿no? Y de repente toca un día de precepto que no tocaba. De repente dice el cura, bueno, que sepáis que el miércoles tal es día de precepto. Y me miran a mí como si yo hubiese hecho el calendario con los días de precepto con un rencor eterno, porque no, no tocaba, ¿vale? Es como el día extra con el que ellos no cuentan. Y yo siempre digo, sois unos egoístas, y más cosas. Digo, anda, que os cuesta que no coméis todos los días, y sin embargo ir a misa os cuesta la vida, y les cuento mil historias, pues gracias a que el día de precepto no tenéis colegio, así que no te quejes, bueno, y todo lo que se me ocurre, ¿no? Pero eso les descoloca, ¿vale? ¿Por qué? Porque la rutina, pues la asumen sin problema. El día que nos da rutina, pues es el que les cuesta un poquito más. No obstante, van, no discuten, me miran mal, como si yo ya te digo, yo digo, es que parece que me he creado yo aquí el calendario, y que digo, venga, voy a poner precepto este día, porque a mí me da la gana. Digo, debo ser el papa para ellos. Pues eso, primer tip, hazlo parte de la rutina. Segundo tip, establece horarios no negociables. Horarios claros, ya lo veis, ¿no? Lo que os decía, viene a ser un poquito, ¿no? Parte de la rutina, todos los domingos toca, y además hay horarios no negociables. Oye, las tareas se hacen en este momento. Por ejemplo, Juan Pablo que pasea al perro. Cuando viene del colegio a las 5, tiene que pasear al perro. Es que no discute. El pobre, además, siempre lo hace sin problema. En el momento en que llega, coge su perro, le pone el collar y se pasea. Y ya después, merienda, ya después se pone con los deberes, ya después se cambia de ropa, ya después. Pero lo primero que hace es eso. Luego cena, después de cenar, acto seguido, pasea al perro. Y no discute. Lo que hace los sábados y los domingos es ponerse algo de ropa y pasear al perro antes de desayunar. Tiene sus horarios y tiene sus rutinas. Y entonces no hay problema. Entonces, la rutina y los horarios claros. Digamos que forma parte de lo mismo. Pero... Pero... Bueno, de la rutina, digamos. Pero bueno, si en esa rutina hay horarios claros, mejor. Por eso lo he puesto como en otro tipo. Igual que dedica un tiempo al estudio, hay momentos en los que se está en familia y se vive en familia. Yo suelo ser bastante inflexible. Bueno, nosotros solemos ser bastante inflexibles con el tema de, por ejemplo, las comidas de los fines de semana. Que los fines de semana no se come fuera de casa. ¿Por qué? Porque entre semana ya comemos fuera de casa. Bueno, pues si quedas con tus amigos, queda en otro momento que no sea comida. Pero es verdad que a veces, bueno, eso según circunstancias, si es un cumpleaños, o si es un hecho así un poquito más llamativo, o si por lo que sea no han podido salir porque han tenido mucho que estudiar, pues eso a veces, pues me lo salto. ¿Vale? Digamos que ahí soy un poco... Bueno, si veo que la circunstancia... Bueno, no hagamos aborrecirle la virtud. Si veo que la circunstancia lo merece, o si vemos, mi marido y yo, que la circunstancia lo merece, pues a veces sí que concedemos esta licencia. ¿De acuerdo? Pero eso es lo que os decía, ¿no? Es decir, no hay negocios fijos, no negociables. Si no es negociable, no hay discusión. Tercero, involucraros en el proceso. Si bien no es negociable, puedes darles cierta autonomía dentro de un marco de actividades. Por ejemplo, que elijan determinadas cosas. Esto en el tema de celebraciones religiosas, bueno, yo también les dejo cierta libertad, no mucha. O sea, por ejemplo, mi hija mayor, que es la que tiene el grupo de posconfirmación en la parroquia, pues ella a veces, cuando tiene catequesis, va a misa sola, antes de la catequesis, por la tarde. O sea, nosotros solemos ir a misa de doce y media, pero ella va por la tarde, no pasa nada. Fenomenal, vas a misa, es domingo. Guay, perfecto. Y lo haces con tus compañeros de posconfirmación, pues maravilloso. Es una cierta flexibilidad. Que puede ser mejor que lo hagan en familia, bueno, no pasa nada. A la mediana no quiere hacerlo en la parroquia, y entonces prefiere ir a posconfirmación en el colegio. Pues fenomenal. O sea, bien, ahora está bien. Como este año no hay grupo de posconfirmación, le daré de margen, y el año que viene, si sigue sin haber grupo de posconfirmación, o sea, este año que viene que ahora entra, pues se apuntará a la parroquia. Y encima alguna de sus compañeras, fenomenal, y si no, se apuntará sola. ¿Por qué? Pues porque sí. Porque yo quiero que sigan en la fe, y si no va a ser muy difícil, porque solo a determinadas ciudades es complicado. Entonces, involúcralos en el proceso. Oye, mira, estamos en Navidad, hay que ir a misa, pues porque celebramos el nacimiento de Jesucristo, es el momento más importante de la historia de la humanidad. Concholis, ¿cómo no vamos a ir? Además, cuando celebras el cumpleaños de un amigo, pues vas a ver a ese amigo, ¿no? Pues es el cumpleaños de Jesús, vamos a ver a Jesús. Explica lo que quieras, hazlo lo más monoposible, lo más comprensible posible, y una vez que te digan lo que te digan, pero que sepan que no hay opción B. El cuarto tip sería, hazlo significativo. Bueno, que a veces la resistencia de los adolescentes viene de que no ven la importancia real de esas actividades. Es como, bueno, por ejemplo, otro ejemplo que se me ocurre, el ir determinados fines de semana, pues a ver a los abuelos, a unos abuelos o a otros abuelos, o pasar las navidades unas fechas con unos abuelos y otras fechas con otros abuelos. Nosotros, como tenemos, mi madre está en el pueblo y mis suegros están en Alicante, pues nos turnamos las fiestas. Entonces, hay que pasar esos días en familia, no vas a poder celebrar la noche vieja con tus compañeros de universidad cuando toque, ¿vale? Pues, ¿por qué? Porque hay que estar con los abuelos. Entonces, les explicas el motivo. El motivo es que mañana tus abuelos no van a estar. Y es así porque es ley de vida. Entonces, tenemos que estar el mayor tiempo que podamos con ellos. Y esas fechas son importantes y no pueden estar solos. Se les explica, se les da una motivación, ¿vale? Para no involucrarlos en el proceso. Hazlo significativo. Habla lo que realmente significa eso. Tanto para la familia como en el caso de los actos religiosos para la comunidad como para la iglesia, ¿no? El cumpleaños de Jesús, el nacimiento de Jesús. Este es el día más importante, ¿no? Junto con la resurrección. ¿Cómo no? Vamos a ir a misa. Ahora bien, si me sigues discutiendo porque eres un adolescente ocecado, pues te vienes y punto, ¿vale? Vamos al pueblo, vamos a Alicante, vamos a misa porque toca y se acabó. Ya está. Ya te he dado todas las razones que tenía. No me las compras o ya me las comprarás, ¿vale? Entonces, primero, os repito los tips. Primer tip. Hazlo parte de la rutina. O sea, si es una cosa que se hace siempre, no la discuto porque se hace siempre. No me pilla con el pie cambiado. Ya sé que toca. Establece horarios en esa rutina. En momentos puntuales porque hará que la rutina sea más fácil. Si cada domingo voy a misa una hora, por ejemplo, va a ser más difícil para ellos aceptar esa rutina porque a lo mejor habían pensado salir con los compañeros a no sé qué, porque a lo mejor resulta que a esa hora hay no sé qué en la televisión, porque a lo mejor habían quedado para jugar a la Play con los amigos a esa hora y no sabían que tú habías cambiado la hora. Entonces, intenta mantener unos horarios fijos para las rutinas. Tercero. Involúcalos en el proceso. Explícales. Si hay algo que se puede decidir, pues déjales decidir. Por ejemplo, las tareas de casa. Nosotros, cuando empezamos esta última racha de este nuevo curso con tareas de casa, pues les dijimos, a ver, hay estas tareas de casa. Los tres mayores, hay cocina y perro. Elegid. Otro hacía cocina, otro no sé qué. Entonces, ellos mismos nos dijeron, bueno, pues no, lo que vamos a hacer es que nosotros elegimos cocina y Juan Pablo eligió perro y ellos mismos eligieron dentro de las tareas de casa cuál querían hacer y esa es la que hace. Si llegan a un consenso pasado mañana y deciden cambiarlas otra vez, a mí me da lo mismo, siempre que las tareas se hagan y que cada uno realice la suya. ¿De acuerdo? Y por último, bueno, pues házlo con amor, no con castigo. La clave está en que las actividades no se vean como algo que imponemos con control, sino que algo que les damos con amor y respeto. Vale, con amor y respeto, pero las haces. O sea, es un poco esa doble vara, esa doble vertiente. Tienes que hacerlo, es necesario que lo hagas por esto, por esto otro, por la educación, ¿no? Hay otra cosa en casa que también es obligatorio, aparte de porque hoy por hoy no tenemos espacio, pero podríamos tenerlo en el futuro, pero hemos decidido que no, y es que compartas habitación. Los dos chicos duermen juntos y las dos chicas duermen juntas. ¿Por qué? Bueno, porque para mí es educativo saber compartir, saber vivir, saber cohabitar. Eso te da herramientas para el futuro cuando te toque hacerlo. Eso hará que tu vida matrimonial o tu vida con tus amigos sea más sencilla, porque tendrás herramientas de trabajo, quiero decir, herramientas para resolver conflictos, porque llevarás toda la vida haciéndolo con tu hermano. Negociaciones. Oye, si tú te callas esto, yo me callo lo otro. Por lo menos que haya alguien ahí que les escuche. Para nosotros es muy importante que compartan habitación. Y es así porque es formativo, no solamente porque sí, no solamente por falta de espacio, sino que hay una razón. Entonces les damos, con amor y respeto, esa razón, y luego pues no les queda más que asumirla. Y bueno, hay una frase de... que ahora no me acuerdo del nombre, se me ha ido de la cabeza, de Jim Rohn, que yo, bueno, pues, creo que viene muy bien aquí. Jim Rohn, que fue un reconocido empresario y escritor, y también un orador motivacional de estos, estadounidense. Bueno, se destacó con libros sobre desarrollo personal, liderazgo. Influyó en muchas personas a través de sus conferencias. Escribió libros como Las cinco claves del éxito y El arte de la excelencia. Pues, Jim Rohn tenía una frase que creo que nos viene bien hoy, que es la disciplina es el puente entre las metas y el logro. Hoy en el programa, estamos hablando precisamente sobre la importancia que tiene la disciplina en la vida de nuestros hijos, de nuestros adolescentes. Una determinada disciplina y cómo puede ayudarnos a tener esas metas, ¿no? Y al final, a cumplir esas metas, perdón, y al final, el camino hacia las metas es lo que crea esa esperanza de la que hablábamos al principio, la que da sentido a nuestro programa. A veces, las cosas que más necesitamos hacer, las cosas que más nos ayudarán a crecer no son las que más nos gustan, ¿no? Y eso es lo que nosotros, lo que creo que como padres tenemos que enseñarles a nuestros hijos, ¿no? Tampoco son las que elegimos con más facilidad, ¿no? O sea, estudiar una carrera no es lo más fácil. Lo más fácil es estar tumbado en el sofá. Sin embargo, es lo que nos ayudará a crecer. Ir a misa un domingo, pues a lo mejor no es la decisión más fácil, pero sí es lo que nos ayudará en el futuro a tener un fundamento bajo nuestros pies. Aquí es donde entra la disciplina, esa herramienta que nos permite alcanzar nuestros objetivos aunque el camino no siempre sea fácil. No es un conjunto de reglas que debemos seguir, sino una fuerza interna o externa, en el caso de los padres, hacia los hijos, que nos permite atravesar los obstáculos en el camino hacia esas metas. Aunque los adolescentes no siempre entienden el valor inmediato de ciertas actividades, la disciplina les da herramientas para reconocer su valor a largo plazo. Nosotros estamos trabajando en esas personitas que tendrán que ser la mejor versión de sí mismas en el futuro. Para eso tenemos que implementar determinada disciplina y tenemos que ayudarles a entender el valor de esta disciplina. Cuando hablamos de disciplina, hablamos de ayudarles a crecer como personas responsables, con un carácter fuerte y firme, no blanditos, no esta generación de cristal de la que hablan algunos, que a veces puede parecer que es así. No ninis, ni estudian ni trabajan ni nada pero son gente capaz de sacar su vida adelante y de darle un sentido. Y esto al final será lo que les dará la base para construir una vida plena y con propósito. Empezando por la fe, no podemos obligarles a estudiar, obligarles a estar saludables, obligarles a comer verduras, obligarles, podemos, pero no podemos hacer todo esto sobre el fundamento de sus vidas, que es precisamente Jesucristo, que es la fe. No sé si alguno de vosotros se ha visto en esta disyuntiva y a veces parece que la sociedad nos lleva a pensar que no podemos hacer nada. ¿Cómo le voy a llevar de las orejas? Si se pasa la misa distraído, llévale distraído. También está distraído en matemáticas y no por eso dejas de llevarle. No pasa nada. Algo queda. Y si mañana decide dejarlo que no sea por ti, que no sea porque fuiste blandito tú, crea una persona de carácter. Hoy hemos hablado sobre cómo los padres podemos obligar, y digo obligar, a nuestros hijos a participar en determinadas actividades y estas Navidades acompañarnos a los actos litúrgicos que la Iglesia obliga porque obliga también la Iglesia como madre. Si la Iglesia obliga como madre, ¿cómo no vas a obligar tú? No sólo como una imposición, sino como una responsabilidad que forma parte de su vida. Al igual que no negociamos el resto de responsabilidades esenciales como la educación o la salud y no les dejamos comer chocolate a todas horas porque no es bueno, no vamos a negociar con las tradiciones la participación en las actividades familiares porque también son, porque no hacerlo dejaría de ser bueno para ellos, como comer chocolate a todas horas. Luego, con el tiempo, igual que pasa con las verduras, igual que pasa con las lentejas, que a nadie nos gustaban de pequeños y de repente de mayores nos encantan, luego con el tiempo ellos aprenderán a comprender el valor que se esconde y será con un tiempo más largo o más corto porque se encuentren con Jesucristo de alguna manera o de otra pero aprenderán a comprenderlo. Pero para eso necesitamos ser firmes en nuestra convicción de que son esenciales para su crecimiento como personas y como miembros de nuestra familia y de la familia, la gran familia que es la Iglesia. Si no lo hacemos con amor, sin lugar para esos negociaciones que hemos hablado durante todo el programa, entonces la resistencia desaparece y ya tenemos parte del camino ganado. Como digo, una vez que no hay negociación y ya van y ya lo admiten y ya está, tenemos la mitad del recorrido hecha porque ya no supone un esfuerzo sobrehumano cada vez que tenemos que ir a misa un domingo, porque ya está, ya está hecho, ya lo saben, no hay negociación y un día pues irás a misa con ellos y descubrirás que si tú les obligues a confesarse se levantan solos y se van a confesar y ya está. Bueno, pues hasta aquí el programa de hoy. Espero que os haya servido. Espero que bueno, espero vuestras sugerencias, espero vuestros whatsapp. Tenía uno por ahí perdido del programa anterior o antes del anterior. La semana que viene lo comentamos y si hay alguno de este programa los comentamos los dos. Si tenéis preguntas, reflexiones sobre este tema no dudes en contactarnos en el whatsapp del programa 6633 64211 más despacito 6633 64211 y nos vemos el próximo miércoles a las 9 de la noche en Trabajando Esperanza. Mil gracias a todos por vuestra paciencia con esta voz mía y hasta pronto. Chao.
Trabajando esperanza #9
Fecha: miércoles, 11 de diciembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 46:59
Mostrar transcripción de Episodio 9. ¿Tienes un Plan de Acción?
Transcripción de Episodio 9. ¿Tienes un Plan de Acción?
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Hoy vamos a hablar de un tema esencial para las instituciones, las familias y en general para todos los que trabajamos en diferentes áreas de la vida. La importancia de tener un plan de acción. Muchas gracias por estar con nosotros una tarde más en este programa en el que no nos conformamos con cómo nos tienen dadas las cosas, sino que nos esforzamos por mejorarlas. Sin más, comenzamos. Buenas tardes a todos. Bueno, casi me... Buenas noches ya, ¿no? Bueno, primero hoy disculpas porque estoy medio cosipadilla. Tengo un trancazo considerable, así que me oiréis un poquito con la voz más apagada, un poquito gangosa. Espero que no me dé la tos. Si me da la tos, pues nada, paramos un poquito y tomamos un poco de agua. Muchas veces cuando pensamos en la necesidad de planificar, puede que sintamos que eso entra en conflicto con nuestra confianza en la providencia, ¿no? Los católicos. ¿No es acaso un signo de falta de fe, querer tener todo bajo control? Hoy vamos a reflexionar sobre cómo en realidad planificar y confiar no son opuestos, sino que se complementan perfectamente. No sé cómo os parece interesante el tema. A mí me ha pasado a veces, ¿no?, con alguna institución religiosa. Me ha pasado de irles a plantear alguna opción, pues por ejemplo algún tema de marketing o algún tema de posibilidades para aumentar las vocaciones religiosas y me han dicho, bueno, es que nosotros creemos en la providencia y no hacemos nada en ese sentido. Lo respeto y lo admiro, ¿eh?, porque a mí me cuesta. Pero sí que me gusta entender que tener una cierta planificación no está reñido con la providencia y voy a intentar demostrarlo. La planificación no es solamente importante para las instituciones religiosas, ¿no?, sino también para las familias y también para los negocios, para las empresas. No lo vais a decir a mí, ¿no? Si dejo las cosas en manos de la providencia, absolutamente en manos de la providencia, no quiere decir que no deje algo en manos de la providencia porque al final, pues, uno llega donde llega. Pero si dejo las cosas en mis empresas, las cosas en manos de la providencia, pues tengo un problema porque hay un montón de familias. A día de hoy 28 familias, pues dependen de que yo trabaje, planifique y ponga las cosas en manos del Señor. Pero planifique y organice también. Ya sea que trabajes, pues como digo, como yo en una empresa, que estés en una parroquia, en una comunidad religiosa o en tu vida personal, un plan de acción puede ser una herramienta poderosa para avanzar con claridad y propósito, ¿no?, yo añadiría que podamos controlarlo todo. Al contrario, un plan de acción es un acto de fe, un acto de confianza en que Dios nos guía y nos ayuda también a elaborar el plan de acción y llevarlo a cabo, pero también en que nos da las herramientas para que podamos hacer nuestra misión. Entonces, que pongamos esas herramientas o esos talentos de los que vamos a hablar hoy al servicio de algo, una familia, una institución, una parroquia o nuestra propia vida. Hoy vamos a explorar cómo podemos diseñar un plan de acción eficaz para nuestras instituciones, nuestras familias y nuestra vida personal y cómo podemos equilibrar este enfoque con nuestra confianza en la providencia de Dios. No se trata de controlarlo todo, que como os digo no podemos, como os estaba diciendo antes, sino de estar preparados y ser instrumentos fieles a su voluntad. Yo tengo un plan de acción, se me estropea, no puedo, no termina, no por mis esfuerzos, no por la organización, no porque esté mal hecho, sino porque no se ha podido y no me encabreo, no me enfado, no pataleo y no he hecho pestes, sino que acepto que es de Dios. He hecho lo que yo quería que tenía que hacer, pero a lo mejor no era lo que había que hacer. A lo mejor no lo he rezado suficiente o a lo mejor simplemente es que no tenía que ser ahora. Y en esa parte entra la providencia o entra esa confianza en que Dios sabe más y me echará una mano para sacar otro plan de acción. Lo primero que quiero destacar, por tanto, es que tener un plan de acción es fundamental para el propósito, para el futuro de cualquier institución, del tipo que sea, religiosa, familiar, laboral. Planificar nos ayuda a tener claridad sobre nuestros objetivos y cómo alcanzarlos. Eso es fundamental, lo hemos hablado 20.000 veces. Fundamental también para trabajar esa esperanza de la que hablamos todos los días que nos reunimos aquí. Sin un plan de acción corremos el riesgo de reaccionar de manera improvisada ante cualquier situación y eso no es siempre lo más eficaz ni lo más recomendable ni lo más buen. Nosotros sabemos a dónde queremos ir, sabemos cómo queremos alcanzarlo y resulta que por medio. Pero yo tengo claro a dónde quiero llegar, a dónde tengo que llegar. Oye, a lo mejor al final ese no es el plan. Yo me acuerdo cuando yo era cría me planteé la vocación religiosa y estuve dos años haciendo una experiencia con una institución a la que sigo queriendo un montón. Durante ese periodo de dos años pues yo estuve discerniendo, hice un año de postulantado y un año de noviciado. Y bueno, finalmente de una manera totalmente psicosomática empecé con los dolores fuertísimos de espalda, fatal, sintiéndome muy mal, me mandaron de todo y no había manera de dar con eso que nunca antes me había pasado. Llegaba la tarde y yo me tenía que tumbar porque no podía con el dolor de espalda, ni con analgésicos, ni con como se llaman estos, ni con ningún tipo de medicación, como digo, ni con masajes, ni con nada. Y entonces el médico le dijo a la hermana, a la maestra de novicias, le digo, ¿se van de vacaciones? Pues mándela de vacaciones un mes y a ver qué pasa. Y nada más de llegar a España se me quitaron los dolores de espalda. Y entendí que mi plan era hacerme religiosa, pues no era el plan de Dios. Y de momento pues me sentí descolocadísima, frustradísima, mil cosas. Pero después entendí que Dios tiene la capacidad para hacer otro plan de acción y yo tenía la capacidad de hacer otro plan de acción. Y entonces pues me puse manos en la obra. Bueno, ahora soy madre de familia numerosa y no me va mal. Así que entiendo que el plan de acción de Dios pues era otro en origen al que yo había trazado. O bueno, o que esa especie de plan de acción intermedio vino bien para que yo supiese cosas que ahora me son útiles y para ser la persona que he llegado a ser hoy en la vida. Por eso os digo, o sea, si el plan de acción se descoloca, me descoloca, eso no pasa nada, porque yo sé a dónde quiero llegar. En mi caso, mi plan de acción no era el completo y la meta era Dios. Entonces, bueno, pues la meta para llegar a Dios pues era otra. O pasaba por ahí, pero no en la definitiva. Bueno, ya os he contado aquí un rollo que no sé si venía muy al cuento, pero vamos a ver. Un plan de acción, pues continúo ahora con el tema que tratábamos. Un plan de acción no es solo un conjunto de estrategias y pasos. Es una herramienta para enfocarnos en lo que realmente importa. Volviendo al ejemplo mío de antes, pues lo que importaba no era que yo fuese religiosa. Lo que importaba era la meta, que era Dios. Y este plan de acción lo que nos ayuda es a priorizar lo que es esencial y nos da la confianza de que estamos trabajando hacia un propósito común, sin planificación, sin organización, sin estrategia. No podemos y nos podemos dispersar en mil direcciones. Podemos cambiar de rumbo 30.000 veces y perder mucho tiempo, energías y fuerza. Y perdemos de vista lo que realmente estamos llamados a hacer. Tanto en la vida personal como en nuestra vida familiar o en una institución. Y yo sé que mi meta como corredor es hacer 10 kilómetros. Podré tardar un poquito más o menos en hacerlos, pero haré esos 10 kilómetros. Si no tengo esa meta, pues me sentaré en una cafetería a tomar un café por el camino o me cansaré y me iré a casa. Una meta ayuda a tener un objetivo claro que me ayuda a centrarme, a centrar el tiro. Por supuesto es importante recordar que no siempre tenemos todo bajo control y eso es la gracia del tema. La vida en cualquier ámbito pues está llena de sorpresas y muchas veces las cosas pues cambian. Pero eso no significa que el plan sea inútil. Todo lo contrario. Al tener un plan, estamos más preparados para adaptarnos y para responder cuando se presentan nuevos desafíos. Y eso creo que es bastante claro. Nos ha pasado a todos en la vida cotidiana y en la vida laboral. A mí me pasa muchísimo en el trabajo. La verdad es que lo del plan de acción en el trabajo, pues trato de marcarlo, pero a mí me llegan mil cosas. Entonces, bueno, hoy tengo que terminar esto y esto y esto. Tengo que hacer tres cosas y cuando yo me planteo que tengo que tener tres cosas hechas, ese planteamiento de esas tres cosas que yo tengo que hacer, pues las termino haciendo. Es posible que tarde un poquito más o un poquito menos, pero el día que empiezo sin una organización clara de qué tres cosas quiero hacer ese día, pues acabo entreteniéndome con las mismas cosas con las que me entretengo, pero digamos que dándoles más bien. No es que pierda el tiempo a propósito, es que me surgen cosas y las que no tengo planificadas, pues se quedan sin terminar. No sé si me explico. Digamos que tener ese objetivo claro de esto, esto y esto lo tengo que hacer. Tengo que responder a estos correos que tenía pendientes. Tengo que hacer ese documento que tengo que hacer y tengo que terminar esta otra cuestión. Bueno, pues me centro en eso y no disperso, no divago, que es una costumbre que tengo yo un poco un poco grande. Pero nos pasa, como os decía al principio, está a veces los católicos, quizá por un entendimiento erróneo de algún pasaje de la Biblia o esto de los Pachtegeni. Bueno, y entonces decir si tiene que hacer la providencia nosotros no tenemos por qué hacerlo. Pero incluso las instituciones que tienen más, digamos que tienen más a bandera la providencia o más en sus estatutos el dejarse llevar por la providencia, algunas cosas pues las organizan y las planifican. A qué hora se levantan, qué tienen que hacer, qué tienen que llevar adelante la casa. No es que se dejen llevar por a ver qué pasa el viento, sino que se dejan en manos de la providencia para determinadas cuestiones. La pregunta clave sería si confiamos en la providencia de Dios, por qué necesitamos de un plan de acción. La respuesta es que confiar en Dios y planificar no son cosas opuestas. La providencia nos muestra el camino, pero Él también nos ha dado el don de la inteligencia, nos ha dado la capacidad de tomar decisiones y la habilidad para planificar, que es una habilidad específicamente humana. Cuando hablamos de la providencia hablamos de la intervención divina en nuestras vidas, pero eso no significa que no debamos hacer nuestra parte. Dios nos guía, pero también nos llama a ser responsables y a ser buenos administradores de los recursos que nos da. Yo llevo un tiempo que soy muy abanderada, como decía, de una parábola que creo que teníamos que tener todos los católicos, las instituciones, todos grabada en el pecho, y es la parábola de los talentos. En ella, en Mateo 25 14 30, aunque os la voy a leer, os voy a dar el gusto de escucharla de mi armoniosa y quebrada voz. El Señor confía a sus siervos diferentes cantidades de dinero y les pide que las administren sabiamente. Os la voy a leer ahora, y luego la comentamos. Porque será como un hombre que yéndose a sus siervos y les entrego sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad. Luego se fue de viaje. El que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De igual manera, el que recibió dos ganó también otros dos, pero el que recibió uno fue y cabó en la tierra y escondió el dinero de su Señor. Después de mucho tiempo volvió a sus siervos y les pidió cuentas. Entonces se acercó el que había recibido cinco talentos, trayendo otros cinco, diciendo, Señor, cinco talentos me entregaste, aquí tienes otros cinco que he ganado. Su Señor le respondió, bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor. El que había recibido dos talentos también se acercó y dijo, Señor, dos talentos me entregaste, aquí tienes otros dos que he ganado. Su Señor le respondió, bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor. Pero el que había recibido uno se acercó y dijo, Señor, sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, por eso tuve miedo y fui y escondí tu talento en tierra, aquí tienes lo que es tuyo. Su Señor le respondió, siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí, por tanto debías haber dado mi dinero a los banqueros, para que a mi regreso hubieras recibido lo que es mío con interés. Les dijo, quítale el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene se le dará y tendrá más, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En otra parábola, en otra de las narraciones de la parábola, habla de que lo mandan al fuego eterno, allí será el rechinar de dientes y no sé cuántas historias, o sea, directamente, no es que sea muy benévolo con el asustadizo, con el miedoso, nos pasa a menudo, yo en una promoción que hice para instituciones sobre precisamente esta necesidad de organizar y de planificar y de un concepto nuevo, este DR en el que andamos metidos, pues hablaba de eso, no nos convirtamos en enterradores de talentos, cuando no planificamos, cuando no organizamos, cuando no pensamos en qué hacer, a veces lo que estamos haciendo realmente es con la excusa de Dios proveera, pues enterrar nuestros talentos, los que nos ha dado precisamente para proveernos y que nosotros podamos a su vez trabajar para obtener lo que necesitamos. La parábola de los talentos nos habla de esta responsabilidad que tenemos, de administrar aquello que se nos da, no se trata de esconder los talentos, de enterrarlos, de ser enterradores de talentos y recursos que Dios nos da, precisamente por el miedo a la pereza y no de usarlos sabiamente, multiplicarlos y compartirlos para el bien del reino, para el bien de todos los demás. Planificar y tomar decisiones es una forma de administrar bien lo que se nos ha confiado, no es falta de fe, es un acto de responsabilidad, yo lo veo como un acto de responsabilidad. Es importante recordar que la providencia de Dios está con nosotros, pero también es nuestra responsabilidad tomar las riendas de nuestra vida, de nuestras instituciones y de nuestras familias, de nuestro trabajo. Dios nos da los recursos, pero depende de nosotros saber cómo usarlos para hacer crecer nuestra misión. Y al igual que en la parábola, no podemos simplemente quedarnos de brazos cruzados esperando que las cosas se resuelvan solas. Yo entierro aquí el talento que Dios me ha dado y cuando me llame, pues se lo devuelvo. Le diré, mira, pues no lo he malgastado, no me lo he malgastado. Y sigue. Sin embargo, Dios se enfada porque no los ha puesto a trabajar, porque tenemos que actuar, porque tenemos que tomar decisiones y planificar con confianza, sabiendo que Dios nos guía en cada paso y que Él nos indicará y que las cosas pasarán y que tendremos que aceptarlas. Y bueno, ahora que hemos hablado sobre esta importancia de planificar con esperanza, me gustaría compartir con vosotros algunos tips. Estamos ya en el momento de los tips, ha llegado. Prácticos y sencillos para hacer un plan de acción eficaz. Esto nos vale a todos y yo también me lo apunto. Estos consejos son útiles, como os digo, para todos, para las familias, para nuestras vidas, para nuestros trabajos, pues eso, para todos nosotros. Así que nada, coger lápiz y papel y apuntar. El primer tip, con ese lápiz en la mano, sería define tu misión y tus objetivos de manera clara. Antes de empezar a planificar, es importante tener claro qué es lo que quieres hacer, cuál es tu misión, la misión de tu institución o de tu proyecto y qué objetivos específicos deseas alcanzar. Específicos. No me valen cosas etéreas como ser buena en mi vida cada día, porque no hay manera de medir eso. Bueno, es muy difícil medir eso. Quiero objetivos concretos. Si lo que quiero es ser buena, voy a ver cómo quiero ser buena y voy a ponerme esos objetivos concretos. Pues no hablando mal de la gente. Entonces mi objetivo va a ser no hablar mal de la gente en un mes. Y ese será mi objetivo. Entonces tendré que saber que ese es mi objetivo. Vamos a hablar de cosas más concretas luego, pero vamos, para que tengáis claro que un objetivo no es algo abstracto, es una cosa concretita. Cogemos nuestro lápiz y hacemos una lista de objetivos concretos que queremos alcanzar. Pues guardar el orden en mi mesa de trabajo. Ese va a ser mi objetivo del año Yo me hice un objetivo en el que lo pongo aquí sobre la mesa para cumplirlo el año que viene, porque no lo hice en absoluto. O sea, nada. Mi objetivo era ordenar el ordenador. O sea, el ordenador, su palabra dice ordena, pues el mío es un desordenador. O sea, mi desordenador es el caos más absoluto. Entonces, como plan, uno de los objetivos de mi año era organizar el ordenador. Ordenar el ordenador, vamos. Nada, no lo he hecho. No lo he hecho. Quizá es un objetivo demasiado etéreo para mí, pero lo voy a centrar y os diré exactamente cómo lo voy a hacer. Pero a eso me refiero. Cosas concretas. Segundo tip. Haz un análisis de la situación actual. Vale, en mi caso del ordenador, el ordenador es un desastre lleno de historias. Me va fatal porque lo tengo cargado de cosas. Me hace perder muchísimo tiempo. Cuando busco un documento me lleva mucho tiempo buscarlo, etcétera. Vale, ¿cuál es la situación en este momento? Haz un inventario de los recursos que ya tienes, tanto humanos como materiales. Vale, tengo un ordenador, tengo carpetitas. Humanos, soy un verdadero desastre, pero tengo cabeza, digo yo que seré capaz. Eso te ayudará el tener un inventario de tus recursos materiales o humanos. Te ayudará a identificar las fortalezas con las que cuentas y las áreas que necesitas más atención. Es decir, en mi caso, la falta de tiempo. Ese área es un déficit absoluto. Tengo muchas cosas que hacer en el trabajo, en casa es inviable porque además el ordenador es en el trabajo. Como siempre tengo cosas más urgentes que hacer, pues eso se queda siempre en tareas pendientes. Entonces tendré que ver cómo resuelvo este problema. Tres. Establece plazos realistas. Yo creo que esto es lo que me faltó a mi plan de acción de ordenar el ordenador, que no tenía plazos realistas. No había plazos concretos, digamos. Es decir, yo me había marcado un plazo a un año y claro, eso es muy amplio, porque mañana, mañana, mañana. Como tienes 365 días por delante, pues 300 tampoco está tan mal. Y 250 tampoco. Y 150 tampoco. Incluso 50 es un plazo razonable para organizar un ordenador. 50 días, quiero decir. Claro, pero cuando llega que estamos a día 10 del 12, o sea que quedan para terminar el año 21 días y laborales, pues serán 15, pues entonces ya empieza a ser preocupante la cosa. Entonces establece objetivos y ponles plazos. Ten en cuenta lo que es razonable para lograr cada objetivo. Es decir, a lo mejor en mi caso, y estoy pensando en Mozanta porque esto no lo había planificado antes del programa. A lo mejor en mi caso, lo que hay que hacer es decir, bueno, pues el primer mes me voy a centrar en, o la primera semana, yo creo que en semanas, en la primera semana me voy a centrar en, no sé, en mis documentos o en el escritorio. O sea, ya mi escritorio es bastante desorganizado. Imaginaos cómo está el resto. Me voy a centrar en el escritorio. Y entonces voy a organizar el escritorio del ordenador. Venga, va. La segunda semana o el segundo mes voy a hacer tal cosa. De acuerdo? O sea, plazos concretos y cortos, ¿vale? Priorizar tareas. Priorizar un plan de acción no es solo una lista de tareas. Es importante priorizarlas. Algunas tareas son urgentes, otras son importantes y algunas pueden esperar. A ver, yo estoy hablando, digamos, de algo muy concreto, en mi caso, de un organizar el ordenador. Pero normalmente lo que nosotros vamos a tener son como distintas cosas que hacer de tipo organizar el ordenador para este año. Pues yo quiero lanzar un taller sobre cómo hablarles y eso es real, cómo hablarles, cómo hablar en público y cómo hacerlo específicamente a los jóvenes españoles de hoy en día, ¿no? Para instituciones religiosas. Si yo quiero lanzar ese curso, ese es otro de mis, ese es otro de mis objetivos. Pero tengo más objetivos. Quiero hacer un congreso, el congreso EIR, un congreso que hicimos el año pasado. Quiero volver a hacerlo, ¿de acuerdo? Pues tengo otro objetivo que es hacer el congreso. Y además, yo todos esos planes de acción, o sea, digamos, todos esos objetivos que tengo, cada uno tendrá su específico plan de acción. Y dentro de estos planes de acción, o sea, perdón, de estos objetivos, algunos serán prioritarios, otros serán menos. Y dentro de cada plan de acción para lograr cada objetivo, algunos de esos serán más urgentes y otras cosas menos urgentes, se me ocurre. Con respecto al caso del ordenador, ¿vale? Yo me pongo unas metas mensuales, ¿de acuerdo? Entonces, dentro de esas metas mensuales hay cosas importantísimas como tener espacio en mi ordenador. Entonces, primero, lo primero que tendré que hacer será eliminar o reorganizar o colgar en la nube los archivos del tipo que sean, los archivos del tipo que sean, que sean más, más pesados. Esos archivos, esos documentos tendrán que ir a la nube. ¿Por qué? Porque así tendré espacio y mi ordenador irá a una velocidad normal y no me desesperará. Entonces, eso tendría que ser algo prioritario. Y secundario, pues a lo mejor es el escritorio, por ejemplo, ¿vale? Entonces, así iremos priorizando esas tareas. Quinto, distribuye responsabilidades. Vamos con el ordenador, no sé que me tocan todas. Si estás trabajando en un equipo o en una familia, asegúrate de asignar tareas claras específicas para personas, para cada persona. La delegación de responsabilidades es clave para que un plan funcione. En este tema del ordenador, estoy sola ante el peligro. Pero, por ejemplo, se me ocurre, ¿cuál es mi objetivo del año? Tener la casa ordenada, ¿vale? Como familia. Tener la casa ordenada, ¿vale? Por una parte, hay parte mía, ¿no? Que tendré que poner lavadoras, doblar ropa, tener mi cuarto ordenado, hacer mi cama. Hay cosas mías, pero hay cosas que pueden hacer los demás. Los niños pueden recoger la cocina y tienen que hacerlo en un plazo determinado, o si no, tendrán una penalización. El padre tendrá que hacer. Yo voy a distribuir tareas para que este objetivo familiar de tener la casa ordenada, pues funcione, ¿de acuerdo? Eso lo digo en una cosa como muy práctica y muy de todos los días, pero vale para todo. Entonces, voy a repisar, porque a mí ya se me están olvidando, no se haga un sorpreso. Primer tip, define tu misión y objetivos claves. Primero está la misión, ¿vale? ¿Qué es lo que yo quiero este año? Lo más grande, digamos, lo más general. Luego voy a lo más particular, objetivos, y cada objetivo tendrá sus hitos, ¿vale? Haz un análisis de la situación actual. ¿En qué situación me encuentro con respecto a esos objetivos? Establece plazos realistas y cortos específicos. Prioriza tareas. Unas tareas irán delante porque son más urgentes que otras. Distribuya responsabilidades. No estás solo en esto. Tienes un equipo de trabajo, una familia, una comunidad, en el caso de las instituciones, que te puede echar una mano. No es solo cosa tuya. Sé flexible, el sexto. Aunque es importante tener un plan de acción detallado, también es fundamental ser flexible, ¿no? Las circunstancias pueden cambiar y, bueno, pues surgen imprevistos. Oye, pues resulta que tú te has propuesto que seas la casa ordenada y este año, pues, aparte de los que sois en casa, pues vienen dos sobrinos adolescentes a vivir contigo. Oye, pues lo del orden va a tener que ser un poco más secundario. Vamos a intentarlo. Vamos a intentar que no sea un caos. Pero es que a los seis que sois, sois dos más. No es mi caso, ¿eh? Yo creo que ahora mismo no cabemos. Pero es un ejemplo, ¿no? Oye, ha pasado esto. Bueno, pues soy flexible. Intento que esto se haga, ¿no? Y lo más posible. Pero si antes se tenía una limpieza, iba a conseguir una limpieza de ocho puntos sobre diez, pues ahora me quedaré en un seis, ¿vale? No vamos a tener esto como si fuese una leonera, pero vamos a intentarlo. Pero entendiendo que la situación ha cambiado. Séptimo, haz un seguimiento continuo. Esto es súper importante y muchas veces se olvida a nivel institución. Tenemos una planificación, lo hemos organizado. Pongo de ejemplo otra vez mi ordenador. Yo planifique, pero no he hecho un seguimiento continuo. Me he dado cuenta de que no lo estaba haciendo, pero no he vuelto a retomar. Precisamente, posiblemente en mi caso, porque no tuviese esos hitos cortitos, ¿de acuerdo? Que controla. Oye, en esta época yo tenía que haber hecho esta carpeta y esta carpeta. Las tenía que haber organizado y no lo he hecho. Entonces tengo que ponerme las pilas para hacer el trabajo atrasado y el que tengo pendiente, ¿de acuerdo? Entonces así es como puedo reconducir el plan de acción hacia la meta que tengo. Si yo no hago este seguimiento continuo, pues no voy a conseguir alcanzar la meta nunca. Involucra a los demás en la toma de decisiones. Sobre todo cuando son comunitarias, cuando son de todos. Si queremos, por ejemplo, y ahora voy a algo un poquito más complicado y creo que en lo que yo estoy muy implicada. Si queremos o entendemos que tenemos que fomentar o crear un ambiente que fomente las vocaciones a nuestra institución, tengo que conseguir que toda mi comunidad y que toda la institución se involucre de igual manera. Si yo involucro a toda la gente por medio de una comunicación interna, voy a conseguir que este propósito, que esta meta, sea más factible. ¿Vale? Eso siendo algo pues como mucho más complicado y mucho más complejo. Si vamos a mi tema de lo que yo diría, di a todo el que tengas alrededor que vas a organizar el ordenador y que lo vas a hacer en tanto tiempo y que cuando te pidan algo lo vas a tener. De manera que cuando te pidan algo y no lo tengas, te recuerden que tú te habías propuesto eso. Esto dicen mucho también con respecto a lo de bajar peso, cuando uno se pone a dieta. Bueno, he puesto a dieta y me he propuesto bajar 5 kilos en tres meses. Venga, pues que la gente lo sepa y así pues cuando te vayas a comer algo que no debas, pues sepas que lo saben. O cuando traigan dulces, entiendan que no los comes porque tienes que bajar 5 kilos en tres meses y no vas bien. Porque eso apoya, ayuda a que cumplas tu misión. Y por último, y no menos importante, mantén una actitud positiva y resiliente. Volvemos a la resiliencia. Este palabro nuevo, bueno no es nuevo, pero empleamos nuevo que antes no empleábamos nunca. La esperanza es una parte esencial en cualquier plantación. A veces pues las cosas no salen como estábamos esperando y perdemos dos kilos el primer mes y el segundo mes. No perdemos ninguno. Bueno, eso no tiene que desanimarnos. Eso tiene que hacer que cojamos al toro por los cuernos y volvemos a empezar. Algo habremos hecho mal, nos habremos desviado del camino, pues hemos tenido tres comidas familiares, hemos tenido la navidad por medio, hemos tenido no sé qué. Bueno, no pasa nada. En el uno cogemos con nuevo pie y empezamos. No lo hagamos todo por la horda y volvemos al punto en el que estábamos. Pues eso con todo, ¿no? Esperanza siempre arriba. Ese es nuestro nuestro programa. Después de estos tips importantes, vamos a cambiar totalmente de tema, porque la semana pasada estuvimos hablando de ese, no sé si os acordáis, de ese no nunca jamás hasta que te cases, del que algunos me habéis hablado personalmente y me alegro que os gustase, porque tenemos un mensaje de whatsapp de un papá, de José, un papá que tiene una hija pequeña, una niña de, perdón, no es tan pequeña, tiene 15 años. Bueno, pequeña para según qué cosa. Y nos comenta, mi hija ha empezado a salir con un chico y me preocupa que esté tomando o que pueda tomar decisiones no acertadas. ¿Qué me recomiendas? Bueno, José, pues a ver, en realidad, lo comentábamos un poco el otro día, ¿no? Yo creo que lo primero es tener control sobre lo que está haciendo tu hija. Uno de los controles más importantes que puedes tener ahora es el control de su teléfono móvil. ¿Por qué? Porque ese, un acelerador, es como los aceleradores de partículas, pero un acelerador de procesos que mete miedo en cuanto a lo terriblemente rápido que pasan de un punto A a un punto B sin darse ellos mismos cuenta. Entonces, lo primero que yo haría sería controlar ese aparato. Si no lo controlas todavía, o sea, porque lo diste y no lo han vuelto a controlar, pues intenta retomar las riendas del móvil, porque es ahí donde ella le dirá a su chico, a su novio, que quiere o no quiere hacer o no hacer determinadas cosas, dónde quedará con él, dónde verás si las conversaciones están o no subiendo de tono. Y yo creo que ese es, hoy por hoy, uno de los consejos importantes que te daría. Aparte, y puede sonar un poquito a autopromoción, vaya, quizá lo es, ¿no? Pero te recomendaría que le regalases el libro a fuego lento, el 1 y el 2, al ser posible, pues para que se lo lea y para que ella misma pueda darse cuenta de que no está en edad de tomar determinadas decisiones. Posiblemente sería bueno que tú o tu mujer, vosotros veis quién está en esa situación de hablar con ella de determinados temas o quién podría sacar determinados temas a raíz del libro. Se lo leyera también, que se lo lea antes y que le pregunte por cosas que aparecen en el libro. A mí me sirvió mucho y espero que a vosotros os sirva también, porque todos estos temas aparecen ahí reflejados en clave de novelita romántica que les gusta y que están dispuestos a comentar, porque no hablan de sí mismos. Hablan de Marta, que es una tercera persona que lo está pasando mal. Entonces, eso puede ayudarte. Bueno, de Marta y luego de Lucía. Entonces, sí que os recomiendo que primero el control del móvil y segundo, sirva de o no de autopromoción, pues que os hagáis con el libro. Bueno, y vamos cerrando un poquito nuestro programa. Mira, al final no he tosido. Que bien. Vamos cerrando un poquito nuestro programa, vamos llegando al final. Recordando pues que hoy hemos hablado, básicamente lo que hemos tratado hoy en nuestro programa, Trabajando Esperanza, es cómo planificar con esperanza, ¿no? Confiando y poniendo esta planificación en nuestra vida completa en manos de la providencia y al mismo tiempo tomando la responsabilidad de hacer nuestra parte. Porque planificar, como llevamos este ratito diciendo, no es un acto de desconfianza en Dios, sino es una cooperación con él. Es poner en sus manos nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, mirando a un futuro lleno de esperanza. Os invito seriamente a pensar en vuestros propios planes de acción, ¿no? Creo que es un momento, por eso quise hacer este programa, es un momento adecuado para ello. Termina el año, empieza uno nuevo. Y antes de que empiece este año con su venta de, ¿cómo es?, de revistas por fascículos, no sé si, bueno, así ya caéis un poquito en la edad que tengo también, pues no sé si estos libretos de Planeta Agostini que te venden por fascículos, es el momento de empezar a comprar esos libretos, de hacer, de apuntarse al gimnasio, de apuntarse a cursos de inglés, bueno, pues hacer estas planificaciones de futuro. Por eso quería, creo que es un buen momento para este programa, ¿no? Para empezar a pensar, como os decía, en estos propios, en nuestros propios planes de acción, en los propios y cuando somos instituciones religiosas, en los comunitarios y en los de familia, cuando tenemos una familia y en los de trabajo, cuando queremos cambiar algo en nuestro trabajo, pensamos en nuestro plan de acción y nos ponemos, nos predisponemos a trabajar en él con responsabilidad, pero sin olvidar que todo lo que hacemos, lo hacemos confiando en Dios y en que Él puede más y Él sabe más. Él nos guía y nosotros pues somos sus instrumentos, los instrumentos que Él usa, pues para llevar a cabo su voluntad, ¿no? Entonces es todo más fácil. Tenemos un plan de acción dentro del plan de acción de Dios, es mucho más grande. Si nuestro plan de acción, pues se estropea, se descoloca, bueno, pues no pasa nada porque forma parte de un plan de acción más grande, ¿no? Que es el plan de acción de Dios. Bueno, pues así, sin más, nos despedimos una vez más. Ya sabéis que si tenéis preguntas o reflexiones, pues como José hace un ratito que me envió este WhatsApp, pues podéis contactar con el WhatsApp, con mi WhatsApp particular en el 663364211 y así pues os responderé en directo en el programa, pues a todas vuestras dudas o comentaremos juntos, pues tus objetivos, tus deseos, eso que quieres hacer en este 2025 ya. Como digo yo, los coches siguen sin volar. Yo a estas alturas los hacía volando ya. Bueno, sin más, pues mil gracias a todos por haber compartido con nosotros este ratito y os esperamos en la semana que viene a la misma hora en Trabajando Esperanza. Hasta la semana que viene.
Trabajando esperanza #8
Fecha: miércoles, 4 de diciembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 44:42
Mostrar transcripción de Episodio 8. Intimidad real en las relaciones.
Transcripción de Episodio 8. Intimidad real en las relaciones.
Bienvenidos a un nuevo programa de Trabajando Esperanza. Hoy vamos a hablar de un tema tan importante como necesario, especialmente para los más jóvenes, pero por supuesto para sus papás que estaréis por aquí hoy ahora. Este tema son las relaciones sentimentales o las relaciones íntimas, podríamos decir. Pero no solo de las relaciones como las conocemos, sino de cómo éstas se han visto afectadas por la rapidez con la que todo se mueve en la era digital. ¿Qué ha pasado con el respeto, la paciencia y el tiempo para conocerse? Hoy hablaremos de cómo las relaciones en el mundo digital se han acelerado, a veces sin que los jóvenes tengan la madurez necesaria para entenderlas y disfrutarlas de la manera correcta. Sin más, comenzamos. Muchas veces la presión social, los comentarios en redes sociales y el temor a perder a alguien pueden llevarnos a tomar decisiones precipitadas y es esa precisamente la reflexión, una de las muchas reflexiones, diríamos, que quiero que hagamos hoy aquí todos juntos. ¿Qué significa realmente esperar? ¿Por qué es tan importante ese espacio de tiempo en una relación? Y sobre todo, ¿cómo las relaciones deben basarse en el respeto, la compresión y la paciencia? Antes de seguir, me gustaría leeros un fragmento de mi libro que es el que estamos tomando como referencia, sobre todo cuando tratamos temas familiares a fuego lento. En este párrafo, en este fragmento, la protagonista, Marta, que ya conocemos, se enfrenta a una situación difícil después de haberse dejado llevar por la presión y la necesidad de sentirse aceptada en una relación, aparte de por esta celeridad de la que hablábamos antes que aportan los medios digitales, en este caso el teléfono móvil, pues Marta acaba de tener relaciones con Gabriel, que es un muy chico, un chico de hoy, pero Marta es muy joven, Gabriel es muy joven y por supuesto no están preparados para ese momento. Marta se siente fatal, porque lo hace por, aparte de por todas esas cosas, por el miedo a perderlo, porque ya había perdido a un novio antes, precisamente por no haber querido dar este paso. Este fragmento es posterior al momento en el que todo ocurre, os aviso de que el fragmento en el que todo ocurre no es muy detallado, aunque sí que es explícito, se sabe lo que ocurre sin detalle, lo digo por las mamás para que se tranquilas si se lo dais a leer a vuestras hijas, a vuestros hijos, pero ha ocurrido todo y Marta en ese momento se encuentra en el momento justo posterior a que ocurra. Escuchamos. La vuelta a la fiesta fue un peor, las caras, los guiños, las palmaditas y los abrazos me hicieron sentirme fatal, tenía ganas de salir corriendo y no parar. Marta, cariño, bienvenida al club, jo mi niña, podré volver a contarte mis cosas sin sentir que me juzgas. Mientras Lidia me abrazaba, me di cuenta de que ahora la que sería juzgada por los demás sería yo. Gabriel me dio una palmadita en la nalga e intenté sonreír. Era tan niño como lo era yo, como lo éramos todos los que jugábamos a ser mayores, en mayor o menor medida, en esa fiesta de cumpleaños saltándonos etapas irrecuperables y viviendo situaciones que no nos correspondía gestionar a una edad tan temprana. Miré a cada uno de los chicos y chicas de la fiesta, lo vi todo tan claro, las caras de críos y crías, las pelusillas en el bigote de que apenas demostraban una inicial pubertad, los aparatos en los dientes, la falta de desarrollo físico y sobre todo emocional. Niños. Luego miré a los pocos padres que se habían acercado a última hora y pasaban el rato allí, me parecieron tan inocentes, tan seguros de tenerlo todo bajo control y me acordé de los míos, tranquilos, en casa, desconocedores de todo, desconocedores de mí, su hija. Tenía que irme de allí, me estaba ahogando y no era capaz de disimular más. Miré el móvil y me di cuenta de que eran las 21 horas, bendito toque de queda a casa. Este fragmento refleja cómo a veces los jóvenes se ven presionados a dar pasos que no están preparados para dar, solo por el miedo a quedarse atrás o por temor a perder a alguien, pero realmente en esos momentos están tomando una decisión basada en lo que sienten o en lo que creen que los demás esperan de ellos. Este fragmento nos hace reflexionar sobre las presiones que los jóvenes enfrentan hoy en día. Es verdad que toda la vida ha ocurrido, no vamos a ser tremendistas o aparentemente tremendistas, pero yo recuerdo mis 13, 14, 15, quizá más 16 que los 13 de ahora, cada vez se adelantan más las relaciones sexuales, las relaciones íntimas. Lo recuerdo y recuerdo determinadas cuestiones. Pero sí que es verdad que hoy en día los medios digitales hacen una presión mayor. Ya no son solamente las expectativas de los amigos, las imágenes perfectas de las redes sociales y esa necesidad de encajar rápidamente en el mundo, que parece exigir mucho y exigirlo ya. La realidad es que hay otro factor añadido y es que las redes sociales nos quitan, y lo iremos hablando a lo largo del programa, nos quitan muchos miedos, nos quitan muchos reparos que podíamos tener antes a la edad de 12, 13, 14 años. Lo que MART experimenta y lo que muchos jóvenes de hoy en día viven es que después de que haya ocurrido, y siendo honesta consigo misma, otros no llegan a serlo o tapan esa honestidad con otras cosas o metiendo la pata todavía más, pues es que las decisiones que se toman rápido y apresuradamente, sin espacio para la reflexión y el respeto por uno mismo, pues dejan una sensación de vacío y de arrepentimiento. Es realmente eso lo que queremos que nuestros hijos experimenten en las relaciones, lo que nos gusta haber experimentado las nuestras? Realmente el amor se mide por lo que conseguimos en el menor tiempo posible o se mide precisamente al revés, por la profundidad, el respeto mutuo, el crecimiento compartido, el tiempo. Yo creo que lo que se trabaja, lo que a uno le cuesta, por lo que se esfuerza, quiere más, digamos que se saborea más. Cuando puse el nombre al libro A Fuego Lento, bueno hay una parte en el libro, lo voy a leer ahora para no aburriros, hay una parte en la que Marta habla de las tartas de su abuela. Unas tartas, en realidad son las tartas de mi tía Bici, pero son unas tartas que me hacía, sabía que primero preparar, que las preparaba con galletas, con una mezcla que le ponía y no sé qué. Esta tarta era obligatorio dejarla reposar durante no me acuerdo cuántísimas horas, que a mí se me hacían una vida. Yo me la quería comer de inmediato, solo de acordarme. Mi tía Bici, en el libro mi abuela, insistía en que había que esperar ese tiempo, en que había que dejar correr ese tiempo, porque si no, no estaba buena. Y recuerdo cuando después, finalmente, después de todas esas horas de espera que implicaban al día siguiente, o sea, no estamos hablando de que implicasen esperar dos horitas, no, implicaban esperar al día siguiente. Cuando te ponía la tarta en el plato, el sabor, la textura, o sea, es como que la tomabas más despacio, con más gusto, con más placer, ¿no? Porque es algo que ha llevado un tiempo y que ha llevado una espera, ¿no? Y que ha sido cocinado, como decimos en el libro, a fuego lento. Estoy convencida de que las cosas trabajadas, esperadas, deseadas, tienen ese gusto que las cosas inmediatas no tienen. Y estamos en la época de la inmediatez, en la que a fuego lento se va a viento fresco y nos compramos algo en el mercado de al lado de casa, nos lo calentamos y nos lo tomamos, y todo rápido. Y esto, queramos que no, ni tiene el mismo gusto, porque no es lo mismo, no está hecho igual, ni tiene para nosotros el mismo placer este de la espera, ¿no? De cuando estás haciendo una paella que está rica, de cuando estás oliéndola, de cuando estás preparándola, de cuando estás esperando que repose. Entonces, los jóvenes de hoy en día han nacido en esta época de la inmediatez. La inmediatez para ver mi serie en tres días, no tengo que esperar a la semana siguiente a ver un capítulo y a la otra a ver otro capítulo. Y no estoy un año viendo una serie, sino que lo hago inmediatamente. Y de la misma manera, no está en un año cortejando a una chica que le gusta cortejando, ¿eh? ¿Cómo suena eso? Me ha sonado muy antiguo. Pero digamos que no están un poco tiempo, un tiempo pues con miraditas, con sonrisas, ¿no? Están inmediatamente, ¿no? Un mensaje de móvil se carga todo este proceso anterior, ¿no? Este concepto de la espera, cuando hablamos de esperar, no nos referimos a quedarnos quietos sin hacer nada, ¿no? O sea, no es que estoy a ver si cae la persona que estoy buscando o la cosa que estoy buscando, ¿no? Sino que nos damos un tiempo para entender lo que queremos, lo que necesitamos y lo que merece ser compartido en una relación. En ese tiempo descubrimos quiénes somos y también quién es esa otra persona. Y podemos entender si esa otra persona busca lo mismo que nosotros buscamos en esa relación y si está preparada para asumirlo. Lo bonito de las relaciones, por tanto, no está en lo apresurado, en lo inmediato, en la comida rápida, en el Burger King. Está en el proceso. Una sonrisa, pues una mirada. Este primer beso que ocurre después de un tiempo de conocer, de tontear a alguien, de mirarle, de sonreírle, de rozarle una mano por casualidad, ¿no? Esos son los momentos que realmente importan y que en este tipo de relaciones express se pierden. Nuestros adolescentes, nuestros jóvenes se están perdiendo un proceso precioso que es casi más bonito que el beso. Es el proceso previo. Y no se trata ya solamente de los primeros momentos, sino de una relación que se va desarrollando en el tiempo. Porque es solamente cuando nos tomamos este tiempo necesario para esperar, pues cuando vivimos estos pequeños momentos con deleite, ¿no? Es esperar a que llegue, es esperar a que me mire, es esperar a que esas mariposas en el estómago y no se dan con un mensaje de móvil, por lo menos no se dan con un mensaje de móvil a los cinco minutos de conocer a alguien. Pues eso tiene más significado si se hace con espera, si se hace con tranquilidad, ¿no? Y con el tiempo aquello que parecía superficial y que lo era, evidentemente, porque hay sentimientos superficiales, se convierte en algo mucho más profundo, ¿no? En algo cocinado a fuego lento, en algo muchísimo más íntimo y profundo, que tiene el poder de transformar a ambas partes. El problema que veo y que yo creo que es evidente, ¿no? Es que cuando cuando esto no se da, cuando no se produce este espacio, esto es recuperable, irrecuperable. O sea, nunca más con esa persona vamos a experimentar estos primeros momentos, estos primeros pasos de espacio tranquilamente si no los experimentamos en su momento, que es cuando tocaba, ¿no? Entonces estamos creando generaciones que no saben la preciosidad de una aguadilla en la piscina, de un empujarse, de un perseguirse, de un admirarse, de un disfrutarse. No, porque en un minuto se saltan etapas maravillosas, ¿no? Y es que vivimos en un mundo donde la inmediatez es la norma. Con un solo clic puedes conocer a alguien, enviar un mensaje o compartir una foto que muestre tu vida y tus sentimientos o lo que crees que sientes. Esto parece sencillo y puede ser hasta divertido. El problema es que también trae consigo grandes desafíos, ¿no? Las relaciones se aceleran y lo que antes se tomaba, como decíamos antes, pues meses o incluso años en desarrollarse, ahora ocurre en segundos. Entonces el problema que tenemos es que antes, como decíamos, el medio digital, perdonadme que me atasco, el medio digital no es solamente el problema, no es simplemente que, bueno, pues que ahora lo tengamos al que hace la mano y sea fácil. Es que estamos hablando de niños de 12, 13 años que antes morían antes de decirle a alguien me gustas. O sea, imagínate, yo me acuerdo de mis 12 o mis 13, ¿no? Se lo decías a un amigo, a una amiga que se lo decía a un amigo de él y entonces él se lo decía no sé quién y aún así a la cara no te lanzabas con esa edad, ¿no? Después de un tiempo, como digo, meses, años, gustando mutuamente, pues a lo mejor había un punto en el que a alguno de los dos daba el paso de decírselo al otro a la cara. Pero estamos hablando de que es impensable. O sea, son edades en las que la vergüenza hace de filtro de un filtro maravilloso para evitarnos hacer tonterías para las que no estamos preparados. Sin embargo, ahora ese aparatito que tenemos en la mano nos quita ese filtro. Entonces, conseguimos el teléfono, el Instagram, básicamente el Instagram de la persona, de la niña que te gusta y es tan fácil como arriesgarte a lanzarlo al aire porque no ves a esa persona delante. Entonces, es muy fácil, es muy sencillo escribir a alguien y decirle oye, me gustas. ¿Qué puede pasar? Que te diga que no o que no te conteste, que te dejen visto qué dicen ahora o lo que sea. Bueno, no pasa nada. A las malas es una cuestión en menor. ¿Por qué? Pues porque no has puesto la cara delante de esa persona. Puedes escaquearte, puedes huir, puedes no mirarla cuando la veas, pero en un minuto te decides y le lanzas el mensaje. Esa persona tarda segundos en ver el mensaje y responderte. Y si el gusto es común, mutuo, si tenemos a dos niños de 12 años que se gustan mutuamente, ya se establece esa comunicación directa sobre una base de un gusto que antes habrían tardado años en confesarse. Pero no es solo eso, sino que uno, dos días después, quedan para verse. Y si se ven y han sentido vergüenza un poquito, porque es lógico, porque son pequeños, pues al día siguiente, a los dos días, se seguirán hablando y en una semana uno se ha lanzado y le ha dicho al otro que le quiera dar un beso. Y el otro ha dicho que sí, que él también. Y estamos en que un proceso que antes podíamos tener a dos chavales que se conocen desde hace años, o por lo menos semanas, meses, que llevan hablando mucho tiempo, jugando, tonteando, que llevan mirándose, sonriéndose y se han decidido a dar el paso, ahora tenemos a críos que en una semana o en unas horas ya se están dando un beso. Porque es más fácil a veces darse un beso que charlar. El problema es cuando de ahí pasamos a cosas mayores, porque el móvil ayuda a quitar esa vergüenza natural que, como digo, nos protege en determinadas edades. Los jóvenes, que además tienen hoy acceso mayoritariamente a las redes sociales, tienen también esa presión social del entorno para obtener resultados inmediatos en todo y también en eso. Porque lo ven en otros, porque ven cómo otros salen con chicas y son de su edad, porque ven lo felicísimos que son, aunque a veces mayoritariamente sea una fachada. Lo que ocurre es que, como os decía, con un me gusta de una foto compartida ya no hace falta ni... Cuando un crío sigue a otra cría en Instagram, el me gusta ya establece esa comunicación, si a la otra persona le gusta también. No sé quién me ha dado me gusta y entonces la otra también me gusta. A otras voto de él no hace falta ni hablar. Imaginaros la de filtros que se quitan para relaciones íntimas, de mayor o menor envergadura, pero íntimas a fin de cuentas. Y entonces tenemos eso, a dos niños que se conocen, uno es amiga del uno y el otro de otra, se ven en una foto de Instagram y una o él o ella se animan a dar me gusta, la otra comparte ese gusto, le da me gusta al otro y ya se establece una relación, una relación inicial, pero una relación que va a ir mucho, mucho, mucho más rápido de lo que podemos pensar. Establecen relaciones que se vuelven mucho más rápidas y mucho más superficiales, incluso después despersonalizadas, porque se empieza con las conversaciones íntimas antes, muchísimo antes que con las profundas, porque es mucho más fácil, como os decía, dar un beso que hablar para dos niños de 12 años, aunque parezca un disparate. Pongámonos en la situación, no sé si somos conscientes, porque nosotros ya hemos pillado las redes sociales con ya talluditos, no vamos a decir con qué años para no delatarnos, pero ya hemos pillado estas cosas, redes sociales, whatsapp, con una edad que nos da una envergadura, pero pensemos en eso y lo que lo que hace este ritmo acelerado y loco es que nos olvida lo que hablábamos antes, lo bonito de saber esperar, lo bonito del proceso, que muchas veces normalmente lo que mola, lo que hace las cosas bonitas, bellas, atractivas, no es la meta, cuando llega a la meta es como ya está, pero pensemos en un corredor de estos, yo nunca corrido en la vida, pero pensemos en un corredor de maratones, toda esta preparación, voy a hacer una maratón o una media maratón o un 10k que se llama, 10 kilómetros y me lo voy a preparar, entonces es la preparación, el salir todos los días, el animarse, ahora corro un poquito más, mañana un poco más, ahora no sé qué, ahora cuando ya falta poco me compro la camiseta y el dorsal y fíjate y sigo preparándome y además dos días antes sólo como pollo y no sé qué, porque es mejor para correr mejor y además es el proceso, porque luego la carrera en sí, pues es dura, cuesta, pero bueno, es la carrera y luego se llega a la meta y cuando se llega a la meta y ahora qué, entonces esto, este ahora qué, en una relación íntima, en dos críos de 12, 13, 14, que es la edad a la que se están teniendo relaciones hoy en día, pues este y ahora qué, les deja un vacío enorme y es un poquito lo que intentaba transmitir con este texto que os leía, este fragmento de mi libro, para que cuando las niñas lo lean lo entiendan y se sientan identificadas y lo previvan para que no lleguen a vivirlo, parece maravilloso, parece estupendo, pero luego el momento pasa enseguida, son tan críos que ni lo disfrutan, sobre todo las niñas, ni lo disfrutan, el miedo, el agobio, esas sensaciones, el otro que no tiene ni idea de lo que está haciendo, no lo van a disfrutar y ha pasado y encima has perdido un momento maravilloso de tu vida y ha sido por nada, ¿no? Entonces imaginamos esa sensación de vacío y que no se da en malos niños, o sea, cada vez se da menos en malos niños, vale, entendamos, en niños de determinada educación o otra, sino que se da en niños, bueno, pues de familia bien, que tienen, quiero decir, que les han inculcado unos valores como los padres de Marta, ¿no? Entonces eso es lo que yo os quería transmitir, ¿no? Porque cuando ellos no tienen tiempo, porque el proceso también te ayuda a reflexionar y a valorar lo que vas a hacer, lo que estás haciendo, cómo va, ¿no? Pero cuando no tienes este tiempo para reflexionar, porque es todo inmediato, porque llega todo rápido, porque ya está, porque estás tan metido en esa excitación de las conversaciones, pues a lo mejor subiditas de tono que estás teniendo con la otra persona, en este, no sé, estas hormonas un poco a su aire, ¿no? Cuando no tienes tiempo para reflexionar y no tienes el espacio para descubrir lo que realmente significa el respeto, el amor, la intimidad que estás a punto de tener, pues las relaciones se desvirtúan. Y esto es lo que yo quería, con a fuego lento, y lo que quiero que vosotros como padres, educadores, ayudéis a explicar a vuestros hijos, ¿no? Que el amor verdadero no se puede dar con rapidez, que es necesario que para que se dé, para que se cocine bien, esté acompañado de la paciencia, del compromiso y del respeto mutuo. Sé que, bueno, como padres, como educadores nos preocupa este ritmo, ¿no? No solo a mí, ¿no? Muchas veces este ritmo, ¿no? Que se da normalmente sin entender lo que significa el amor, ¿no? El amor con mayúsculas. En nuestra época enamorarse, pues como decíamos, ¿no? Podía llevarnos meses, incluso años, ¿no? Se compartía, se iba poquito a poco, ¿no? Esas relaciones se iban consolidando. Pero hoy, pues esto es más instantáneo, como estamos diciendo. Lo importante, ¿no? Lo que me gustaría resaltar, ¿no? Es que lo importante es enseñar a los jóvenes que no hay prisa, ¿no? Que el amor debe ser algo tranquilo, ¿no? Algo pausado, algo que, claro, ¿no? Les podemos enseñar que lo que realmente importa, pues no son esos primeros mensajes, o ese fuego que sentimos, o esas fotos, o los likes, sino cómo se sienten cuando están juntos. Y eso solo lo van a poder saber, pues, estando juntos. ¿Cómo se cuidan? Y eso solo lo pueden saber con el tiempo, ¿no? Porque no hay otra forma. Y una vez, hace un tiempo, tuve una charla y unos papás me preguntaban, bueno, ¿y tú cómo les hablas, qué les dices de las relaciones íntimas a tus hijos adolescentes y pre-adolescentes en aquel entonces, ¿no? ¿Tú qué les dices? Digo, mira, yo creo que hay, espera, estaba contando, ¿no? Cinco palabras que decirles, ¿no? Yo tengo un mensaje en cinco palabras que son bastante claras y que yo creo que no tiene discusión, ¿no? Esas cinco palabras son no, nunca, hasta que te cases. Perdón, son seis. No, nunca, hasta que te cases. Esa es la manera en que yo hablo de las relaciones íntimas. Que no es un rechazo a las relaciones en sí, ¿no? Que son preciosas, sino un llamamiento, un llamado a vivirlas de una manera diferente, de una manera reflexiva, responsable. Porque es curioso, ¿no? Que ahora muchos papás, pero ¿cómo les vamos a decir eso a nuestros hijos? Pues si es que no nos van a hacer ni caso, pero si es que, bueno, tú como padre tienes que ponerles el estándar alto, ¿no? No nunca hasta que te cases. O sea, cuando encuentres la única manera de saber si esa persona es la persona adecuada para ti, es esperar a ese momento. Si no, no tendrás esa certeza, ¿no? Y si la persona que está contigo no es capaz de esperar, a lo mejor es que no es la persona adecuada para ti. No sé si me explico. Yo recuerdo que cuando era adolescente, y luego de joven y tal, era un filtro maravilloso. En el momento que decías no, lo metías en la conversación de alguna manera, no, mira, es que yo pues creo que las relaciones íntimas... Es verdad que era difícil de sacar el tema, pero yo me las apañaba para sacarlo de alguna manera, ¿no? Ah, es que yo soy católica o tal, no sé qué, así... Y a lo mejor te preguntaba, ¿no? Pues yo pienso que hasta el matrimonio se iban todos los que querían otra cosa, evidentemente. O sea, te hacía el filtro maravilloso, yo digo, para ver quién de verdad está interesado en ti y quién está interesado en otra cosa, independientemente de lo que llegue a pasar en sus vidas, ¿no? Yo no les puedo decir, y voy a poner un ejemplo un poco radical, ¿vale? Yo no les puedo decir, mira, no te emborraches o no tome más, no te drogues, ¿eh? No te drogues porque la droga es mala, porque no está bien drogarse, pero si te drogas, si alguna vez te drogas, oye, ten cuidado de estar con amigos que te puedan traer a casa, por si acaso acabas muy catatónico, pues ten mi teléfono a mano cuando te estés drogando. O sea, tú no te drogues, pero te doy un plan B. No. Si yo les doy un plan B para las relaciones íntimas, oye, no las tengas porque entiendo que no sé qué, qué tal, pero si las tienes, pues usa esto, esto otro, o haces todo de más allá. Les estoy diciendo que lo hagan, ¿no? Y entiendo que no deberían tener relaciones íntimas, no solamente como católica convencida, que evidentemente pues es la forma que los católicos tenemos de pensar, ¿no? Sino porque además entiendo que es lo mejor para mis hijos, para ellos y para ellas. Encontrar a esa persona, la persona con la que compartir esa parte de su vida, esa parte suya, pues para poder entregarles todo, ¿no? Y en esa entrega entra esta parte de la intimidad, ¿no? Estoy convencida, no soy hombre, yo hablo como mujer y no sé, pero debería ser igual, ¿no? Que cuando uno tiene relaciones más allá del, o sea, antes del matrimonio, un poco como que se va dejando partecitas de uno mismo por el camino, ¿no? Es una cosa, un ejemplo gráfico, ¿no? Pero me da sensación como se va dejando pequeñas partes de su alma en esta persona, en esta otra, porque cuando te entregas de verdad, pues entregas un poquito de ti, ¿no? Y es una pena, ¿no? Que vivamos como como disgregados, o sea, yo no quiero que mis hijos vivan como fraccionados en mil pedacitos por ahí, hasta que de verdad encuentren a esa persona y luego de verdad piensan si es o no es. Prefiero que sean íntegros y por eso tengo que decirles ese no nunca jamás hasta que te cases. Es la manera que yo tengo de entenderlo y de explicar. En fin, que espero que estas reflexiones y esto que os he comentado, pues nos eche una mano a todos, ¿no? Que no estamos solos en esto y que de verdad intentamos que nuestros hijos no son cualquier animalillo por ahí que no puede, perdonadme que sea un poco brusca, ¿no? Pero que no puede contenerse. Nuestros hijos son tan capaces como nosotros de llevar una vida como Dios manda, ¿no? Si les ponemos esos estándares dentro, si no pensamos que hay pobrecitos es que no van a poder, ¿no? Claro que pueden. Es verdad que si limitamos el uso de determinadas cosas que les van a propiciar el que estas relaciones sederantes por lo que comentábamos, ¿no? De la inmediatez, de la pérdida de vergüenza, bueno pues les vamos a echar un cable, ¿no? Porque si no es que no están no están capacitados para pensar, ¿no? Pero de verdad que son capaces que cuando les explicamos las cosas y tienen una edad determinada que es importante por eso no podemos darle un móvil a nuestro hijo con 10 años, 11 y no deberíamos con 12 tampoco porque no están preparados. Pero cuando ya están preparados yo creo que sí que son capaces, ¿no? Este tema de hoy, aparte de que es un tema crucial, básico y empieza así el libro, el primer libro, quería tratarlo porque me llegó un whatsapp de un padre que nos escribía a base de la situación de su hija, ¿no? No nos dice su nombre, nos dice... Soy padre de una niña de 13 años que últimamente está muy enfocada en sus relaciones por las redes sociales. Me preocupa que pueda tomar decisiones precipitadas. ¿Cómo podemos enseñarle a respetar y a esperar sin que se sienta presionada por nosotros? Y este mensaje es el que ha dado pie a este programa de hoy, ¿no? A ver, personalmente creo que partimos de una base errónea y es dejar a una niña de 13 años que use redes sociales. Ya está hecho, o sea, no pasa nada. No es que seáis malos padres, es que es normal, es que la sociedad te lo impone, es que no sé qué. O sea, que no os estoy culpando. No pienso que seáis malos padres, ni mucho menos. Yo meto la pata seguro que infinitamente más que vosotros, ¿no? Pero yo creo que partimos de este acto erróneo. Le hemos dejado redes sociales, le hemos dejado libertad. Ahí sí que diría, sí que pediría que se responsables en el uso del teléfono de vuestra hija. Os he comentado en otras ocasiones que lo que yo recomiendo es que el móvil se quite sobre la marcha, que se quite de las manos a nuestro hijo cuando lo está usando. No en unas horas concretas del día porque a esas horas concretas del día habrá borrado todo lo que tenía que borrar y lo que nosotros nos encontraremos será el móvil de un santo. Pero no es eso lo que queremos. Bueno, sí es eso lo que queremos, pero no es eso lo que debemos querer. Lo que debemos querer es saber cómo realmente es nuestro hijo y lo que hace con el móvil. Es posible que no pase nada, seguramente no pase nada y no esté cometiendo fallos, ni errores, ni nada. Pero es posible que sí que esté en esta precipitación que nos comentáis. Lo primero es tener el control del móvil. No te lo quito a partir de mañana. Veo que usas mucho el móvil. Me parece que estás tomando... Se va a liar parda, ¿vale? Pues prepárate para la liada parda. Como sea, le explicas que a partir de ese momento el móvil lo vas a controlar tú y que cuando quieras tiene derecho para cogerlo porque es tuyo, lo pagas. O sea, es que está en tu derecho. Quiero decir, las cuotas las pagas tú, el móvil lo has pagado tú, es tuyo. Entonces simplemente es explicárselo de una manera razonada e inflexible. Es un rollo, os aviso, o sea, es una pesadilla tener que estar con estos asuntos con nuestros adolescentes porque se va a montar un lío cada vez que quitemos el móvil. Pero lo tenemos que hacer. Nos va a decepcionar, nos vamos a sentir fatal, es lo que hay. Pero queremos controlar a nuestros hijos, no queremos darles plena libertad y que luego nos encontremos con un problema mayor. Entonces, tener control de ese móvil ya que está, ya que tiene redes sociales. En el momento en que veamos algo que se sale de lo que debería ser, una conversación subida de tono con alguien, un quedar con alguien que no debería quedar, lo que sea de este estilo, pues en ese momento nosotros tenemos capacidad para retirar el móvil, redes sociales y todo de nuestro hijo, por su bien. Lo que digo, se va a liar parda, va a llorar, va a gritar, es que no se oye de mí, es que no sé qué, lo que sea. Bueno, pues es lo que hay. Si no, pues si lleva una vida normal, o sea, quiero decir, si lleva unas conversaciones normales con sus amigas, con sus amigos y no notamos nada raro, pues le seguimos dejando el móvil. Pero en un momento en que veamos algo raro, pues tomamos cartas en el asunto. Es como si viésemos algo raro en su habitación, ¿no? Si viéseis que consume porro, se los quitaríais, ¿no? Le quitaríais el dinero para que no... Pues lo mismo. Exactamente lo mismo. O sea, en este caso no hay nada diferente. Es algo que está haciendo mal y hay que actuar en consecuencia. Entonces, si vemos que está haciendo algo mal, como podéis pensar, o que está apresurándose, pues hay que tomar cartas en el asunto. En el caso de que simplemente veamos pues que está teniendo comportamientos pues demasiado precoces para su edad, que se está acelerando en algunas cosas, lo que sea, en este caso, bueno, podemos dejarle el móvil explicándole y haciéndole entender pues todas estas cosas, ¿no? Pues que se está acelerando, que no le corresponde a su edad lo que está haciendo, que a lo mejor esto no debería haberlo hecho así... Bueno, y le dejamos el móvil, ¿vale? Porque no es grave. Pero si hay un comportamiento grave, fuera. Es vuestra responsabilidad. Así que nada, espero haberos ayudado. Ya sé que soy un poquito radical en todo esto, pero me parece que hay que serlo. Mil gracias por habernos preguntado, por haber compartido con nosotros vuestra inquietud. Y bueno, pues ya sabéis todos los temas que podéis escribirnos al 663364211 por WhatsApp. Estamos aquí para lo que queráis, para lo que necesitéis, para lo que queráis compartir, de algo que habéis hecho, si os ha funcionado, no os ha funcionado, y estas cosillas, ¿vale? Y bueno, así, sin más, pues vamos llegando al final del programa, ¿no? Hemos hablado en este programa de cómo las relaciones en la era digital pues se han acelerado y cómo la presión social influye de una manera... De la manera en la que los jóvenes perciben el amor, ¿no? Pero también hemos visto lo hermoso que es tomar el tiempo necesario para conocer a alguien, ¿no? Lo hemos vivido en nuestras propias carnes, porque ya tenemos una edad. El saber esperar, el vivir esos pequeños momentos de magia que hacen que las relaciones sean verdaderamente significativas. Porque el amor verdadero no es algo que deba apresurarse, que deba correrse, que debe darse prisa, ¿no? Las relaciones más profundas, las relaciones humanas en sí, no solamente las íntimas, no solamente las amorosas, sino las relaciones profundas y duraderas se construyen de cualquier tipo, como digo, se construyen con paciencia, respeto y tiempo. Como decía al principio, este no nunca hasta que te cases, no trata de ser un rechazo a las relaciones en general, ¿no? Para nada, sino una invitación a vivirlas de manera más profunda, reflexiva y respetuosa. Un millón de gracias por haber compartido este ratito con nosotros. Os espero cada miércoles a las 9 de la noche, de la tarde-noche. Me encanta compartir con vosotros estas cosas, espero que también os sean de utilidad. Y bueno, ya sabéis que tenéis el whatsapp que acabo de decir del programa 663364211 para compartir vuestras inquietudes, las cosas que funcionan, las que no. Será un placer compartirlas con los demás y bueno, entre todos, seguir creando esta comunidad de gente, de personas que remamos en la misma dirección. Un fuerte abrazo a todos y sin más, os espero la semana que viene. Gracias.
Trabajando esperanza #7
Fecha: miércoles, 27 de noviembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 43:11
Mostrar transcripción de Episodio 7. La belleza y la esperanza.
Transcripción de Episodio 7. La belleza y la esperanza.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy nos enfocaremos en un tema que probablemente no habíamos tocado a fondo antes, o más bien no habíamos pensado antes, la estética. Pero hoy lo veremos desde una perspectiva muy especial. ¿Cómo es la estética? Tanto en el entorno de nuestras casas como en nuestra estética personal puede ayudarnos, ni más ni menos, que a mantener viva nuestra esperanza. Gracias por estar con nosotros una vez más. Esta vez el programa destinado a las instituciones religiosas, pero que estoy convencida que servirá a todos y será de ayuda a todos. Sin más, comenzamos. No sé si alguna vez habéis notado como una casa desordenada, una casa no demasiado limpia, o una casa incluso no bien decorada, puede cambiar nuestro estado de ánimo. Sin embargo, entras a un sitio bien decorado, organizado, limpio, luminoso, y tu ánimo se transforma, se ilumina. Esto es porque la estética, más que la estética la belleza, tiene un impacto real en cómo nos sentimos y lo mismo que ocurre con el entorno, con nuestro entorno, nuestro hábitat, ocurre también con nosotros mismos. El espacio que habitamos, la forma en que nos vestimos, incluso cómo nos organizamos, en nuestro trabajo, en nuestra casa, influye en nuestra energía y bienestar. Y lo habla una persona que en vez de un ordenador tiene un desordenador. Y me puse como proyecto de inicio de año organizar el ordenador. Estamos a 27 de noviembre y todavía no lo he hecho. Pero es cierto, ¿no? Le decía una vez a una amiga, tengo que buscar un sitio en el bolso para las llaves porque hay que ver la mala leche que se me pone cada vez que tengo que buscar en el inmundo bolso que tengo las llaves y el tiempo que pierdo, sobre todo el mal humor que se me pone. Y eso sí lo he conseguido. Las llaves están en su sitio por primera vez en todo el año desde hace dos semanas. Pero sin embargo, el ordenador, la mesa de trabajo no cumplen con mis estándares prometidos. Vamos a trabajar sobre ello. Hoy vamos a explorar cómo hay pequeños cambios que podemos ir introduciendo, que podemos ir haciendo y que son claves para trabajar la esperanza en el sentido de la belleza. Tanto en las instituciones religiosas, como decíamos hace un momentito, como en nuestro ámbito familiar, como en nuestro núcleo familiar. Te pido que me acompañes en este viaje y descubramos cómo esta belleza, el orden y los pequeños detalles pueden renovar nuestra visión de la vida y pueden traer o ayudarnos a traer a nuestro día a día la esperanza. Vamos a comenzar hablando sobre la estética de nuestra vivienda, nuestro entorno y el espacio que habitamos. Las instituciones religiosas, las casas de los religiosos, los sitios donde rezan, los sitios donde descansan pueden traer un aspecto transformador e incluso trabajar esta esperanza. Esto lo he vivido en primera persona, porque yo tengo una empresa de reformas y hacemos transformaciones estéticas. Me gusta ver la transformación cuando tú haces una reforma en un entorno laboral, a veces en un colegio. Nosotros trabajamos mucho con colegios, con instituciones religiosas, pero también en una casa de espiritualidad o en una casa suya. Puedes ver el poder transformador de la reforma. Inicialmente porque se ponen de los nervios, porque a nadie nos gusta el polvo y el desorden que trae consigo una reforma, pero cuando lo ven bonito, cuando ven la belleza, cuando lo ven moderno, digamos que se reviva esa esperanza. Muchas veces ocurre con los espacios de los religiosos que tienen los religiosos y a veces también las familias. Voy a hablar un poquito de este ámbito que conozco y del que tratamos hoy. Tratan muchas veces de recuperar cosas que tenían antes y de aprovecharlas. Eso lo veo fenomenal, porque las cosas no se tienen, pero una cosa es aprovecharlas y otra cosa es ese aspecto viejuno que a veces tienen los lugares de los religiosos. A veces los colegios, a veces las propias viviendas. Hay que entender que actualmente la falta de vocaciones trae que las casas estén habitadas por gente poco mayor. Tenemos que pensar en el impacto que puede producir en una persona de 20-25 años entrar a una casa que le recuerde a la de su abuela y ver que está habitada por gente mayor, mayoritariamente mayor, aunque haya un par de personas religiosas jóvenes o de religiosos jóvenes. Porque lo que ya de por sí tiene una edad o tiene un tiempo, que es la propia institución, la propia casa o las propias casas religiosas o religiosos que lo habitan, se multiplican, digamos que esos años se multiplican si tú a todo el ambiente, a todo el entorno donde estás, pues en todo ese entorno lo que haces es recrear un ambiente de los años 70. Digamos que los religiosos son muy cuidadosos y tienen sus cosas muy bien y las religiosas tienen mucho gusto estético, pero claro, si todo es antiguo porque está bien si todos los colores que se usan son siempre unos colores más apagaditos o más tenues lo que va a hacer es que la persona que llegue a esa casa sienta que ha viajado en el tiempo y piense que la institución lo hace de una manera inconsciente, que la institución se está apagando porque no invierte en su futuro. No sé si me explico, no quiero sonar como demasiado... Desde el punto de vista de la iglesia, hago un inciso, pues a veces parece que la estética es muy superflua y sin embargo la belleza ha sido creada por Dios y la belleza acerca a Dios un amanecer, una flor una vista de una laguna un bosque la belleza ha sido creada por Dios y tenemos que pensar así porque a veces nos hemos quedado con la parte digamos comercial de la belleza con la parte no profunda de la belleza y yo lo que quiero hablaros aquí es de que esta estética vista como belleza con mayúsculas puede seguir acercando a Dios y puede dar una visión de novedad de ilusión, de dinamismo que es lo que necesitamos en nuestras instituciones y también en nuestras familias no es un gasto superfluo, es un gasto a veces necesario para que alguien nuevo para que alguien más joven se sienta cómodo y se sienta ilusionado cuando viene a vernos bueno, ya pasado este inciso vuelvo un poquito en esa estética que estábamos hablando con este poder transformador esto se debe a que el ambiente en el que trabajamos, en el que descansamos en el que habitamos, en el que compartimos no sólo refleja nuestra identidad sino que también afecta como nos sentimos y como nos relacionamos con los demás entonces, si nosotros tenemos un ambiente sí austero pero moderno, luminoso refleja un poquito como nos sentimos nosotros si nosotros lo que tenemos es un ambiente un poco apagadito si las cosas no las renovamos si las cosas siguen siendo antiguas pues da sensación de que somos así de que somos antiguas, de que no nos renovamos y más en el mundo de hoy cuando la estética tiene tantísima importancia a veces tenemos que entender como nos ven desde fuera no solamente como lo vemos nosotros no es que no gastamos es verdad, no hay que gastar a lo tonto y a veces se pueden recuperar muchas de las cosas que tenemos dándoles una vuelta estética a mí me gusta hacer eso cuando vamos a alguna casa y se pueden recuperar cosas pero siempre pensando en todo esto que os estoy comentando cuando vamos a una casa bien organizada y cuidada a un casa de alguien cuidada nos transmite paz el orden también quita crispación, quita malestar ya os decía a mí me pasa cuando los niños tienen sus tareas en casa y las niñas tienen que arreglar la cocina y hay tías que la arreglan mal o no les han cabido los platos y los dejan sin recoger y a mí me pone de los nervios no lo puedo evitar ver las cosas a veces tan fuera de lugar no encontrar las cosas crispa como me pasa a mí con las llaves en el bolso y eso yo creo que es una realidad y que tenemos que tenerla presente en las instituciones religiosas pero también como os decía en las casas un espacio bien dispuesto sobre todo en determinados sitios como la oración fomentan, favorecen que ese espacio ayude a ese encuentro también con Dios es verdad que esos ambientes, esos espacios las instituciones suelen cuidarlas mucho pero sí que me he encontrado en ocasiones en las que a lo mejor por espacio el señor está un poquito de paso en una habitación pequeña sin arreglar demasiado, ellas ponen sus flores pero por lo que sea necesitamos que este espacio sea especial darle la importancia que tiene porque si no a mí me hace mucha gracia cuando la gente que no es religiosa se queja del dinero que se gasta la iglesia o que se ha gastado históricamente la iglesia en edificios enormes sin embargo siempre me ha parecido una gran belleza las iglesias de los pequeños pueblos de Castilla yo pienso la gente que trabajaba el campo que no tenía dinero, que estaba con las justas para dar de comer a sus hijos y cómo levantaban esas iglesias tan bonitas esos retablos tan bellos en pueblos que nunca han sido grandes a lo mejor hay pueblos que luego han venido a menos pero en pueblos que sabes conscientemente que nunca han sido pueblos grandes y sin embargo eran conscientes de que había que darle eso a Dios no solamente porque él lo pida pero el ser humano necesita también de gestos para mostrar su amor y una manera de mostrar el amor a Dios era hacer cosas cómo no le voy a dar lo mejor que tengo a Dios sin embargo ahora nos cuesta cuando pasan el cepillo dar dos euros en misa y cuesta muchísimo, en las iglesias a lo mejor piden para pintar y hasta que consiguen pintar la iglesia pasa muchísimo tiempo y antes la gente que no tenía nada para Dios daba lo mejor y es importante yo conozco a alguien cercano con práctica religiosa para qué tienen que ponerlo más bonito vas a tener a Dios de cualquier manera si tienes a Dios de cualquier manera, cómo tienes el resto para mí eso es importante el lugar de oración sea bonito, sea digno puede ser austero, puede no gastarse uno mucho pero que refleje quién está ahí porque si no le damos importancia a lo mejor terminará por no teniéndola demasiado terminará por no tener esa importancia en nuestra vida si no se la concedemos con estos pequeños gestos los pequeños gestos también nos ayudan a darle importancia a lo que la tiene en tema de limpieza si estudias religiosa no hay problema porque limpias todo lo que quieras pero a las familias a veces nos pasa que no tenemos ese tiempo, no tenemos esa capacidad porque estamos a mil cosas y a veces dejamos las cosas como no se deben y cuando entras te entra esa crispación que no sabes de dónde te viene y te viene porque no tienes las cosas como te gustan como deberían estar para darte esa paz de la que hablábamos antes porque la belleza de nuestro entorno contribuye en esta mente de esperanza y serenidad que necesitamos para conectar con nuestra gente con nosotros mismos como decíamos antes con Dios hay cosas tan sencillas y tan poco costosas como puede ser colocar unas plantitas incluso aunque sean de plástico si no nos podemos permitir regarlas pero que sean lo más monas posible iluminar, cambiar la iluminación darle un tono diferente a una pared y estos cambios pequeños pueden conseguir darnos esa paz que necesitamos y darnos esa esperanza que también necesitamos nosotros este verano hicimos una reforma muy chula en una casa de espiritualidad de unas religiosas que con pocos cambios se transformó y era muy curioso ver a la gente que había estado anteriormente en esa casa de espiritualidad cómo se le iluminaba la cara pero también ver a las propias religiosas porque también tienen residencias de ancianas propias en el mismo edificio ver cómo se les iluminaba la cara viendo lo que estábamos haciendo con aquella entrada que se había quedado obsoleta que se había quedado un poco viejuna como aprovechamos el espacio para dar a conocer a la institución con unas fotografías puestas en un sitio adecuado con frases de la fundadora puestas con letras modernitas y llamativas quien entre allí piensa a esas religiosas que monas darles ese toque de feminidad porque son religiosas no son religiosos y tienen otra manera diferente de ser y queremos reflejarlo reflejamos en nuestra estética personal y en la estética de lo que nos rodea lo que somos, ya lo hemos dicho antes pasa en las familias, como hablábamos en las familias rodeadas de caos, de desorden, de desorganización qué pasa con esas familias pues que a veces es difícil encontrar la calma y está todo el mundo crispado y no sabes por qué y es porque uno no encuentra las zapatillas el otro no encuentra las llaves el otro no hay tazas limpias y esto al final crea una crispación que no ayuda a tener esa esperanza a tener esa ilusión, esa luminosidad en nuestro día a día tener la mesa del comedor recogida tener un rinconcito para leer bien adecuado un lugar en el que se puedan compartir sin 30.000 cosas por medio es crear como pequeños santuarios digamos, de familia como pequeños rincones donde poder compartir ahora me gustaría hablar con vosotros ya no de la estética de lo que nos rodea sino de la estética personal y esto es un tema muy complicado a veces en las instituciones religiosas porque entramos en un conflicto en una situación que a veces se ría un poquito y es hasta qué punto es tener una estética adecuada y donde entramos en la vanidad la vanitas vanidadis que decían los latinos porque hay un límite estrecho entre estar todo el día mirándome en el espejo y el querer resultar agradable para nosotros mismos y para los demás y ese límite estrecho que en las personas de a bien existe en las instituciones religiosas pues a veces es más difícil todavía sobre todo en las femeninas que pueden verlo más complicado ¿cómo influye la estética personal en nuestra capacidad para mantener la esperanza? fíjate que vuelta le hemos dado al tema estamos hablando de la estética de lo que nos rodea de la belleza de lo que nos rodea de lo que tenemos alrededor y eso yo creo que más o menos lo vamos a entender pero ahora, sobre todo para las instituciones religiosas pero también para nosotros, personas casadas ¿cómo afecta en nuestra esperanza? es que a menudo subestimamos el poder de nuestra imagen pero la realidad es que el cuidado personal es una forma de cuidarnos también emocionalmente yo confieso que soy un poco coqueta que sí que me gusta pues verme bien y a veces igual voy un poquito al lado de la vanidad podría ser pero no sé cuando tengo un mal día justamente el día que tengo malo, que no me apetece nada pues a lo mejor es el día en el que me esmero más en ponerme mona, en verme mona porque eso me anima si tienes un mal día y te quedas en chándal en casa con los pelos como estaban amargándote cada vez que pasas por delante de un espejo dices que horrible estoy digamos que no ayuda, yo creo que eso es bastante evidente sin embargo te pintas el ojo te pones un poquito de colorete y ya en el proceso, en este trabajar por ponernos monos nuestra visión de la jornada empieza a cambiar nos vemos bien, nos sentimos bien nos vemos mal, nos sentimos mal afecta emocionalmente cuando te vistes con ropa que te gusta que te hace sentir bien, que te queda bien o te arreglas para esa jornada estamos enviándole un mensaje positivo a nuestra mente y le estamos diciendo estoy listo estoy preparada para enfrentar lo que venga, lo que tenga que venir lo que se me ponga por delante no es un mensaje que nosotros le mandamos directamente pero indirectamente estamos trabajando por ahí si nos quedamos en pijama en casa si no nos arreglamos, le estamos mandando el mensaje al contrario, al cerebro le estamos diciendo tranquilo, no pasa nada, todo llega a veces tampoco viene mal pero hay que tener cuidado, hay mucha gente que vive así no se trata de volvernos locos con la apariencia, no se trata de obsesionarnos con como estamos sino de saber ser conscientes de como nuestras elecciones diarias de cada día nos afectan mentalmente si salimos de casa como decía, con ropa vieja sin cuidarnos, pues es posible que nuestra energía se quede en un nivel bajo si nos ponemos nos arreglamos elegimos la ropa bien es posible que incluso un día gris un día pagaete, un día de estos moínos pues nos anime y se nos ponga de cara si alguien nos dice en casa o en el trabajo oye que guapa estas pues es posible que nos animemos un poquito más en el tema de los religiosos a veces esa elección pasa por elegir una ropa un hábito en el caso de los que llevan hábito pues que diga quienes son que diga que son primero, porque esa elección va a demostrarse es una manera de demostrarse a sí mismos la elección que toman cada día la vivencia de cada día una vestimenta sencilla una vestimenta adecuada pero que refleja como viven y lo que quieren vivir pues les ayudará a vivirlo conocí a una religiosa que llevaba hábito y que decía yo lo llevo porque donde no pueda llevarlo quiere decir que no debo ir si me meto en ese bar y todos me miran mal por llevar hábito o entiendo que no debería estar allí con hábito igual no es un bar al que deba ir me pueden mirar mal, pero yo entender que no pasa nada pero si me miran mal y yo entiendo que estoy mal que no es el sitio, entonces igual no debería ir a ese lugar hay un dicho que dice el hábito no hace almoger o ayuda a hacerlo sin tener que hablar de si la vestimenta adecuada es llevar hábito o no yo si que creo que el pensar en que se ponen y el resultarse agradables a ellos mismos y resultar que están llevando lo que deben llevar y llevarlo bien, pues si que ayuda la forma en que nos presentamos a nosotros mismos y a los demás puede reflejar nuestra actitud hacia la vida en el caso de los religiosos la vestimenta la estética y el cuidado personal no es solamente una cuestión puramente física sino que es una actitud de testimonio al elegir vestirse con dignidad y cuidar nuestra apariencia los religiosos no solo están mostrando un respeto hacia sí mismos y hacia los demás sino que también dan testimonio de esperanza y de la vocación que han abrazado y es lo que decíamos antes si tú ves un religioso, una religiosa sea vestida con hábito o no pero que resulta agradable, que va bien arreglado pues eso te está dando un testimonio de ilusión y además ves que vive la vida ilusionado pues está siendo un reflejo de lo que todos buscamos un reflejo de fe y de esperanza mientras que si a veces pasa que ves religiosos que por lo que sea no saben qué ponerse, por no gastar por no mirarse al espejo por tomar las decisiones pues a veces dan un poquito ganas de salir en la otra dirección y desde luego no dan este testimonio que se supone que tienen que dar no me quiero meter en más veredictos lo que os quería indicar es que al final el cuidado personal incluso en la vida religiosa lo que muestra que somos seres dignos de amor y de cuidado tenemos que cuidarnos a nosotros mismos tenemos que cuidar lo que tenemos alrededor y que con la ayuda de Dios podemos afrontar cualquier reto que se nos ponga por delante no somos personas dejadas somos personas que nos cuidamos y eso es fundamental no se trata de vanidad sino de reflejar un compromiso con nuestra llamada y una vez más vamos a este espacio que me gusta a mí tanto de los tips hoy no tenemos whatsapp así que ya sabéis nos tenéis que mandar whatsapp para que podamos hablar con vosotros la semana que viene a ver si tenemos alguno y lo podemos compartir de alguna duda con respecto a la estética, con respecto a la vanidad con respecto a las familias, a los adolescentes aquí estamos para lo que queráis en el 6 6 3 3 6 4 2 1 1 vamos con los tips en primer lugar dedica tiempo a organizar y limpiar organizar los espacios comunes las habitaciones ordenadas y limpias transmiten paz y tranquilidad decora con intención y lo que os comento soy la primera tenemos 30.000 cosas tenemos muchas cosas que hacer limpiar, doblar ropa, poner lavadoras hacer las cenas y hay cosas que dejamos pasar en esto mi marido me lleva ventaja este año estamos de alquiler y yo decía no hace falta poner cuadros vamos a estar aquí por lo menos un año que estemos cómodos, que esté agradable y tenía razón y tengo que darle la razón vamos a trabajar con esas cosas que no tienen importancia vamos a buscar esa paz vamos a buscar esa armonía segundo tip elige colores suaves luces cálidas detalles que inspire una planta, una foto una imagen, una obra de arte no vamos tan lejos una figurita donde debe estar no porque me la ha regalado la suegra no sé qué hacer con ella y la dejo aquí vamos a trabajar vamos a esforzarnos en que nuestro ambiente sea un ambiente cuidado y sea un ambiente con gusto ¿vale? ¿por qué? porque un espacio cuidado puede hacer que nos sentamos renovados, como os decía como pasa en las instituciones si entramos a una casa de una institución religiosa pero también de una familia pero si entramos a una casa de una institución religiosa una persona que puede sentir que pudiera tener vocación y entro a una casa de una institución religiosa donde ve que todo es viejo que las cosas no se han modificado hace mucho tiempo que además no tienen gusto y sobre todo eso que nos lleva a un ambiente retro que nos lleva a pensar en la casa de nuestros abuelos pues va a ser difícil que se sienta en esa casa super a gusto o que siente que ese es su lugar que ese es su hábitat vamos a ponerlo adecuado entonces primero haz de tu hogar un espacio acogedor organizando, limpiando sobre todo los espacios comunes más que importantes que nuestras propias estancias los espacios donde estamos todos vamos a decorar con intención vamos a elegir colores suaves, luces cálidas, plantitas un cuadro, una imagen, una frase inspiradora cuida tu aspecto personal con pequeños detalles, cada día fíjate al espejo, ¿qué pensarán los demás cuando me ven? ¿Tendrán una imagen agradable? se trata de que sea un bellezón, si no lo soy se trata de que tenga un aspecto agradable y ese aspecto agradable y el verme agradable a mi mismo va a hacer que también los demás me vean más agradable entonces trata de verte bien a ti mismo cuando te miras en el espejo aunque no seas en tu pejor edad, aunque te hayan salido arrugas aunque tengas algún quilillo, pero con todo eso recomponte y ponte mona ponte mono si te ves bien, te sientes bien visete para ti, para afrontar el día venga, vamos para adelante, vamos con lo que nos echen a los toros encuentra, este tip es importante encuentra pequeños momentos de belleza pequeños momentos de belleza ¿qué es esto de pequeños momentos de belleza? pasea por un parque observa las flores observa el cielo, las estrellas disfruta de un atardecer porque la belleza está a nuestro alrededor, la ha creado Dios por algo a mi siempre me ha sorprendido mucho que ahora hacen unos dibujos horrorosos, no sé si habéis fijado para los niños, en vez de aquellos dibujos bonitos como podían ser, se me viene a la mente Jackie y Nuka, me pillaron pequeñita pero luego los repusieron y no es por decir que soy más joven de lo que soy es que tengo muy mala memoria, luego los pusieron por ahí no me acuerdo si en Telecinco o en Antena 3, eran unos dibujos súper tiernos y ahora de repente te ponen unos dibujos horrorosos y dices, pero qué feos, ¿por qué quieren meterles a los niños la fealdad? Bueno, pues porque la fealdad igual no está tan relacionada con Dios como con otra cosa vamos a disfrutar de esa belleza vamos a hacer que los nuestros disfruten de esa belleza y por eso el último punto hazlo en familia involucra a todos en ese cuidado del hogar en esa belleza del hogar, en ese decorar ahora que viene la Navidad, en esa decoración navideña bonita, en esas luces, crea espacios juntos que favorezcan estos lazos, que permitan que cada parte de la familia o de la comunidad se sienta bien se sienta acogido, se sienta cómodo se sienta algo así como parte de algo más grande, que es esa comunidad que tenemos, que es la familia o es nuestra comunidad religiosa sienta que forma parte de esa belleza que forma el universo y sé que me quedo como muy grande, pero es verdad vamos a tener la esperanza desde el punto de vista de la estética, os recuerdo los tips el primero, haz de tu hogar un espacio acogedor eso no quiere decir que nos gastemos ahora un dineral en comprar un sofá nuevo que si hace falta se compra y ya que se compra se compra lo más bonito posible o que decoremos toda nuestra casa o que contratemos a un decorador se trata de que hagamos pequeñas cositas que hagan de nuestro hogar un hogar más acogedor que puede ser desde organizar, ordenar en eso podemos colaborar todos hasta pintar un paño de una pared o poner un papel pintado o yo qué sé, hay mil cosas elige esos colores suaves, esas luces, esas decoraciones segundo punto, decora con intención ¿para qué? pues para tener un espacio de lectura para que estemos aquí cómodos la familia que sea cómodo, que sea funcional, tampoco quiero un sitio que sea un mausoleo que no pueda utilizar porque uy que se mancha quiero un sitio que sea utilizable y que sea agradable para todo, cuida tu aspecto personal no se trata de ser bellezones no se trata de ser Miss Universo, de pasarse 3 años en el baño poniéndote preciosa, se trata de tener un aspecto que te haga sentir bien contigo mismo porque sintiéndote bien contigo mismo te sentirás mejor con los demás encuentra pequeños momentos de belleza observa la belleza a tu alrededor que es muchísima y hazlo en familia tanto observar la belleza del exterior como arreglar tu casa para que sea agradable etcétera yo creo que con estos tips y con todo lo que hemos hablado hoy que he hablado muchísimo y me ha rodeado un montón y no he dejado ni espacio para música ni nada pues hemos hablado un poquito como esa estética tanto a nivel personal como en nuestros hogares o instituciones puede ser una herramienta poderosa y nos vamos a fijar más vamos a prestar atención a esas cosas que a lo mejor no nos damos cuenta pero nos hacen estar incómodos nos hacen estar inquietos y mal y vamos a trabajar por ellas por nosotros mismos y en los que nos rodean ¿para qué? porque puede ser una herramienta maravillosa para trabajar nuestra esperanza y nosotros somos conscientes de lo que nos rodea si elegimos crear espacios que nos nutran que nos inspiren, que nos conecten podemos construir una vida más llena de propósito podemos transformar más nuestra vida y lo más importante este trabajo, este día a día, este esfuerzo nos llenará de esperanza nos ha pasado que cuando de repente compráis una planta o vais a un centro comercial estos que venden cosas de decoración y compráis dos velitas, de repente vais a casa y es como que vais todos ilusionados por lo mono que va a quedar o cuando os compráis un abrigo que os queda bien eso nos crea esta esperanza no se trata de llenar nuestra vida de estas cosas que es el otro vértice de esta vanidad o este consumismo pero se trata de llenar nuestra vida de estas cositas que nutren nuestra esperanza os invito a pensar hoy mismo no dejéis para mañana en qué pequeños cambios podemos hacer en nuestro entorno en nuestras casas, en nuestras comunidades pequeños cambios que no nos suponen un gran quebradero de cabeza ni un gran desembolso pero que nos suponen sentirnos más en paz ver más esta belleza esos pequeños cambios que podemos hacer para transformar nuestro entorno y que sea un entorno más acogedor y que nos ilumine y que nos ayude y que nos haga la vida más fácil eso que os comentaba al principio de mis llaves poner las llaves en estos bolsillos del bolso me va a hacer la vida más fácil me voy a cabrear menos, voy a vivir menos con desasosiego de no me he traído las llaves va a hacer que los de mi entorno sufran menos que a veces llegaba al coche y no, no me he traído las llaves esos momentos de estrés postraumático vamos a vivir con paz y vamos a hacer nuestra vida más fácil con esos pequeños gestos pues nada, una vez más mil gracias a todos por acompañarnos en este ratito que hemos disfrutado y que disfrutamos cada miércoles os espero el miércoles que viene a la misma hora mil gracias y perdón por el rollo que me he enrollado muchísimo la semana que viene más y mejor un abrazo muy grande y sabéis que os espero en el whatsapp del programa 6 6 3 3 6 4 2 1 1 repito por si se os olvida 6 6 3 3 6 4 2 1 1 os invito a todos a seguir cada día de vuestra vida trabajando la esperanza gracias y hasta la semana que viene
Trabajando esperanza #6
Fecha: miércoles, 20 de noviembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 42:27
Mostrar transcripción de Episodio 6. ¿Tú también te aislas?
Transcripción de Episodio 6. ¿Tú también te aislas?
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy nos enfocaremos en el aislamiento, ese fenómeno que afecta a tantas familias hoy en día, no sólo a las familias, también a nuestras comunidades, a nuestros entornos laborales, de amigos, especialmente un fenómeno que se ha visto acrecentado por el impacto en nuestras vidas de las nuevas tecnologías. Una semana más, mil gracias por acompañarnos en este ratito. Sin más, comenzamos. Hace unos días viví una situación muy cercana que me hizo reflexionar profundamente sobre las consecuencias que puede traer el aislamiento. Una familia amiga está pasando por una situación complicada. La madre de la familia, cada día más, se ha ido aislando y tanto los hijos como el marido están viviendo esta situación con dolor. No ha sido, como es lógico, una situación digamos inmediata, sino que ha sido una situación paulatina, muy posiblemente fomentada por todos, no sólo por ella. El caso es que, tal como está la situación ahora mismo, puede parecer irremediable. La madre de la familia empieza a pensar que este tipo de vida ya no es el que quiere y ocasiona un gran dolor en todo el entorno familiar, que sufre al ver ese desapego, esa desvinculación y la incapacidad de todos ellos para llegar a ella. Es una situación dolorosa, es una situación poco esperanzadora a priori, pero es una situación que vivimos muchos de nosotros hoy en día, que se vive mucho a nuestro alrededor. Es curioso cómo en un entorno tan desconectado de la realidad, la vida no es perfecta y a veces tu familia, o tu comunidad, o el entorno en el que te encuentras, no es como la de los cuentos de hadas que imaginaste una vez. Puede ser complicado con las redes sociales hoy en día ver familias, por ejemplo, que viven mil momentos felices. Vemos esas familias perfectas, en mi caso familias numerosas, que están a basto con todo, que siempre están perfectamente vestidas, perfectamente uniformadas, en las que parece que todo es perfecto. Y entonces te miras a tu alrededor y te das cuenta de que esa situación no es la tuya. Que no llegas a todo, que no das a basto, que a veces no prestas la atención que deberías, que a veces las cenas no son tan healthy, tan saludables como te habías propuesto, o como ves que son las de otras familias porque no tienes tiempo. O ves a tus amigas solteras o a tus amigos solteros y te das cuenta de, o incluso a los divorciados, y te parece que llevan una vida mucho más sencilla en la que da tiempo a todo, en la que pueden viajar. Y esa realidad, esas apariencias, te parecen maravillosas. Pero lo que ocurre es que detrás de esas apariencias, pues si no haces el esfuerzo de seguir conectado, el aislamiento emocional puede hacerse más insalvable. Pues cómo esta situación afecta cada vez más a la gente que tenemos cerca. Y nos encontramos cada vez más con situaciones en las que cada uno va por libre, en las que no se dan estos momentos de encuentro. Hoy vamos a reflexionar sobre cómo el aislamiento, tanto en adolescentes como en adultos, puede afectar y no poco a las relaciones familiares o, insisto, en las relaciones de cualquier otro tipo. Y qué podemos hacer o qué debemos intentar hacer para superarlo. El primer paso es hablar, es salir del aislamiento, es recordar que, como siempre, y ahí es donde entra nuestro programa, la esperanza está en la comunidad y en el esfuerzo conjunto. Hoy vamos a leer un fragmento de Fuego Lento que refleja perfectamente cómo a los jóvenes especialmente, o sea, si nos afecta a nosotros, imaginaros a ellos. A los jóvenes especialmente les afecta este aislamiento. Comenzamos. Aquel día marcó un antes y un después en mi día a día. Empecé a mentir por norma. Antes lo hacía en cosas pequeñas, sin importancia, pero había días en que había que hacerlo por todo lo alto. Llevaba un mes y medio saliendo con Robert, chateando con él por teléfono, liándonos en el baño del cole, en un sábado en el cine en el que los padres no sabían que los chicos también irían, en una fiesta de cumple, en la organización de lidia a la que solía ir. Cuando estaba en casa, me cerraba para hablar con él o con mis amigas sobre él y sobre los novios por whatsapp y los estudios empezaron a flojear bastante. Robert, Lidia, las demás chicas de la organización y algunas de las del cole, habían pasado a serlo todo para mí. Mi familia, en cambio, representaba todo lo que yo no era ahora, lo que no quería ser. Representaban aquello en lo que no quería pensar, porque tenerlos cerca me hacía sentir peor conmigo misma, peor persona. Mientras ellos siguieran siendo los malos, los arretrógrados, los absurdos, yo seguiría siendo la chica joven, abierta, libre, seductora y atrevida que tantos elogios obtenía. Este fragmento de la novela de a fuego lento nos muestra cómo Marta se aísla de su familia. Es lo primero que va haciendo poco a poco esta nueva vida en la que se mete. Al principio ese distanciamiento puede parecer algo normal en la adolescencia. Jóvenes que se retiran a sus cuevas, se encierran en sus habitaciones donde se sienten más seguros y en control. Pero en la era digital este aislamiento se ve intensificado por el acceso constante a las redes sociales. Siempre en la adolescencia hemos tendido a ese enclaustramiento, pero hoy en día los chats y las plataformas facilitan esta desconexión de la vida familiar. No sé vosotros, pero a veces nos da la sensación de que este aislamiento es algo normal en la vida, digamos un mal necesario en la adolescencia y más específicamente en la vida moderna. O que si simplemente nos mantenemos ocupados, pues todo irá bien. Esto es especialmente efectivo para los jóvenes. No sé si tenéis imagen vuestra en la adolescencia. Ahora mismo yo, aunque ya hace mucho tiempo, sí que la tengo. Y también tendría ese pequeño aislamiento. Pero claro, en aquel entonces había momentos que obligatoriamente tenían que ser compartidos en familiar. Por lo menos en mi casa solamente había una televisión. Tuvo que pasar muchos años para que tuviésemos dos. Entonces, por fuerza mayor, incluso cuando había dos, tenías que compartir televisión con alguien. Si no era con tu hermano o con tu hermana, era con tus padres. Entonces esos momentos ya no eran aislados, sino en familia. Y algún comentario, alguna risa, pues salían en ese conjunto. Hoy en día cada uno puede estar viendo algo en la televisión de su habitación, en su móvil, en su ordenador, en su tablet. Puede estar teniendo una vida paralela. Y por lo menos a nosotros nos pasa a veces. Me imagino que también era a vosotros. Esta situación en la que pues el padre está viendo una serie en su televisión, la madre pues no le gusta, o el fútbol, que la madre no le gusta. Y es lógico, no pasa nada. Pero pasa cuando se convierte en un hábito. La madre está viendo una serie en otra televisión y los hijos cada uno en su habitación. Porque encima, como no hay muchos hijos, pues ni siquiera tienen muchas veces que compartir habitación con otro hermano. Sino que cada uno en su habitación está a su aire con su aparato. Incluso cuando comparten, como es el caso de los míos, que como son cuatro, pues les toca compartir dos y dos, pues en las que ya tienen móvil, pues puede darse el caso de que cada uno esté a su aire, a su rollo, con su móvil o con su ordenador. Esto es una situación que crea otros aislamientos. Esos aislamientos en los que nos parece que todo va bien. Y al día a día nuestra cabeza está ocupada con esas cuestiones, nuestra mente está ocupada con esos otros temas. Y nos da la sensación de que estamos bien, estamos todos contentos, porque estamos en ese ambiente. Pero claro, llega un punto en el que se produce una especie de aislamiento emocional. Eso nos llena la vida, pero no nos llena por dentro. Que no es simplemente el estar, se produce estando cerca físicamente de los demás. Porque se crean esa especie de barreras invisibles entre los demás miembros, entre todos los miembros de la familia. Yo creo que todos lo hemos experimentado un poco en alguna ocasión. Estamos todos juntos, pero creo. Y si antes esto podía darse, pues las familias que a lo mejor veían la tele mientras comían, mientras cenaban, y era más difícil tener esa conversación, ahora es todavía como más sangrante, es como más palpable. En el caso de esta amiga de la que os hablaba al principio, el aislamiento, como os decía, no fue un proceso de un solo día, sino que fue una serie de pequeños pasos que la alejaron de su entorno, de su entorno vital, de su pareja, de sus hijos. Pues el aislamiento a menudo, como os decía, comienza con algo tan pequeño como no compartir lo que nos pasa, no expresar nuestras emociones y no pedir ayuda. Entonces nos hemos hecho a esta vida, vamos en al piloto automático, tenemos nuestras pequeñas dosis de, como lo diría, de gratificación, porque estamos viendo una serie que nos llena o que nos gusta, o estamos viendo vídeos en TikTok, o estamos respondiendo mensajes en Instagram. Entonces tenemos la vida llena de pequeñas gratificaciones diarias, pero se va produciendo en nosotros una desconexión de la realidad, del mundo que nos rodea, que puede llevarnos a una gran sensación de soledad. Incluso estando rodeados de personas, amigos, familia, los adolescentes se ven mucho y bueno cada vez hay más suicidios. Y les ves en los bancos de los parques cada uno con su móvil sin hablar, hablando con otras personas que no están allí. Es un poquito esta desconexión de la que os hablo. Y esto en la familia pues puede generar un vacío que puede parecer insuperable, sobre todo para nuestros adolescentes. No es el caso de la familia de Marta, que es una familia que está unida, que está coleccionada, pero ella misma, gracias a estos pequeños placeres en lo cotidiano, se va desvinculando y se va sintiendo aún junto con esta serie de amigos, que en realidad no lo son tanto, se va sintiendo cada vez más sola. Es común ver que en un intento por lidiar con este vacío, pues como os decía, nos refugiamos en distracciones. En la televisión, en el móvil, en las redes sociales, en la serie de Netflix. Y estas herramientas nos permiten esconder nuestras emociones. Entonces, claro, no somos conscientes de que de las emociones que tenemos, hasta que de repente un día pues nos vienen como de golpe. Porque estas cosas pues no nos llenan. Y lo peor de todo es que el aislamiento emocional del que estamos hablando, pues no se queda solo en los padres, en los hijos, en la pareja, en el marido, en la mujer, sino que llega a afectar a todo nuestro entorno. O sea, no es para una sola persona, sino que afecta a todo lo que nos rodea. Y como os decía, esto ocurre exactamente igual en los jóvenes. Y lo vemos claramente en el párrafo que hemos leído. Llega un momento en el que ella está tan tan aislada de su familia, que todo lo demás pasa a ser su familia. Pero claro, no es su familia real. Y entonces solo le aporta un vacío mayor. Pero bueno, no está todo por perdido en nuestra sociedad ni en nuestro ambiente. La clave, como decíamos en la introducción, es que se fomente un diálogo sincero. Que las familias tengan ese espacio para el diálogo. No sé, mi reto en estas semanas, sobre todo desde que conocí esta... Bueno, pues porque estaba pasando esta familia amiga. Pero ya lleva siendo un tiempo, desde que mis críos van siendo más mayores, con los salarios distintos. Que es más complicado estar todos juntos cuando tenemos que estar. Pues es que intentar estar ahí para todos. Es tener ese ratito pues de cada uno. Si nos sentamos tres a cenar y luego hay otros dos que se sientan a cenar después porque llegan más tarde. Pues intentar estar ahí la mayor parte de los días o todos los días que se puedan. Hay veces que no se puede, pues no se puede. Pero intentar estar ahí la mayor parte de las veces posibles con ellos, para que te comenten un poco cómo les va. Porque a veces puedes fomentar ese aislamiento que lo dan las circunstancias, que no son culpa de nadie. Y que se van siendo más acuciantes cuando se dan esta situación. Pues como os decía, que las familias se fomente este diálogo. Que tengamos estos espacios para que nos comuniquemos. Muchas veces, no sé vosotros, pero yo hago examen de conciencia. Porque a veces, si los padres no somos capaces de comunicar lo que nos pasa, pues no estamos dando ese ejemplo. Mi padre se encierra o mi madre se encierra y no cuenta nada, pues qué voy a hacer yo. Pues al final lo copio. Y ellos no cuentan, pues yo tampoco cuento. Bueno, también es el momento de contar alguna cosa. Que a ellos les toca un pie. Quiero decir, les va a dar igual. Pero bueno, pues si has tenido un mal día, si has tenido una mala semana, si estás súper cansado. A mí me ha pasado con un trabajo que tenía que entregar. Un día llegué tardísimo a casa, porque una persona que tenía que haber hecho su trabajo no lo hizo. Entonces me tocó a mí ultimarlo. Bueno, pues al día siguiente lo conté. Ha sido terrible. He estado hasta no sé qué hora y tengo los ojos hinchados porque llevo 17 horas delante del ordenador. Oye, pues cuéntalo, ¿no? Para que cuando a ellos les pase algo, también te lo cuente. No llegue simplemente, jo, estoy agotada, no llegue a la cama. No, desahógate también con ellos. Que ellos entiendan que el desahogo es algo positivo y que la gente, pues tenemos que ir a nuestro entorno e intentar estar ahí. Y si no hacemos esto, pues los jóvenes crecerán creyendo que el aislamiento es la única salida de sus problemas. Mis padres se aíslan o yo me aíslo, porque es la forma en que me han enseñado a funcionar. Entonces, pues vamos a intentar de aplicar el mismo concepto que estamos aplicando para los jóvenes de no aislarse para los adultos. Si un miembro de la familia, sea uno de los niños, o sea de los hijos, o sea uno de los padres, se aísla, hay que intentar, tenemos que hacer el esfuerzo consciente los demás de intentar romper el hielo. Es decir, de dar un paso, de hablar a corazón abierto, de preguntar. Y eso ya lo iremos viendo ahora en los tips que después del ratito musical, pues vamos a tratar. Pero ese acercamiento. Es verdad que a veces es difícil, ¿no? Como pasa en el caso este que os comentaba, que por más que se ha intentado el acercamiento, pues ha llegado un punto en el que esa persona ya no se abre. A lo mejor hace falta algo más o no lo sé, ¿no? Pero hay que intentar cuando eso se empieza a ver y si es una persona sana, equilibrada y es una situación normal, pues intentar acercarse, intentar romper con ese aislamiento y bueno, pues atraer a esa persona al resto de la familia, ¿no? Así que, nada, antes de los tips de los que estaba hablando, vamos a poner, vamos a tener una pausita musical para romper un poquito con tanto discurso. Es una canción, otra vez de Fray Nacho, que últimamente me viene como muy bien, esas dos últimos programas, que se llama Contigo. Esta melodía no solo nos recuerda el amor incondicional que Dios nos tiene, como suele hacer Fray Nacho en sus canciones, sino que también, pues es un hermoso recordatorio. Yo creo que hoy nos viene como muy al dedillo, ¿no? De cómo ese amor puede ser esa base de nuestra esperanza, y nuestro acompañamiento en momentos difíciles. La canción de Fray Nacho nos habla del poder transformación de estar con Dios, cómo él convierte el ruido en calma, las dificultades en oportunidades de crecimiento. Así como dice la canción, cuando estamos con Dios, el amor nos da la fuerza para seguir adelante, ¿no? Porque en realidad, cuando estamos aislados, nunca estamos solos. O sea, si somos conscientes de la presencia de Dios en nuestra vida, no vamos a sufrir ese aislamiento, porque siempre estaremos acompañados, incluso cuando nos parezca que lo demás nos vaya, ¿no? Tenemos que ser muy conscientes de que Dios está ahí, ¿no? Incluso cuando lo demás realmente nos vaya, ¿no? El amor de Dios, pues puede ayudarnos a superar todo lo que nos pasa, ¿no? Y a vivir esta esperanza de la que estamos tan... que tenemos tan arraigada en nuestro programa. Contigo puedo dejarme llevar. Este amor es el que nos da la esperanza de cada día. Os dejo con Fray Nacho. Que visten de gala tu gracia con destellos nuevos. Que muestran tu gracia fluyendo de un vivo reflejo. Como decirte, amor, que estando contigo el canto deja de ser canto y se vuelve alabanza. Que piedras se vuelven semillas y espadas alados. Que visten de vida mis noches raíces resecas. Que engendran mi tierra infecunda con solo tu fuerza. Contigo puedo dejarme llevar. Tus manos siento cerca. Contigo puedo lanzarme a volar. Pues tu amor me sustenta. Contigo y sin mirar hacia atrás. Tus ojos son mis sendas. Contigo pues sin ti no puedo más. Contigo. Contigo. Como decirte, amor, que estando contigo construyo por fin un castillo con muchas moradas. Que alberga mi alma cansada y mis noches en vela. Que acogen al fin el descanso que tanto ansiaba. Que cambian mis muchas espinas por miles de almohadas. Como decirte, amor, que estando contigo compongo cientos de sonetos con solo el silencio. Escalo todas las murallas que atrapan mi alma. Que hicieron que siendo tan altas mi fe quebrantara. Que hicieron que tambalease y ahora renazca. Contigo puedo dejarme llevar. Tus manos siento cerca. Contigo puedo lanzarme a volar. Pues tu amor me sustenta. Contigo y sin mirar hacia atrás. Tus ojos son mis sendas. Contigo pues sin ti no puedo más. Contigo. Contigo puedo dejarme llevar. Tus manos siento cerca. Contigo puedo lanzarme a volar. Pues tu amor me sustenta. Contigo y sin mirar hacia atrás. Tus ojos son mis sendas. Contigo pues sin ti no puedo más. Contigo. Un poquito más informales. Pues hoy tenemos un whatsapp que Sor Carmen nos envió esta semana en el que nos escribe sobre el programa de la semana pasada en el que tratábamos sobre el acompañamiento institucional. Más que una pregunta es una reflexión y la quería compartir con vosotros porque me ha parecido muy gratificante. Hola soy Sor Carmen de una comunidad del sur. Quería agradecerles por el programa Trabajando Esperanza sobre el acompañamiento institucional. Lo que compartieron sobre él me resonó profundamente ya que aquí en nuestra comunidad vivimos ese mismo desafío, acompañarnos mutuamente para evitar el desánimo. A veces en el día a día es fácil sentirse sobrecargada pero tener un proceso de acompañamiento nos ayuda a seguir adelante con esperanza y unidad. Lo que aprendí en el programa anterior es no sólo útil para instituciones religiosas sino para cualquier grupo, familia que busque fortalecer sus lazos y seguir adelante. Muchas gracias por este espacio. Bendiciones. Gracias a ti Sor Carmen. Tu mensaje también nos resuena con respecto al programa de hoy que tiene mucho que ver con el programa de la semana anterior en el que tratamos de este trabajo en las instituciones y en las familias. Efectivamente ese trabajo cuando trabajamos juntos, cuando nos unimos, como vamos a explicar ahora en los tips, cuando nos esforzamos en comunidad, bien sea una comunidad religiosa, o bien sea una familia, bien sea un grupo de amigos, cuando estamos juntos trabajando por un bien común, esto fortalece y precisamente evita el aislamiento. Porque si estamos trabajando juntos, estamos esforzándonos juntos, no nos aislaremos, nos esforzaremos en unión. En ese sentido vamos a ver, vamos a trabajar ya nuestros tips de hoy, nuestras pequeñas aportaciones, nuestros pequeños puntitos que pueden ayudarnos a salir de ese aislamiento o a no entrar en el aislamiento. Van en sintonía con lo que llevamos hablando desde el principio, o sea vais a decir algunos op, pero si esto ya lo hemos tratado más veces, que no me importa ser insistentísima en algunos puntos porque son básicos para nuestra familia, para nuestras comunidades y son muy necesarios. Entonces, aunque los hayamos repetido, los volveremos a repetir, otros son nuevos, pero vamos a ello. El primer tip, establece tiempo de calidad juntos. Esto del tiempo de calidad se dice siempre, jo de calidad, es verdad que a veces se suenan un poquito engañabobos, verdad, es que no tengo tiempo, bueno pero el mío es de calidad y el mío es súper de calidad y entonces pues es lo que le doy a mi hijo. Bueno, tiempo, pero que sea tiempo, no vale con que le demos los 5 minutos que le llevamos en el coche a casa. Es verdad que ese tiempo pues que sea de calidad porque a veces no tenemos tanta cantidad, como digo, sobre todo cuando ya van siendo mayorcitos que el uno va al fútbol y el otro no se que, el uno tiene horario de mañana porque ya van a la universidad o de tarde y entonces no les ves. Bueno, pues que el tiempo que estés, pues sea un tiempo que no estés mirando el móvil, que no estés mirando el telediario, que sea un tiempo de verdad. Si solo tienes con esa persona, pues por horarios, por lo que sea, 10 minutos al día, por lo menos, o 15, pues que esos 15 minutos se sienta escuchado, se sienta atendido o dialogues con él, que a lo mejor le cuentas tus cosas, pero que sea de calidad. Eso nos referimos, que sea momentos sin tecnología, esas cenas familiares, sea algún paseo, juegos de mesa, momentos que crean esa conexión real. Que como digo, a lo mejor son esos 15 minutos que tienes todos los días, que luego además refuerzas porque hay un día en el que viajas o el viaje en el coche que no sea con los cascos, que sea cada uno a lo suyo, que intentemos hablar, no sé. Habla abiertamente, ese sería el segundo tipo, el primero tiempo de calidad, el segundo habla abiertamente, no te guardes lo que sientes. Sé que es difícil, y que a veces los papás, pues sí que tenemos que guardarnos determinadas cosas, para no preocupar a nuestros hijos, cuando vemos que las cosas van terriblemente mal, pues podemos... Pero comenta cosas, si te has molestado que un hijo te diga determinadas cosas, díselo. Si estás un poquito de bajón porque has tenido mal día en el trabajo, coméntaselo. Si notas que en casa está pasando algo, intenta decirlo, aunque sea suavemente, sin preocupar, pero que se dé cuenta de que para ti no es fácil determinada cosa. Comparte tus preocupaciones, porque a lo mejor el compartir tus preocupaciones puede abrir este canal de comunicación de que la otra persona te comparta la suya. Porque si solamente le decimos qué te pasa, y a ti, tú no me cuentas nunca nada, que sea un poco mutuo. Y es verdad que a los papás nos cuesta, porque hay veces que no queremos preocupar, que queremos mostrarnos siempre fuertes. Bueno, pero un pequeño momento de debilidad que puedas mostrar, pues a lo mejor ayuda. O sea, primer tip, decimos, establece tiempo de calidad juntos. Segundo tip, habla abiertamente. Tercer tip, escucha activamente. O sea, que cuando alguien te habla, esto lo hemos comentado ya más veces, esto seguro, no interrumpimos para juzgar, sino que escuchamos activamente. Dice, ajá, bien, dime, ¿y esto cómo fue? Luego, lógicamente somos padres, ¿no? Y tendremos que, en el caso de los niños, y tendremos que dar nuestra opinión. Y si no somos padres y somos pareja, pues a lo mejor también tenemos que dar nuestra opinión, ¿no? Pero primero escucha, y una vez que ya has escuchado todo, y que ya lo ves, y que ya sabes por dónde va, y ver los pros y los contras, bueno, pues di lo que te parece, ¿no? Lógicamente, para eso te hablan y están esperando eso de ti, aunque no les guste, ¿no? Lo tienes que hacer, ¿no? Y en casos de extrema necesidad, como estos que os contaba, busca ayuda externa si es necesario. Si se vuelve un problema difícil de manejar, pues no dudes en buscar el apoyo de un profesional, pues ya sea un terapeuta, un consejero, un sacerdote, ¿no? Que nosotros tenemos esa suerte, los católicos, un sacerdote amigo que pueda echarte un cable, ¿no? Es verdad que a veces parece que ya has agotado todos los recursos, incluso este, y nada ha funcionado. Bueno, pues ponte en manos de Dios. Ese sería el último de los recursos. Ponlo en manos de Dios. Reza y pídele que te eche una mano, como sea. Lo mejor para ti, lo mejor para tus hijos, lo mejor para tu marido, lo mejor para todos, ¿no? Déjalo en manos de Dios. Ponte su presencia y consciente de que él sabe más, ¿no? Y de que él está ahí, como decía la canción de Fray Nacho, ¿no? Y de que él no te deja. En última instancia, pues... Pero estoy convencida de que hay muchas más instancias previas, ¿no? Y de que en la mayor parte de los casos, pues no hace falta llegar a este punto de abandono, ¿no? Bueno, ese abandono está siempre, ¿no? Siempre en sus manos, ¿no? Pero en este punto en el que ya no puedo hacer más, ya he quemado todos los recursos que tenía a mi alcance, lo dejo en tus manos y fíjate, ¿no? Hoy estamos hablando sobre el aislamiento y a veces, no sé, cuando estaba preparando el programa, me daba la sensación de que ha podido ser un programa un poquito como triste, ¿no? Donde la esperanza se queda ahí un poquito a la retaguardia, ¿no? Donde parece como que no hay salida. Porque a veces el impacto que este aislamiento está teniendo en la sociedad actual, pues en los jóvenes, en las familias, incluso en las comunidades, como decíamos el otro día, ¿no? Cuando vemos que, pues, las pantallas y las redes sociales, pues, complican un poco, ¿no? Pues, nuestras vidas y la hacen cada vez más individualista. Yo quiero dejar, lógicamente, la esperanza abierta, ¿no? Pongámonos manos a la obra, ¿no? Siempre hay un espacio para restablecer los lazos, para volver a esa conversación real, para intentarlo todo, para poner todo encima de la mesa y para recomenzar, ¿no? Para trabajar este acompañamiento mutuo del que hablamos desde hace mucho tiempo, ¿no? Este... Para acompañarnos mutuamente, para guiarnos mutuamente, para dejar nuestro aislamiento y ponernos a funcionar, ¿no? Y como todos los días os decimos aquí en este programa, ¿no? Solo trabajando, solo trabajando juntos vamos a poder llegar a tener esa ilusión y esa esperanza. O sea, el mismo trabajo, el mismo esfuerzo, el mismo pensar en qué podemos hacer va a traer la esperanza otra vez a esa familia, a ese adolescente y vamos a poder seguir adelante, ¿no? Ese es mi mensaje de hoy. Habrá momentos en... o familias o grupos en los que, bueno, pues esto ya no sea una opción. Bueno, no pasa nada. O sea, al final, los católicos tenemos la ventaja, la enorme ventaja de que Dios, pues siempre está ahí, ¿no? Con nosotros y nos acompaña y que nosotros en concreto nunca estaremos solos. O sea, el día más triste, más solo, más aislado o cuando veamos que los demás pues van a su bola, cuando no consigamos, si no lo conseguimos, ¿no? Bueno, nosotros sí que no estamos solos, ¿no? Nosotros le tenemos a Él, ¿no? Y siempre podemos tirar para adelante. Bueno, te invitamos, te invito a reflexionar sobre qué puedes hacer tú personalmente en tu entorno, bien sea comunitario, bien sea familiar, bien sea con tu hijo, bien sea con tu marido, con tu mujer, qué puedes hacer tú para que salga de su aislamiento y qué puedes hacer tú para salir del tuyo. Te pido un examen de conciencia. No me estoy aislando yo también un poco, pues no me entretengo demasiado tiempo haciendo esto, esto, otro. No aprovecho los ratos que tengo libres para mí misma, para hacer esto, esto, otro. Compartirlos con mi familia porque me pesa, porque me cuesta, porque tengo que tirar de ellos para sacarlos de su aislamiento, ¿no? En qué manera yo puedo ayudar a que ellos salgan de su aislamiento y también en qué puntos yo me estoy aislando, ¿no? Vamos a preguntarnos, vamos a intentar restablecer esta conexión con los nuestros, con los que veamos que están un poquito más aislados, normalmente aquellos en la época de la adolescencia o incluso a veces en nuestra propia pareja, nuestro propio marido, nuestra propia mujer, ¿no? Porque solo sembrando esta conexión o trabajando para sembrar esta conexión, pues sembraremos también la esperanza. Siempre hay formas de comenzar, siempre hay formas de trabajar, siempre hay formas de ilusionarse y sobre todo, siempre tenemos una fuente de esperanza que no nos deja. Una vez más, mil gracias por acompañarnos, mil gracias por estar con nosotros en este ratito. Ya sabes que si tienes inquietudes, preguntas, cualquier opinión, puedes contactarnos en el 663211. Y nada, nos vemos en el próximo programa de Trabajando Esperanza. Hasta la semana que viene. Muchísimas gracias.
Trabajando esperanza #5
Fecha: martes, 5 de noviembre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 36:15
Mostrar transcripción de Episodio 5. La unión hace la fuerza.
Transcripción de Episodio 5. La unión hace la fuerza.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el programa que hoy busca iluminar caminos y fomentar el crecimiento personal y comunitario a través de la solidaridad y el acompañamiento. Hoy nos enfocaremos en el poder de la comunidad y en cómo el esfuerzo conjunto puede sembrar esperanza en momentos de crisis. Un día más. Mil gracias por compartir con nosotros este espacio. Fin más. Una noche más. Comenzamos. Un día más. En la reciente tragedia de la Adana de Valencia, muchos se han sentido abrumados por la tristeza y el desamparo que han tenido de las fuerzas del Estado, de aquellos que pensaban que velarían por ellos en momentos de crisis, en un momento de crisis tan duro como el que han vivido estos días, sin entrar en políticas, sin entrar en implicaciones de este tipo. Simplemente quiero rescatar o quiero que intentéis sentir esa tristeza y esa soledad, ese dolor. Sin embargo, en medio del dolor, en medio de todo ese magnus de sentimientos, hubo algo que trajo un rayo de luz o que ha traído un rayo de luz en las vidas de los ciudadanos de esos pueblos valencianos. Y yo creo que ese rayo de luz lo trajo la llegada de los voluntarios. Cuando nos unimos, cuando trabajamos codo a codo, no solo compartimos nuestros recursos o les llevamos o llevamos, que también es necesario, ese agua, esa comida, ese vestido, sino que también estamos llevando y estamos llevando compañía. Este acto de solidaridad, este acto de fraterno, es el que es fundamental para poder sanar y es un testimonio de que aún en los momentos difíciles hay esperanza. Hoy vamos a reflexionar sobre cómo el esfuerzo colectivo, cómo el acompañamiento pueden transformar vidas y comunidades, en este caso religiosas, pero vamos a hablar también de nuestras familias, de descubrimiento y crecimiento. Mientras exploramos como juntos podemos sembrar esa esperanza tan necesaria en nuestras instituciones, en nuestras familias, en nuestro entorno laboral. En primer lugar, me gustaría hablar sobre el esfuerzo de la comunidad. Es importante que pensemos en situaciones precisamente complicadas, quizás no tan traumáticas como esta que nombrábamos antes. El esfuerzo colectivo, el esfuerzo de muchos, el esfuerzo de los cercanos y a veces de los no tan cercanos como estábamos hablando antes, se convierte en un pilar de apoyo fundamental. Ya sea en una crisis como la que comentábamos de la Adana, donde muchos se sienten que han perdido todo, absolutamente todo, a veces hasta la propia vida de algún familiar cercano o del vecino. O en la cotidianeidad de nuestras vidas, mucho más sencilla y mucho menos traumática, la comunidad juega un papel crucial, es importantísima. Dar reflexiones sobre como a veces la sonrisa de un hijo, o un momento de diversión en algún viaje con amigos o en familia. Han sido básamos para mi propia alma, me venían a la cabeza. Esas pequeñas alegrías nos recuerdan que aunque enfrentemos dificultades, aunque haya problemas, que las hay y las va a haber siempre, forman parte de nuestro día a día, siempre hay un espacio para la esperanza, la esperanza que trae consigo de la mano la felicidad. Cuando trabajamos, cuando nos unimos, cuando nos esforzamos codo a codo, compartiendo experiencias, compartiendo charlas, apoyándonos, sembramos esas semillitas de esperanza a nuestro alrededor, con los que colaboran con nosotros, con los que están a nuestro lado. La comunidad no solo ayuda a sanar, sino que también transforma ese dolor que estamos sintiendo, que si vivimos solos y no compartimos, puede quedarse ahí, en una oportunidad para crecer y fortalecernos, hacernos más fuertes, y creo que tenemos que valernos de esta oportunidad. Por otra parte, junto a este gran esfuerzo, junto al trabajo codo a codo, unos con otros, está como pilar fundamental el acompañamiento. Es otra clave en esta siembra de esperanza, y lo hemos comentado antes con respecto a esta gran catástrofe que se ha dado. Tanto las instituciones religiosas, las que hablamos hoy, como las familias de las que hablaremos la semana que viene, pero que siempre tenemos presentes. El hecho de estar ahí para los demás, de escuchar y ofrecer este apoyo, pues es invaluable, no tiene precio. Porque cuando alguien se siente acompañado, cuando alguien se siente acogido, con calor, con realmente ese acompañamiento, pues ya no enfrenta sus problemas solo. Es de perogrullo, parece algo totalmente... estoy diciendo algo que es evidente, pero es verdad. El sentido de comunidad, de fraternidad y de pertenencia, puede marcar la diferencia entre esa desesperanza que algunos sienten y la posibilidad de un futuro mejor. No es lo mismo encontrarnos, o entiendo, cuando esas personas llegaron a sus hogares desechos y sus vecinos a los suyos desechos, porque estaban todos igual. Entraban por la puerta y veían sus sueños su día de mañana, porque al día siguiente tenían unos planes. Y no sabían por dónde empezar el encontrarse con que alguien a su lado les ayuda y les dice, vamos a limpiar, vamos a empezar, vamos a sacar trastos fuera, vamos a quitar lo que nos sirve, lo que se ha roto. Vamos, yo te ayudo. Qué diferente ese acompañamiento y ese trabajo que decíamos antes juntos, de esa soledad que crea desesperanza. Y ese mismo trabajo, ese ponernos a funcionar, empieza a ilusionar al que parecía haber perdido completamente la esperanza. Pero es que como católicos, como creyentes, somos especialmente afortunados, porque en esto del acompañamiento nos contamos con una gran ventaja, es que nunca estamos solos. Nos vemos siempre acompañados y amados por Dios. Incluso en los momentos en los que pueda parecer que el resto del mundo no nos acompaña por lo que sea, a lo mejor somos mayores, nuestros hijos han crecido, ya no están tan pendientes de nosotros, nuestros amigos ya no están a nuestro lado, nos sentimos un poquito excluidos, nos sentimos un poquito abandonados. Pero es que hay alguien que no nos abandona nunca. ¿Qué más podemos pedir? No es alguien cualquiera, es todo un Dios que te quiere con locura. Y este amor, el amor de Dios, nos impulsa a ser luz y apoyo para los demás, en cualquier momento de nuestra vida. Por ello animemos a los que nos rodean, no solamente disfrutemos de esta suerte que tenemos, sino seamos luz, seamos esperanza, seamos rayo. Sea en nuestra institución, si somos religiosos, o sea en nuestro hogar. A veces es el simple acto de preguntar, ¿cómo estás? O aún mejor, yo creo que es una pregunta maravillosa, y que a mí a veces se me olvida, muchas veces. Me limito a un ¿te pasa algo? Me quedo tan ancha. No, pero ¿qué necesitas? Una pregunta abierta, que abre las puertas a conversaciones profundas y significativas, creando un espacio donde esta esperanza pueda volver a florecer. Hoy os traigo una canción especial, que tiene que ver con todo esto que estamos hablando, que es Tanto me amas. Es una canción de Fray Nacho que os va a encantar, no tengo duda, si no la habéis escuchado, os va a gustar muchísimo. Y que nos recuerda este amor incondicional de Dios, que a veces se nos olvida, que está siempre ahí, y que es el motor de nuestra esperanza. Dejémonos llevar por este mensaje, este mensaje de amor y de esperanza, y disfrutemos de la preciosa canción. Ya me diréis qué os parece. Tanto me amas Tanto me amas Que con este has dicho ya Tres mil te quiero Que si a veces tardo Sales de nuevo Como ovejas y pasto Hasta me encuentro Tanto me amas, que por mí esperas de mil eternidades, que si grande fue la espera, más lo fue el hambre, de querer que me encontraras y me abrazases. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a sentir el calor después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a volar sin temor, pues Tú eres mi sala. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a librar por Tu amor mi alma. Tanto me amas, Señor, que luego al creer que te vas de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla. Tanto me amas... Tanto me amas, que ahora ya no sé ni cuánto yo te quedo, pues al ir a amarte Tú me amas primero, y es que es tanto que no puedo devolverlo. Tanto me amas, que extendiste para mí un abrazo eterno, pues si grande fue el despiste, más lo fue el celo, que sentiste por amarme amor entero. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a sentir el calor después de unas cuantas nevadas. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a volar sin temor, pues Tú eres mi sala. Tanto me amas, Señor, que he vuelto a librar por Tu amor mi alma. Tanto me amas, Señor, que luego al creer que te vas de nuevo mi alma te extraña y no puedo consolarla. Tanto me amas... No es fácil retomar el programa después de esta preciosa canción, ¿verdad? Parece que se queda uno con ganas de más. Vamos a hacer este impas, este paso, hablando de uno de los WhatsApp que nos han mandado, así hacemos transición lenta, que nos mandaron con respecto al programa de la semana pasada, que no sé si os acordáis, pero hablábamos del uso de las nuevas tecnologías, de los móviles, etc. Nos llegó un mensaje de María, que es mamá de una niña de 12 años, y que nos contaba esto, vamos. Hola, soy María, mamá de una niña de 12 años. Últimamente mi hija ha estado insistiendo mucho en que le compre un móvil. Todas sus amigas tienen uno. Me preocupa un poco la decisión, ya que sé que puede ser un arma de doble filo. Estoy considerando si es el momento adecuado para dárselo, o debería esperar un poco más. Gracias por escucharme. Bueno, yo creo que los que me escuchasen, bueno, yo ya también, el programa pasado había un tip muy importante, que era no hasta los 16 años. Sé que es una edad un poco tardía, y que la mayor parte de los niños ya tienen uno, pero para mí es la edad adecuada en la que hemos podido formarles y en la que ha podido acostumbrarse a vivir sin eso, porque es que si no, no les da tiempo, dejan el chupete para coger el móvil. Si a nosotros nos cuesta vivir sin eso, imagínate cuando no han tenido otra cosa y no tienen recuerdo de su vida sin eso. Entonces para mí es fundamental, porque también podemos educarles un poquito y enseñarles un poquito los peligros que tienen. Ahora bien, entiendo que puede haber situaciones complejas, ¿no? Por ejemplo, se me ocurre un niño muy tímido, que tenga un círculo de amigos muy reducido, o que le cueste hacer amistades, o que sea nuevo en un colegio. Entonces, que estén todos sus amigos, posibles, futuribles, o amiguitos, los pocos que tenga, tengan móvil. Entonces él se quede excluido de las conversaciones. No me vale cualquier niño, niñas han sentido, o sea, no han estado en todas las conversaciones, pero eran mis niños, pero son niños sociables, o sea, que no tienen problemas de relación, y son niños abiertos, y entonces, pues bueno, se excluyen de una conversación y luego al día siguiente se la cuentan. O sea, que no pasa nada. Eso no me vale como excusa, ¿vale? Que ese es el filtro de todos los males. No, no me vale. Ay, es que no me entero de nada. Bueno, pues te expliquen al día siguiente, no pasa nada, ¿vale? Pero pongámonos en el caso límite de un niño, pues que sí que tiene esa dificultad, o una niña, que sí que le cuesta, y que bueno, eso puede hacer que todavía se excluya más del grupo, ¿vale? Bien, por ejemplo, se me ocurre un niño que va siempre solito a casa, y que tiene 12 años, y sus papás trabajan, y vive cerca, y bueno, pues sus papás para estar tranquilos, oye, ya has llegado, sí, ya ha llegado. Ahí se puede limitar el uso del móvil, ¿eh? O sea, a determinados usos concretos, pero bueno, pues pudiera darse alguna situación. Yo digo que en ambos casos, o en cualquier caso, usarlo solamente y exclusivamente en el caso de que podamos tener nosotros los papás un control diario, y en cualquier momento de ese aparato. ¿Qué quiere decir esto? Que si mi hijo está mandando un WhatsApp, es en ese momento en el que tengo que coger el móvil y mirarlo, ¿vale? No vale que siempre cuando se acuestan lo dejen en una cajita, y entonces yo lo revise, porque cuando llega a la cajita, el móvil está más limpio que una patena. Yo necesito ver lo que hace, y no simplemente limpiar mi conciencia de que estoy haciendo lo que tengo que hacer, ¿vale? Si me lo dejan sin registrar en una cajita o en una mesa, cuando ya se van a dormir, esto quiere decir que todo lo que no querían que yo viese, ya no está. A lo mejor les he prohibido que usen Instagram, no te preocupes, tendrán cuenta, y la usarán entrando en el modo incógnito, y no te enterarás, y borrarán todos los WhatsApp. Pero si tú lo coges en el momento en el que están escribiendo, entonces pillarás cosas que son más desagradables. O que no te gustaría pillar, pero que están ahí, y que tienes que conocer. Entonces, interesante, que si yo se lo doy, a la edad que sea, yo tenga esta capacidad, no me refiero a la capacidad simplemente porque existe la posibilidad de hacerlo, sino que yo lo haga, que yo tenga el momento, el tiempo, y la fuerza de voluntad para hacerlo, porque cuando lo haga se van a enfadar, no sé qué, me voy a encontrar cosas desagradables, qué pereza, llego a casa, estoy cansada, ahora cojo el móvil, ahora pelea con tu hijo porque has encontrado no sé qué que no deberías encontrar, porque entra en una página que no debería, porque lo que sea. Está bien el control parental también que existe, que también es necesario, porque podemos controlar un poquito lo que hacen, pero os digo que incluso con control parental hay cosas que no podemos saber como es los mensajes de WhatsApp que le están mandando a su compañero de clase, porque los borran. Entonces, por eso os digo que tenemos que tener el tiempo para poder vigilarles, y lo digo a las claras, porque nos encontramos con esos niños de 8, 9, 10 años que ya se han iniciado en el porno, y esto produce, no sean familias dejadas, no sean familias terribles, eso ocurre a nuestro lado. Entonces, de acuerdo, déjale el móvil, pero si te ves en la obligación de hacerlo, pero que sepas que tienes que estar preparada para controlarlo, para controlar su uso. Y puesto que es una niña y tiene 12 años, en el caso de que decidas no hacerlo, pues aquí hago un poco de venta de mi libro, le compras a Fuego Lento 1 y a Fuego Lento 2, y le dices que se los lea, y le explicas por qué no le regalas, no le dejas, no le cedes un móvil, ¿vale? Venga, muchísimas gracias, María, por compartir tu inquietud con nosotros, por hablarnos de tu problema, y es un placer tenerte por aquí. Que sepáis que cualquiera de vosotros podéis participar con el WhatsApp del programa, que es 663364211. Lo digo más despacito que me embalo. Os esperamos. Bueno, y ahora vamos a seguir con un apartado que tenemos todos los programas, que es la parte de los tips, que me gustan a mí mucho, ya lo sabéis. Entonces vamos a dar tips para fomentar este esfuerzo y este acompañamiento tanto en las comunidades como en las familias. Allá vamos. Primer tip. Crea momentos de conexión. Crea estos momentos en los que desconectes de lo demás, sea la serie Netflix, sea el trabajo, sea el móvil, sea lo que sea, y conectes con tu entorno. Se está dando cada vez más incluso en las instituciones religiosas. En las instituciones religiosas, no sé si sabéis, los que no son religiosos, los que lo sois sí, que hay un ratito después de la cena, que se llama un ratito en el que se juntan como en familia y charlan, cosen en un ratito de tele de alguna cosa que es interesante para ellas o para ellos, leen, comentan. Este ratito de recreación, como ocurre en las familias, cada vez es menor, cada vez es más escueto, porque hay muchas obligaciones, porque tengo que hacer un trabajo y se aprovecha para en el ordenador portátil ver una serie que te apetece ver, o hablar con alguien, o efectivamente estudiar, realizar ese trabajo pendiente. Esto que es normal, que ocurre como en las familias, que cada vez se da más, está haciendo que se pierda esos momentos de conexión entre las partes. Entonces yo creo que es necesario volver a esos momentos de conexión, recrear esos momentos de conexión, que pueden ser una cena, pueden ser momentos forzados, como un viaje, una convivencia, un retiro, o pueden ser momentos cotidianos, como digo, ese después de cenar un ratito, aunque luego tengas que trabajar que sea obligado para estar aquí, para charlar, para tratarnos como los hermanos que somos, y lo mismo en las familias. Yo recuerdo con especial cariño la palabra siempre merienda, siempre me ha gustado esa palabra, merienda, me recuerda a la cocina de mi casa, las tardes, bueno, noches, porque en invierno enseguida es de noche, las noches de invierno, cuando yo estudiaba en la universidad especialmente, no sé por qué, a lo mejor porque son épocas en las que estás estudiando, cansado, y en ese momento decía voy a merendar, y mi madre se sentaba conmigo, y se tomaba un café a mi lado, yo a lo mejor me tomaba unas galletas, una magdalena, no me acuerdo la verdad, no tengo ni idea, pero tengo mucho cariño a esos momentos en los que aprovechaba, a lo mejor eran 10 minutos, cuarto de hora, para charlar con mi madre, a veces no hace falta mucho más, hace falta esos pequeños momentos de conexión, de unión, y a veces, por desgracia, el mundo que llevamos, o por las prisas, o lo que sea, esos momentos de conexión tienen que estar establecidos, no tienen que ser como obligados, porque la madre no está a la hora de la merienda, porque bueno, pues vamos a cenar juntos, y vamos a charlar un ratito, y luego cada uno salga por peteneras, pero vamos a sentarnos, y desconexión de otras cosas, atención, y ese me lleva al segundo tip, escucha activamente, en esos momentos de desconexión, los que sean, es una escucha real, no es una ajá, ajá, eso lo hemos hablado también la primera vez, por lo que te esté contando el compañero de comunidad, o con lo que te esté contando tu hijo adolescente, es un momento en el que tengo que estar, o intentar estar, al 100% en lo que me cuenta, entonces escucha activa, ofrece tu ayuda, es el tercer tip, ofrece tu ayuda, y aquí me refiero a no tu ayuda emocional para escuchar eso que se está diciendo, que a veces también es necesario, sino que me voy más allá, a veces en esos momentos en que ayudas a alguien a hacer algo concreto, en esos momentos son también muy importantes, se me ocurre pues, oye está haciendo la cena, la comida, oye espera que te ayudo, te corto el calabacín, y mientras tanto surge ese acompañamiento, esa conversación, esa cercanía, esa conexión necesaria, entonces ofrece tu ayuda en determinados momentos, que estamos cansados, que ya tenemos bastante con lo nuestro, bueno pero si te sobran 10 minutitos y ves que está liado, ponte a su lado, y eso también crea pues ese acompañamiento físico que es muy necesario. El punto cuarto sería celebra los pequeños logros, eso también lo hemos dicho otras veces, y es un tip que saldrá más veces, me parece fundamental, los pequeños logros de cada uno, pues que le ha salido muy bien la comida, que oye que bien es el examen, oye que bien te ha salido el examen, vamos a aprovechar, vamos a salir a comer fuera que te ha salido fenomenal el examen, yo siempre digo que cualquier momento es maravilloso para celebrar, que celebrar debería estar institucionalizado, pues vamos a hacerlo, y quien dice comer fuera dice vamos a hacer un postre especial, o vamos a sacar esas galletitas que nos regalaron, y que como nos descuidamos le vamos a regalar a alguien más, eso pasa mucho en las instituciones religiosas, te regalan los bombones y no sabes cómo pero salen de allí, y es que se los han regalado a alguien más, no no no, vamos a comer los bombones esos que tenemos ahí guardados desde hace una semana, vamos a aprovechar, vamos a celebrar, eso también une mucho y crea esa comunidad y esa intimidad, y por último ser un modelo de esperanza, en tu comunidad o en tu familia, te sabes amado por Dios, te sabes acompañado por Dios, pues vamos a ser modelo de esa alegría y de esa ilusión y de esa esperanza, incluso cuando estemos un poquete más a apagar ellos, no pasa nada, nos ilusionamos otra vez, nos liamos la manta a la cabeza y decimos Dios tú me quieres, tú estás ahí, y somos modelo para los demás, luz, rayo, esperanza, todo como lo queráis llamar, creo realmente que es importantísimo que trabajemos en ese sentido, que creemos esos momentos, que estemos atentos a la escucha, que ofrezcamos nuestra ayuda, que celebremos esos logros de los demás y los nuestros propios, o los comunitarios, a veces es la familia entera la que ha conseguido algo, oye, fíjate, hemos podido hacer esto, hemos terminado de pagar la hipoteca, vamos a celebrarlo, pero celébralo. Hoy recordando y uniéndonos en oración por todas las víctimas, no solo las mortales que evidentemente, sino también por las víctimas, por las que están sufriendo pérdidas, el tipo que sea, en la dama de los pueblos de Valencia, hemos explorado el poder que tienen nuestras vidas, el esfuerzo y el acompañamiento, y como ese esfuerzo, como ese acompañamiento siembra la esperanza en nuestras vidas. Vamos a recordar, vamos a intentar recordar a lo largo de esta semana por lo menos, que la unión, en esta unión precisamente es donde encontramos la fuerza para enfrentar cualquier desafío, esto de la unión hace la fuerza, es real como la vida misma. Me gustaría que reflexionáramos sobre cómo podemos ser además, en nuestro día a día, agentes de esperanza, en nuestra comunidad, en nuestra familia, que le echemos un ratejo a dar una vuelta a esto, porque a veces nos metemos en nuestras propias vidas, nos cansamos de ser rayo, de ser luz, de ser ilusión, nos cansamos de sonreír cuando los demás no sonríen, y bueno, os invito a seguir intentándolo, una y mil veces, como decíamos al principio, esto no estaría de un solo día, esto hay que currárselo todos los días, pues a seguir currándolo todos los días, a seguir trabajando, a acompañar, a estar ahí, a trabajar codo a codo con los que nos rodean. Y bueno, hasta aquí ha llegado nuestro programa de hoy, quería agradeceros una vez más vuestra compañía en este viaje, y bueno, deciros que os esperamos en el próximo programa de Trabajando Esperanza, que esta vez tratará más de las familias, aunque veis que está todo muy relacionado y que vale para todos, nos centraremos más otra vez en la etapa esta tan compleja para las familias, que es la adolescencia, y los problemas de la adolescencia. Entonces, bueno, recordaros que el próximo miércoles a las 9 de la noche estaremos aquí juntos, Trabajando la Esperanza. Os recuerdo una vez más, puedes contactarnos por WhatsApp en el 6 6 3 3 6 4 2 1 1. Y nada, estamos aquí para trabajar juntos codo a codo, para acompañarnos a través de las ondas en este viaje tan bonito, que es el viaje de la esperanza. Hasta la semana que viene.
Trabajando esperanza #4
Fecha: miércoles, 30 de octubre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 46:14
Mostrar transcripción de Episodio 4. Jóvenes y nuevas tecnologías.
Transcripción de Episodio 4. Jóvenes y nuevas tecnologías.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar nuestros corazones y conectar con la juventud. Hoy hablaremos sobre un tema muy relevante en la vida de los jóvenes, las nuevas tecnologías y cómo éstas pueden afectar a nuestra forma de vivir y comunicarnos. Soy Noemi Saiz y a lo largo de esta hora exploraremos cómo las promesas de Jesús pueden ofrecer esperanza y dirección en un mundo donde la tecnología a menudo quema etapas y crea distancias emocionales. Las nuevas tecnologías han transformado nuestras vidas, desde smartphones hasta redes sociales están presentes en cada aspecto de nuestra existencia, sin embargo, esta constante conexión puede tener un precio. Muchos jóvenes se sienten abrumados y perdidos en un mar de información y expectativas. La realidad es que, aunque estamos más conectados que nunca, a menudo nos sentimos más solos. Sin más, comenzamos. Muy buenas tardes, muy buenas noches a todos. Muchas gracias por estar de nuevo con nosotros en Trabajando Esperanza. Como os decíamos al inicio, hoy vamos a hablar sobre las nuevas tecnologías. Volvemos al programa que tiene que ver con las familias, con la juventud, con A Fuego Lento. Trataremos en especial este tema que yo creo que nos preocupa un poquito a todos, que nos ocupa. Mi padre decía que no hay que preocuparse por las cosas, que hay que ocuparse por ellas. Y eso es lo que vamos a hacer hoy, trabajar para darnos cuenta de que hay esperanza. El uso excesivo de la tecnología puede hacer que los jóvenes quemen etapas en su desarrollo personal y emocional. Es uno de los temas que trato en A Fuego Lento. Precisamente es el eje central del libro y también es el que da de alguna manera nombre al título A Fuego Lento. Precisamente por volver a aquellas relaciones que teníamos antes, que no quemaban etapas, que no iban tan rápido, sino que se centraban en el aquí-ahora y que se cocinaban a fuego lento. Como os decía, el uso de la tecnología puede hacer que quemen estas etapas en su desarrollo personal y emocional. Marta, la protagonista de mi libro, se enfrenta a situaciones complicadas debido a la rapidez con la que se establecen estas relaciones después de que inicialmente su amiga y luego ella misma se hagan con un móvil. Hoy vamos a leer un párrafo que ilustra esta situación. En ese fragmento, Marta y su amiga Lidia están en medio de una conversación sobre las redes sociales. Vamos a ver que en cierto modo ella subyace esta especie de presión social por estar conectadas, por la imagen que van a dar, que luego se desarrollará más a lo largo del libro. Ponemos un poquito de música de fondo y comenzamos a leer. Llevábamos toda la tarde haciéndonos fotos de lo más tonto. A esas alturas empezábamos a posar de manera profesional, como hacían el resto de nuestras compañeras de clase. ¿Qué nombre me pongo en Instagram? Pues Lidia González, ¿no? Tú eres más tonta de lo que pareces. Con ese nombre, los únicos que me van a encontrar en Instagram son mis padres. ¿Qué te parece, chica Lidia? ¿De verdad? ¿O me tomas el pelo? Reí yo también. No lo visualizo para nada. ¡Joé! ¿Qué difícil es esto? Pues dime tú, listilla. No sé. ¿Lady Lidia? Muy cursi, ¿no? Eso de poner nombre a una red social era más complicado de lo que parecía, pero también estaba resultando ser bastante divertido. Más que una pianola que dice mi madre. ¿Y qué es, si te digo la verdad? No sé lo que es. Se quedó pensativa mirando al cielo y dijo... Lo tengo. Solo Lidia. Mola. Suena genuino, ¿no? La verdad es que... Creo que fue la última vez que nos reímos de esa manera tan tonta en la que solo las niñas saben hacerlo. Suena bastante trágico, pero el móvil. El móvil de Lidia. Cambió nuestras vidas. La de las dos. Y no solo por lo que ocurría meses después, sino por la forma en que nos transformó. Y sobre todo transformó el modo de relacionarnos. Ahora nuestras salidas al parque las ocurrían en torno a ese aparato. Apenas charlábamos. Los padres de Lidia solo le dejaban el móvil por las tardes y aprovechaba los ratos conmigo para ponerse al día. Hacía dos meses de su cumple y ya tenía más de cuatrocientos seguidores. Así que pasábamos la tarde en busca de la foto perfecta que nos diese más y más likes. Y he de confesar que no se nos daba mal. Al principio todo aquello me exasperaba un poco. Estaba de menos a la antigua Lidia. Y los ratos juntas tomando un helado y hablando de su zanahorio, un pelirrojo que la volvía loquita. Y de mi Robert, un chico de segundo al que apenas me atrevía a mirar. Pero ya sabéis aquello. De si no puedes con tu enemigo, únete a él. Un pitido discontinuo característico de los mensajes de Instagram de Lidia sonó. Y ella me miró, sonrió y apartó un poco el móvil. El zanahorio estaba ahí. Se escribía con él desde hacía como diez días. ¿Quién se lo iba a decir a ella? Que llevaba enamorada de él desde segundo infantil. Y bueno, parecía que en diez días se habían hecho íntimos. Diez días. E incluso se habían declarado su mutuo amor. Bueno, pues creo que esta parte del libro, este fragmento, es un poquito un ejemplo de lo que ocurre. Marta y su amiga tienen... Y la verdad es que, bueno, pues se encuentran en un momento de su vida importante cuando aparece este móvil. Y creo que no es una cosa exagerada, ¿no? Es decir, que la vida cambia y que la forma de relacionarse cambia, ¿no? Y lo vemos, ¿no? Nos vemos en los parques, cada uno con su móvil, como si no hubiera otra cosa en el mundo. Relacionándose con gente por Instagram o por WhatsApp. Y sin ese calor un poquito humano. Las interacciones en línea pueden llevar a una percepción distorsionada de lo que significa conocer a alguien. Vemos como Lidia conoce al tal Zanahorio, a Luis, de esta manera. No lo había conseguido nunca. Y en 10 días, en sólo 10 días, ambos se confiesan amor eterno. O sea, algo que no habían logrado hacer en muchísimo tiempo, de repente, pues al tener este aparato en la mano, pues hace que quemen todas esas etapas, ¿no? Todo ese flirteo previo, todo ese... Que tiene tanto encanto, por otro lado. Y que ya nunca volverán a tener. Esto luego se sale de madre, ¿vale? Os lo anticipo. Se va de madre en el caso de Lidia y en el caso de Marta. ¿Qué pasa? Que con un clic se pueden iniciar relaciones, pero esto también puede llevar a grandes desilusiones. Piensan que son grandes amigos, que se conocen muchísimo, pero ha ocurrido en 10 días, ¿no? Y entonces, de ahí, pues puede llevar a achascos, ¿no? Que es lo que está ocurriendo en los jóvenes de hoy. Con esta cantidad de suicidios, por expectativas, por desilusiones que ocurren en las redes sociales. Aparte de otras cosas que también tratamos en el libro y que más adelante hablaremos de ellas, ¿no? Los jóvenes lo que necesitan es entender que el amor y la amistad requiere tiempo y esfuerzo. Y eso con un móvil es imposible, ¿no? Las relaciones que se construyen lentamente, a través de conversaciones sinceras, momentos compartidos, son más profundas y significativas que aquellas que se producen a golpe de clic. Un paseo, hablar de tu familia, de cómo te sientes. Es la manera, digamos, tradicional y mejor de conocer a alguien. Las nuevas tecnologías ofrecen, son sin duda, una especie de doble filo. Es verdad que ofrecen muchas posibilidades. Yo soy una gran defensora del uso de las grandes tecnologías en muchos aspectos. Pero, a la vez que nos conectan, deshumanizan, ¿no? Y vemos adolescentes que no quieren salir de su cuarto porque están conectados a redes sociales, a los videojuegos que tienen en línea con otros adolescentes. Y si antes tu madre te tenía que sacar de la casa de tu amiga o de la calle para ir a cenar, ahora lo que te tiene que sacar es apatadas a la calle para que salgas a jugar un rato. Y ese rato se hace eterno, o sea, no saben qué hacer. Los jóvenes en este entorno, en este ambiente, pueden sentirse presionados a actuar rápidamente, a conectarse sin realmente conocer a la otra persona. Es lo que le pasa a Lidia y lo que le pasará después a Marta. Un me gustas, desde hace muchos años, es mucho más fácil de decir con el teclado de un móvil que cara a cara, sobre todo cuando tenemos 12 o 13 años. Y ese me gustas con el teclado del móvil puede llevar a nos vemos en pocos segundos. Y ese nos vemos puede llevar a cuantas ganas de darte un beso en milésimas de segundo. Entonces estamos adelantando procesos, estamos como decíamos antes quemando etapas. Esto lo que lleva es a esas relaciones superficiales que decíamos antes, en las que no hay una preparación emocional, porque no ha habido ese camino, no ha habido ese recorrido, no ha habido ese ser amigos, mirarnos, rozarnos, darnos la mano. No ha habido nada antes de que llegue a ese te quiero. Hablando de esas relaciones y la tecnología, no podemos dejar de ignorar otro tema, que yo también quería tratar, que está afectando a muchos jóvenes, que es el consumo de pornografía. Estos aparatitos que dejamos totalmente en sus manos, está haciendo que el consumo de pornografía por parte de críos, de niños, se dispare. No sé si sois conscientes, porque a mí cuando leo estas cosas se me ponen los pelos como escarpias, porque tengo un niño de 11 años. Que el uso de la pornografía empieza hoy en día entre los 8 y los 10 años. Me parece una aberración. Y la mitad de los adolescentes tiene acceso libre a estos contenidos. Los adultos, sus papás, ponemos en sus manos móviles cuando no tenemos el tiempo de controlarlos. Tengo muchos amigos que nos dicen, bueno, no pasa nada, yo por la noche le retiro el móvil y lo deja en un sitio y yo lo ojeo, lo miro. Y yo siempre les digo, tú te crees que eres más listo que tu hijo, pero no. Tu hijo en ese momento, como ya sabe que siempre es así, ha ahorrado absolutamente todos los contenidos. Eso, si no sabe ya entrar desde la ventana de incógnito, para no dejar rastro. Entonces, dejarle un móvil a un niño de 8, 10, 11, 12, 13, 14 y sigo sin ningún tipo de control, lleva a este tipo de usos que nosotros pensamos, que no, que va mi hijo, si es muy responsable, si es muy pequeño, pero llegan a sus manos. Porque les mandan un compañerito, que se lo ha mandado a su vez otro compañero, que ha llegado allí accidentalmente. Este problema del uso de la pornografía no es solamente un problema individual, sino que preocupa generalmente, pero no nos ocupa, como decía antes, a las familias y a todos los que tienen relación con los jóvenes, incluidos los profesionales de la salud, en la educación, en los servicios sociales. Los expertos están cada vez más preocupados por la relación que existe. No sé si lo habíais oído esto, va a sonar a lo mejor, pero entre el consumo de pornografía y el aumento de la violencia sexual. Porque cuando las relaciones sexuales se entienden como un derecho, como algo que está ahí cuando lo quiero, cuando las mujeres que aparecen en esta pornografía están siempre dispuestas, siempre disponibles y encantadas, hasta de las vejaciones más grandes, pues ellos, en su cabeza, que no está preparada para filtrar, porque son muy pequeños, no es que yo diga que la pornografía la deban utilizar los adultos, pero por lo menos saben distinguir entre realidad y ficción. Ellos no entienden esta distinción. Entonces, que una chica grita cuando la violentan, pues le parece normal, porque es lo que ocurre en este tipo de contenidos. Se está llevando a los jóvenes a asumir comportamientos que son de riesgo y a una comprensión errónea de lo que significa el amor y las relaciones. Y esto, en gran medida, si no en casi toda la medida, viene precisamente por el uso de las nuevas tecnologías, de las tablets, de los contenidos en el móvil. Por eso, yo estoy convencida de que es cada vez más necesario ser conscientes del daño que puede hacer el uso de estas tecnologías en edades tempranas. Debemos educar y debemos acompañar a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, a nuestros nietos, para que puedan enfrentar estos desafíos de forma saludable, de forma normal. Y perdonadme, pero la única manera de hacerlo es dejándole estos aparatos a su disposición a edades menos tempranas, a edades en las que nos haya dado tiempo a formarles al respecto. Porque el problema que se da es que si yo le dejo un móvil con libre uso o semi-libre uso a mi hijo de 8 años, no he tenido tiempo de trabajar todo esto con él. No he tenido tiempo de formarle en lo que son las relaciones adecuadas, porque acaba de dejar, no sé, de ver Bob Esponja. Bueno, o lo sigue viendo. No me he puesto a hablar con él de relaciones sexuales, porque no es el momento. Entonces, atrasar el uso de estos aparatos creo que es la primera gran medida que tenemos que usar, aunque luego hablaremos de estos famosos tips que trabajamos a menudo. Bueno, ¿y cómo podemos dar esperanza a estos jóvenes en este contexto? Y ahora viene la parte religiosa-espiritual que es fundamental. Lo primero es escucharles. Tenemos que entender sus dudas y sus frustraciones. Y tenemos que trabajar desde ahí. Pero como os digo, esto no es factible si estoy hablando con un niño de 8 años, que tiene la capacidad de entender lo que le digo. A veces con 10 y 8 tampoco. Pero desde luego con 8, por muy maduro que sea. Que también tengo amigas que me dicen, no, es que mi hijo, es que mi hija es muy maduro para su edad. Bueno, sí, será muy maduro para 8 y tendrá como 9. Pero será un niño pequeño. Las promesas de Jesús, eso es fundamental. No son palabras vacías. Son una invitación a vivir de manera diferente, más auténtica y más humana. Para que nuestros adolescentes, nuestros jóvenes, se sientan atraídos por este mensaje, pues necesitan ver que nuestra vida, esas promesas son reales y nos transforman. No le vale de nada decirles que le vamos a misas y que nosotros, como he dicho en estos programas, no nos arrastramos por la vida. Si les decimos que estas promesas llenan y que estas promesas dan esperanza y que dan ilusión y alegría, tenemos que ser personas alegres y ilusionadas. Incluso aunque a veces, como os digo, a mí también me pasa y es normal, aunque a veces estemos un poquito desesperanzados, pero tenemos que dar esta imagen de personas ilusionadas. Recordemos que en este mundo que a menudo parece oscuro, es necesario ser luz y ser sal. Incluso cuando tenemos un día no tan luminoso, que puede pasar. Y ser luz y sal es lo que marcará esa gran diferencia, empezando por nuestro entorno, empezando por nuestros hijos. Es importantísimo con ellos ser coherentes entre lo que hacemos y lo que decimos y así solo les inspiraremos. Antes de seguir con un ratito musical, me gustaría leeros un mensaje de WhatsApp que nos ha escrito Sor Carmen. Os recuerdo, el mensaje, o sea, perdón, el contacto para WhatsApp es 663364211. Sor Carmen, que escuchó el programa pasado, que hablaba más específicamente de la vida religiosa, de las instituciones religiosas. Perdón, estoy un poco espesilla. Pues nos dice lo siguiente. Hola, soy Carmen. En nuestra comunidad trabajamos la esperanza a través de la oración y el servicio. Dios es nuestro motor y a través de pequeños gestos de amor ayudamos a otros y a las hermanas a reencontrar su camino. Les recordamos que nunca están solos y que siempre hay luz en la fe. Termina diciendo un abrazo lleno de esperanza para todos. Pues mil gracias, Sor Carmen, por este mensaje de WhatsApp. No hay más que decir, no añado nada más. Señoría. Así es, ¿no? Al final los que somos religiosos, los que somos creyentes, tenemos un plus en esta búsqueda de esperanza o en este trabajo de esperanza, ¿no? Y es que le tenemos a Él. Los que no lo tienen, pues en este mundo oscuro lo tienen más difícil. Nosotros tenemos ese empuje que nos ayuda y que tenemos que saber transmitir, como decíamos antes. Ahora os voy a dejar un momento para escuchar una canción que realmente llega al corazón. A mí, por lo menos, me gusta mucho. Se llama ¿Quién? Es de Luis Guitarra y habla de cuál es realmente el origen de nuestra esperanza, ¿no? Que nos invita a... Y nos invita a reflexionar sobre lo que nos impulsa a seguir adelante. Me ha parecido súper apropiadísima por el día de hoy y por eso te la dejo. Relájate, deja que la melodía te envuelva y permite que el mensaje se instale en tu corazón. Vamos a disfrutar juntos de ¿Quién? De Luis Guitarra. ¿Quién escucha a quién cuando hay silencio? ¿Quién empuja a quién si uno no anda? ¿Quién recibe más al darse un beso? ¿Quién nos puede dar lo que nos falta? ¿Quién enseña a quién a ser sincero? ¿Quién se acerca? ¿Quién nos da la espalda de aquello que no es nuestro? ¿Quién devuelve a quién la confianza? ¿Quién libera a quién del sufrimiento? ¿Quién acoge a quién en esta casa? ¿Quién llena de luz cada momento? ¿Quién le da sentido a la palabra? ¿Quién es el universo? ¿Quién con su paciencia nos abraza? ¿Quién quiere sumarse a lo pequeño? ¿Quién mantiene intacta la esperanza? ¿Quién está más próximo a lo eterno? ¿El que pisa firme o el que no alcanza? ¿Quién se adentra al barrio más incierto y tiende una mano a sus griganzas? ¿Quién elige a quién? ¿Quién sostiene a quién? ¿Quién no tiene nada? ¿Quién se siente humildo a lo imperfecto? ¿Quién no necesita de unas alas? ¿Quién libera a quién del sufrimiento? ¿Quién acoge a quién en esta casa? ¿Quién llena de luz cada momento? ¿Quién le da sentido a la palabra? ¿Quién diverso? ¿Quién con su paciencia nos abraza? ¿Quién quiere sumarse a lo pequeño? ¿Quién mantiene intacta la esperanza? Después de esta canción, que seguro que te ha gustado tanto como a mí, te invito a reflexionar sobre tu propia experiencia, ¿no? ¿Cómo te sientes tú con respecto de la tecnología en tu vida? Yo confieso que a veces me embarga, ¿no? Que a veces me doy cuenta de que relleno muchos huecos que no debería rellenar a lo mejor, ¿no? Pues con ese juego que me tiene un poco enganchada o con mirar el correo o contestar un WhatsApp de trabajo o no de trabajo, ¿no? O con mirar unos cuantos reels mientras espero a que... Cosas que no son malas, pero... espacios que antes a lo mejor dedicaba pues a dar una vuelta a las cosas, a pensar, simplemente a tener la mente en blanco y que ahora nos vamos rellenando con historias, ¿no? Entonces... No sé, ¿y tú? ¿Cómo te sientes con respecto a la tecnología, no? ¿La usas o te usa? ¿Qué te gustaría cambiar, no? Para que... Para que te ayude en vez de abrumarte, ¿no? Porque está bien, ¿no? Yo he escuchado audiolibros porque no me da tiempo a leer en un atasco, igual que antes escuchaba la radio. Pues yo he aprovechado una sala de espera para contestar correos de trabajo y así luego tener más tiempo. Yo he escrito dos libros en el móvil. Pero... ¿A qué punto no llega un momento en el que nuestra vida está demasiado llena de contenidos, de historias? ¿No dejamos un huequecito libre para... Pues para eso, para tener la mente en blanco, para pensar, ¿no? Creo que este es un buen momento para darnos cuenta de cómo puedes cultivar la esperanza en este sentido en tu vida, ¿no? Bueno, pues hay maneras de cambiar, hay cosas que se pueden hacer, ¿no? Así que nada, te dejo con esa reflexión y sin más nos vamos a los tips para el uso de las nuevas tecnologías en nuestros adolescentes. Vamos a ver. Primer tip. No hasta los 16 años. Sé que más de uno, os acabáis de echar las manos a la cabeza y habéis dicho, ¿pero qué me cuentas? ¡Inviable! O sea, ¿qué me estás contando? O sea, mi hijo lo tiene desde los 12, ya lo tenía toda la clase. No hasta los 16 años. Una cosa es que tengamos un móvil de estos viejos que teníamos nosotros y que hemos desechado porque no tenían espacio, porque la cámara era un horror, o por lo que sea. Y le metamos una tarjeta con muy poquitos datos para que cuando va a algún sitio con sus amigos, porque a partir de los 13, 14, pues ya pueden salir al burger a tomar algo, les tengamos un poquito localizados. Y también para que ellos estén localizables. Porque ahora los adolescentes no saben quedar. No es como antes, que era, quedamos en el oso y el madroño, no sé si vosotros no lo habéis hecho. Yo he quedado en el oso y el madroño mil veces. Quedamos en el oso y el madroño a las 6 de la tarde. Y de allí no se movía ni perri hasta las 6 de la tarde. Y si llegaban las 6 y 21 no había aparecido, nos íbamos. Y ese pues no llegaba. Hoy en día, como tienen el móvil, quedan en un sitio a las 6 de la tarde, pero a las 5 y media una se ha metido en el Stradivarius de al lado, la otra se ha ido a tomar un café en el Starbucks y digamos que van haciendo grupo. Claro, si no tienen móvil, no se enteran de los cambios y siguen allí los pobres en el oso y el madroño a las 6 de la tarde hasta las 6 y media. Para estas cosas, se tiene un móvil de uso común. Nosotros teníamos uno entre dos hermanos, entre Sarai y Juan Pablo, el móvil de salir. Y este móvil uno u otro, independientemente, lo usaban sólo cuando salían o sólo cuando volvían de clase tarde, sólo en determinados momentos. Entonces, hasta los 16 años nada. ¿Por qué? ¿Por qué los 16? Porque nos dio un poquito de margen, nos dio un poquito de tiempo a trabajar con ellos todo esto que hemos hablado, a decirles que las relaciones son más. También aquellos mismos experimenten en carnes propias que las relaciones son más. Mi hija Clara tuvo el móvil a los 16 años y en bachillerato, en segundo de bachillerato, que ella ya tenía el móvil, pues quitaban el móvil y lo tenían que dejar en una caja. Luego este año, ya no sé cómo es el tema, pero lo dejaban en una caja y no lo podían coger hasta la hora del recreo que salían del cole. Entonces, la profesora estaba sorprendida porque mi hija Clara nunca cogía el móvil cuando se iba al recreo, porque no tenía esa costumbre y esa necesidad de usarlo. No lo había usado, entonces a la hora del recreo iba con sus amigas a tomarse algo, era media hora o tres cuartos de hora, no sé, lo que fuera. Y entonces no lo necesitaba, no lo cogía hasta que no salía del colegio, de tal manera que si alguna vez me tenía que comunicar con ella, no podía contar con el móvil, se lo tenía que decir antes, porque muy probablemente no lo viera hasta muy tarde. Entonces, lo que os digo, si es los 16 años, nos da tiempo a que se acostumbren a que hay otro tipo de relaciones sociales, a que vivan ese tipo de relaciones sociales y a que aprendan a relacionarse de otra manera y entonces no estarán tan dependientes de este aparatejo, ¿vale? Entonces, primer tip importantísimo, no hasta los 16 años. Segundo tip, ¿cuándo sí con control? Vale. ¿Resulta que salen? ¿Resulta que tengo un hijo que tiene una llave, que llega a casa y se queda solo un tiempo hasta que yo llego de trabajar? ¿Resulta qué? Vale. En esos casos en los que indispensablemente tienen que tener un móvil antes de los 16, o en esos casos en los que ya le hemos dado el móvil después de los 16, con control. Y eso quiere decir que por la noche se desconecta, tengo un control parental que desconecta, que si se quieren descargar algo en ese móvil yo me entero, entonces doy la aprobación o no la doy y que en cualquier momento del día yo puedo pedirles ese móvil y mirarlo, sin previo aviso. No me sirve el lo dejo aquí por la noche cuando ya está todo borradito y todo bien, y lo miro. Sino que en el momento en que tú estás escribiendo un mensaje de WhatsApp, yo puedo cogerte el móvil y lo puedo mirar. Y suena muy invasivo, pero es que son pequeños. Tenemos que saber qué hacen, tenemos que saber de qué hablan y con quién hablan. Porque si no pueden estar pues desde hablando con un adulto hasta teniendo relaciones que no corresponden a su edad o viendo contenido pornográfico. Entonces, cuando sí con control vale, resulta que yo quiero darles el móvil a mi hijo con 14 años, porque me da la gana. Muy bien, pero entonces tienes que ser consciente de esto, de que tienes que tener el tiempo de controlar el móvil todas las semanas, por sorpresa. Yo no lo tengo. Con los cuatro críos, con el trabajo, con la casa, cuando llego a casa no tengo tiempo de ponerme a inspeccionar móviles, no lo hago. Con la de 18 años pues ya me fío, teniendo en cuenta que lo desconectamos por las noches. Pero con los demás pues no puedo fiarme y no puedo controlarlo. Entonces, como no lo hago, no se lo doy hasta los 16 años, que me ha dado tiempo a formarlos un poquito en todos los aspectos de la vida. ¿De acuerdo? Entonces, no hasta los 16 años, primer tip. Cuando sí con control, segundo tip. Tercer tip, fomenta el equilibrio. Anima a los jóvenes a tener hobbies fuera de la pantalla. O sea, esto de todo el día conectados a... No. Si nos ponemos a jugar algo, fuera el móvil. Si estamos comiendo, estamos cenando, fuera el móvil. Oye, no sale, juega al fútbol, juega cosas que no necesiten una pantalla. Oye, es que me gusta bajarme a jugar al balcesto un rato, aunque sea solo. Fenomenal, bájate. No se baja el móvil. A ver, está aquí al lado. No le va a pasar nada. O sea, toda la vida hemos salido al lado de casa a jugar. Bueno, pues si juega un ratito el balcesto al lado de casa, ¿para qué se lleva el móvil? O sea, que hay veces que creamos nosotros mismos esas necesidades. Entonces, vamos a aprender a que conecten, a enseñarles a que conecten con esa vida real. Primero, distanciando el momento y segundo, animándoles en este sentido. Si salen con las amigas, que hagan otra cosa que bailar TikToks. El tercer tip sería sea un modelo a seguir. Vaya, y yo no soy un modelo a seguir. Y si les preguntamos a ellos, posiblemente digan que tampoco. Es verdad que la mayor parte del uso que hago del móvil, pues no lo sé. Siendo sincera, así en confesión, así en intimidad, os diré que a veces, no solo por trabajo, que se pierdo el tiempo, como todo el mundo, con el móvil y que me entretengo con cosas que no me tendría que entretener y bueno, pues eso. ¿Qué uso del móvil más de la cuenta? Vamos a intentar poner de nuestra parte, para hacer ese modelo a seguir, para que vean en nosotros un uso responsable del móvil, un uso equilibrado del móvil, para que nos vean como reflejo de cómo ellos tienen que ser. Entonces, recordamos no hasta los 16 años cuando Seek of Control y Fomenta el Equilibrio, hice un modelo a seguir. Y por último, promueve el uso positivo. Vamos a enseñarles a usarlo. Hay cosas buenas, hay audiolibros, hay podcasts interesantes, hay cursos, hay cosas. Es verdad que de pequeños no lo usan tanto, pero a veces a lo mejor me preguntan ¿Cómo hago eso? Pues búscalo en YouTube y así lo ves. Y vamos a hacer una receta por YouTube de un pastel de no sé qué. Y eso nos sirve para estar juntas, pero a la vez para usar la nueva tecnología de una manera adecuada o no sé, alguna inteligencia artificial como esa GPT que ayuda un montón, pero que también tiene sus inconvenientes. Ayúdales que tienen un uso positivo. Saber dónde estás. Dime tu ubicación en tiempo real para que si te pasa algo, para que si te ocurre algo, nosotros sepamos en qué punto te ha ocurrido ese algo. Eso serían nuestros 5 tips. No hasta los 16, cuando sí con control, fomenta el equilibrio, sea un modelo a seguir si promueve el uso positivo. Ahora, vamos a hablar sobre la esperanza en el futuro de nuestros jóvenes en este mundo que nos presenta tantos retos, que nos parece a veces tan difícil y tan desesperanzador también para nosotros mismos. Un mundo que a la vez ofrece muchas oportunidades y por eso tenemos que trabajar, porque por el lado de las oportunidades, de los retos, de las posibilidades, de la belleza que sigue estando ahí y que Dios nos ofrece. Cuando nuestros jóvenes se sienten valorados, cuando se sienten escuchados, pues están más dispuestos a seguir un determinado camino, un camino de autento. Yo estoy convencida de que la cierta radicalidad, el compromiso, a ellos les llama la atención y les gusta. Cuando ven cosas laxas, personas laxas, pues para eso ya están ellos. Les gusta, les interpele la radicalidad y tenemos que ofrecérsela. No nos avergoncemos de ofrecer la radicalidad del Evangelio, que no es otra. El amor al de Jesús es precisamente esa invitación a vivir de manera plena y significativa. Y nuestra misión es hacerles ver que es posible que en este mundo de lo rápido, lo inmediato, lo eficaz, lo emocional, ese amor verdadero, ese amor con mayúsculas que lo inunda todo y que ofrece a Jesús es el que realmente aporta esa ilusión, esa esperanza y sobre todo esa felicidad que es la que tanto buscan. Y así, sin más, llegamos al final de este nuevo episodio de Trabajando en Esperanza. Espero que hoy nos llevemos todas herramientas una vez más e inspiración para conectar con nuestros jóvenes, para ayudarlos en este caso, en ese uso adecuado de las nuevas tecnologías, incluso a saberles decir que no, que no pasa nada, que a veces nos da miedo ese no, que puede frustrar, que puede... el no es interesante. Vamos a ayudarles a encontrar su camino. La comunicación y el apoyo es fundamental en esta búsqueda y bueno, no dudéis en escribirnos, en contarnos vuestras dudas, en hablaros de vuestras anécdotas, de vuestras historias como Sor Carmen y ya sabéis que nos encanta saber de ti, que nos encanta contactar contigo y saber que estás ahí. Recuerda que la esperanza es algo que se trabaja día a día y no te rindas. Indonizanos la próxima semana, una vez más, donde exploraremos otros aspectos de la esperanza, esta vez en relación, una vez más, a la vida religiosa. Como siempre, mantén la sonrisa, sigue sembrando amor en tu entorno, en tu familia, en tu comunidad y ya sabes que si quieres ponerte en contacto con nosotros, tenemos un teléfono de Whatsapp que es el 6633 64211. Hasta la próxima y que la esperanza te acompañe siempre.
Trabajando esperanza #3
Fecha: miércoles, 23 de octubre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 38:13
Mostrar transcripción de Episodio 3. AIR, un soplo de aire para las instituciones religiosas.
Transcripción de Episodio 3. AIR, un soplo de aire para las instituciones religiosas.
Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar nuestros corazones y nuestras comunidades. Hoy nos enfocaremos en un tema crucial, el acompañamiento institucional para nuestros religiosos. En tiempos de desafíos es fundamental fortalecer nuestras instituciones religiosas y apoyar a aquellos que dedican su vida a servicio. Soy Noemí Saiz y a lo largo de esta hora exploraremos el concepto ER, que significa acompañamiento institucional para religiosos y cómo éste puede ser un motor de esperanza y renovación dentro de nuestras comunidades. ER significa aire en inglés y es precisamente eso lo que queremos proporcionar. Por medio del proceso de aire, tendremos las herramientas y la comprensión necesarias para gestionar mejor los talentos, todos los talentos económicos y humanos. Sin más, comenzamos. ¿Cómo utilizamos ER, este concepto del que estamos hablando, para trabajar la esperanza? Se trata de un proceso que hacemos nosotros a nivel laboral. Está diseñado especialmente para instituciones religiosas, pero que aquí en este programa vamos a dar la vuelta, vamos a trabajarlo de manera que sirva un poquito para todos los que nos escuchen, sean familias, sean grupos de cualquier tipo, incluso laborales. Digamos que es un concepto con el que queremos apoyar no solamente a las instituciones religiosas que escuchen el programa, que lógicamente serán un grupo más reducido, sino a todo aquel que nos escuche. ¿Cómo podemos, a través de ER, proporcionar ese espacio de acompañamiento que fomenta la reflexión y el crecimiento? Se trata principalmente de aprender a gestionar nuestros recursos de manera más efectiva y finalmente tomar las decisiones que impacten positivamente en las comunidades, en este caso religiosas, como os decía, pero las comunidades formadas por personas pues también son las familias, como os decía. Entonces lo que hacemos es emplear estos recursos de la mejor manera, ponernos a funcionar y este trabajo, como hemos dicho estos dos programas anteriores, es el que nos ayudará a tener esperanza. Digamos que cuando estamos trabajando, cuando estamos esforzándonos, este mismo esfuerzo, este mismo trabajo es el que producirá en nosotros esa chispa que necesitamos todos y que nos va a venir fenomenal a todos los que escuchamos este programa. Durante las próximas semanas, en el formato instituciones religiosas, en el formato ER, exploraremos cómo el acompañamiento puede revitalizar a una institución religiosa, pero también a cualquiera, como decía, de los que compartamos vida. A veces esto va a ser una parroquia, a veces va a ser un grupo con el que nos reunimos, a veces una familia y a veces incluso nuestro entorno laboral. Las estrategias que abordaremos están diseñadas pues para cultivar ese sentido de pertenencia, para trabajar en unión, para apoyarnos y para construir un futuro. Y este futuro, cuando trabajamos por construirlo, pues da un brillo distinto a nuestra realidad, a lo que nos rodea. Digamos que enciende esa chispa de esperanza. Antes de continuar, me gustaría leer un par de mensajes que hemos recibido. Muchas gracias, Luis y Ana, por Whatsapp respecto a nuestro programa anterior. Os digo, recuerdo que tenemos un número de Whatsapp, 663364211. Aquí podéis mandarnos lo que queráis, el programa que queráis, vuestras opiniones, preguntas. En este caso son dos preguntas. Luis nos dice, escuché el programa y me doy cuenta de que necesito hablar más con mis hijos, pero no sé por dónde empezar. Bueno, comentábamos el otro día que era bueno tener algo de referencia. A veces simplemente, oye, vamos a hablar de no sé qué. Es complicado. Entonces, lo que tenemos que crear es ese ambiente adecuado. Y ese ambiente adecuado, pues es un ambiente fuera de móviles, a lo mejor en el que, no sé si me ocurre, yo ayer estaba con mi hija mayor que había llegado de la universidad. Entonces, en vez de marcharme, como hago normalmente, pues ya arreglarme para por la noche, porque llega más tarde, pues no. Me cogí, me senté con ella, oye, qué tal, me comentó unas cosillas, has llegado a tiempo, cogiste bien el autobús, qué tenías hoy, no sé, esas cositas. Y de eso, pues empezó a hablarme ella de otras cosas, pues un poquito más de compañeros y esas cosas. Al final se trata de crear el ambiente propicio para poder hablar y aprovechar cualquier excusa para sacar el tema que nos apetece sacar. Como decía, una película que habla sobre a lo mejor el tema LGTBI, que está como muy en boga, o a lo mejor las relaciones prematrimoniales, o a lo mejor el uso de drogas, lo que sea. Aprovechamos algo que está ahí y hablamos sobre ese tema, ¿de acuerdo? Entonces, yo creo que al final lo ideal es tener ese espacio de intimidad y de ahí ya van surgiendo las conversaciones, primero menos importantes y luego más importantes. Ana nos dice, hola, a veces siento que mis hijos no me cuentan nada, ¿cómo puedo hacer para que se abran más conmigo? Pues estamos en una pregunta muy parecida, parece que es algo que nos preocupa a todos. Y como os decía, es bastante natural, o sea, los adolescentes pues no son como de compartir su vida, ya la compartirán más adelante, pero ahora no son como de abrirse mucho. Bueno, pues es un poquito lo mismo, vamos a crear esos ambientes, esos entornos seguros, tranquilos, relajados, donde hablemos de tonterías, donde hagamos tonterías. Yo soy bastante, aparentemente, soy seria, no soy una persona sin embargo en casa con mucha tontería, pongo voces raras, no sé. Eso no me quita la seriedad a la hora de castigar o decirle, oye, como vuelves a hacer eso, prepárate. Una cosa no quita a la otra. Yo soy cariñosa, trato de darles muchos besos, aunque a veces me huyan. No sé, creo que una vez que se crea ese ambiente cercano, es el que propiciará que poco a poco nos vayamos abriendo. Entonces, eso, hay veces que no apetece, ¿no? O sea, estás cansado, lo que decíamos el otro día, estás cansado, llegas a tu casa, tienes saturación de... Y ahora siéntate a que te cuenten, yo qué sé, cualquier cosa, ¿no? Historias de ropa o... Bueno, pues sí, escucha historias de ropa y dúchate un poco más tarde y acuéstate un poco más tarde. A veces lo hacemos porque estamos leyendo o porque estamos viendo una serie, ¿no? Pues en vez de eso, usa ese tiempo para hablar con tus hijos. No me ocurre, ¿no? Porque pasó ayer. Pero bueno, cualquier otro entorno seguro, como decíamos, o tranquilo o de confianza, pues puede servir para que poco a poco vayan surgiendo estas conversaciones. Vamos a hablar ahora, volvemos otra vez a nuestro programa de hoy, que era el de las instituciones religiosas. Quería hacer este stand-by para los WhatsApp de la semana pasada. Pero vamos a volver a nuestras instituciones religiosas y vamos a hablar de algunas estrategias prácticas que se pueden implementar en las instituciones, como decía, en los grupos que sean, incluso en las familias, para fortalecer este acompañamiento, para hacer esta unión. Entonces vamos a ofrecer aquí algunas ideas. Muchas ya existen, ¿eh? Yo siempre lo digo, aquí no vamos a descubrir la pólvora. O sea, son cuestiones que en la mayor parte de los casos conocemos. Pero a veces, verlas o escucharlas, en este caso no es blanco sobre negro, pero escucharlas una vez más nos da el empuje para ponerlas en marcha. En este caso, nos vamos a centrar en la creación de esos grupos de apoyo, ¿vale? Grupos cohesionados donde se puedan tratar estos temas que tratamos en general. Entonces esto mismo nos puede servir para familias, grupos de familias que se unan y hablen o cómo hacer un grupo, digamos, de apoyo o de conversación en una empresa. En primer lugar, hablamos de estos grupos, que en primer lugar sería para compartir experiencias y desafíos. Entonces juntamos varias instituciones, nos juntamos varias instituciones religiosas, nosotros a veces hacemos esto, donde se habla de experiencias, de desafíos y esto crea un espacio seguro, como el que decíamos antes, para la reflexión y el crecimiento. Esto también es muy bueno a veces para familias, para los propios adolescentes. Entonces crear estos grupos donde podamos hablar de manera segura y hablar de nuestros desafíos. Pues fíjate, tenemos este problema, ¿no? En el caso de las instituciones, pues no tenemos vocaciones. ¿Qué habéis hecho vosotros en este sentido? ¿Qué os ha funcionado? ¿Qué no os ha funcionado? Bueno, pues la única vez que tuvimos un poquito de, pues, que funcionó algo o que vino mucha gente, fíjate, pues hicimos eso y funcionó. Pues a punto y tomo nota o fíjate, una vez me contaban unos religiosos que antes, en la hora de la recreación que se llama, después de la cena, pues los religiosos todos se quedaban pues a ver la tele, charlar un rato. Desde que había portátiles, móviles, pues los religiosos, algunos religiosos o muchos religiosos, sobre todo los más jóvenes, pues tenían la costumbre de retirárselas, mirar el móvil y ya no tenían ese espacio comunitario de recreación para hablar, ¿no? Pues algo que pasa muy mucho, como os decía, al final estamos todos relacionados, ¿no? Que pasa mucho en las familias. Entonces, ¿cómo hacemos? Oye, pues vamos a crear ese espacio donde, o sea, pues, ¿cómo lo hacéis? O sea, la idea es hablar sobre este tema en estos grupos, perdón. Entonces, ¿cómo hacéis en vuestro grupo, o sea, en vuestra comunidad? Ah, pues en la nuestra no se va nadie. Pues, ¿qué? Porque decimos que no y punto. Pues a lo mejor ha funcionado. Pues vamos a decir que no y punto. O vamos a reunirnos y vamos a hablar sobre el problema, que no hay vida comunitaria. Necesitamos que este espacio de recreación sea respetado y se marcan unas pautas, ¿no? Entonces, lo que a uno le funciona, le puede funcionar a otro. O lo que no funciona, puede no funcionar a otro. Entonces, estos grupos y el ben. Como digo, lo mismo para religiosos que para familias. Por otra parte, estaría nosotros a veces ofrecemos talleres y seminarios sobre temas importantes, ¿no? O sea, sobre temas relevantes. Pues cómo hacer determinadas cosas, ¿no? Pues a veces cómo organizar tu tiempo, cómo manejar determinadas cuestiones, pues, de marketing, no sé. Estos tipos de talleres, por una parte, sobre todo cuando son intercongregacionales o incluso dentro de la misma congregación, funcionan muy bien porque también unen y también ayudan, ¿no? Por una parte, aprendes cosas que no sabías y por otro lado, pues creas esta comunidad y este desarrollo, ¿no? Esto también puede funcionar, como decía, en las familias, ¿no? A veces el apuntarse, a lo mejor, yo que sé, con tu hijo mayor con el que casi no hablas, le gusta la cocina o lo que, no sé, y te apuntas con él a un curso de cocina. ¿Podría apuntarse él solo? Sí. ¿Te viene fatal apuntarte al curso de cocina? Sí. Pero si te apuntas con él, se va a crear un punto de relación. Más cositas. Nosotros ofrecemos también sistemas de mentoría, ¿no? Estos sistemas en los que te sientas con alguien, se llama mentoring o como quieras, hay muchos, ¿no? Lo que hacemos es sentarnos con los religiosos, en este caso, y ofrecer el apoyo y la orientación con respecto a determinados retos o habilidades, ¿no? Esto viene muy bien, ¿no? Porque a veces pierdes un poco la perspectiva y viene bien que alguien, lo que se llama un coaching o un mentor, pues te oriente sobre lo que estás haciendo bien, lo que estás haciendo mal, lo que podrías mejorar, no sé, te ponga un poquito las pilas. Esto, como digo, es válido para todos, o sea, es verdad que no siempre es factible para todos, pero sí que es algo que ayuda, sobre todo en este caso a nivel laboral. Confrontarse con una persona, a lo mejor, oye, pues mira, no consigo ascender en mi negocio o no consigo ascender en mi puesto de trabajo. Oye, pues alguien que te diga, mira, es que esto aquí está siendo flojo, aquí... Pues de la misma manera, las instituciones religiosas, estas mentorías les sirven bien para prosperar y para trabajar. Y por último, organizar actividades que hagan cohesión de grupo. Esto, las instituciones religiosas lo suelen hacer bastante bien, suelen tener sus retiros espirituales, sus congresos, sus convivencias, y esto está fenomenal. Entonces, la idea es seguir por ese camino. A lo mejor, es posible que a veces, por falta de tiempo, se trabaje no como se debería, o sea, sin una meta, a lo mejor, demasiado específica. El retiro sí, porque tiene la meta que tiene, pero la convivencia, a lo mejor, pues sí, hay un lema, pero no tiene, como explicaría, no tiene ese pozo que debería a lo mejor tener. Entonces, lo que creo que hay que trabajarse un poquito más, lo que queremos conseguir, no tanto de qué va a tratar la convivencia, sino qué quiero conseguir con la convivencia. Para eso, tengo que conocer bien mis problemas, qué pasa, qué ocurre, qué quiero mejorar a lo mejor en esta comunidad o en esta institución, qué me vendría bien mejorar en este otro aspecto. A lo mejor, estoy notando que hay esa distancia entre mis religiosos, o sea, cómo voy a fomentar esa cohesión. No simplemente el lema de la convivencia de este año está. No, no, no. ¿Por qué? ¿Y para qué, sobre todo? Esto, como decía, también sirve para las familias, por ejemplo, aparte de para las empresas, lógicamente, pero también sirve para las familias. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, a veces vamos a aprovechar para hacer un viaje de vacaciones. Venga, sí, pues ¿dónde nos vamos? Por ejemplo, nosotros este año a Roma, pues no había un porqué, o sea, sí había, estaba como implícito para pasar unos días juntos, pero vamos a ver, vamos a fomentar, a lo mejor trabajando desde más en lo profundo, decimos, venga, ¿qué problemas he visto? Pues mira, este año, pues Juan Pablo a lo mejor ha tenido determinados problemas en el cole, ¿no? Y entonces, pues vamos a ver cómo podemos hacerle como más importante, o como resaltar algo, ¿no? Entonces, si yo ya sé lo que quiero conseguir con cada una de mis comunidades, o con cada uno de mis hijos, o con mi matrimonio, en un determinado punto concreto, con un determinado acto concreto que voy a realizar, pues me va a ser más fácil orientarlo, ¿de acuerdo? Entonces, eso serían un poquito, como os decían, las estrategias con respecto a la creación de grupos de apoyo o de grupos, ¿vale? O sea, lo que nos estamos centrando hoy es en esa creación de grupos dentro de nuestro, dentro de nuestra comunidad, ¿vale? Como decía, estamos hablando básicamente de instituciones religiosas. Entonces, ¿cómo hacer esta cohesión y esos grupos de apoyo que necesitamos como institución? Como os decía, os lo voy a resumir. Lo primero sería, bueno, la formación de grupos misma, ofrecer talleres y seminarios, ofrecer algunas mentorías que ayuden a poner cada cosa en su sitio a determinadas personas de la institución, normalmente, pues las de gobierno, ¿no? O de las comunidades, las de gobierno también, las que llevan a lo mejor la pastoral vocacional, no sé. Luego, organizar actividades que fomenten esta cohesión, ¿de acuerdo? Aparte de estos, digamos, estos puntos que hemos estado tratando, me gustaría daros, como siempre, unos tips, ¿vale? Los tips parece que son como más claros, a mí me gustan mucho, aparecen mucho en redes sociales, los que estáis por ahí en redes sociales, y a mí me parece que están muy bien porque son como muy gráficos. Vamos con ellos, ¿vale? Primer tip, inicia conversaciones positivas. Me parece súper importante para todos. Yo lo pongo aquí como podemos hacerlo, pero hay muchas variaciones, ¿vale? Por ejemplo, lo que te explico aquí al respecto, ¿no? Empiezan las reuniones o estos encuentros que preparas o esas comidas con algo positivo. O sea, céntrate en lo positivo y a lo mejor pide a cada persona, es algo que a mí me parece muy interesante, ¿no? Pide a cada persona que comparta una buena noticia o algo bueno que le ha ocurrido recientemente. Entonces, la gente empieza como en pie. Tú ponte que has organizado un encuentro, ¿no? En el caso de las instituciones religiosas, un grupo de estos de apoyo o una convivencia. Nos dice, mira, vamos a empezar hablando de lo bueno que nos ha pasado, pues en el caso de que sea algo que ocurra una vez al año, este año. Busca algo bueno que te haya pasado este año. Entonces, cada uno comparte su bueno y eso y empieza a alimentarnos por dentro, ¿vale? No vamos a empezar con qué problemas ves en la comunidad, en tu vida, qué cosas mejorarías, que eso también está bien, pero vamos a empezar por lo bueno. Qué de bueno o qué de bueno sacarías de tu comunidad. Siempre algo positivo. Entonces, lo primero, inicia las conversaciones de manera positiva. Primer tip de hoy para las instituciones. Segundo tip, días de gratitud. Creo que deberían estar institucionalizados por el Estado. Me parecen súper buenos, ¿eh? Dedica un día de la semana donde cada miembro exprese su gratitud. Puede ser agradeciendo en voz alta o en determinados casos. Yo creo que la mayor parte de las comunidades y familias se puede hacer de manera, sobre todo la familia, ¿no? Pero de manera en voz alta, ¿no? De manera personal. Entonces, esto añade ese ambiente positivo al anterior y además, pues se agradece el propio agradecimiento. O sea, esto mismo te va a animar a continuar, ¿no? Entonces, primero, inicia conversaciones positivas. Segundo, establece días de gratitud. Tercero, realiza microacciones de bondad. A ver, yo lo que os proponía aquí es crear un banco de buenas acciones, ¿no? O sea, un papelito, puede ser un papelito que esté en una caja o una caja donde meter papelitos, ¿no? Donde cada uno anota pequeñas acciones amables que realiza y al final del mes se comparten todos estos actos de buenas acciones. Entonces, yo resulta que un día, pues no me tocaba recoger la cocina y he dicho, la hermana la veo muy cansada, soy una hermana de la comunidad, ¿vale? La hermana la veo muy cansada, a la que le toca le voy a decir, oye, voy a hacer yo la cocina, o sin decirle nada, cuando llegue que ya esté hecha. Entonces, esos son microactos de bondad. A veces enormes, ¿eh? Porque a veces a ti tampoco te apetece un cuerno y dices, mira, lo voy a ofrecer, ¿no? Y lo apuntas a hacer la cocina. Hay veces que puede ser, pues ayudar en el trabajo a mi hijo y no me apetecía tampoco. O, no lo sé, pasear al perro. A veces, no sé, ahora mismo tampoco tengo como muchas, estoy poco espesa. Pero vamos, me habéis captado la idea, ¿no? Entonces, la idea es esa, ¿no? Hacer micros, apuntarlas y al final del mes vemos, pues hacer la comida, hacer, cuando no me tocaba, recoger la cocina cuando no me tocaba, pasear al perro, ayudar a mi hermano con el trabajo, enseñarle a sumar, lo que sea, ¿no? Entonces, crear un banco del cuarto al cuarto sería, organiza momentos de risas. Así dicho, son a estos talleres que hay de risoterapia, que la gente se parte de la risa y ya se le pasan todos los problemas. En este caso, sería algo así, ¿vale? La risa es contagiosa, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es salud saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es salud saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es saludable, la risa es salud del sentido y la apertura a la llamada de Dios, nos invita a buscar algo más, a encontrar ese algo más que da sentido a nuestras vidas y que las llena de esperanza, a veces nos hace falta volver a ese amor primero, recordar ese momento en el que sentimos que necesitábamos ese algo más, disfrutemos de la canción. Voy buscando algo más. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Hago lo mismo y me descubro a los demás, como partes de mí mismo voy buscando ser la sal y ser la luz que alumbre los abismos. Busco la palabra por encima de palabras, si es que busco una señal, una voz, una mirada, voy buscando en mi interior el poder de su llamada, busco la voz de mi Dios. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Busco algo más que dé sentido, busco algo más que me despierte, busco algo más que le admiro a mi pobre corazón. Busco algo más... Ahora me gustaría invitarte a reflexionar con todo lo que hemos visto, con la canción que hemos escuchado, sobre la esperanza en el futuro de nuestras instituciones, de nuestras comunidades, como digo, ya sean religiosas, ya sean comunidades eclesiales, no sé, parroquias, ya sea en nuestro grupo, en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestro trabajo. Aunque enfrentamos desafíos, quiero que pensemos que siempre hay oportunidades. Con respecto a las instituciones religiosas, pues recuerda que tras 50 años de dedicación acompañando y colaborando y trabajando con religiosos, hemos aprendido que existe una necesidad muy sensible de que los talentos humanos, organizativos y económicos produzcan fruto. No sé si tenemos presente la parábola de los talentos. Dios no fue especialmente suave con los enterradores de talentos. No seamos enterradores de talentos. No sólo, como digo, las instituciones religiosas, sino cada uno de nosotros. Tenemos tesoros escondidos de todo tipo, como digo, y tenemos que ponerlos a trabajar, tenemos que ponerlos a funcionar. Con el proceso de ER, pues nosotros nos centramos en identificar esas oportunidades, tanto humanas como económicas, como incluso espirituales o de carisma, ¿no? Y encontrar opciones de planificación para asegurar el futuro del apostolado, el futuro, la esperanza de la institución. La esperanza no es sólo un sentimiento. Y eso lo quiero decir a todos y me lo digo a mí cada día, ¿no? O debería decírmelo cada día. La esperanza no es un sentimiento sólo, es una acción que se lleva a cabo, que se trabaja. Y bueno, una vez más, un programa más, llegamos al final de este episodio de Trabajando Esperanza. Espero sinceramente que hoy nos llevemos todos esas claves o esas herramientas, esas ayudas que nos puedan inspirar, que nos puedan fortalecer y que nos puedan, no sé, hacer crear esos vínculos necesarios para crear esa comunidad y juntos, pues, trabajar esperanza, ser luz, ¿no? La comunicación y el apoyo son parte fundamental del camino, ¿no? Lo hemos visto en los dos programas. Uno enfocado más a la familia y el otro enfocado más a la vida religiosa. Pero a veces se nos pasa, ¿no? Nos encerramos en nosotros mismos, no queremos hablar, no queremos tener estos ratos, estos momentos para contar nuestros problemas. Nos cuesta, ¿no? Y cada vez más, yo creo que el uso de las nuevas tecnologías, pues, ha fomentado esos espacios para que nos cerremos cada vez más, ¿no? Nos gustaría, me gustaría personalmente, pues, que nos escribas, que nos cuentes tus dudas, que nos cuentes tus experiencias, que nos cuentes cómo te han ido estos tips o no. Nos encanta saber de ti. Recuerda que la esperanza es algo que se trabaja cada día, así que no te rindas. No es algo que se construya de un día para otro, es algo que tenemos que esforzarnos en llevar a cabo. Nos vemos. Sintonizamos la próxima semana con un nuevo programa donde exploraremos otros aspectos de la esperanza. Esa vez, ya sabéis, de cara a las familias, trabajando con A Fuego Lento, pues, el libro que trabajamos también el otro día. Ya leeremos un párrafo, hablaremos sobre cómo actuar ante determinadas situaciones. Os esperamos sin más y mil gracias por estar ahí. Os recuerdo que tenemos un número de teléfono, un WhatsApp, donde podéis enviarme todas estas inquietudes. Es el 663364211. Gracias a Luis y a Ana y a todos los que participaron la semana anterior. Hasta la próxima semana y que la esperanza te acompañe siempre.
Trabajando esperanza #2
Fecha: miércoles, 16 de octubre de 2024, a las 21:00:00
Duración: 51:47
Mostrar transcripción de Episodio 2. Comunicamos en familia
Transcripción de Episodio 2. Comunicamos en familia
Bienvenidos a Trabajando Esperanza. Este es el espacio donde buscamos iluminar nuestros corazones y nuestras comunidades. Hoy nos enfocaremos en un tema fundamental para el futuro, la comunicación en las familias, especialmente con nuestros jóvenes. Soy Noemí Saez y a lo largo de esta hora exploraremos cómo la comunicación puede ser la clave para cultivar la esperanza en nuestros hogares. En un mundo donde las distracciones son constantes y las tensiones familiares pueden aumentar, es vital aprender a conectar de una manera intuitiva con nuestros hijos. La adolescencia es una etapa compleja y a menudo difícil de navegar. Los daños hormonales, las presiones sociales y la búsqueda de la felicidad pueden dificultar la comunicación. Pero con las herramientas adecuadas podemos construir un diálogo abierto y honesto. Antes de empezar, me gustaría leeros algunos mensajes que he recibido en el whatsapp que tenemos en el programa, el 6633 64211. Hemos recibido tres mensajes, todo un reto para el primer programa, estoy muy contenta. Muchísimas gracias Aurora. Me comentaban, hola, ¿cómo mantengo la esperanza en estos tiempos? ¿todo se siente tan negativo? Bueno, pues me gustaría decirle a Aurora que es algo que sentimos todos. A veces, como decíamos en el primer programa, a veces esa esperanza se nos hace un poquito oscura a todos, o sea, como que se opaca, como que se apaga. A veces ver el telediario, leer las noticias, escuchar las noticias en radio, escuchar a nuestros amigos, compañeros, hacen como que ese desánimo en vez de la esperanza nos abarque del todo. No es fácil, no es sencillo, sí que estoy convencida de que se puede trabajar y también que a veces directamente nos va a costar o va a ser muy difícil sacar la flote. Pero vamos a dar unas pautas y vamos a trabajarlas juntos para intentar que no nos afecte tanto, para intentar que podamos ser esa luz de la que hablábamos en el programa anterior, esa que ilumine nuestro entorno, porque muchas luces iluminando un entorno pueden crear un entorno luminoso donde ahora parece que solo hay oscuridad. Carmen me decía, soy madre de una adolescente y realmente me cuesta que mi hija hable conmigo. ¿Algún consejo? Bueno, pues a Carmen me gustaría decirle que es muy difícil. Hay edades en las que parece que si niegan a soltar prenda, como también hemos comentado en el primer programa, que parece que están bloqueados ante nosotros. Cuando escribí A Fuego Lento 1, mi hija se estaba metiendo en un follo. Y yo hablando con ella, intentando hacerla razonar sobre las cosas que había hecho mal, tener la sensación de estarme dando cabezazos contra un muro, de que no era capaz de dar con las palabras que le llegaran. Decía que sí a todo, se la veía compugida, no sé si tanto como me hubiera gustado, pero el mensaje no acababa de calarle. Y fue entonces cuando escribí A Fuego Lento. Creo sinceramente que el libro puede ayudar esta conversación, sobre todo con las adolescentes, pero también con ellos. Yo se lo di a leer, en este caso, a mi hijo como castigo. Sí, sí, se leyó mi libro como castigo el año pasado. Y puede dar pie a hablar de temas que nos cuesta tratar. Eso es un método, pero hay métodos, creo que hoy vamos a darnos cuantos tips, pero bueno, estoy convencida de que podemos hablar con ellos poco a poco. Y luego, ánimo. Es una época de la vida, si seguimos estando ahí, si seguimos intentando mantener esta comunicación de la que vamos a hablar hoy, al final, pues pasa, ¿no? Como todos nosotros también hemos sido adolescentes. Es verdad que la adolescencia a lo mejor nuestra no era la de hoy, pero bueno, siempre los adolescentes hemos tenido esta forma de no escucha o de no caso, y bueno, ha salido adelante. Entonces, también ánimo, ¿no? Y por último, Tere. Tere decía, hola, me gusta la idea del programa, pero siento que la esperanza se me escapa. Especialmente con lo que pasa en el mundo. Va un poquito en el sentido del primer Guasa. Bueno, pues sí, a veces nos parece que esta esperanza se va, que las luces se apagan, ¿no? Bueno, pues ánimo, os animo a seguir ahí, a esos tips del primer programa, a retomarlos, a esas metas, a eso de agradecimiento, y yo sé que dará fruto. Yo he estado ahí, lo he estado trabajando esta semana. No sé si tanto como debería, pero lo he estado trabajando. Así que nada, muchísimo ánimo, muchísimas gracias por estos tres mensajes, que para empezar están muy bien. Y sí que os animo a todos a participar y a escribir, o bien hacer alguna pregunta o alguna apreciación. Tampoco yo soy un consultorio, entonces no pasa nada, me podéis decir lo que os parezca, y estaré encantada de compartirlo con todos aquí en la radio. Os repito el WhatsApp del programa para compartir inquietudes o experiencias. El WhatsApp es 663364211 y estamos aquí para apoyarnos todos. A continuación, me gustaría leeros un fragmento de mi primera novela, de A Fuego Lento 1, de A Fuego Lento, sin más. Es un momento en el que los padres de Marta descubren, por casualidad, que ha pasado algo. Ahora os lo leo y es un poquito largo, pero sí que quiero leeros lo completo. Y descubren que ha ocurrido algo y se sienten rotos. Ha faltado esa comunicación, y lo que más les duele no es lo que ha ocurrido, sino la falta de confianza de su hija, la falta de comunicación por parte de ella para comentárselo. Quiero apuntar, sobre todo, que no es culpa de los padres de Marta, vais a ver que son unos padres estupendos, como podemos ser cualquiera de nosotros, que se esfuerzan, que están ahí, que apoyan. Pero, cosas de la vida, pues la niña ha metido la pata hasta el hoyo, sí, la ha metido bastante, y entonces ellos lo descubren por casualidad. Vamos a poner un poquito de música de fondo y vamos a leer este párrafo, espero que os guste. De pronto, algo sonó en el pantalón que había dejado colgado de la silla la noche pasada. Mi madre se quedó quieta, intentando averiguar de dónde venía aquel sonido. Al momento, supe que era la vibración del móvil, no lo había oído en todo el día, pero ella había cambiado la posición del vaquero hacia atrás y ahora daba en la madera de la mesa y sonaba mucho más. Ella también se dio cuenta, posiblemente, no quería creerse. Fue reflejada en su rostro, cuando al seguir el sonido con la mirada, se giró y sacó el linchoso aparato del bolsillo de mi vaquero. No preguntó nada, lo cogió, se fue hacia la puerta apoyándose en el quicio, como si le costase caminar, y dijo mirando hacia afuera, dúchate, seguro que luego tenemos mucho de qué hablar. Y traté de incorporarme en la cama, pero no pude, un nudo inmenso en la garganta me impedía hacerlo. Mi madre se había llevado el teléfono, y con él, todas las conversaciones que yo había mantenido con unos y otros durante todos esos meses. Nunca había borrado nada porque mis padres, que no sabían de la existencia del móvil, no me lo iban a revisar. Creí que me iba a despertar, aquello cambiaría la imagen del que mis padres tenían de mí, para siempre. Como había llegado a todo aclarar. Si el descubrimiento de mi engaño, dice así, ¿cómo se sentiría? Me costó un mundo ponerme pie. En esta escena, a pesar de su corta edad, se enfrenta a situaciones muy complejas. Ha metido la pata, como os decía, hasta el hoyo, hasta el hoyo más profundo. Y ahora, sus padres van a saberlo todo. Todo lo que ella no ha sido capaz de comunicarle. Todos los problemas en que se ha metido, ¿no? Lo van a descubrir de golpe. Si os dais cuenta, lo que le afecta, no es tanto el castigo o la regaña, sino la decepción que van a sentir sus padres. La decepción al ver que esa persona que ellos creían que tenían delante no existe. O que, por lo menos, no existe del todo. Todo esto variará a lo largo del libro, lo iremos viendo. Iremos viendo, pues, cómo vuelve la esperanza. En este momento, Marta ha perdido completamente la esperanza. Ha metido la pata, siente que ya no hay marcha atrás, ya no hay nada que hacer. Veremos que esto también es falso. Que siempre hay algo que hacer. Que siempre existe el perdón, la reconciliación. Pero se siente totalmente devastada, ¿no? Pero es que a los padres les pasa lo mismo. La madre ahora mismo y luego el padre también. No voy a leer más porque si no sería muy largo. Pero luego el padre también se siente totalmente devastado. Aquel descubrimiento les hace perder todo. Pero veremos en el libro. Después, se ve en el libro, inmediatamente se ponen a trabajar. Y a este trabajo les infunde esperanza. Este es el cambio. Ante esta devastación, ante esta situación triste, terrible. Ante este desconsuelo tan grande de ver que la hija que tú creías que tenías ha cometido cosas para las que desde luego no estaba preparada. Marta tiene 13 años. En este momento, ellos no se quedan quietos, le echan una argañina y punto. Sino que se ponen en funcionamiento. Como os digo, no os lo voy a leer, pero os cuento un poquito por encima para que queráis leerlo vosotros. Pero lo que hacen es llamar a un sacerdote amigo, que es capellán en un colegio, la cambian de colegio y se ponen a funcionar. Le quitan, por supuesto, el móvil, bloquean sus cuentas de redes sociales y la separan de ese círculo que la estaba asfixiando, o sea, que la estaba haciendo ser de esa manera. Sabiendo que dentro de ella sigue la Marta que ellos educaron. Y bueno, la Marta original. Entonces, como os decía, aquí lo que vemos es el momento de crisis, el momento de desolación en el que muchos podemos sentir. Pero su actuación frente a esta desolación y frente a esta oscuridad no es quedarse de brazos cruzados, no es decir que hemos hecho mal, no es plantearse lo malos padres que somos. No, es ponerse a trabajar. Y ese trabajo es el que va a hacer que tanto Marta como sus padres poco a poco vayan recuperando esa esperanza. Así que nada, creo que esto nos puede servir un poquito para ver esto de lo que estamos hablando, ese trabajo y cómo ese trabajo nos ilusiona. Pero vamos a ver que estas situaciones complejas son muchas de las que viven muchas familias de hoy en día, son muchas de las que vivimos hoy en día. Y yo me gustaría que os hicieseis la siguiente reflexión. ¿Cómo podemos mejorar la comunicación con nuestros hijos? Porque si es verdad, como os decía el otro día, que es una comunicación complicada y que no podemos, bueno, y lo vamos a comentar más adelante, y que no puede ser una comunicación de iguales y que lógicamente nuestros hijos habrá cosas que nos oculten y eso trágatelo porque no te van a contar todo. Y si te cuentan algo, iremos más adelante, es que estás haciendo algo mal. Si te cuentan todo, todo, todo, todo, es que a lo mejor estás haciendo algo mal. Estás teniendo una comunicación demasiado igual. Pero bueno, eso ya lo comentaremos antes. Pero sí que esa comunicación, sobre todo esta posibilidad de vuelta, cuando se ha hecho algo mal, esta posibilidad de comentar cosas, ¿cómo es esta comunicación en nuestro entorno? Otro de los temas que se trata en el libro es el tema de la influencia de los compañeros. Está muy marcado en la primera parte del libro, y por eso cuando se ponen a trabajar los padres de Marta, una de las cosas primeras que hacen es separar a Marta de esa influencia negativa que ha tenido y que han podido ver en los mensajes del teléfono. Lo primero que hacen es separarle y llevarlo a un entorno más seguro, un entorno donde saben que estará bien. Los chavales, los adolescentes, y eso lo hemos experimentado nosotros, a veces no quieren hablar con tus padres, no quieren comentarles. Ya se convierte en esa figura de apoyo que no tienen ahora en su familia. El padre ha dejado de ser superman, la madre ha dejado de ser superwoman, a quien le digo todo, a quien le cuento todo y que me soluciona todos los problemas, y van a pasar a ser... esas superhéroes, esas heroínas, van a pasar a ser sus amigos, sus colegas, sus bros, lo que sean. Los padres a menudo nos encontramos en la posición difícil porque ya no quieren saber nada de nosotros. Intentamos guiar a nuestros hijos, pero el deseo de pertenecer y ser aceptado por sus pares, por sus aiguales, pues puede hacer que los jóvenes tomen decisiones que son complicadas, como ha pasado con Marta, y les lleva a hacer cosas que no deberían hacer y que nosotros jamás nos imaginamos que harían. Es esencial que tengamos una comunicación abierta con nuestros hijos y que les ayudemos a sentirse cómodos cuando dicen algo, cuando comentan algo, con nosotros, sus preocupaciones, sus dilemas. Como digo, no nos van a contar todo, pero si podemos hablar de mucho, es posible que sin saberlo les estemos solucionando un problema que ellos nos estén planteando indirectamente. A lo mejor si nos hablan de fíjate, resulta que tengo una amiga en el cole que me ha dicho que su novio quiere acostarse con ella y tal, y entonces ella no sabe qué hacer, pues tu amiga es decirle mira, pues tu amiga fatal, porque eso no tal, o yo qué sé. No, lo que hay que decirle es explicarle el por qué. Aprovechas esa conversación que no te ha dicho directamente sobre ella, pero que a lo mejor está hablándote sobre ella para decirle oye, eso no está bien, porque ten en cuenta que entregarle tu cuerpo a una persona que no sabe si va a ser la definitiva, que muy posiblemente no sea definitiva, pues es fraccionar tu persona. Al final esto es dar una explicación. Si creamos ese ambiente de comunicación, muchas veces las conversaciones les van a dar soluciones sin decirnos directamente cosas. No sé si me explico, que me echo un poco de lío. Entonces lo que nosotros queremos es fomentar ese ambiente en el que a lo mejor no nos cuenten directamente un problema que tienen ellos, pero que sus pensamientos, sus preocupaciones con respecto a la sociedad, con respecto, estén al día. Aunque los amigos son importantes, los padres seguimos siendo una figura clave en el desarrollo emocional de nuestros hijos. Entonces no podemos por eso convertirnos en amigos, en colegas, ¿de acuerdo? No podemos simplemente decirles a todo amén. Tenemos que seguir siendo esa figura en la que apoyarse y en la que tener como referencia, independientemente de que se alejen en un momento determinado o haya cosas que les parezca que no está bien o que eres un troglodita o lo que sea. Pero siempre tenemos que ser ese Sebastián, digamos, esa columna. Comentaba antes, era Carmen que le costaba hablar con su hija, con su adolescente, en el mensaje de WhatsApp. Entonces me gustaría daros una serie de, digamos, a veces, cuando hablamos con nuestros hijos, cuando les preguntamos sobre nuestro día a día, sobre su día a día, pues se limitan a monosílabos. Entonces, sí, no, bien, mal, con estos, allí, pues donde siempre. Todos son como cuestiones muy etéreas, nada concretas. Y a veces es frustrante. No sé si lo veis vosotros como algo que os frustra. Porque a mí me frustra. O sea, cuando intento sacar conversaciones como venga, tira un poquito de la cuerda, a ver si consigues que te cuenten algo. Entonces es bastante frustrante. Queremos saber más, pero parece como que hay esa barrera que os decía alguien. Ese muro que os decía antes. Bueno, pues esto es natural. Es natural que nos sintamos así. Pero tenemos que entender que nuestros jóvenes a menudo no saben cómo explicarse, ¿no? Y a veces menos con nosotros. Porque saben que podemos tener algo en contra que decir. Entonces, bueno, vamos a decir unos tips que tenemos que tener en cuenta para establecer estas conversaciones con nuestros hijos. ¿De acuerdo? Entonces os voy a dar, espérate que ya no sé cuántos tips quedan, cinco tips para hacer más fluida la comunicación con nuestros hijos. Va por Tiff Carmen. A ver, primero. El primer tip sería dile adiós a las preguntas aburridas. ¿Qué tal el día? Bien. ¿Qué habéis hecho en el clase? Nada. Como siempre. ¿Con quiénes habéis salido? Con estos. ¿A dónde habéis ido? ¿A dar una vuelta? Son preguntas que hacemos siempre. Es verdad que, bueno, pues tampoco somos súper originales que le vamos a hacer, pero vamos a intentar buscar preguntas más, no sé, un poquito más precisas. O sea, queremos conseguir una respuesta concreta. Entonces le vamos a decir, ¿qué hiciste en clase? Oye, ¿qué tal hoy en matemáticas? ¿Qué estáis dando? ¿Con quién has jugado hoy en el recreo? ¿Qué habéis hecho en el recreo? Pues tal cosa, ¿no? Cosas más específicas para que tengan algo que contar. Yo a mi hijo pequeño a veces le pregunto, a ver, dime tres cosas que has hecho en tres asignaturas distintas. No sé, porque si no es todo bien, ¿no? Entonces dime tres cosas. Bueno, entonces me dice, pues en matemáticas hemos estado haciendo divisiones. Bueno, cuando hacía divisiones, no lo que toque, ¿no? En lengua, pues hemos estado viendo los sinónimos. Pues no me acuerdo. Pues dime otra cosa. A ver, ¿en gimnasia? Pues hemos estado, no sé qué. ¿Has tenido dibujo? O como le llamen ahora. Pues en dibujo, pues hemos estado haciendo un retrato, ¿de acuerdo? Algo específico para establecer esa comunicación. Vamos a buscarnos las mañas. Vamos a pensar preguntas más divertidas, ¿vale? No sé si divertidas, para ellos serán un peñazo igual, pero a lo mejor conseguimos que nos cuenten en vez de una sola cosa, bien, pues por lo menos un par de frases. Tampoco vamos a pedirle peras al olmo, ¿vale? La segunda es algo que ya os he nombrado antes, ¿vale? El segundo tip sería No soy tu bro. No soy tu colega. Diríamos en nuestra época, no soy tu amigui, tu besti, o como le llamen ahora. Soy tu madre. Entonces, sí. Vamos a establecer una comunicación abierta. Sí, va a haber un ambiente en el que podamos hablar, pero no le voy a decir a todo que bien. No soy tu mejor amigo. No soy tu colega que te dice ¡Ah, qué bien! No, te voy a tener que decir que no a lo que es no, y que sí a lo que es sí. Y como os decía antes, a veces, cuando eso sí, hay hijos que cuentan todo, todo, todo, todo a sus padres, absolutamente todo, y le dicen, pues mira, es que he ido, estoy pensando en irme, a lo mejor tienen 16 años, irme con mi novio a un hotel. Pues, pues, pues, pues algo están haciendo mal. No eres su amiga. Tienes que ponerle límites. Tiene que saber por qué. Y eso se va a dar en una comunicación fluida. Y es posible que haga lo que sea que vaya a hacer y no te lo cuente. Pero si te lo cuenta para que no puedas hacer nada, tampoco te vale de mucho. Quiero decir, vamos a ver. Queremos que nos lo cuente para poder actuar. Pero sí que nos lo cuente. Tenemos que decirle amén. ¿Y qué bien? O sea, si nos dice, ah, pues, me he cansado. ¿Qué has hecho esta tarde? Pues mira, hemos hecho botellón en la plaza de no sé qué. Me he fumado cinco porros y me he puesto hasta las trancas de alcohol. Pues si no le puedo decir, oye, eso está mal, no te emborraches, no se fuma porros, porque esto es malo para el... neuronalmente, para tu cerebro, para tu futuro, para todo. Además, no te vas a enterar de lo que estás haciendo, te puedes meter en un follón. Si no le puedo decir eso, entonces, ¿de qué me sirve que me lo cuente? Yo, Noemí Saez, personalmente, prefiero permanecer en la ignorancia. Prefiero no tener ni idea a saberlo y no poder hacer nada al respecto. ¿De acuerdo? Es mi idea. Es mi opinión. Y creo que es como una madre, pues tiene, o un padre, tiene que ser. O sea, tengo que ponerte límites, tengo que explicarte las cosas, tengo que decirte lo que no está bien, y si eso hace que no me cuentes determinadas historias, paciencia. Pero no soy tu bro, no soy tu colega, no soy tu bestie, no soy tu amigui, no soy nada de eso. Soy... Tercer tip. Vamos a ver. El tercer tip sería cuéntame tus dramas. Cuéntame tus dramas no es cuéntame tus grandes problemas. Háblame de todo. Yo tengo ahí, es verdad que confieso que no siempre tengo el tiempo, el espacio, a veces estoy distraída y debería dedicar más tiempo a los dramas, pero en el caso, por ejemplo, de mi hija, mi segunda hija, háblame de los BTS, que es un grupo de música coreana. Háblame de ellos. No me acuerdo del nombre de ninguno y presto una atención relativa, pero cuéntamelo, ¿no? O háblame de que no sé qué amiga ha hecho, no sé qué, no sé quién le ha respondido, no sé qué historia. ¿Qué dices? Madre mía, vaya rollo me estás soltando. Bueno, fenomenal. Cuéntamelo todo. Intentemos no cortar porque tenemos algo mejor que hacer, ¿no? A veces podemos decir ¡Venga, corta, corta! Cuéntamelo, resume, porque, por ejemplo, Sarai es muy de dos puntos, se abre en comillas, o sea, perdón, y dijo dos puntos, se abre en comillas. ¿Dónde vamos ahora? Y yo respondí, pues donde te dé la gana. Bueno, pues resúmeme la historia, porque no tengo tres horas para que me la cuentes. Es preferible las tres horas, aunque a veces no podamos y estemos un poco saturados, que ninguna. Entonces, cuéntame tus dramas. Repetimos los tips. Primero, diles adiós a las preguntas aburridas, ¿vale? Vamos a preguntas más concretas, vamos a intentar sacarles contenido. Segunda, no soy tu bro, tu amiguito, nada, soy tu madre. Entonces, te voy a escuchar, voy a tener un ambiente seguro, pero te voy a dar una recomendación, te voy a decir lo que se debe y no se debe hacer, te voy a poner el grito en el cielo si me das día o parda, lógico, porque soy tu madre. Yo creo que ellos, bueno, estoy convencida de que necesitan esa referencia materna y paterna. Y tercero, cuéntame tus dramas. Cuarta, sea un juego. Venga, no un juego juego exactamente, ¿no? Pero haz que que hablar pues que hablar sea algo ameno. O sea, vamos a crear entornos donde se pueda hablar. Pues, no sé, vamos a jugar a un juego, vamos a a ver una serie y a comentar, vamos a ver una película. Nosotros los viernes tenemos viernes pizza. Bueno, hay películas intrascendentes, muchas, y hay otras que no. Pero, por ejemplo, os voy a poner un ejemplo de de mi día a día. cuando cuando nosotros vemos una película el viernes, hoy en día hay muchas pelis donde aparecen, pues, todo el mundo, LGTBI, plus, plus, y de todo, ¿no? Bueno, pues en mi casa ya es un poco cachondeo, ¿no? con el tema. Oye, cuando aparece, cuando no hay, pues me dicen, hasta el pequeño, ¿eh? de 10 años, 11, acaba de cumplir. Me dice, mamá, mamá, no está el gay, ¿no? Porque yo remarco mucho eso. No ha aparecido el gay. Me parece que siempre tiene que haber un gay. Yo siempre digo, no pasa nada que lo haya, pero estadísticamente no es así, no es real, ¿no? No hay tantos gays. Cuando me leo, me leía los libros de mi hija de 18. Decía, Clara, ya puedes dormir tranquila, ya ha aparecido el gay, ¿no? Entonces, es un poquito para hablar de determinados temas. Eso existe, es una realidad que está ahí. No hay que meterse con ellos, no hay que criticar, pero no es tan exagerada como nos la pintan. Y nos la pintan tan exagerada porque tienen un motivo. Y el motivo es este, ¿de acuerdo? Todos esos temas que podemos tratar cuando hemos visto una serie a veces de manera distendida, a veces no salen, ¿no? Pero hay muchas veces que podemos dar cosas, pues lo mismo en otro tipo de cuestiones, ¿no? Hay veces que podemos tratar estos temas y aprovecharlos para hablar con ellos. Entonces, hacemos que hablar de determinadas cuestiones sea un juego. Y por último, paciencia. Como os decía antes, pasa, todo pasa. Y os lo digo yo que todavía me queda, ¿eh? La mayor tiene 18 y el pequeño 11. Y tengo cuatro. Va pa' largo. Pero paciencia, ¿no? Esto no es no es una no es una carrera de fondo. No tenemos que conseguir hablar en tres días. No tenemos que tener conversaciones profundas la semana que viene. Poco a poco. Y al final, pues, saldrán los temas y se podrá comentar con ellos y te contarán cosas. Y la adolescencia pasará, ¿no? Y estos problemas que ahora te parecen enormes y insalvables, pues también pasarán. Y te lo digo yo que estoy metida en ellos, como te digo. O sea, no es que mis hijos ya tengan 30 y haya pasado la adolescencia. Es que los tengo ahí metidos a saco. Pero pasa. Me lo digo a mí misma muchas veces. Tranquila. Pasa. O sea, es un periodo. Intenta que el daño no sea grande. ¿De acuerdo? Pero pasa. Entonces, estos serían otra vez los tips. ¿Vale? Primero, decir adiós a las preguntas aburridas. Vamos a buscar preguntas incisivas. No soy tu bro. Soy tu madre. Cuéntame tus dramas, tus cosas, tus historias. Las chicas son más de contar estas cosas que los chicos. Pero los chicos algo también cuentan. Haz que la verdad sea un juego. Haz que una conversación profunda pueda salir de un trivial. Y sobre todo, paciencia. Poco a poco vamos saliendo de todo. Dentro de o en relación a estos tips que me gustaría comentaros pues dentro de lo que sería el tema de las preguntas aburridas o no se trata de que tu escucha sea un poquito también activa. En resumen de todo esto que hemos contado de estos tips. No estamos ahí simplemente para ahora venga cuéntame el rollo. Sino vamos a participar. Vamos a mostrar interés. Ajá. ¿Y eso? ¿Y qué le dijo? A lo mejor estamos diciendo madre de Dios. O sea me he perdido hace tres días. Pero vamos a aparentar que no. Que vea que nos interesan sus historias. No quiero ser una mala madre. Pero es que hay veces que sus historias no nos interesan un cuerno. O sea es que sabemos que no van a ningún lado. O sea bueno no nos interesan porque no tienen interés. Real. No sé. A lo mejor alguna madre por aquí me pone pingando o algún padre. Pero hay veces que pero muestra interés. Sigue la historia. ¿Vale? Luego también es interesante que esta escucha sea activa y en un entorno seguro. O sea que sientan que bueno les vamos a decir lo que opinamos. Si hay que castigarle se les va a castigar. Les vamos a Vale. Sí. Pero que no pasa nada. O sea que cuéntamelo. Yo a veces una vez le dije a mi hijo el año pasado que me ha hecho pasar también un añito el de 15 el año pasado y le dije mira dime lo que sea. Te prometo por lo que has hecho o sea por la base del problema el castigo va a ser este. No me acuerdo cuál era. Dos semanas sin play dos semanas sin salir lo que fuera. Pero cuéntame exactamente qué ha pasado. Independientemente como si es una barbaridad. El castigo va a ser el mismo. Va a ser este. Porque este es por el hecho en sí básico. Pero confía. No me sirvió de nada te lo diré. O sea nada. No me lo dijo. Me enteré después. Me lo confesó una semana después exactamente como había sido todo y tal. Bueno por lo menos una semana después me lo dijo. O más bien le dije yo que había pasado exactamente. Pero pero me dijo que sí. No lo negó por lo menos. En fin que creemos esa situación de venga estoy aquí lógicamente lo que has hecho no está bien lógicamente tiene unas consecuencias pero estoy aquí para escucharte para apoyarte y para salir de esto para ayudarte a salir de esto. Entonces creamos ese ambiente seguro y utilizamos momentos cotidianos. No hace falta hacer un cónclave de familia para tratar no sé qué tema. Vamos a tratar de una naturalidad como digo yo hay una serie ya salió lo de fíjate no sé qué quien dice eso dice vaya nosotros no vemos películas donde aparecen imágenes sexuales explícitas ni nada con los niños pero a lo mejor se entiende oye vaya si es una cría ¿dónde va? Ese tipo de comentarios cotidianos fuera de sí y por último digamos que como este último punto de estas digamos apreciaciones sobre este diálogo sobre esa comunicación yo pondría un último punto importante que es no temas las conversaciones difíciles a veces hay temas que son más complicados y nos cuesta abordar entonces les damos patada para adelante hoy estamos muy ocupados mañana estamos cansados al otro vaya hace mucho tiempo bueno seguro que ya está superado no para esos temas importantes tenemos que sacar un hueco tenemos que armarnos de paciencia mostrar empatía y bueno coger el toro por los cuernos así que esas serían digamos las últimas recomendaciones que yo os haría para bueno pues para esta comunicación ¿no? como estos tips y estas recomendaciones para la comunicación en familia para la comunicación con nuestros adolescentes vamos a terminar este platico de momento y nos vamos a empezar con este Cuanto he esperado que vinieras a mí Yo sé bien lo que has vivido Sé también por qué has llorado Yo sé bien lo que has sufrido Pues de tu lado no me he ido Pues nadie te ama como yo Pues nadie te ama como yo Mira la cruz, esa es mi más grande prueba Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo Pues nadie te ama como yo Sé bien lo que me dices Y a veces no me hables Y no compartes A tu lado he caminado A veces te he cargado Yo he sido tu mejor amigo Pues nadie te ama como yo Pues nadie te ama como yo Mira la cruz, esa es mi más grande prueba Pues nadie te ama como yo Pues nadie te ama como yo Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo Pues nadie te ama como yo Me gustaría hablar con vosotros o resumir o sacar una conclusión Que todo esto que hemos estado hablando, que hemos estado comentando No son grandes cosas que se manifiestan en un momento puntual de la vida Sino que se manifiestan en pequeños momentos en la vida cotidiana En esos pequeños ratitos Entonces como reto de esta semana me gustaría plantearos uno bastante sencillo Vamos a ser buscadores de estas pequeñas chispas De estas pequeñas luces de esperanza en nuestro día a día La sonrisa de ese vecino que creías que no iba a sonreírte jamás O pues no sé, el momento en el que tu hijo que no te comentaba nada Pues te comenta algo, has conseguido sacar un poquito más de conversación O esa charlita agradable con tu marido que llevas tiempo sin tener O a lo mejor ni siquiera llevas tiempo sin tenerla Pero ese ratito que has podido disfrutar de una serie en familia Así que me gustaría que pongamos ese reto esta semana De ser buscadores de esos pequeños momentos cotidianos De ilusión, de esperanza Y bueno, pues así llegamos al final de otro episodio de Trabajando Esperanza Espero de verdad que hoy nos llevemos todas herramientas e inspiración Pues para poder mejorar esa comunicación en casa Recuerda que cada pequeñito paso, aunque nos parezca muy pequeño Aunque nos parezca inservible, cuenta Y que es el camino hacia esa conexión que buscamos y que llegará Estoy segura de que llegará La comunicación no es siempre fácil Pero es un puente que nos ayuda a entendernos mejor A cultivar un ambiente de respeto, de amor, de cariño Y que hoy hemos conseguido sentirnos un poquito más motivados Para trabajar esta comunicación Pues entonces nuestra misión ha sido un éxito Eso es lo que queríamos lograr desde aquí Os invito a todos a que entre programa y programa Sigamos reflexionando sobre este trabajo perpetuo De padre o madre que estamos teniendo Y que, bueno, que lo estáis haciendo fenomenal, seguro Y que no dudáis en escribirnos Por consultas, con anécdotas, con experiencias, con dudas Nos encanta y nos encantaría cada vez más saber de vosotros Y, bueno, recordamos que la esperanza trabaja todos los días Que no hay que rendirse, que hay que trabajar Y que la semana que viene estaremos aquí una vez más, a la misma hora Os recuerdo nuestro número de WhatsApp 663364211 Para escribirnos lo que queráis Y, bueno, pues nada más Hasta la próxima semana Que la esperanza nos acompañe siempre
Trabajando esperanza #1
Fecha: miércoles, 9 de octubre de 2024, a las 21:00:00
Programa #178 (5x02).
Invitado: Txus Vila, responsable de promoción y comunicación de BRAFA.
Temática: Fundación BRAFA.
En el programa "Ciegos en el mundo" de hoy, nos acompañará Txus Vila, responsable de promoción y comunicación de Brafa.
Tendremos una tertulia sobre la Fundación Brafa.
Este programa fue emitido en radio online LaVendée el día 09/10/2024.
La radio se puede escuchar con Alexa diciendo "abre directo LaVendée". O en la web lavendee.es.
Puedes contactar a través del correo electrónico ciegosenelmundo@arturofernadnez.es o a través de Whatsapp en el +34910607093.
Duración: 42:49
Mostrar transcripción de Episodio 1. Introducción
Transcripción de Episodio 1. Introducción
En un mundo lleno de incertidumbres y desafíos, donde la esperanza puede parecer una luz lejana, surge un espacio donde cultivar esa esperanza se convierte en una misión. Bienvenidos a Trabajando Esperanza, el programa que busca iluminar nuestros corazones y nuestras comunidades. A través de historias, reflexiones y herramientas prácticas, exploraremos cómo el trabajo en todas sus formas nos lleva a la esperanza. Soy Noemí Saez y en cada episodio te invitaré a un viaje de descubrimiento, donde cada acción, cada esfuerzo, nos acerca a un futuro lleno de posibilidades. Hoy comenzamos juntos esta aventura. ¡Prepárate para inspirarte! La esperanza es una virtud global, una gracia que recibimos de lo alto. Es más que un simple deseo, es una confianza firme en que a pesar de los desafíos, hay un propósito mayor y un futuro mejor por delante. La virtud, como todas las virtudes, se puede trabajar y cultivar. Hola a todos y muchas gracias por estar presentes en este nuestro primer programa, en este nuestro primer Trabajando Esperanza. Me imagino que muchos de vosotros os preguntaréis, bueno, ¿por qué un programa así? ¿De qué va a tratar? ¿Cómo lo vamos a hacer? Pues el programa de hoy, este programa inicial, va a servir para explicarnos, para explicaros a todos en qué va a consistir el programa, qué vamos a hacer aquí y bueno, ofreceros la posibilidad de compartir esta ilusión con nosotros. En la actualidad, la esperanza se enfrenta a grandes retos que hemos vivido o estamos viviendo, crisis sociales, problemas económicos, morales, una gran incertidumbre política y todo esto puede hacer que esta virtud teologal de la que hablábamos antes, la famosa esperanza que queremos trabajar, se sienta como lejana, como un poquito desaparecida. Sin embargo, la esperanza a pesar de ser una virtud, como todas las virtudes, se puede trabajar. Se puede y se debe trabajar. Se puede cultivar. Es un activo que podemos fortalecer por medio de acciones y decisiones diarias. Hoy os quiero comentar cómo la esperanza se manifiesta en nuestras vidas. Cuando optamos por trabajar la esperanza, no sólo transformamos nuestras vidas mismas, lo que nos pasa a nosotros, sino que vamos a impactar en todos los que nos rodean. La persona esperanzada, una persona ilusionada, es contagiosa. La esperanza se contagia y por eso cuando una persona irradia esperanza, los otros se ven animados e inspirados a hacer lo mismo. Igual que cuando una persona es como melancólica, triste, apagada, pues nos chupa un poquito la energía. La persona ilusionada, la persona esperanzada, la persona que tiene esperanza en su interior, va a hacer que a su alrededor las cosas sean diferentes. Por eso cada uno en nuestro cubículo, en nuestra comunidad, en nuestra casa, tenemos que trabajar esa esperanza. La esperanza nos ofrece una perspectiva. Nos permite enfrentar los desafíos con una mentalidad abierta y receptiva. No es lo mismo cuando nos presentamos, por ejemplo, ante una enfermedad, o ante que lo hagamos con esperanza que pensando que no vamos a conseguir nada, o ante un trabajo, una entrevista de trabajo. La persona que se enfrenta ante una dificultad o un desafío con esperanza, es una persona que tiene medio recorrido hecho. En lugar de ver los problemas como muros insuperables, pues lo que podemos hacer es considerarlos como oportunidades para crecer y para aprender. No se trata de que simplemente veamos la dificultad o la caída, veamos esta caída y de esto hablaremos luego más adelante, pero veamos la caída y solo veamos el problema que ha surgido con esa caída. Lo que vamos a hacer trabajando esta esperanza, lo que vamos a hacer cuando tenemos esperanza dentro, es aprender de esa caída, por ejemplo. Este cambio de mentalidad es esencial para cultivar la esperanza en nuestro día a día. Bueno, ¿y por qué? ¿Por qué trabajando esperanza? Es posible que, como te decía antes, te preguntes que por qué este título. Bueno, pues como te decía también, como te comentaba, precisamente creo, estamos convencidos, creemos que es algo que hay que trabajar, algo en lo que tenemos que poner toda la carne en el asador, que tenemos que esforzarnos. Es fundamental encontrar maneras de cultivar esta esperanza, tanto en nuestras vidas como en las vidas de los que nos rodean. Como decíamos, esto es contagioso. Si nuestra vida es radioesperanza, conseguiremos que los demás también. Y os voy a explicar el por qué y el cómo vamos a trabajar la esperanza en estos programas. Por una parte, yo soy directora general del Grupo Afinsa, que es un grupo que lleva más de 50 años trabajando con instituciones religiosas y que fundó mi padre hace todo ese tiempo. He tenido la suerte de poder trabajar con muchísimas instituciones religiosas. Y he visto como en estos tiempos que corren, también ellas a veces parecen desesperanzadas. Y uno diría, pues claro, narices, ya faltan vocaciones, las misiones hay que seguirlas llevando adelante, ahora cuestan más dinero porque ya no lo hacen directamente los propios religiosos, sino que lo trabajan laicos que cobran y hay que ser rentable para poder seguir adelante. Pero digamos que tienen problemas que antes no tenían. Entonces, ante estos desafíos que pueden parecer insuperables, pues he visto como cuando empiezan a trabajar en un sentido determinado, este trabajo ha despertado esa esperanza. Luego os pondré a lo largo de los programas ejemplos de cómo lo hacemos, cómo lo hemos hecho, cómo ha pasado. Y a veces son cosas tan pequeñitas como, no quiero adelantarme mucho, pero como por ejemplo hacer una página web o meterse en redes sociales. Y este trabajo, esta ilusión por parte de la que lo lleva, si está apoyada, si está ilusionada y se siente que está haciendo algo, pues la ilumina ella e ilumina a los demás. Y como es el trabajo conjunto con las instituciones, a veces lo que hace es que se logren cosas extraordinarias. Por otra parte, he experimentado la ilusión, la necesidad de esta esperanza en mi rol como madre. Yo soy madre de familia numerosa, tengo cuatro hijos, que van desde los 18 hasta los 10 años. O sea, tengo de todo. Y bueno, a veces parece complicado, la gente, incluso uno mismo, dice tal como está la sociedad, criar ahora adolescentes, pues esto no se puede, no puedes exigirles determinadas cosas, porque ahora la sociedad no acepta determinadas cosas, no puedes no darles esto porque la sociedad... Hablaremos de todo ello, ¿no? Pero digamos que el tener que cambiar tu forma de ver las cosas porque la sociedad impone otra serie de cuestiones, pues a veces hace que se haya perdido la esperanza. Bueno, es lo que hay, ¿no? O sea, muchas madres y muchos padres de familia, bueno, es lo que hay. Pues si es que si la sociedad es así, ¿qué le voy a hacer, no? ¿Cómo no van a hacer esto mis hijos? ¿Cómo no les voy a dejar hacer esto? ¿Cómo no voy a aceptar esto si es la sociedad? Entonces, ahí también lo he experimentado. Y he aprendido que la esperanza también se tiene que cultivar en el hogar. Y que también se tiene que trabajar. Y que a veces se trabaja desde el no. Y vais a sorprenderos porque no va a ser esto si a todo qué felices somos en casa, ¿no? Sino que muchas veces esa esperanza se trabaja desde el no. Y las conversaciones abiertas y el apoyo emocional y el trabajo en equipo, pues son fundamentales. Y a veces hay que decirles, haz esto, no hagas esto, explicárselo y si no lo entienden, pues que lo hagan igual. Y hay que tener conversaciones. Y hay que estar uno ilusionado. Y hay que tener esperanza en tus hijos. En que pueden. En que son capaces, ¿no? Esta es la esperanza que vamos a trabajar en la familia. Tus hijos pueden ser lo que tú esperas que sean. Y lo que ellos deben ser. No sé si me explico, ¿vale? No me refiero a que sean un médico porque tú quieres que sean médicos, ¿no? Sino a que sean personas con valores, que sean personas con una moral determinada. Tus hijos pueden serlo. Y deben serlo. Y no tenemos que perder la esperanza en este sentido, ¿no? En este programa, lo que haremos sería alternar cada semana las dos realidades, ¿vale? Por una parte, el acompañamiento a las instituciones religiosas del que nos vamos a servir todos. Por una parte, como os decía, el acompañamiento a las instituciones religiosas y el diálogo sobre los jóvenes y la familia. Y esta alternancia nos permitirá ver cómo se interrelacionan ambas realidades y cómo podemos aplicar lo que aprendemos en un contexto al otro. O sea, cuando toque el programa que hable sobre trabajar la esperanza en las instituciones religiosas, los papás de familia también lo pueden oír. ¿Por qué? Porque lo que vamos a hablar también les sirve. Son cosas concretas que yo he experimentado en esa realidad y que yo creo que se pueden llevar a cabo en esa realidad y que van posiblemente más dirigidas a esas realidades, pero que también se pueden trabajar en una familia, ¿vale? Entonces, como os decía, una semana tendremos un programa y la semana siguiente tendremos el otro. Entonces, por ejemplo, la semana que viene tendremos nuestro primer programa hablando sobre jóvenes y familia y la semana siguiente será con la institución. ¿De acuerdo? ¿Y qué vamos a encontrar en la sección de instituciones? Un poquito ya lo hemos hablado, ¿vale? Pero os lo recapitulo un poquito para que os hagáis idea. En la sección dedicada a instituciones nos vamos a enfocar en el concepto ER. ¿Y qué es ER? Aparte de aire en inglés. Un poco es un concepto que se me ocurrió hace unos... hace un tiempo y que lo que procura es dar aire, ¿no? A veces parece... Yo creo que también nos sirve mucho a las familias. A veces están agobiadas con todo lo que tienen, con los problemas, con la incertidumbre, con la falta de... en este caso de futuro o posible falta de futuro o que parece que no van a tener futuro o nos pasa que... que se sienten como que no pueden más, ¿no? Y el concepto ER lo que viene a darles es aire, respira, ¿no? Se puede. Vamos a trabajar en ello. Vamos a ponernos a trabajar y el mismo trabajo te va a crear una ilusión y una esperanza que te va a ayudar a conseguir cosas. Lo que procura ER es proporcionar un apoyo a las instituciones religiosas que a veces, pues eso, como decíamos, pueden sentirse desanimadas, ¿no? Ante la situación social actual. A veces pueden seguirse poco acompañadas, poco comprendidas y hoy voy a compartir con vosotros algunas opciones que pueden seguir. Hoy vamos a dar unas pinceladas breves aunque ya hablaremos de todas las cosas con detalle, ¿vale? Una de las cosas es fomentar la comunicación abierta, espacios de diálogo entre ellas, no solamente cuando tienen capítulos, consejos, que son cosas que tienen las instituciones que se reúnen para hablar, sino que creen espacios de diálogo abiertos y libres, ¿no? Eso también, como os decía, sirve para las familias perfectamente. Como veis, una cosa y la otra pues van de la mano, ¿no? Porque al final somos personas, ¿no? Entonces, en este diálogo que ellas, que las distintas instituciones puedan pues mostrar sus inquietudes, hablar, sus problemas, sus dificultades, sus tristezas, sus añoranzas, su necesidad de estima, de aprecio, ¿no? Por otra parte, crear proyectos unidos, ¿no? Que es lo que vamos a fomentar aquí. Entonces, vamos a trabajar y no solamente trabaja el equipo D, trabaja la comunidad y la comunidad se implica y la comunidad se apoya, ¿no? Yo lo digo muchas veces, ¿no? Cuando con las instituciones, ya lo comentaré más veces, ¿vale? Pero cuando con las instituciones hablamos del tema de redes sociales. Tiene que haber alguien encargado de las redes sociales y yo siempre digo y esa persona tiene que estar apoyada por la comunidad. No está jugando con el móvil, está haciendo publicaciones en redes sociales y las hermanas lo tienen que entender o los hermanos lo tienen que entender. No está tonteando, no está perdiendo el tiempo con el móvil. Ya está ahí con el móvil perdiendo tiempo, no está trabajando por la institución. Tienen que estar ilusionadas y tienen que compartir esa ilusión. Y entonces, ¿cómo se va a dar esto? Pues con una buena comunicación. Se va a explicar el proyecto, cómo va a ser, qué van a participar en las fotos, y esto pues crea ilusión a las que lo hacen y a las que ven que las otras lo hacen. Y luego capacitación y formación. Es súper necesaria esta formación y esa capacitación, perdón, de este trabajo, este esfuerzo, este fundamental, ¿no? Y celebrar los éxitos. Esto también lo voy a hablar en las familias. Vamos a celebrar los éxitos. Esto ha salido, qué bien, fíjate. Tengo, en el caso que hablábamos de la comunicación, ¿no? Pues, jope, tengo 10 seguidores nuevos. Ah, sí, pues, oye, me ha escrito una chica por tal. Ah, qué bien. No, va, total, no va a funcionar. No, no, no, qué bien. Vamos a celebrarlo. Oye, pues, esta noche hacemos tortita. ¿No? Lo mismo en casa. Se celebran las cosas, se viven y uno se ilusiona y ilusiona a los demás. Pues esto es un poquito lo que, los pasos, que son más que acciones, ¿no? Que son oportunidades para construir una comunidad que se resiliente, hablaremos también más adelante de la resiliencia, de la resistencia, podríamos decir, y del apoyo mutuo. Al implementar determinadas estrategias vamos a poder reavivar la esperanza, incluso la fe. Porque también en la familia, ¿no? O sea, hay veces que a mí me ha pasado, ¿no? O me pasa que tienes la esperanza perdida con determinado hijo, con determinada situación, con determinado aspecto de la vida, ¿no? El que sea. Y entonces has perdido la ilusión, has perdido la esperanza y entonces cuando rezas, rezas como de plov, ¿no? O sea, rezas pero es como va, te lo voy a pedir, pero no vas a poder hacer nada si ya llevo pidiéndotelo no sé cuánto tiempo. Si no tal, la va a volver a liar otra vez. Sí, ¿no? O en el caso, pues las instituciones a lo mejor cuando piden por las vocaciones, pues si es que tal como está la sociedad, dice, señor, te pido por las vocaciones para que haya vocaciones para la Iglesia Católica, para que no sé qué, y estamos pensando por lo bajín. ¿Qué vocaciones? Tal como están los jóvenes hoy, la esperanza, la fe tampoco es fuerte porque van súper de la mano. Entonces, bueno, vamos a pensar mientras escuchamos un poquito de música, vamos a pensar en qué momento nosotros de nuestra vida pues perdemos la esperanza o con qué personas o con qué situaciones y también qué acciones podemos hacer, podemos realizar para que esta esperanza pues vuelva a salir a flote, se ilumine, ¿vale? Bueno, pues nada, os dejo con un poquito de música para que le deis una pensadita a esto y volvemos un segundito. De los temas que se van tratando aquí, cualquier comentario lo podéis hacer por WhatsApp a 6633 64211 6633 64211 Como este es el primer programa y no vamos a dejar espacio porque me imagino que no os dará mucho tiempo a comentar cosas o a preguntar cosas o a tratar temas de los que vayamos hablando pues lo que vamos a hacer es que en el próximo programa pues leeremos los WhatsApp que hayan surgido y, bueno, pues hablaremos sobre vuestros comentarios, sobre vuestras dudas, etc. Ahora quería hablar sobre la sección dedicada a las familias pues semana sí, semana no como decíamos alternando con la sección dedicada a las instituciones. Tienen muchos temas en común, tienen muchas cosas conjuntas que como os decía pues servirán también para la gente que no tenga familia, para los solteros, pues para todo el mundo, ¿no? Pero vamos encaminados a este sector, digamos. Aquí exploraremos mi novela a fuego lento. No es que yo haya venido a hablar de mi libro, es que yo, bueno, escribí dos novelitas que son a fuego lento y a fuego lento 2 no soy especialmente imaginativa con los títulos en las que trato temas que afectan a las familias y a los jóvenes de hoy en día. Son novelitas románticas y lo que trato es de enganchar a los jóvenes para que estos temas sean más fáciles de tratar. La novela es más que una historia. Digamos que es una herramienta para abordar temas importantes en la vida familiar y sobre todo en la vida de los adolescentes de hoy en día que a veces, pues los papás nos sentimos un poco desvinculados con esta realidad, ¿no? Pues porque no hemos vivido esa experiencia, ¿no? Y a veces cometemos el error de pensar que como no hemos vivido en este mundo, en este mundo digitalizado, en este mundo que va deprisa, en este mundo tanto amoral, pues nos da la sensación de que, bueno, pues es lo que hay, ¿no? Esta pérdida de esperanza. Lo que yo quiero es tratar estos temas para que los viváis con esperanza, para que los papás los viváis con esperanza. Algunos de los temas que la novela trata y que trataremos aquí, como digo, empezaremos con este tema con esta sección, con la sección familias y jóvenes, es la importancia de la comunicación y volvemos a empezar. Esto también lo hablamos en las instituciones religiosas. Como veis, son temas que afectan a todo el mundo, ¿no? La novela presenta situaciones que muestran cómo la comunicación abierta puede ayudar a resolver conflictos y cómo cuando esta comunicación no existe, cuando esta comunicación no se da, las cosas se complican, se empeoran, se dificultan y otro de los temas importantísimos que trataremos en el libro y que hablaremos aquí es el uso responsable, decimos, de las tecnologías, de las nuevas tecnologías. A veces, como os decía, nos parece que es normal que mi hijo, a lo mejor de 10, 12 años, ya tenga un móvil. Lo tiene todo el mundo, ¿no? Y como no tenemos tiempo, pues no controlamos lo que hay en ese móvil o lo controlamos a determinadas horas porque es algo borrable, ya hablaremos de este tema. Entonces, en este libro vamos de frente con ese uso de nuevas tecnologías, ese uso responsable o ese no uso en determinados momentos porque a lo mejor hay edades en las que directamente no se tiene que usar por más que todo el mundo lo haga porque no tienen esa responsabilidad y nosotros no podemos estar pendientes de todo momento de esto, ¿no? Entonces, el uso responsable de nuevas tecnologías, la importancia de la comunicación, ¿de acuerdo? Temas que a veces no tratamos. Algunos les obligamos a ir a misa los domingos porque es lo que hay, pero hay veces que hay que obligar a otras cosas y hay veces que hay que acompañar a otras cosas y hay veces que hay que hacer otras cosas o que hay que fomentar que se den otras cosas. Vamos a tratar ese tema, ese tema de la familia y la fe que es súper complicada en esta época de la adolescencia y que yo creo, sé, que es primordial. A través de la historia de A Fuego Lento se refuerzan valores como el amor, el respeto y la importancia de la familia y de la fe en la vida diaria. O sea, el libro está salpicado de fe, de fe católica en todos los aspectos y los niños y las niñas sobre todo pues se lo leen con gusto y eso se trata, ¿no? Mi padre decía que no hay que hacer aborrecible la virtud, pero claro, a veces es complicado hacer las cosas bien sin que resulten aborrecibles pues vamos a intentarlo juntos. Aparte, en cada programa discutiremos cómo los padres pueden aplicar estos temas en la vida diaria. O sea, se trata de que los temas estos y otros que trataremos y que tratan los libros tenemos para rato, no os preocupéis, pues que nosotros seamos capaces de afrontarlos, ¿no? Con la ayuda del libro sobre todo en el caso de las niñas pero también puede ser en el caso de los niños y sin la ayuda del libro pues porque hay que hacerlo porque no nos queda más remedio, ¿de acuerdo? Me gustaría dejar esta parte de presentación de los programas con una serie de tips que también lo vamos a hacer todos en todos nuestros programas tips para trabajar la esperanza, ¿no? Cada día pues daremos algunos hoy os voy a decir unos cuantos pero siempre vamos a trabajar cosas muy prácticas para que sepamos qué hacer y cómo ayudarnos a nosotros mismos a nuestras instituciones a nuestra familia como digo, ¿no? Para hacer esa esperanza que ilumine a lo que nos rodea El primer tip es practicar la gratitud Es un tip que está muy manido y que se dice mucho últimamente yo lo he oído muchísimo, ¿no? Yo creo que los católicos le damos un plus no es simplemente darle las gracias al cosmos es darle las gracias a Dios Dios nos ha puesto en la situación en la que estamos que tiene muchas cosas estupendas que nos van a bueno, pues cada día, ¿no? Empezando por el mero hecho de estar despiertos, de estar vivos de poder pensar el hecho de tener una familia cuando la tenemos aunque a veces esté regular el hecho de tener un trabajo cuando lo tenemos o de poder optar a un trabajo cuando no lo tenemos Hay muchísimas cosas por las que tenemos que dar las gracias a Dios y en nuestra rutina en todas nuestras rutinas debería estar este tip este agradecimiento, ¿no? Me levanto, gracias Señor Gracias Pues he dormido regular a lo mejor, ¿no? Si he dormido bien de vicio, ¿no? Pero he dormido regular Pero oye, he dormido me he despertado, estoy bien mi familia sigue bien Gracias Señor Vamos a por el día Y al terminar el día por este trabajo por esta persona Gracias Gracias por haber podido charlar un rato con mi marido o por haber podido hablar con mis hijos No sé, gracias, gracias Porque siempre hay cosas por las que dar gracias que nos olvida, ¿eh? Nos pasa a todos A mí también, ¿no? Y somos más tendentes a la queja Fíjate que mal Nos echamos a llorar y sin embargo hay muchísimo por lo que tenemos que agradecer Entonces yo creo que este agradecimiento es una de las cosas que va a hacer que florezca nuestra esperanza Vamos a hacer una rutina de agradecimiento Y yo diría para el próximo día Vamos a marcarnos una rutina de agradecimiento Pues cada mañana voy a darle gracias a Dios por el nuevo día La iglesia marca pautas, ¿no? Pero si no lo tenemos si no lo hacemos cada jornada por la mañana voy a dar gracias Y por la noche voy a hacer una recapitulación de cosas por las que tengo que dar gracias Vamos a dejar las quejas las peticiones los malos temas las preocupaciones y vamos a dar gracias por lo bueno por todo lo bueno que tenemos que es una barbaridad seguro La siguiente el siguiente tip sería establece metas pequeñas Yo creo que todos tenemos un poco de no sé, tenemos costumbre Ah, en mi vida yo quiero ser feliz Bueno, no sé Es una meta un poco a largo plazo, ¿no? Es una meta muy abstracta Entonces vamos a enfocarnos en cositas pequeñas que a lo mejor nos lleven a esa meta grande, ¿de acuerdo? Pero en metas pequeñas Pasa con todo Un ejemplo muy gráfico y que todo el mundo pone es el tema del peso Si yo digo en cinco años voy a perder 20 kilos pues esto va a ser una meta larguísima y en el tercer mes como mucho 20 kilos que quiero perder en cinco años lo establezco por meses por semana esto me va a dar un margen más pequeñito y entonces la primera semana cuando haya bajado los 800 gramos que me había establecido como meta pues van a ser para celebrar y voy a estar contenta porque lo he conseguido Lo mismo con todas las cosas Esta pequeña meta que nos hemos planteado de practicar la gratitud voy a hacer meditación durante una hora voy a buscar a lo mejor no hago nada relacionado con la fe solamente los domingos misa pero voy a decir me voy a ir a misa todos los días y además voy a hacer meditación de dos horas todos los días y además los fines de semana si yo me pongo esas metas al primer día no me ha dado tiempo y me desanimo Si yo me pongo metas cortitas es sencillo, es corto a la primera semana lo habré conseguido pero voy a hacerlo durante un mes Habré establecido los 21 días dicen que se establecen los hábitos Habré establecido un hábito lo haré y estaré más contenta porque doy gracias a Dios y además habré conseguido una meta Pues igual con todo con nuestros hijos, con nuestra familia con nuestro trabajo, con nuestra comunidad metas cortitas Siguiente Siguiente tip Rodéate de personas vitamina de personas positivas Personas vitamina dice la doctora Marian Rojas A ver si tengo un cenizo al lado en el trabajo no lo voy a apartar de mi vida porque es un cenizo o porque es triste o porque no me da alegría pero voy a intentar apoyarme más acercarme más estar más cerca de aquellas personas que no me quitan energía de las personas que me aportan de las personas que me dan de las personas que me ayudan vale, entonces si tengo 5 amigos y 2 son los cenizos uno es la caña de España pues voy a intentar ya para ese de vez en cuando para compartir para porque a él también le viene bien que yo comparta con él y que nos animemos mutuamente entonces vamos a intentar rodearnos de personas vitamina que nos quitan la existencia si la tenemos porque nos ha tocado por lo que sea todos tenemos un familiar que a lo mejor es un poco así no le vamos a dar una patada y le vamos a mandar a paseo pero vamos a intentar que nos afecte lo menos posible que nos chupe la menos energía posible y vamos a intentar que las personas que aportan formen más parte de mi día a día y por último el último tip que os voy a dar es fomentar la resiliencia ya os decía que esta palabra la resiliencia es una palabra que yo por lo menos no había oído hace como un par de años una palabra para mí era totalmente desconocida seguramente estaría en la RAE pero yo no la había oído jamás es el aguante el aguante, la capacidad de aguantar de levantarse cuando caemos vamos a ser personas resilientes y vamos a practicar esta resiliencia vamos a trabajarla nos caemos en vez de otra vez fíjate, no me sale yo lo hago, antes lo hacía menos pero yo creo que últimamente un par de golpecillos que he recibido me he puesto así un poco vamos a ver, en qué punto esto dependía de ti de que saliera bien y por qué no ha salido bien porque a lo mejor no ha salido bien es otra opción y a lo mejor no ha salido bien porque yo no he hecho todo lo que podía porque eso saliera bien vamos a buscar el por qué pasan las cosas el por qué me ocurren y vamos a trabajar en sacar lo positivo de las caídas aparte de decir yo también hay algo que digo muchas veces me concedo mi día de oscuridad todos tenemos un día gris tampoco tenemos que machacarnos no pasa nada te estoy triste tendría que estar contento tendría que ser una persona con esperanza siendo católico me desanimo con demasiada facilidad esto no puede ser mira qué triste estoy no, ya está te ha pasado algo has tenido mala suerte en algo o que no ha ido bien como esperaba es normal que tengas un día un poquillo de bajón concédetelo, un día y dos como digo yo te maquillas las mujeres, los hombres por favor no te maquillas, te pones un taconazo y para adelante que es lo que hay además es lo que Dios espera de ti entonces vamos a ser resilientes personas que se caen sí, nos caemos que meten la pata la metemos y nos volvemos a levantar cuatro tips para practicar estas semanas y ya me contaréis qué tal os ha ido la rutina de práctica de la virtud segundo establecer metas pequeñitas vamos a marcarnos objetivos claros y a corto plazo y alcanzables no nos vamos a volver locos no voy a ser millonaria en tres días pues no rodeate de personas positivas de personas vitamina que aporten, que animen, que recarguen vamos a fomentar la resiliencia vamos a practicar la resiliencia vamos a levantarnos no nos hemos equivocado intentarlo mejorar nos concedemos un día de bajón no pasa nada nos volvemos a levantar y nos ponemos a funcionar dijo una vez Víctor Hugo que la esperanza es el sueño del hombre despierto estoy convencida totalmente convencida de que es fundamental que trabajemos esa esperanza para seguir soñando en principio este sería el planteamiento de estos programas de estos Trabajando Esperanza que vamos a tener cada semana como os decía una semana será sobre familia y juventud y otra familia institucional empezando por juventud os animo a participar os recuerdo el teléfono no para llamadas solo recibe whatsapp a 6633 64211 para que me comentéis me digáis, me preguntéis lo que sea me digáis que tal esos retos esos tips y bueno pues que aquí estaremos cada semana juntos espero que el programa os resulte interesante que os animéis al principio esto lleva un rodaje y espero que perdonéis los fallos que podamos cometer que yo pueda cometer personalmente también me los digáis si hablo muy rápido si hablo muy lento lo que sea y nada pues mil gracias por acompañarnos en este primer programa de Trabajando Esperanza espero que te lleve herramientas e inspiración para aplicar a tu vida la próxima semana a la misma hora y el mismo día que hoy donde exploraremos la esperanza desde las perspectivas como os he dicho de las familias y de los jóvenes no olvides enviarnos una vez más tus mensajes, tus aportaciones tus sugerencias por whatsapp y nada mantengamos todos viva la esperanza en nuestro día a día mil gracias hasta la próxima
(c) 2025 por Arturo Fernández - Actualizado: domingo, 12 de octubre de 2025, a las 01:40:23